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Cumplió su misión.
El 1º de mayo de 1958 entregó el mando al gobierno constitucional
representado por Ángel Edelman y Alfredo Asmar. Su hijo Ricardo
y su nieta Marcela pincelan recuerdos de su perfil como marino y ciudadano.
El hijo del interventor Ricardo Hermelo y la nieta, Marcela Hermelo,
nos cuentan la historia del hombre que permitió la transformación
del territorio neuquino en Provincia. Nos cuentan cómo el capitán
de navío Ricardo Hermelo se convirtió en gobernador
del territorio y cómo preparó la salida constitucional
en el interregno Territorio-Provincia comprendido entre los años
1955 y 1958.
Poblamiento patagónico
La gran mayoría de los procesos históricos han sido
forjados merced de las actividades bélicas. El devenir histórico
argentino no es ajeno a esta circunstancia, y puede decirse que el
país nació junto con la creación de las fuerzas
armadas. En la ciencia histórica, como en todo acto humano,
se pueden objetar y condenar determinados hechos y conductas, pero
no desconocerlos. Nuestra región patagónica se pobló,
de acuerdo con los fortines que allí se establecían,
luego de concluida la Campaña al Desierto. Recordemos que en
el segundo gobierno peronista se había sancionado la Ley 14.408
que convertía a los territorios nacionales en provincias, en
tanto se cumplieran las condiciones que establecía la Ley 1532
de Territorios. Esta ley exigía que hubiera una determinada
cantidad de habitantes y, posteriormente, sancionaran su Constitución
Provincial. Cuando este territorio, junto con Río Negro, La
Pampa, Chaco, Formosa, Chubut y Santa Cruz estuvieron en condiciones
de convertirse en Provincia, la Revolución Libertadora derroca
al presidente Perón en 1955 y los territorios fueron intervenidos.
En 1956 llegó al Neuquén el interventor Capitán
de navío Ricardo Hermelo.
Sangre marinera
Ricardo Hermelo había nacido en Buenos Aires el 31 de mayo
de 1907. Su padre, el contraalmirante Ricardo Ireneo Hermelo, casado
con María Cano, fue el segundo comandante de la Corbeta Uruguay
que rescató en la Antártida, en 1903, a la expedición
sueca de Otto Nordenskiol. Dicha acción le valió condecoraciones
en Suecia y en Noruega. Además actuó en política
en el Partido Radical y fue Prefecto Nacional Marítimo y Jefe
de Policía.
Ricardo Ireneo, además de Ricardo tuvo cinco hijos más:
Oscar, Juez Federal; Juan, empleado en la Aduana; María Edelmira,
Mony, profesora de arte escénico, y Susana.
El futuro interventor estudió en el Colegio primario y secundario
de Flores, y en la Escuela Naval donde ingresó a los 13 años
el 18 de febrero de 1922. Se recibió de guardiamarina el 2
de febrero de 1929 y cursó luego la Escuela de Guerra Naval
donde culminaron sus estudios como marino. Entre sus compañeros
se contaban el almirante Isaac Rojas, Wilkinson Dirube, Marcó
del Pont, Amejaras Barrere, Frash, Malagamba, Cornú, Bárcena
Feijoo y Cornes, por citar a quienes fueron sus amigos. Formó
una familia con María Teresa Méndez Carreras, que era
rosarina.
Cuando el general Pedro Eugenio Aramburu lo nombró interventor
en la provincia del Neuquén, Hermelo se estaba desempeñando
como Perito Naval ya que se había retirado de la Marina el
9 de noviembre de 1951, por razones políticas, con el grado
de Capitán de Navío.
“Era un apasionado por el Neuquén -indica su hijo, que
lleva su mismo nombre, Ricardo-. Asumió cuando todavía
era Territorio. Su principal empeño fue trasformar a Neuquén
en provincia y establecer la organización, concretar la usina
del Chocón. Siempre acompañaba a los visitantes al lugar
y los ilustraba acerca del proyecto. Además, quería
conformar un sistema económico (por lo que apeló a personal
impositivo de Buenos Aires) y preparar el sistema de gobierno para
entregarlo luego de las elecciones. Algo que le interesó muy
especialmente fue gestionar ante el Gobierno Nacional las cuotas y
pagos de las regalías del petróleo que se extraía
en Neuquén.
Una cuestión que mantiene actualmente su vigencia y que Economía
no satisface” relató Ricardo hijo, papá de Marcela,
y agregó: “Pidió la ilustración de los
partidos políticos de esa época, en especial del señor
Sapag, quien, años después, lo sucedería en el
cargo de gobernador. No recuerdo la fecha –indica Ricardo- pero
años después rechazó ser candidato a gobernador.
Decía que era marino y no político”.
De su carrera en la Armada, podemos destacar que perteneció
al arma de artillería y se desempeñó como Comandante
en el “Rastreador Bathurs”, “Torpedero Cordova”,
“Aviso Drumond”, “Torpedero Santa Cruz”, “Acorazado
Moreno”, Escuadrilla de Rastreo y Minado de la Agrupación
Naval Antártica. Fue Jefe de la Expedición a la Antártida
en la campaña 1948, oportunidad en la que fundó el Destacamento
Naval de la isla Decepción. En sus proximidades, la «Baliza
Grumete» lleva en recuerdo el apodo que tenía desde niño.
El bautismo de esta baliza lo hizo el Servicio de Hidrografía
Naval, organismo que asigna los topónimos en las cartas náuticas
que edita, por lo cual figura en la base de datos.
Tarea principal
En 1955 el Presidente de la Nación, el Gral. Pedro Aramburu,
le ofreció el cargo de Interventor del entonces Territorio
Nacional del Neuquén. Durante su gestión, la tarea principal
fue la de organizar las acciones para que Neuquén fuese Provincia.
Una vez concretado dicho proyecto, hizo entrega del gobierno al Gobernador
electo Ángel Edelman. Varios años después, un
grupo de neuquinos le propuso presentarse como candidato a la Gobernación
de Neuquén, ofrecimiento que desechó debido a que, como
dijimos, nunca se sintió un político. Fue una persona
que educó a sus hijos con el ejemplo y bajo celosas normas
de honestidad y moral. Sus numerosos amigos siempre han manifestado
que Hermelo era un hombre cabal, sin dobleces.
Cuando terminó la gestión, en 1958, regresó a
Buenos Aires y, hasta su deceso, efectuó pericias marítimas
en el estudio de B. Noya. Uno de sus hijos, Ricardo, siguió
la carrera naval, ingresó a la Armada y se retiró con
el grado de Capitán de Navío. Otro de sus hijos, Carlos
María, se jubiló en la Comisión de Energía
Atómica como técnico nuclear.
Marcela, la nieta
“Voy a comenzar por el principio. Mi bisabuelo fue Marino y
su historia hoy quedó inmortalizada en el Barco Museo que está
en Puerto Madero ya que él fue segundo comandante de un famoso
rescate que se hizo en la Antártida. Según me han contado,
era un barco que no estaba preparado para esas misiones y sin embargo
hombres de mucho valor y coraje se animaron a realizarlo, y lo lograron.
Mi padre conserva una carta que mi abuelo le escribió a un
conocido donde, pensando que quizás moriría, le encomienda
el cuidado de mi bisabuela.”
«Uno de los hijos de mi bisabuelo ‘la Foca’ (así
lo llamaban porque tenía unos mostachos hacia arriba) fue mi
abuelo Ricardo (el gobernador), quien también fue marino. Mi
papá, que también se llama Ricardo, fue el mayor de
sus hijos y por ende nosotros fuimos los primeros nietos; luego viene
Carlos María que tiene dos hijos y después Teresita
que tuvo tres hijos».
«Tere vivió en Neuquén mientras mi abuelo era
gobernador. Papá para esa época ya estaba casado pero
yo aún no había nacido ya que vine a este mundo el 26
de julio de 1958».
“Gran parte de los destinos de mi papá fueron en la Base
Naval de Puerto Belgrano, donde vivimos unos dieciséis años.
Mi Tata (así lo llamábamos al abuelo) con la abuelita
nos venían a visitar cuando podían y recuerdo que a
él le gustaba cocinar y la echaba a mi mamá de la cocina.
Una vuelta se vino en tren y trajo una gallina. Otros recuerdos que
tengo de sus visitas era que subía a una bicicleta nuestra
y se iba hasta la pileta que quedaba lejos. El abuelo tenía
problemas cardíacos, pero siempre disfrutó de la vida.
Los más lindos recuerdos que guardo son de su casa en Buenos
Aires. Vivía frente a una plaza que está en la intersección
de las avenidas Pueyrredón y Las Heras, y cada vez que íbamos
a Buenos Aires nos llevaban a una calesita que me encantaba. Ya de
grande, también llevé a mis hijos ahí. Hoy aún
existe y cuando viajo y paso por ahí, es inevitable que vuelvan
a mi mente esos maravillosos recuerdos. Como cuando nos compraban
caramelos o lentejas de chocolate, que se vendían sueltos y
estaban en frascos inclinados y se sacaban con una palita… Mi
abuelo murió joven, de un infarto y sin darse cuenta, cuando
se acostó a dormir después de una cena y mi abuelita
le preguntó por qué no apagaba la luz... Yo recuerdo
que estaba en Puerto Belgrano cuando llegó la noticia. Mis
padres no quisieron que ninguno de los nietos fuera al velatorio ya
que querían que lo recordáramos como cuando estaba vivo...
Mi papá fue a la escuela naval y tenía un compañero,
Roberto Fernández Beret, que tenía una hermana. Y bueno,
papá se enamoró de la señorita Fernández
Beret y, como en las historias de amor, finalmente se casaron».
Los nietos
“Y fueron padres de Ricardo Manuel, Marcela, Estela María
y Carlos Eduardo. Mi hermano Ricardo intentó ir al Liceo Naval
pero no ingresó. Hoy es Sociólogo y trabaja en una empresa
muy reconocida; es una persona súper inteligente y capaz. Vive
en Buenos Aires.
Yo me casé muy joven, a los veinte años, y si bien estudiaba
Arquitectura de Interiores, tuve que dejar la carrera cuando quedé
embarazada de mi segundo hijo. Así nacieron María Trinidad
y Nicolás Aguilar Benítez. Mi hermana Estelita estudió
análisis de sistemas y se casó con Eduardo de Montmollin;
tuvieron dos hijas Sofía y Florencia. Y Carlos Eduardo fue
el único que siguió la carrera naval, dio la vuelta
al mundo en la Fragata Libertad. Pero luego le dieron la baja por
“falta de aptitud militar”. Por esas épocas la
cuestión política estaba muy complicada y hoy me queda
la duda de que efectivamente haya sido por ese motivo. Carlos se casó
y tuvo tres hijos: Agustina, Sol y Martín Hermelo. Martincho
es el único Hermelo de la familia que cuando se case continuará
con el apellido ya que Ricardo (h) no tiene hijos.» -acota Marcela
y agrega- «Con respecto a mi vida, decidí trasladarme
a Rosario. De esto hace veinticuatro años, mi hijo Nicolás
tenía dos años y Trini, tres. Y bueno, recomencé
mi vida y de a poquito fui haciendo mi familia, educando a mis hijos.
Si me tuviera que describir te diría que llevo en la sangre
los valores de mi abuelo que mi padre adquirió y que él
supo transmitirlos a sus hijos. Como el coraje de afrontar cualquier
situación difícil que se me pueda cruzar en la vida.
Soy una enamorada de la vida y de las cosas simples y valoro mucho
a mi familia. Tanto mi papá como mi mamá han sido y
siguen siendo un gran ejemplo. Siempre han estado a nuestro lado acompañándonos
en todas las pruebas que la vida nos puso en el camino. He educado
a mis hijos sola. Son dos personas maravillosas que han heredado muchas
cosas que describí y que evidentemente se lleva en los genes.
-Marcela hace un alto en el relato, y continúa detallando su
historia-. Después de muchos años, en 1999, cuando mis
hijos se manejaban solos, comencé a darme gustos como aprender
a navegar. Hice el curso de Timonel y Patrón de Yate. He corrido
regatas locales durante varios años. Fue una de las mejores
etapas que viví ya que pude hablar con mi padre de cosas que
él sabía, que mi abuelo le había contado, que
mi bisabuelo había experimentado y que yo había escuchado
y hasta muchas veces criticado, puesto que en mi inocencia muchas
veces pensé que mi papá prefería navegar a estar
con nosotros. Y ya de grande lo entendí. Él fue un enamorado
de su carrera y pasó gran parte de ella navegando en buques
de guerra. Ahora pudimos intercambiar técnicas, consejos, sensaciones...
Hace tres años, en una Navidad, papá me regaló
una medalla que guardaba con mucho celo: la que obtuvo cuando ganó
su primera Regata a Río en el Fortuna I. Era muy joven y estaba
en la escuela naval. Es muy significativa, por eso la uso periódicamente.
Como yo soy la única «nauta» que queda en la familia,
papi me ha cedido muchas cosas que han sido de él y que yo
guardo como trofeos. Hoy mis padres tienen 73 y 71 años y siguen
estando con nosotros. Mi hija vive en Estados Unidos y se casó
con un Marine. Por suerte volvió, se casaron en el 2003 por
los primeros días de octubre y en el 2004, después de
renunciar, se casaron por iglesia. Mi papá fue su padrino y
si bien él se negaba, todos queríamos que usara su uniforme
de Gala. Fue la última vez que lo usó. Pero nos queda
un gran recuerdo. Hoy Trini esta casada con Timothy Leonard (Tim para
todos) y tienen un bebé, mi primer nieto que se llama Patrick
Edward Leonard. Por otra parte, Nicolás (mi segundo hijo) es
futuro arquitecto y trabaja con Gonzalo Sánchez Hermelo (hijo
de Teresita, la hermana de mi papá) que es un gran profesional”.
Ésta es la recreación de la historia de una familia
y un hombre que, perteneciendo a un gobierno no elegido por el pueblo,
supo encauzar al territorio para su futura organización al
convocar el Congreso Constituyente que sancionó nuestra Carta
Magna Provincial en 1957.
(Lic. Vicky Chávez, miembro de la Junta de Estudios
Históricos de Neuquén. Fotos Colección familia
Hermelo, SPA y Archivo LMNeuquén).
Día y año
El interventor de Neuquén, Ricardo Hermelo, falleció
a los 59 años en Buenos Aires, el 19 de abril de 1966. Sus
restos yacen en el Cementerio de Olivos, provincia de Buenos Aires.
Recuerdos de su hijo
Anecdótico
Ricardo Hermelo hijo recuerda que «ya retirado, la Armada a
papá le propuso ascenderlo al grado de almirante, a lo que
papá se negó porque sostenía que cuando uno se
retiraba no podían surgir nuevos ascensos según la reglamentación
de la ley naval. Ricardo Hermelo era una persona que tenía
el concepto de que la rectitud de los actos y la honestidad eran la
base de la conducta de las personas. Nunca quebrantó sus convicciones,
y por ello rechazó el ascenso que quisieron concederle en forma
extraordinaria. Se esmeró en todas aquellas actividades que
por su profesión debió cumplir como marino y perito,
y cuando fue Gobernador de Neuquén, su esfuerzo fue tenaz y
constante. Cuando asumía una actitud ante un hecho en el que
consideraba que su punto de vista era el adecuado, mantenía
su opinión.
“Grumete” (sobrenombre del interventor neuquino) dejó
una carta en la cual declaraba que no tenía ninguna deuda,
pero que nos pedía a nosotros, a sus hijos, que, en caso de
ser necesario, ayudáramos a su médico y amigo, el doctor
Luis Lacoste. Nuestro padre no dejó bienes. Sólo su
casa.”
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