Pocos recuerdan la obra
poética del Dr. Alvarez

 
 
El Dr. Gregorio Álvarez
cultivó formas, estilos y
lenguajes literarios.
El perfil netamente neuquino del inolvidable don Gregorio le permitieron, a la par de ejercer la medicina, escribir versos para su tierra querida.

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La autora de la nota, escritora y profunda conocedora de la matriz creadora de la región, resalta y analiza el estilo del gran maestro criado en Chos Malal.

Al recorrer la obra poética del Dr. Gregorio Álvarez el lector no puede menos que entrelazar entre sus versos un pensamiento: ¿Por qué es tan poco conocida en Neuquén?
La producción en letras de Gregorio Álvarez es amplia y rica, y comprende mucho más que sus poemas. Pero en esta oportunidad, me refiero exclusivamente a «Neuquén de mi canto», que reúne cuarenta y un títulos, no todos pertenecientes a este autor, ya que también ha incluido «Ex Libris», un soneto que le dedica Horacio Fernández Bechtedt, además de algunos poemas escritos en mapudugun (lengua de la tierra, en mapuche) y sus traducciones y además una serie de traducciones de poemas de autores franceses como Gauthier y Lamartine.

Recursos
La poesía de Gregorio Álvarez se nos presenta colmada de recursos poéticos que justifican su inclusión entre las obras preciadas, y no solamente de la región. Muy claro se detecta el «componente romántico» que movilizó su creación, puesto de manifiesto en la presencia del paisaje, en la consubstanciación del hombre con su medio. Un «yo lírico» que canta a esa geografía que lo contiene, y su canto varía, conforme su percepción del paisaje de cada región. Además, la riqueza de formas y lenguajes, en los que se combinan el octosílabo como métrica popular por excelencia, como el «Canto a Neuquén», «Canto a Zapala», a Cutral Có, a Chos Malal, con versos de seis sílabas como «Escuelita Quince», o la métrica irregular, como en «Canto al Lago Lácar» en el que fluyen diferentes medidas de versos y estrofas.
La lectura se enriquece tanto por la presencia de un lenguaje de depurado lirismo como por temas escritos en un registro rural, como «Hais de ser mi compañía», poema de tono campesino cordillerano que le dedica a Irma Cuña, o un diálogo al estilo de la gauchesca rioplatense, en «Una fiesta ‘e tradición».
Asimismo, la estructura en estrofas varía entre el romance, sin división en estrofas, los versos pareados «Acuarela Huillichana», cuartetas rimadas en versos pares «Cascadita de Copahue», sonetos como «Jornada cumplida», poema que dedica a dos amigos docentes que han alcanzado su jubilación.
Hay que decir también, que los elementos modernistas desbordan la obra, la presencia del cisne, el exotismo de las piedras preciosas; toda esa riqueza de luz y color, plasmado en sinestesias y metáforas audaces.
Pero toda esta riqueza literaria de formas, estilos y lenguajes, se conjugan con una realidad que comprende no sólo la provincia de Neuquén, sino también todo el país y toda América: la condición mestiza. Este sincretismo de etnias y culturas que ha caracterizado al continente americano, ha dejado su huella indeleble en la literatura, y en la cultura en general, en lo que se ha denominado el «barroco americano». Esa «otredad» que genera la conciencia del otro, del diferente.
Si bien el español es la lengua unificadora, las diferencias lingüísticas están, ya sea en forma pura o con los cruces que generan las lenguas en contacto. En principio, se considera que en el acercamiento de voluntades y visiones se produce un choque cultural, y esto genera quiebres, rupturas. Pero ambos componentes se ven inmersos en la lucha por entenderse.

Barroco
Es oportuno aclarar aquí que el concepto de «barroco» no se utiliza para connotar complejidad, extravagancia, excesiva ostentación o superficialidad, sino para referirse a la riqueza del discurso que surge como fusión de las formas europeas y las indígenas (esto es en nuestra región, dado que en otras latitudes se suman, además, elementos negroides y de otras procedencias) que quedaron plasmadas entre versos y estrofas. Luchas, quiebres, rupturas, acercamientos, se plasman en el lenguaje; y la literatura es lenguaje. Esta estética matizó temas históricos, descriptivos, alusiones locales, costumbres y esos son los tópicos que se pueden identificar en la poesía de Gregorio. Lo vemos en el fragmento del Canto al Lago Lácar donde se conjugan el «color local», el paisaje romántico, los modernos dorados y el nácar, el mito clásico y lo autóctono, y es en ese momento que emerge la presencia de un «yo lírico» que trasciende la construcción del imaginario regional, ya no es el neuquino, ya no es el patriota, el argentino.
Es el intelectual, el humanista, el hombre moderno y sus dudas existenciales frente a una visión que se extiende y se agranda hasta el infinito, cada vez más.
La obra de Gregorio Álvarez es valiosa en muchos aspectos. Se puede leer con fruición, se puede valorar o se puede criticar. Lo que es inadmisible, es que se la desconozca, por la pérdida que representa para nuestra cultura y nuestra educación.

Canto al Lago Lacar

Fragmento del poema escrito por don Gregorio Álvarez.

Lago Lacar de la lámina argentada...
¡Cuánto luce el festoneado de tus ondas
en las tardes de oro y nácar! ...
¡Cuánto lucen las guirnaldas de tus olas
por el céfiro pehuenche acariciadas! ...
De tus olas ritmo en marcha hacia el oriente
a riberas de mil flores recamadas;
a riberas de arrayanes,
de mutisias y de aljabas,
que se abrazan a los ñires
con un cálido temblor de enamoradas;
a riberas donde todo está dorado
por los rayos del buen sol de sus montañas! ...
Al revés de nuestras vidas,
que caminan hacia playas ignoradas,
hacia playas donde reina el desconcierto
con un gran interrogante que anonada
y ensombrece, sin reparo, los destinos
de la ciega humanidad desorientada ...

(Sara Eliana Riquelme. Junta de Estudios Históricos del Neuquén)

Puso talento y pasión en todo lo que hizo

Nuevos aportes para conocer más y mejor al gran neuquino, nativo de Ranquilón

Un grupo de amigos entrañables del Dr. Gregorio Álvarez están preparando un homenaje que se realizará, probablemente, en el mes de febrero. Una de las cuevas del Volcán Domuyo fue el lugar que eligió don Gregorio para descansar por toda la eternidad.
Allí, los amigos Ileana Lascaray, el Dr. Julio Japag, desde Buenos Aires Martha Talero, su sobrino Jorge Álvarez Funes junto a un nutrido grupo de amigos, discípulos y admiradores del gran neuquino, colocarán una placa en su memoria.
El digno hijo de Ranquilón mantiene muy viva la llama del amor por el terruño, y los que veneran su memoria desean cumplir, en parte, uno de sus mayores deseos.

Fama perdurable
Médico, escritor, historiador, maestro, periodista, poeta, investigador, muchos son los calificativos que sumó el Dr. Álvarez a lo largo de su vida. Una anécdota reciente habla a las claras de su gran intelectualidad, demostrada desde niño.
La situación surge por una carta que le envía su sobrina Martha, desde Olivos, Buenos Aires, a su hermano Jorge que vive en Neuquén. A continuación transcribimos la misiva:
“Mi querido: Quizás lo puedas utilizar, quizás no. Pero creo que es muy rico por la transcripción de sus propias palabras.
Te agrego una anécdota: Hace dos años, cuando cursaba “Estilística” en el traductorado del Lenguas Vivas, le mostré a mi profesora la traducción que el tío había hecho de “El Lago”, poema de Alphonse De Lamartine; me dijo que era la mejor traducción que jamás había leído.
Me pidió una fotocopia y, como le mostré el libro del tío “Neuquén de mi canto” donde lo publicó junto a otro en mapuche, se quedó azorada al conocer la “aproximación” que le hice de la historia/biografía del tío.
Ella quería trabajarla después con sus alumnos, y la profesora no está recién recibida; tiene una larga trayectoria, es muy capaz y de los docentes “chapeau” difíciles de cruzar en nuestros caminos. No quiero seguir extendiéndome, así voy al correo a enviarte ésta.
Besitos y abracitos, Martha.

Constante inquietud
Más lejos en el tiempo, un nuevo dato de la constante inquietud del Dr. Álvarez llega a nuestras manos gracias a un original de una revista que, durante sus años de estudios secundarios en Buenos Aires, escribió, diseñó y dibujó. El primer antecedente conocido anterior a su gran revista “Neuquenia” que paseó las inquietudes neuquinas en la Casa del Neuquén en Buenos Aires de la que fue impulsor y uno de sus fundadores.
La revista que editó en los años ’20 se llamó “La Pluma” y estaba íntegramente realizada por su puño y letra. El gran cabezal, dibujado por don Gregorio, lleva como subtítulo: “Literaria, artística, instructiva y humorística”. El número que llegó a nuestras manos es el “unito”. Y bajo el encabezamiento figura como director, Gregorio Álvarez; dibujante, Gregorio Álvarez.
En esta primera edición, en el número “unito”, Álvarez escribe: “La idea de fundar la presente revista, ya había surcado por la mente de los autores desde el principio del año. Pero no se llevó a cabo porque teníamos mucho trabajo que nos impedía poner en práctica nuestro intento.
Hoy, alentados por la idea de nuestro profesor, señor Sarandon, hemos resuelto, contra todo viento y descuidando muchas veces nuestros deberes escolares, sacar a luz nuestro trabajo, bien precario por cierto. Pero nuestras aspiraciones son elevadas. No nos hemos arrepentido de emprender el trabajo, aunque hayamos pasado algunos domingos sin pasear, pero quedan recompensados con la amabilidad de nuestros lectores.”
El dibujo rescata elementos imprescindibles de aquéllos años heroicos. Las plumas, como se las llamaba a las puntas de los elementos que por lo general eran de madera, que se utilizaban para escribir.
Los tinteros, donde se embebían las plumas en tinta azul, o tinta “china” negra e indeleble.
Otro de los elementos dibujados por el Dr. Álvarez en sus años mozos son los secantes, con empuñadura de madera, y el infaltable calendario que indica en su primera hoja: 12 de Noviembre, lunes.
Un elemento que todavía es de uso común es la paleta del pintor, con indicios de haber sido largamente utilizada.
Para ornamentar todos estos elementos de la revista “La Pluma” una delicada serie de flores, de gran corola y largos tallos con formas afrancesadas, y una etiqueta en la parte inferior con la firma “Alvarez”.
Pasan los años, y las diversas caras con las que el Dr. Álvarez paseó por el mundo, se redescubren. Multifacético, simple y sencillo, gran promotor y propulsor de los bienes de su tierra, mentor de las bondades que guarda en sus entrañas el Volcán Domuyo, dejó el precedente de sus investigaciones en una detallada obra, en varios volúmenes, dedicada a nuestra provincia. La misma es de lectura obligada y farol con el que alumbra a las generaciones venideras.

 

 


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