Otro gran legado de don Jaime

 
 
La construcción del edificio de nuestra iglesia mayor demandó muchos años de esfuerzos para la creciente vecindad.
«Los vitrales de la Catedral María Auxiliadora» es el libro que reúne el carisma salesiano y el mensaje catequístico con una expresión artística. diseñada por María Rosa De Nevares, hermana del inolvidable obispo del Neuquén.

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María Rosa De Nevares, hermana del inolvidable obispo del Neuquén y consagrada en la Abadía benedictina de Santa Escolapia, fue quien diseñó los bocetos de la magnífica obra.

Muchos fueron los avatares que atravesaron los pobladores de la capital fundada por Carlos Bouquet Roldán. En el terreno religioso, uno de ellos fue la falta de un sacerdote permanente en la primigenia capilla de Nuestra Señora de los Dolores donada por el hábil y próspero comerciante Casimiro Gómez.
Pocos años antes de celebrar la ciudad sus primeros cincuenta años de vida los católicos residentes notaron que, debido al febril crecimiento de la capital, la capilla les comenzaba a quedar chica, y muchos tenían que escuchar misa desde la vereda.
En la década del cincuenta el impulso de la comisión pro-templo avizoró una solución para los fieles, encabezados por el párroco Antonio Fernández. Finalmente, la catedral se convirtió en un hecho, y fue inaugurada por el primer obispo de la región, don Jaime De Nevares.

Significados
La edición del libro que enumera el significado de cada uno de los vitrales que adornan las paredes del templo mayor del Neuquén, cuenta también con el testimonio de aquellos que conocieron los detalles más íntimos de todas las decisiones llevadas adelante por el inolvidable don Jaime.
En la introducción, monseñor Marcelo Melani, escribió, entre otros conceptos “Desde siempre, en las iglesias la enseñanza de la fe y de la Palabra de Dios se expresó no sólo con palabras sino con pinturas, estatuas y vitrales.”
Nuestra catedral exhibe, tal como lo afirma el actual obispo del Neuquén, magníficos vitrales para que fieles y visitantes eleven su ánimo hacia Dios.
Uno de los grandes testigos de la evolución desde la capilla de los Dolores hasta la Catedral María Auxiliadora, el Dr. Osvaldo Pianciola fue quien escribió el prólogo de la edición, donde resalta que el trabajo “narra el particular momento histórico de la concepción de los vitrales”. Según Pianciola “el lector tendrá la oportunidad de recorrer, brevemente, su historia y particularmente el significado de cada uno de ellos y el mensaje evangélico que nos quieren transmitir.”
En las palabras finales de la edición, el párroco Carlos Calzado reflexionó sobre la importancia en sí del lugar de encuentro de los creyentes. “El templo es un lugar de encuentro entre el hombre y Dios. En todas las civilizaciones, en todas las culturas que conocemos aparece el templo.” Para la opinión del padre Calzado “el hombre es un ser sensible y sociable que necesita comunitaria y materialmente tener un espacio que le permita acercarse a Dios, hablar con él y escucharlo, rendirle culto”.

Techado insuficiente
Según Osvaldo Pianciola “En el año 1962 se colocó el techo de la iglesia Catedral” pero este gran acontecimiento no fue suficiente para que el templo fuera habilitado.
“Las corrientes de aire –de acuerdo al testimonio del Dr. Pianciola- que se generaban, hacían imposible la permanencia en el interior de la nueva construcción. Los marcos de las ventanas ya estaban amurados, entonces se pensó en colocar vidrios comunes. Pero el gusto artístico de don Jaime –resalta Pianciola en su prólogo- prevaleció sobre la urgencia y se optó por los vitrales. Para tal fin se recurrió a las monjas benedictinas de la Abadía de Santa Escolástica ubicada en la zona de Punta Chica, en Victoria, provincia de Buenos Aires.”
El grupo catedral, bajo la pluma de la historiadora licenciada Vicky Chávez de Watkins, se hizo cargo de la titánica tarea de reconstruir toda la historia de cómo, quién, cuándo y dónde se hicieron los vitrales que le dan ese profundo y místico toque de color a las frías paredes de la iglesia catedral.
La motivación surgió años atrás entre los concurrentes habituales que miraban siempre con admiración los vitrales sin tener conocimiento de qué significado guardaba cada uno de ellos. Intuían que los motivos no habían sido elegidos al azar. Creció entre ellos la certeza de que había un mensaje que llegaba profundamente a sus corazones.
El grupo Catedral, con la colaboración del párroco Carlos Calzado fue reconstruyendo la historia de los vitrales hasta dar con sus orígenes y con el mensaje evangélico.

Reconstrucción sistemática
La licenciada Chávez observó que “Es un intento de realizar una reconstrucción sistemática y un análisis crítico de los vitrales dentro de su propia historia. Por esta razón el trabajo se dividió en dos partes. Una parte teórica donde rescataron en detalle la historia misma de los vitrales en los últimos siglos, el marco histórico nacional y provincial en paralelismo con la construcción del Templo y por último las circunstancias de la concepción de los vitrales y su significación.”
De acuerdo a la opinión de la licenciada Chávez tomaron como base los apuntes realizados por sor María Rosa De Nevares, hermana de don Jaime, quien junto a sor María Elena Lagos Chapar, realizaron los diseños originales.
“La segunda parte en la que dividimos nuestro trabajo fue la práctica. Así expertos analizaron, desde lo técnico, el significado y los procedimientos utilizados . El método utilizado fue un estudio exploratorio, consistente en acercarse a la problemática para conocer sus dimensiones y plantear la posibilidad de análisis.”

Historias desconocidas
Para conocerlos mejor

Los vitrales enlazan el fervor cristiano de dos hermanos: Don Jaime, obispo y María Rosa, monja benedictina.

Los vitrales forman dos grupos separados a los que se añaden otros tres de grandes proporciones.
La disposición en el interior del templo se puede dividir en dos grupos. El grupo inferior, está compuesto por doce vitrales que simbolizan los atributos de Dios que se manifiesta todos los días, en la vida cotidiana. El grupo superior está compuesto por veintitrés vitrales que describen la Redención para alcanzar la vida eterna. Ingresando a la Catedral se observa del lado izquierdo, arriba, frente a frente, a los cuatro evangelistas. A continuación encontramos las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad que nos acercan al Altar. Rodeándolo, en el crucero está la alegoría de la Misa y los Siete Sacramentos: bautismo, eucaristía, penitencia, confirmación, matrimonio, orden sagrado y unción de los enfermos.
En el ala derecha se representa el trabajo manual, el trabajo intelectual y la unión de la familia.
Por último llegamos al plan redentor, el misterio del cristianismo, Cristo con María, el Espíritu Santo, y por último el Cristo Glorioso representado en dos vitrales, el de la segunda venida de Jesús a la Tierra y la Iglesia triunfante en los Cielos.

Famoso vitralista

Don Antonio José Estruch fue quien hizo realidad los bocetos diseñados por la hermana de don Jaime. El artista, nacido en Barcelona, había llegado a la Argentina desde Tierra Santa. Allí se había especializado en la realización de frescos.
Ya en los años ’20, Estruch era requerido por las principales iglesias católicas del país. En 1922 funcionaba su taller en pleno barrio de San Telmo, en Buenos Aires, en la calle Piedras al 1000.
Varias generaciones de la familia Estruch hicieron creaciones con habilidosas dotes de artesanos especializados en el arte sacro.
En la actualidad, el nieto del famoso Estruch tiene su taller en la calle Solís al 200, de la ciudad autónoma de Buenos Aires, donde continúa con la difícil labor de “Delimitar la inmaterialidad del color, interaccionarlo por el emplomado para crear un lenguaje poético de los espacios y la luz”.

Vecindad unida

El crecimiento de la ciudad de Neuquén a ritmo acelerado sobrepasó las posibilidades de la originaria capilla de Nuestra Señora de los Dolores. Por esta razón, según el comunicado enviado a toda la región, un conjunto de vecinos decidió encarar la construcción de un nuevo templo. El objetivo era cumplir el objetivo para el cincuentenario de la capital que se celebraría dos años después, con un total de cincuenta y dos mil pesos moneda nacional depositados en una entidad bancaria, monto insuficiente para la concreción de la obra de la nueva gran iglesia para la región.
Además de plantear la proyección de una financiación , la comisión invitaba a toda la población no sólo a participar con su contribución sino a participar en la ceremonia de la colocación y bendición de la piedra fundamental el 25 de diciembre.
La comisión pro-templo, en julio de 1952, presidida por el padre Antonio Fernández, contaba en la vicepresidencia con el Dr. Teodoro Planas y el Dr. Osvaldo Pianciola. El historiador Juan Mario Raone era secretario general, y había otras dos secretarías a cargo de José M. Ortega y Héctor Nogueira. Evaristo “Chichín” Serrano era el tesorero, secundado por Quintín Jabat. Santiago Otazú estaba a cargo de la parte contable y los vocales de esta pionera comisión fueron Miguel Adrover, Abelardo del Campo, Adolfo Abelli, Oscar Valls, Marcelo Arando y Rufino Uzábal.

 

 


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