Inauguran busto de San Martín
en el paso Cardenal Samoré

 
 
General José de San Martín.
La Asociación Sanmartiniana neuquina honra la memoria del Libertador al pie de la cordillera. Conmemorarán el 229 aniversario de su natalicio.

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Detalles poco conocidos de la calidad de liderazgo ejercida por don José de San Martín, que motivó al cuerpo de Granaderos a seguir en la lucha por la libertad, en el relato del historiador Juan Mario Raone.

La Asociación Cultural Sanmartiniana del Neuquén entronizará hoy un busto del Libertador general José de San Martín en el paso internacional con Chile Cardenal Samoré (ex Puyehue), al que asistirán delegaciones de Neuquén, San Martín de los Andes, Bariloche y Villa La Angostura. La Asociación, presidida por Camilo Raffy, cuenta con el Dr. Guillermo Labate como vicepresidente y Susana Aguado como secretaria.
El busto fue realizado por el artista Carlos Quinteros en instalaciones del Museo Nacional de Bellas Artes. Además de la plana mayor de gobierno, participarán en el evento efectivos de Gendarmería, Ejército, Subprefectura general Marítima, Centro de Veteranos de Malvinas, entre otras delegaciones y asociaciones civiles.
En ocasión del bicentenario de la oficialización del paso Internacional (Argentino - Chileno) Pichachén la Asociación Sanmartiniana inauguró también un busto del Libertador General José de San Martín, donado por la empresa Repsol YPF. En esa ocasión se trató de la sexta imagen que la petrolera otorgó a la mencionada institución para ser colocada en diferentes monumentos que honran al héroe de los Andes.

Reconocimiento
“Cuando evocamos al héroe, surge de inmediato el reconocimiento a su magna tarea de libertador de pueblos, que deja escondida una cualidad innata que lo llevara a lograr eso mismo que lo hace Padre de Naciones: la de formar hombres que con espíritu de lucha e instrucción estuvieran capacitados para lograr precisamente aquel objetivo tan deseado.
Recuerdo que, revisando antecedentes en el Archivo del Ejército para mis investigaciones, vi la foja de servicios del Teniente Coronel Francisco Olmos y no pude menos que pedir fotocopia de ella. Hoy lo traigo como ejemplo y como muestra quiero asociar a otro joven: el misionero Miguel Chepoya, uno de los seis que con Olmos cruzaron la cordillera y liberaron a Chile y Perú, combatiendo también en Colombia y Ecuador y fueran de los 78 granaderos que regresaron, cubiertos de heridas y medallas, después de haber combatido para obtener la libertad de esos pueblos hermanos. Y lo hago con la misma emoción que al ir leyendo la fría foja de servicios, en un viejo papel grueso del siglo XIX, coloreado de verde, me iba haciendo la reconstrucción de la historia de ese niño de 15 años, que ingresado al nuevo Regimiento de Granaderos a Caballo, se iba a consustanciar con las premisas impuestas por su fundador, e iba a recorrer media América desenvainando su espada para combatir por la libertad de sus hermanos. Y no podemos menos que ir desgranando algunos de esos memorables combates en que las armas argentinas lucharon por la independencia de los pueblos y que lo tuvieran de actor en primera fila.
Su bautismo de fuego fue en el memorable combate de San Lorenzo, luego en junio de 1814 asiste a la toma de Montevideo, para después regresar al país y emprender la marcha a Mendoza, donde se prepararía para la gran hazaña: cruzar los Andes, y allí luchar en Las Coimas al mando de Mariano Necochea, para seguir luego en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú a las órdenes directas del Gral. San Martín, con quien sigue en la campaña al Perú, asistiendo –entre otros- a los memorables combates de Chancay, Río Bamba, sitio y toma de El Callao, Pichincha, Junín, Matana y Ayacucho, habiendo actuado en ellos a las órdenes de otros héroes como Brandsen, Las Heras, Santa Cruz, Sucre, Necochea y Bolívar.

Queridos compañeros
Cumplida su misión, regresó desde el Perú a la Argentina con sus queridos compañeros los Granaderos a Caballo. Pero solamente lo acompañaban otros 77 que quedaban del histórico Regimiento, entre ellos venía Miguel Chepoya, quien era uno de los misioneros que se alistaron en el Regimiento cuando lo formó el entonces Coronel, quien había solicitado la incorporación como soldados, de nativos de la tierra de las antiguas Misiones, donde su padre el Capitán Juan de San Martín cumpliera sus tareas cuando él nació, y allí donde pasara su infancia.
Aquí, a poco de regresar, el Regimiento fue disuelto y su personal de Jefes, Oficiales y soldados transferidos a nuevas unidades. Y es así como Olmos pasa a revistar en las tropas del general Alvear que continúa la campaña de liberación del Uruguay, combatiendo en Ituzaingó, el Ombú, el Merval y Camacuá, así como en las sorpresas a la Estancia del Padre Filiberto y de las Cañas, a órdenes de Alvear, Mansilla, Lavalle, Lavalleja y Laguna, respectivamente.
El refrán que dice: ”Para muestra basta un botón” podemos aplicarlo en este caso. Olmos era un de los tantos soldados a los que el general San Martín insufló ese vehemente deseo de liberar no solamente nuestra patria sino toda América.
Del viejo Regimiento disuelto habría de decir tiempo después el general Bartolomé Mitre: “Concurrió a todas las grandes batallas de la independencia, dio a la América diecinueve generales, más de doscientos jefes y oficiales en el transcurso de la revolución y, después de derramar su sangre y sembrar sus huesos, desde el Plata hasta Pichincha, regresó en esqueleto a sus hogares, trayendo su viejo estandarte bajo el mando de uno de sus últimos soldados, ascendido a coronel en el espacio de trece años de campañas”.
El propio San Martín, parco y cerrado para los elogios si no correspondían, dijo de ellos: “De lo que mis granaderos son capaces, sólo yo sé, quien los iguales habrá, pero quien los exceda, no”.
He ahí un formidable “formador de hombres” que dio pruebas de haber cumplido cabalmente con su cometido: los resultados hablan por él.
Un jefe militar se distingue porque arrastra a sus hombres a la lucha. San Martín hizo más ”formó los hombres para esa lucha”, de allí que los granaderos y las otras tropas lo siguieran sin hesitar a donde los llevaba, aunque, como en este caso, los hiciera cruzar la cordillera más alta de América en una travesía que aún hoy deslumbra.

El regreso
Voy a detenerme un poco en apuntar detalles poco conocidos, ya que para la mayoría de los argentinos la Patria le rindió honores dignos a su hazaña y sacrificios, desde que se conocieron las victorias de Chacabuco y Maipú, así como al declararse la libertad del Perú. Pero notamos que pocos conocen los padecimientos posteriores.
Es generalmente desconocido el hecho, por poco tratado, de que al iniciar la campaña de liberación del Perú, la caótica situación que presentaba la política argentina con la caída de Pueyrredón, Belgrano y Rondeau obligó a San Martín a renunciar a su cargo de Comandante de las tropas argentinas y como no recibiera contestación lo puso en conocimiento de sus jefes y oficiales, quienes lo eligieron nuevamente para que continuara con sus planes y propósitos, que ellos apoyaban con su propio esfuerzo. Cuando San Martín, después de conseguir la independencia del Perú, y realizada la entrevista de Guayaquil comprende que debe hacer un paso al costado, para permitir que Bolívar, con mayores tropas, continúe la campaña de liberación del Alto Perú, regresa enfermo a su residencia de Mendoza. Pocos saben que ningún gobernante puso su influencia para que se reintegrara a las filas de nuestro Ejército, del que al producirse en 1822 la ley de Reforma Militar quedó separado y por esa razón, desde 1824 oficialmente sólo era “el señor San Martín” ya que no estaba incluido en ningún escalafón (Permanente o de Reserva).
Producida su muerte cesó toda duda de un posible regreso, y son Justo José de Urquiza y Bartolomé Mitre quienes saldrán a recordar al pueblo las glorias del Santo de la Espada. Y ya el 5 de abril de 1877 será el Presidente Nicolás Avellaneda quién exaltará su figura y solicitará en notable Proclama a que la ciudadanía se reuniese en asociaciones patrióticas, recogiera fondos y promoviera la repatriación de sus restos, para depositarlos en un monumento nacional dentro de las bóvedas de la Catedral de Buenos Aires.
Allí pronunció aquella sentencia que advierte con permanencia de siglos: “Los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden la conciencia de sus destinos, y los que se apoyan sobre sus tumbas gloriosas, son los que mejor preparan el porvenir”, juicio que por compartir hemos repetido muchas veces y que los argentinos habrán escuchado o visto centenares de veces.

Buenos Aires
San Martín no había pedido ningún tipo de funerales, pero en su testamento dejó apuntado taxativamente: “Desearía que mi corazón fuese depositado en el cementerio de Buenos Aires.”
De allí que Avellaneda promoviera la repatriación de los restos “de nuestro Gran Capitán”, a quien consideraba: “el primer patriota de América”, obteniendo –como esperaba- exitosa gestión, pues logró reunir cien mil pesos fuertes, suficientes para la repatriación y la construcción del monumento en la Catedral. La inauguración de su estatua ecuestre en el llamado Campo de Marte, antiguo solar donde funcionara el legendario Regimiento de Granaderos a Caballo, cercano a la estación Retiro, dio lugar a un memorable discurso de quien fuera su biógrafo: el general Bartolomé Mitre, que para ello contara con la valiosa documentación personal que le entregara su hija Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada, junto a su esposo Mariano Antonio Severo Balcarce y Buchardo.
Ya en marcha tales proyectos, el 14 de enero de 1878, por decreto establece feriado el día 25 de febrero. La Municipalidad de Buenos Aires apoyó los festejos disponiendo fiestas populares y oficiales, iluminaciones, recepciones y confección de medallas conmemorativas”.
(Fotos Museo Mitre, Archivo histórico Nacional, Telam).

Misión

La Asociación Sanmartiniana tiene su sede en la calle Alderete 285 de Neuquén Capital. Entre sus objetivos, la inauguración de un busto del General San Martín en cada pueblo de la provincia ocupa un lugar primordial. Además, para difundir los valores sanmartinianos realizan anualmente concursos juveniles de literatura relacionada con la vida del ilustre ciudadano. Todos los años, un día como hoy, la Asociación se hace presente en los hospitales de la capital con la donación de un ajuar completo para agasajar al niño o niña que nace ese día.

No morirá tu nombre

Las fiestas del Centenario del nacimiento del prócer duraron cuatro días. En la noche del 24 se realizó una velada literaria en el Teatro Colón. Allí tres insignes y prestigiosos poetas: José María Gutiérrez, Olegario Víctor Andrade y Encinas, le cantaron en sentidas estrofas al Libertador de tres naciones, mientras que los célebres escritores, el chileno Benjamín Vicuña Mackena y nuestro Bartolomé Mitre, pusieron luz sobre diversos rasgos del prócer. Andrade terminó su poema de diez cantos con aquello de: ¡Milagros de la gloria! ¡Tu espada, San Martín, hizo el prodigio! ¡Ella es el lazo que une, Los extremos de un siglo ante la historia! ¡No morirá tu nombre! / Ni dejará de resonar un día tu grito de batalla, / Mientras haya en los Andes una roca / Y un cóndor en su cúspide bravía. / ¡Está escrito en la cima y en la playa, / En el monte, en el valle, por doquiera, / Y alcanza de Misiones al Estrecho / La sombra colosal de tu bandera! “.

Peldaños de su vida

José Francisco de San Martín nació en Yapeyú, Corrientes, a la vera del caudaloso río Uruguay, el 25 de febrero de 1778.
Su padre, don Juan de San Martín, era gobernador de las misiones jesuíticas y su madre doña Gregoria Matorras, era sobrina de un conquistador del Chaco.

1786. se traslada a España con su familia. Estudia en el Seminario de Nobles de Madrid.

1789. inicia su carrera militar en el regimiento de Murcia. Sirve en las filas de España durante las guerras contra los franceses.

1808. combate en Bailén contra los ejércitos de Napoleón invasores de España. En Cádiz se enrola en las logias que promovían la independencia americana.

1811. renuncia a su carrera militar en España y se embarca desde Inglaterra hacia el Río de la Plata en la fragata George Canning.

Llega al puerto de Buenos Aires el 9 de marzo de 1812 acompañado por otros patriotas. El gobierno reconoce su grado de teniente coronel y le encarga crear un cuerpo de combate. Contrae enlace con Remedios de Escalada, hija de un acaudalado comerciante. Crea la logia Lautaro con el objetivo de liberar América del Sur.

El 3 de febrero de 1813 el cuerpo de combate que creó, los Granaderos a Caballo vencen en las barrancas de San Lorenzo, a las fuerzas de desembarco realista que arribaron desde el puerto de Montevideo.

1814. toma el mando del ejército del Norte. Manuel Belgrano regresaba derrotado desde el Alto Perú. Se reúnen en la Posta de Yatasto.

Una enfermedad lo obliga a pedir licencia y consigue que lo nombren Gobernador de Cuyo, y parte para Mendoza, al pie de la cordillera de los Andes. Allí se repone y comienza a preparar un ejército para cruzar la cordillera.

1816. envía delegados al Congreso que se reunía en Tucumán. La declaración de la independencia se proclamó el 9 de julio.

Todo el pueblo mendocino colabora con el Ejército que prepara San Martín para cruzar la cordillera.

1817. Con 4 mil hombres comienza el cruce del ejército con provisiones para un mes. Vencen a los realistas en la batalla de Chacabuco y el Libertador entra en la ciudad de Santiago. Renuncia al cargo de Director supremo a favor de Bernardo de O’Higgine.

1818. Se forma el ejército chileno-argentino que derrota definitivamente a los realistas en la batalla de Maipú. Con algunos barcos capturados y otros comprados a Inglaterra se crea la marina chilena al mando de Blanco Encalada y luego del almirante Lord Cochrane.

1820. Parte el ejército expedicionario argentino-chileno del puerto de Valparaíso hacia el Perú.

1821. San Martín entra triunfante a Lima, proclama la independencia, es designado Protector del Perú y ejerce el gobierno.

1822. San Martín se entrevista con Simón Bolívar en la ciudad de Guayaquil, hoy Ecuador. Conferencian en secreto por más de cuatro horas. San Martín regresa a Lima .

1824. luego de la muerte de Remedios, disgustado por las guerras civiles en las Provincias Unidas del Río de la Plata, se embarca hacia Francia con su hija Mercedes. Reside en Europa hasta su muerte el 17 de agosto de 1850 en la ciudad de Boulogne Sur Mer.

 

 


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