|
Juan Carlos Villalonga es el Director Político
de Greenpeace Argentina. En este diálogo con La Mañana
de Neuquén habla sobre la posición de la ONG mundial
que representa, de la responsabilidad del Estado argentino respecto
de establecer ciertos criterios en el conflicto de las pasteras de
Fray Ventos y de la incidencia “positiva” de la participación
de la ciudadanía local en este polémico negocio.
¿Cuál es la postura que adoptó Greenpeace,
desde el inicio del conflicto generado por la instalación de
las pasteras en Fray Ventos?
Desde el comienzo de estos proyectos, intentamos motivar a los gobiernos
de Argentina y Uruguay, mostrándoles la necesidad de establecer
lo que nosotros denominamos un “plan de producción limpia”
para la industria del papel en la región.
Sostenemos esto, en primer lugar, porque la industria de la celulosa
del papel -que ya existe en Argentina y también en Uruguay,
a una escala pequeña- es de alto impacto ambiental y es fundamental
contar con un marco normativo muy específico, que obligue a
las empresas a realizar un proceso de modernización que está
ausente desde hace años y por lo tanto a nivel tecnológico,
su estado es anacrónico. En nuestro país en particular,
hay diez plantas de fabricación de pasta celulosa que se traducen
en diez problemas ambientales... y lo mismo sucede con la planta de
FANAPEL en Uruguay.
A esta situación se suma otro drama. No sólo lo que
hay, contamina sino que lo que se viene, dado el interés de
la región que existe de parte de la industria internacional
de la celulosa del papel, es algo muy “grande”.
BOTNIA y ENCE son sólo las primeras expresiones de inversiones
de esta magnitud que quieren radicarse en Uruguay y seguramente también
quieran hacerlo en la República Argentina.
¿Por qué no asientan las fábricas en
los países de origen de las industrias?
Porque este tipo de industria, especialmente la europea, prácticamente
no tiene espacio para expandirse en ese continente. No hay lugar para
plantaciones, los bosques de los que habitualmente se alimentaban,
están cada vez más restringidos en términos de
poder obtener madera de allí y entonces lo que se observando
es que toda la capacidad productiva que debe expandirse, se va a realizar
básicamente en un pequeño grupo de países de
Sudamérica: Brasil, Uruguay, Argentina y un poco, Chile. Son
las naciones que tienen condiciones climáticas adecuadas para
desarrollar plantaciones de rápido crecimiento, a un costo
muy competitivo.
Este diagnóstico nos lleva a mostrar que el próximo
desafío, no es luchar contra BOTNIA y ENCE en Uruguay, sino
con muchas más plantas, incluso en Argentina.
¿Cómo observa al Estado argentino frente a
esta situación?
Yo diría que se encuentra casi indefenso. Sin políticas
en esta materia, reaccionando al escándalo o a la emergencia
que plantee la protesta social, pero no hay un marco regulatorio específico
para esta industria, no sólo para que lo existente vaya mejorando,
sino para poder definir claramente qué tipo de inversiones
son afectables y cuáles no.
De esta forma, nos encontramos inmersos en una situación en
la que suceden cosas “incoherentes”, porque el Estado
de nuestro país establece una exigencia extrema y hace un estudio
muy exhaustivo sobre las plantas de BOTNIA y ENCE, que está
muy bien hacerlo, pero las que tenemos en Argentina son desastrosas.
En este punto, se ve claramente un “doble estándar”...
¿cómo miramos lo que está instalando Uruguay,
respecto de lo que tenemos aquí? En esto también consiste
el plan de producción limpia, que involucra desde el comienzo
de las plantaciones, que son el inicio de la cadena productiva, el
propio proceso fabril y algunos criterios de mercado.
¿Y cómo se resuelve el conflicto entonces?
Sólo puede solucionar en el ámbito político.
De ningún modo lo puede resolver un Juez en La Haya, ni tampoco
un grupo de técnicos. Por supuesto, hay que tener en cuenta
las cuestiones legales pero se trata de una decisión de desarrollo
sustentable, que los Estados tienen que decidir.
¿Cómo observan desde Greenpeace la posición
de Uruguay?
El planteo de ellos es distinto porque sí tienen una definición
respecto del tema, tienen una política mucho más explícita
en esta materia, que ha sido favorecedora a este tipo de emprendimientos.
A nuestro juicio, es favorecedora pero con muy poco criterios “críticos”,
frente a estas inversiones. Es una política muy activa, que
promueve las plantaciones, los proyectos forestales y que le da muchas
garantías a la explotación forestal... obviamente, todo
esto sucede con el resultado esperable, pocos años después,
de convertir a las plantaciones en productoras de materia prima para
futuras fábricas de celulosa.
La llegada de BOTNIA y ENCE a Uruguay son una consecuencia lógica
si se tiene en cuenta la política que ese país viene
desarrollando desde hace mucho tiempo. Hay en Uruguay, a diferencia
de en Argentina, un comportamiento consecuente pero tiene errores
porque el conflicto que se desata en Fray Ventos y para mencionar
un aspecto, que es la localización de las plantas, obedece
pura y exclusivamente a criterios logísticos propios de las
empresas.
Es decir... cuando BOTNIA y ENCE -aunque esta última finalmente
se ha retirado-analizaron porqué instalarse en ese lugar, pensaron
estarían cerca de las plantaciones de las que obtienen la madera,
tienen un acceso vial y fluvial muy fácil, poseen la cercanía
del puente internacional, lo cual les permitiría -eventualmente-
traer materia prima de Argentina... no hubo en Uruguay una intervención
del Estado de decidir si ése era o no el mejor lugar para hacerlo,
teniendo en cuenta que las actividades que se realizan en ambas orillas,
poseen un perfil tendiente a usos recreativos del río. Cambiar
ese rasgo, no lo puede determinar una empresa, sino que el Estado
debe generar mecanismos para llevarlo a cabo o tiene que tener mínimos
criterios de lo que se llama “ordenamiento territorial”.
Uruguay apuesta por este negocio pero sin libreto ambiental y lo que
se viene es tremendo. La cantidad de inversiones que están
pensadas para los próximos 15 años en materia de plantaciones
y de plantas de celulosa, es enorme.
¿Cuál es la alternativa viable para que ellos
continúen con este negocio, instalándose en otro lugar
y que tampoco contaminen? ¿O no se puede lograr?
La verdad es que hoy, con los conocimientos y las tecnologías
disponibles, se pueden hacer cosas bastante mejor pero no van a ser
totalmente inocuas. Por eso es necesario tomar medidas precautorias:
por ejemplo, nosotros sostuvimos desde un principio que no debían
haber polos de pasta celulosa de la magnitud que se estaban generando
en Fray Ventos y las plantas de producción no debían
exceder una escala máxima que nosotros estimamos en alrededor
de 700 mil toneladas. En estos casos, se está hablando de un
polo productivo que en un futuro alcanzaría los dos millones.
La empresa española ENCE, al retirarse, está asumiendo
que instalar dos plantas en un mismo lugar, es generar más
problema que el necesario.
Sí se puede mejorar mucho más lo existente. Nosotros
proponemos usar la tecnología TCS, que es totalmente libre
de cloro; exigimos que las plantaciones posean certificación
FSC, que garantiza estándares ambientales y sociales importantes...
se puede hacer mucho para que el impacto sea mínimo, teniendo
en cuenta que con la industria del papel tendremos que convivir.
Hay que poner límites de escala, de cuánto papel vamos
a querer producir, etcétera. Porque el gran proyecto es venir
a producir a los cuatro países que mencioné para luego
exportar, entonces también en eso debemos tener cuidado. Argentina
bien podría producir pulpa celulosa para alimentar el mercado
interno del papel y en algún nivel para exportar, pero seguramente
sería muy oneroso hacerlo -hablando en términos ambientales-
al nivel que se pretende.
Por eso, el Estado debe tener e introducir criterios. Sino los tiene,
éstos se ponen por efecto del hecho consumado, por las corporaciones.
En rasgos generales, ¿cómo observa la colaboración
de la ciudadanía local para el cuidado de medio ambiente?
En lo que hace a opinión pública, nuestra experiencia
es extraordinaria. Yo creo que el gran capital que tiene Argentina
en este rubro es que la “gente” no sólo está
sensibilizada sino que posee una gran capacidad para informarse y
organizarse. Quizás, hace diez o quince años, estos
temas eran casi propiedad o una materia exclusiva de las organizaciones
ambientalistas. Hoy, allí donde aparecen la amenaza y el riesgo,
si estas corporaciones no están presentes, la ciudadanía
actúa, adquiere una capacidad de discusión notable a
partir de datos que releva y aparece la reacción.
Obviamente, esta postura no convierte a quienes se movilizan en expertos
o ingenieros pero eleva en gran medida la idoneidad de la participación.
Las campañas de Greenpeace siempre han sido muy bien acompañadas
por la opinión pública.
¿Cómo cree que el Gobierno podría llevar
adelante una campaña de concientización para lograr
que la sociedad le de importancia a la ecología?
Yo creo que no hacen falta grandes campañas de educación
para la sociedad. El gran problema radica en que el Estado tiene una
mirada de muy corto plazo, lo cual conspira contra la integración
del valor ambiental en la definición de políticas de
cualquier índole.
Por lo general -en términos ambientales-, las consecuencias
tanto negativas o positivas que puede generar una acción, nunca
son inmediatas. Emprender una buena gestión de los residuos
sólidos urbanos en cualquier ciudad argentina, es una buena
política pero por más decidida y fuerte que sea, no
puede brindar resultados de un mes para otro o de un año para
otro. El fruto de esas medidas podrían verse dentro de cinco
o de diez años.
Esto sucede porque la mayoría de los funcionarios está
pendiente de cuánto dura su gestión. Lo mismo pasa con
las consecuencias negativas: aceptar una fábrica que pueda
generar inconvenientes, no significa ver mañana los problemas,
sino luego de varios años y cuando esto pase, la persona que
autorizo su instalación, no va a estar más en el Gobierno.
Lamentablemente, mientas que el cortoplacismo sea el valor supremo
de los Gobiernos, lo ambiental -tanto en sus aspectos positivos como
negativos- queda lejos.
¿Están impulsando desde Greenpeace alguna campaña
por el cuidado del agua?
Nosotros siempre hemos encarado este tema, viéndolo desde el
punta de vista de la contaminación, porque prácticamente
todos los cursos de agua de nuestro país están sufriendo
algún nivel de deterioro por este fenómeno.
Lo que es paradójico a veces es la excesiva preocupación
que aparece ahora por el agua, pensando a futuro quién se va
a apropiar de este recurso, cuando la pura verdad es que son hipótesis
y poco se puede probar de eso.
¿Pero es exagerado pensar que dentro de cincuenta
años van a generarse tensiones por esto?
Está claro que el agua es un bien escaso y sin dudas, puede
ser motivo de tensiones, pero creo que hay cierta paranoia... si se
tratase de tener agua, la más fácil de obtener es la
del Río de La Plata y no hace falta el acuífero.
El problema es grave porque insisto en decir que el agua es un recurso
escaso, no está equitativamente distribuida ya que hay zonas
que son muy ricas y otras que son tremendamente restringidas en cuanto
al acceso. Las tensiones se van a generar porque así también
sucedió históricamente, pero lo cierto es que nosotros,
los argentinos, estamos contaminando el agua, la estamos dilapidando
y a veces, desperdiciando.
Yo creo que la mejor manera de cuidar este bien, es haciendo justamente
eso: CUIDARLO. Hay que ser consciente de que la contaminación
hace que los cursos de agua dejen de ser fácilmente utilizables
como potables. Un sistema de potabilización de agua que era
muy simple de realizar hace 50 años, en un determinado río,
hoy hay que llevarlo adelante con un esfuerzo químico y biológico
tremendo... por no mencionar los casos donde esto se vuelve casi imposible
y se termina comprando agua mineral envasada.
Hoy no tenemos que preocuparnos porque en un futuro el agua se la
vaya a llevar un norteamericano o un europeo, sino que deberíamos
OCUPARNOS en no deteriorar más lo que todavía tenemos,
por ejemplo, por las cloacas que no se hacen, porque todas las napas
que han sido fuente del recurso durante muchísimo tiempo, hoy
están todas contaminadas. Ese es el modo por el cual hoy estamos
perdiendo aceleradamente el recurso agua en nuestro país.
|
|