Recorrieron 1.400 kilómetros
navegando en frágiles canoas

 
 
Instantes de la travesía de los intrépidos neuquinos durante la navegación sobre las aguas del lago Nahuel Huapi.
En 1956 los “Potomojas” hicieron la travesía Lago Frías-Viedma, obtuvieron el récord sudamericano, de distancia por río montañoso en embarcación a remo.

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Esta es la resumida historia del raíd realizado por los deportistas Julián Lafuente, Juan Carlos López, Miguel Martínez y Juan Schmitd.

Se trata de un relato fantástico al que los medios de prensa de la década del ’50 le dieron amplia difusión. En la actualidad, uno de sus protagonistas realiza un pormenorizado relato de la que fue una gran aventura. No sabemos si las apasionantes narraciones del ayer, de Julio Verne o de Emilio Salgari, puedan haber influido en el ánimo y el espíritu de esos cuatro muchachos del alto Valle de Río Negro y Neuquén. Lo cierto es que esas cuatro voluntades jóvenes sureñas, acometieron la difícil prueba de un raíd náutico de 1.400 kms en frágiles canoas.
Miguel Ángel Martínez, uno de los protagonistas de la travesía, es hijo de Miguel Martínez González y de Celedonia Llamazares, ambos españoles de la provincia de León quienes llegaron a la Argentina a principios del siglo XX. En 1927 a raíz de la lucha entre españoles y moros por el Peñón de Gibraltar, con sus hijos mayores Audelino, Pilar, Celestina y Ramira llegaron a la Argentina.
Don Miguel fue un hombre de trabajo y se prestó para desempeñar cualquier labor en esta tierra de promisión que abría sus brazos a todos los hombres de buena voluntad. Así fue que trabajó de jornalero, albañil, comerciante y transportista logrando un bienestar acorde a las necesidades de su familia. Falleció el 7 de septiembre de 1952 y la revista editada para el Cincuentenario de la capitalidad neuquina lo recordó como un hombre que contribuyó al progreso de nuestra ciudad.
Miguel Angel, partícipe de la travesía por el Limay, es el único que nació en nuestras tierras “Mi padre creo, fue el primer basurero de Neuquén, porque cuando la municipalidad licitó la recolección de basura, en la década del 40’, él se presentó y ganó, pero como no tenía camión, don José Rosa le prestó el dinero para que lo comprara. También fue carnicero a domicilio, iba con una jardinera transitando por las calles.”
Miguel Angel trabajó en el Correo en el puesto de telegrafista. Por esta razón, cuando se decidió a hacer el itinerario lacustre-fluvial, se comunicaronn por medio del sistema morse, en las estafetas ubicadas en cercanías del río.
La idea de realizar el trayecto por agua, nació debido a que hacía mucho tiempo que entre los aficionados a la náutica fluvial se comentaba el propósito de hacer una gran excursión por el río.

Amantes de la naturaleza
Todos eran amantes de la naturaleza y de las bellezas de nuestra región sureña y pensaban que ningún río sería mejor que el Limay para la concreción del sueño compartido.
A medida que lo soñado iba cristalizándose, se encontraron con grandes inconvenientes para la realización del proyecto: el tiempo disponible y la escasez de recursos económicos. Por esta razón se lanzaron a hacer conocer la idea a los cuatro vientos por medio de la revista nacional “Pesca y Náutica” y la prensa del Valle. Este gran raíd debía unir Chile con Viedma, para obtener el récord sudamericano, y tal vez americano, de distancia por río montañoso en canoa a remo, ya que la distancia a cubrir sería superior a los 1.400 kilómetros.
Miguel cuenta que recurrieron al apoyo moral del Club Biguá. “Pero nuestra idea era mirada como irrealizable por demasiado temeraria, de manera que fue imposible llegar a un acuerdo”. Muchos jóvenes que se anotaron, poco tiempo después desistieron.
“Por todas estas razones”, continúa Miguel, “es que decidimos realizar un baile para recaudar fondos para poder llevar adelante la empresa. El “Club Pacífico” les ofreció las instalaciones y en tres días realizaron el primer baile de los “Potomojas” con un éxito extraordinario, con el apoyo incondicional de LU5 y Fama Publicidad.

El viaje
Después de una cena que les ofrecieron de despedida los amigos de Cipolletti, en la pensión “La Fama”, y tras terminar los primeros preparativos a las 7 de la mañana del 11 de abril de 1956, salieron de Neuquén, en el camión de Hernán García, los cuatro expedicionarios rumbo a Bariloche. Hernán trasladó a Juan Carlos López (Toro Bravo), Miguel Martínez (Caballo Loco), Juan Schmitd (Toro Sentado) y Julián Lafuente (Pata de Oso) acompañados por dos canoas: “Tiburón” y “Cometa”.
Cuando llegaron a Bariloche recibieron el apoyo del intendente de esa localidad, que les facilitó el traslado hasta Puerto Frías. El 13 de abril a las ocho de la mañana navegaban en la “Modesta Victoria” rumbo a Puerto Blest, desde donde un camión de Parques Naciones los condujo hasta Puerto Frías.

La aventura
El 14 de abril, día de las Américas, después de haberse labrado un acta firmada por los expedicionarios, autoridades de Gendarmería y turistas testigos, comenzó la gran excursión.
Sin dificultad atravesaron el Lago Frías. A las once de la mañana llegaron al nacimiento del Río Frías que une al lago con Puerto Blest. Aquí fue donde comenzó la aventura. El río estaba lleno de troncos y piedras. Cinco veces tuvieron que levantar las canoas y pasarlas por enormes troncos que les cerraban el paso, además de los choques contra las piedras. Con uno de los troncos tuvieron el primer accidente que provocó un rasgón de unos treinta centímetros en la canoa. Por esta razón apelaron al hilo, aguja y tela adhesiva. En Puerto Blest repararon la avería.

Adrenalina
Luego de almorzar a las cuatro de la tarde, salieron de Puerto Blest. Las aguas estaban tranquilas y navegaron sin dificultad. Acamparon en una playa y al día siguiente continuaron viaje rumbo a San Carlos de Bariloche. Acamparon para comer cerca de Puerto Pañuelo. Luego llegaron a Bariloche y se alojaron en el Hotel “Allekan Rucá”. Al día siguiente continuaron el viaje. El lago estaba algo picado, pero prácticamente navegable en su totalidad. Los expedicionarios tuvieron la compañía de muchachos de Bariloche que fueron a recibirlos en sus kayaks biplaza. A la media hora de navegación empezó a picarse el lago de una manera alarmante. Las tres canoas que hasta entonces habían viajado juntas se separaron impulsadas por las terribles olas. El viento del norte seguía levantando olas de espuma blanca.
La canoa “Tiburón” empezó a hacer agua. Cada vez se hundía más y todavía estaba muy lejos de la costa. Chapuceo desesperado de remos, cuerpos empapados luchando con la muerte. Cuando faltaban doscientos metros para llegar a la costa Schmitd y López fueron despedidos de la canoa por un poderoso golpe de agua y pudieron llegar a la costa nadando. “Toro Sentado” fue en busca de ayuda. Luego de correr seis interminables kilómetros llegó a Gendarmería y así se movilizaron todos para socorrerlos. Mientras tanto, los otros jóvenes seguían en “Cometa” sin saber qué les había pasado a sus otros dos compañeros. De pronto se fueron acercando a la orilla y divisaron a los compañeros que venían en su ayuda.
Fueron alojados en las instalaciones de Gendarmería y en la granja “El Gurí” secaron la ropa y se reconfortaron con la generosidad de los dueños. Al día siguiente repararon las canoas, se hicieron otra vez al agua y llegaron al puesto de Correos Nahuel Huapi, donde el jefe les brindó hospitalidad.

El descenso
El día 18 a las once de la mañana, y totalmente repuestos, iniciaron el descenso del peligroso y temido río Limay. Apenas pasado el puente carretero donde dobla el río a la izquierda, se inició la aventura de los rápidos, que provocó el roce con las rocas. Sorteando situaciones de alto riesgo llegaron a la “Confluencia Traful” cuando el sol se estaba ocultando. Les quedaba aún sortear el más peligroso de los rápidos, “La Resbalosa”, llamado por ellos “El Gran Rápido”, donde varias embarcaciones se habían hundido y habían perdido la vida sus tripulantes. Pero debido a la suerte y a la pericia salieron airosos de tan difícil prueba.
Cuando el río se volvió manso dos de los compañeros pescaron. Otro susto grande tuvieron cuando llegaron cerca del rápido donde se encuentra el puesto de Gendarmería. Allí las olas los envolvieron tapando la canoa, pero salieron a flote.

Los daban por muertos
En el puesto de Gendarmería habían captado un mensaje radiotelegrafiado, sistema morse, desde Bariloche, en el que comunicaban la desaparición de dos de los expedicionarios. Fue enorme la alegría de los gendarmes al encontrarlos a todos sanos y llenos de optimismo.
El día 20 llegaron a Piedra del Águila. Dos compañeros fueron con la canoa “Cometa” a comprar pan. Cuando llegaron al centro del río, donde se produce un remolino, el viraje les dio vuelta la canoa y perdieron los últimos cien pesos, únicos fondos de la expedición. Pero por suerte recibieron el apoyo de los puesteros que les dieron de comer.

Contra reloj
“El 24 de abril por la tarde estábamos a la altura de Picún Leufú y un avión Piper a baja altura nos saludó” - dijo Miguel Martínez memorando palmo a palmo aquel inolvidable raíd-. El día 25 llegaron a Neuquén, donde los esperaban los familiares. Hicieron una breve estadía de dos días para reparar las canoas y el día 28 siguieron viaje a Viedma.
Todas las mañanas a la salida del sol lanzaban al aire palomas mensajeras que llevaban las noticias de sus aventuras a LU5, la Radio de Neuquén, para que fueran emitidas en el informativo especial para los radioescuchas del Valle, en el programa “Varieté” que transmitía Miguel Sander.
“Un día paramos cerca de una chacra que tenía antena de radio. Le pedimos a los dueños que nos dejaran escuchar el informativo pero la señora que nos recibió se asustó de nuestro aspecto y no nos dejó entrar en la chacra.”
El 30 de abril “Caballo Loco” cumplía años y quisieron celebrarlo con buñuelos pero no encontraron dónde comprar huevos. Al pasar por Villa Regina se encontraron con algunos socios del Club de Caza y Pesca que estaban haciendo una excursión. El señor Lastra los invitó a pasar la noche en una isla de su propiedad.

Mal tiempo
Los días siguientes, antes de llegar a Choele Choel, tuvieron mal tiempo y mucho viento que les impedía navegar. Lo mismo ocurrió camino a General Conesa.
El pueblo de Conesa los recibió con mucha cordialidad. Quisieron hacer un baile de agasajo.
“El jueves 10 de mayo llegamos a la capital rionegrina. Después de 23 días pudimos divisar a lo lejos las torres de la iglesia de la histórica Carmen de Patagones y al poco tiempo entrábamos en el muelle de Viedma, donde nos esperaban las autoridades de la Provincia”, representadas por el Ministro de Asuntos Sociales don Salvador A. Kossman y otras autoridades.
El 14 de mayo terminaron este raid de más de 1.400 kilómetros. La afición deportiva de Neuquén y otros clubes les obsequiaron trofeos como recuerdo del temerario viaje.En la actualidad Miguel Ángel atesora estos recuerdos en una caja de chocolates que compró luego de cumplir la gran aventura.

(Lic. Vicky Chávez, miembro de la Junta de Estudios Históricos del Neuquén. Fotos gentileza M. A. Martínez)

 

 


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