Nuestros antiguos pobladores

 
 
Última parte de las historias de vida de quienes hicieron de su vida un canto a Neuquén. Fueron homenajeados por la Asociación Raíces Neuquinas.

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El pasado domingo comenzamos los relatos de personajes de la capital con vivencias cargadas de amor por la tierra donde nacieron.

Neuquen > Motivados por la Asociación Raíces Neuquinas, fueron once los vecinos de la ciudad convocados para recibir un homenaje por su permanencia en Neuquén a lo largo de los últimos ochenta años.
La presidente, Molly Edelman, destacó la importancia de profundizar en la historia de los que nos precedieron para tomar el ejemplo de fortaleza y solidaridad que fue una constante entre los primeros pobladores de Neuquén. La vocal de la Asociacion, Olga Nordenstrom, por su parte, revalorizó las historias de vida y participó activamente en la entrega de la medalla «Homenaje a los Antiguos Pobladores».

Al rescate
Gertrudis Rutia y Graciela Sánchez, vicepresidente y secretaria respectivamente de la Asociación, hicieron el rescate de la historia oral y de las imágenes con las que la familia también acreditan su identidad y su pertenencia al grupo de los elegidos.
Las historias condensadas en apretada síntesis de Sara Santamaría, Lilia Velia Rosa, Aurora Torres, Liliano Leopardo Todero y Gregorio «Goyo» Martínez son publicadas hoy a continuación de nuestra nota anterior en la que desgranaron sus relatos bien neuquinos Antonio Bosch, Hugo Víctor Buffolo y Héctor Bustamante.
Con un rico acerbo cuenta la región neuquina ya que, más allá de las fronteras capitalinas, también se transmiten, oralmente, las vivencias de los primeros pobladores gracias a la memoria de los abuelos que, casi como una consigna coincidente, reavivan el fuego que impulsó la fusión de civilizaciones para generar un futuro con fuertes y profundas raíces.

Liliano Leopardo Todero

La historia de Liliano Leopardo Todero tiene raíces bien itálicas. En Febrero de 1924 llegó a Neuquén Catalina Comuzzi, una joven que había perdido a su esposo, Máximo Todero, en la Primera Guerra Mundial. Con once hijos y una nuera, la aguerrida mujer luego de cruzar el océano desde su pueblito udinense de Perteole, se subió al tren con destino a la Patagonia. El primer boticario de la joven capital, don Ferruccio Verzegnazzi los esperaba en la estación Neuquén. Un año más tarde, cuando la familia estaba en la dura tarea de convertir las arenas en vergel, nacía Liliano, el primer neuquino de la familia, hijo de Ángel Todero y Teresa Burg, apadrinado por Versegnazzi.
En instalaciones del Museo de la Ciudad Paraje Confluencia, Liliano desgranó detalles de su historia familiar y de su historia particular como vecino de Colonia Valentina desde que llegó al mundo, el 29 de enero de 1925.
“Mis padres llegaron de Europa con los bolsillos vacíos, de un país destrozado por la guerra. Pero acá vivieron bien. Cuando llegaron había que hacer de todo, había que saber usar el ingenio. Cuando llegaron, mi familia trabajó en la chacra de mi padrino y en la de su hermana Valdemira”.
Años después, con trabajo y esfuerzo, la familia Todero se convirtió en un referente productivo de la región.
Liliano tiene dos hijos Norberto Marcial y Héctor Carlos. A su esposa Encarnación Rodríguez, nativa de Cervantes, la conoció circunstancialmente cuando fue a visitar a un amigo en Maquinchao; y ya cumplieron las bodas de oro matrimoniales.
Ex alumno de la Escuela 101 de Colonia Valentina y de la Escuela Nº 61 donde terminó el ciclo primario, concurría viajando de a caballo todos los días.
“Me gusta el progreso, estoy a favor del progreso. Me gusta mirar el horizonte y más allá, porque creo que el progreso no se puede parar. Vendí mi chacra de frutales donde hoy están haciendo un Barrio Cerrado, sobre el río Limay, que le va a dar trabajo a muchísima gente. Porque el trabajo dignifica al ser humano, le permite avanzar, en todo sentido y me da lástima ver a hombres de 30 años que nunca se dieron el gusto de trabajar”

Sara Santamaría

Nació en Neuquén el 15 de julio de 1926. “Aquí transcurrió toda mi vida. Nací en la calle San Martín. En el año ’25 mi padre hizo construir el edificio donde ahora está “Artesanías Neuquinas”.
Sarita es una de las cinco hijas de Evaristo Santamaría e Isabel Fernández, españoles, casados en Cinco Saltos. “Papá llegó y se radicó aquí, era un hombre muy vinculado con empresas comerciales de Buenos Aires”. Don Evaristo fue viajante de comercio y administró en una época el establecimiento Vista Alegre.
Tanto Sara como su madre y hermanas fueron alumnas de la Escuela Nº 2. «Mi hermana más chica, que es contadora, Hilda Nelly y yo, hicimos la secundaria en la Escuela San Martín. Las otras hermanas estudiaron en el Colegio de Nuestra Señora de la Misericordia en Buenos Aires y coincidentemente todas nos orientamos hacia la educación.
Sara, esposa del convencional Alfredo Izaguirre, fue docente, preceptora, secretaria y estuvo a cargo de la dirección del Colegio San Martín y pertenece a la primera promoción de egresados. “Nos reunimos todos los años en mi casa.. De mis compañeras, las recuerdo a todas: Ethel Chardy, Elsa Fourcade de Trimarco, Mario Oscar Leiva, Leopoldo Rómulo Casal “Tito” que falleció recientemente en La Pampa. Además la “Nena” Becerra, Isabel Mantelli, Elba de Martín, Beatriz Fábregas de Uzábal, René López de Piombo, Aleié Ferracioli de Calanni y Beatriz Pérez Caviglia de Burlando. De la Escuela Primaria te puedo contar algo, la jura de la bandera se hacía en el patio que era de tierra, y cuando soplaba el viento nos refugiábamos detrás de los tamariscos. Y las maestras hacían una zanja, la llenaban con agua usando baldes, colocaban la bandera junto “al río” y pasábamos uno por uno, besábamos la bandera y decíamos “Si Juro”. Era un paso muy grande para nosotros. Yo hice una escuela primaria, en la Escuela Nº 2, con una calidad superior al “10”. Y a pesar del tiempo transcurrido somos como una gran familia.
“Cuando estudiábamos, el Colegio San Martín no tenía edificio propio como en la actualidad. Nosotros dimos clase en lo que fue el Hotel Confluencia cuando lo estaban demoliendo; en la cooperadora escolar Conrado Villegas; en una casa de la calle Láinez donde había habido una comisaría y las paredes eran de adobe. Durante un acto, en el patio, la directora Olimpia Parola de Krause dijo, palabra más palabra menos : “Alguna vez tendremos una buena escuela. Quiera Dios que aunque las escuelas sigan siendo de barro, tenga como hoy, este cuerpo de profesores”.

Lilia Velia “Chicha” Rosa

Coqueta y elegante, Chicha lució una de sus creaciones durante la entrega de medallas en el Museo Paraje Confluencia. Hija de Clelia Comerio y de Pedro Rosa, pasó su infancia en el chalet de la familia ubicado en Ricchieri y Río Negro. Forma parte de la segunda generación de pioneros que apostaron por la Estación Neuquén y se dedicaron de lleno al trabajo en años en que la naturaleza hostil se hacía sentir sobre los cuerpos de los primeros pobladores.
Emprendedora, al igual que su madre y sus hermanas, «Chicha» se dedicó de lleno a su oficio de modista, especializándose en ropa femenina. Sus innumerables viajes a Buenos Aires y sus recorridos por Europa estuvieron siempre dedicadas a buscar nuevas tendencias para traerlas a la región.
“Abrí la primera boutique en Neuquén en el año 1958. En 1950 tuve la representación de la Casa Gesell, en un local “Marily”, ubicado frente a la sala Conrado Villegas. Fue la primera casa de bebés del valle, por eso también soy pionera en ropa infantil. También fui pionera en la realización de desfiles. Todos los que hice eran a beneficio de escuelas, del hospital o de las parroquias. Los hacía, por ejemplo, en el Club Independiente. Cuando se inauguró el primer canal de televisión hice un programa de 15 minutos en vivo vistiendo mujeres con ropa fina. El programa se llamaba “Momento femenino” y obtuvo un premio como el mejor programa de Sudamérica dedicado a la mujer. Yo conducía mi espacio de moda y explicaba por qué tal prenda era adecuada para tal tipo de mujer. Yo estoy convencida de que esa es la manera de mostrar la moda. Mostrarle a la mujer, enseñarle por qué debe usar tal prenda y no tal otra. Además, los diseños siempre fueron míos. En la actualidad también pinto, hago cerámica esmaltada. Todo lo que tenga que ver con la habilidad manual es mi especialidad. También fui pionera en Galerías. La primera Galería que hubo en Neuquén fue la “Royal” donde hoy está el hotel del mismo nombre, allí abrí una hermosa boutique en la década del ’50.Y como si su calidad de visionaria fuera poca, «Chicha» asegura que fue la primera empleada pública que tuvo la capital
«Salió un aviso pidiendo una empleada para Vialidad Nacional, el Jefe era el ingeniero Carreras. Las que nos presentamos para ganar el puesto fuimos alrededor de veinte postulantes. Fue en 1947 o 1948, y yo salí elegida” Cientos de anécdotas tiene «Chicha» de su vida profesional y de su gran amor por la ciudad que la vio nacer.

Aurora Torres

Elegante y distinguida, Aurora Torres es hija de don Santiago Torres y Ester Labrín. “Papá llegó a Neuquén en 1912 para trabajar como administrador de Carlos Bouquet Roldán que fue el fundador de esta capital. Aquí conoció a mi madre, auténticamente neuquina, se casaron, y se fueron a vivir a La Sirena, la casa que Bouquet Roldán les prestó cuando tuvo que regresar a Buenos Aires para hacerse cargo de la Aduana Nacional. Mis hermanos y yo nacimos en La Sirena. Mi hermana Hortensia, que va a cumplir 93 años, es la que más se acuerda de los años que pasamos allí. Cuando nació Roberto, que ahora tiene 72 años, nos vinimos al pueblo (Neuquén) cerca de los cuarteles. Pensar que mi papá vino de San Luis para trabajar y le llegó el amor cuando menos se imaginaba. Después de trabajar con Bouquet Roldán se dedicó a la crianza de ganado en la costa del Río Limay. Era proveedor de leche para el Comedor Escolar de la Cooperadora Conrado Villegas, cuando la presidía el Dr. Eduardo Castro Rendón.”
Aurora, ex alumna de la Escuela Nº 2, se dedicó a ayudar a su madre en los quehaceres de la casa hasta que, muy joven aún, conoció a Idilio José Gómez, llegado desde América, Provincia de Buenos Aires. “Nos conocimos en “la vuelta al perro” que era la plazoleta frente a la Catedral. Era el paseo de los domingos y después a la estación para ver quién viajaba. Él era un recién llegado que trabajaba en el Correo”. Martha Silvia y Liliana Clara son las dos hijas del matrimonio “ La mayor que tiene dos hijos vive en Plottier y la menor en Choele-Choel. Me han regalado la dicha de tener seis nietos.”

Gregorio “Goyo” Martínez

Con su sombrero “panamá” y su bastón con empuñadura de oro y plata, Goyo se pasea por el centro de Neuquén y se ha convertido en uno de los vecinos más conocidos de la ciudad. Su padre, del mismo nombre, llegó a la Argentina escapando de la Guerra, a los 16 años. Su destino patagónico lo encontró como empleado del almacén de los hermanos Linares y ayudante en la panadería de la familia Serrano, donde aprendió el oficio. En 1919, en el acta Nº 16 del Registro Civil figura el casamiento de don Gregorio con Andrea García. De esa unión nacieron cinco hijos y Goyo fue el tercer retoño de la pareja. La primera panadería de Neuquén, de Sagristá, fue adquirida por el emprendedor Gregorio que también instaló un negocio de venta de leña que se llamó “La Mascota”, en San Martín y Santiago del Estero.
En la época de la “harina negra”, en la que el general Perón exportaba la mejor harina del país, en la entrada del negocio se formaban colas interminables de gente que esperaba para comprar el pan. Pero llegó un momento en que se terminaron las reservas y tuvo que cerrar. Por eso, vino un inspector, labró un acta y cerraron la panadería. A los pocos días, mi viejo fue preso: eran las épocas de especulación y agio. « De sus cinco hijos, yo soy un amante de la música y el canto. Empecé a cantar con Guerro Crespo con quien inauguré la emisora radial «LU 5». Mi niñez y mi adolescencia transcurrieron en la panadería. Era todo campo y había mucha tierra. La última luz que había estaba a seis cuadras del primer tramo de la calle San Martín. Mi orquesta se llamaba “La Típica Los Indios y Jazz Indian Sereneiders”, donde se destacó mi amigo del alma, Milo Vargas, que interpretaba el violín. En un momento cantaron las hermanas García y después Magda Byrne. Fuimos animadores de muchísimas noches neuquinas. En Colonia Valentina, los bailes empezaban cuando llegaban las madres con sus hijas y el “sol de noche” encendido”
Goyo fue uno de los fundadores del Club Hípico y Tradicionalista. «De aquellos tiempos recuerdo con mucho amor a mis grandes amigos “Chicho» Rosa y Carlos Mario Rodríguez.
Viví un gran amor con mi esposa María Luisa «Coca» Luján que me dio a mis dos hijos, Gladys y Luis. Neuquén es para mí el resumen de mis años mozos y de estos nuevos años que me encuentran «como un pibe» paseando por mi querida avenida Argentina con mis cinco nietos, que son mi mayor alegría Matías, Santiago, Fernando, María Josefina y Maria Carolina».

 

 


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