Por Darío Soto
Pasada la euforia del triunfo electoral logrado hace dos semanas,
el oficialismo comenzó a ocuparse de las otras batallas que
le quedan por librar en el marco provincial, esto es la renovación
de las intendencias. Es de suponer que la inercia del triunfo contribuya
a que este tránsito sea menos penoso y que con el poder renovado
el gobernador y su gente encuentren un escenario favorable para analizar
estrategias para cada una de las localidades, fundamentalmente en
cuánto a alianzas se refiere.
Hay por lo pronto tres ciudades (San Carlos de Bariloche, Cipolletti
y General Roca) en las que la Concertación obtuvo resultados
sorprendentemente favorables por lo que es de suponer que intentará,
sino repetir al menos contener los votos obtenidos en las elecciones
provinciales, más allá que las comunales tengan características
distintas y que la gestión local tenga un valor agregado importante,
para nada despreciable, y que de ninguna manera fue puesto bajo la
lupa en las elecciones pasadas.
Teniendo en cuenta estas particularidades se puede avanzar en algunas
especulaciones. Por ejemplo el ánimo con el que la Concertación
encara las elecciones de Bariloche dista mucho del desánimo
que padecía hace poco más de cinco o seis meses. Entonces
la ciudad lacustre aparecía como un bastión difícil
de conquistar. La contundente derrota que sufrieran con Cacho Cuevas
diputado nacional, los obligaba a desandar una pendiente empinada
y cuya cúspide aparecía como muy lejana. Hoy las cosas
son diferentes, más allá de las ya señaladas
diferencias entre ambas elecciones (provincial-comunal) es claro que
el liderazgo de Icare no es el mismo que otrora, y que las heridas
abiertas por los resultados de las provinciales sumados a las diferencias
profundas evidencias en el seno del Frente para la Victoria local,
devuelven las expectativas a los radicales y sus aliados por recuperar
la conducción de la principal ciudad de la provincia.
Distinta es la situación en General Roca, donde a pesar del
duro golpe que debió soportar Carlos Soria, con su hijo a cuestas,
por efecto de la gestión realizada pareciera que su continuidad
no aparece muy complicada, sin embargo hay que rescatar que mientras
antes del 20 de mayo era difícil encontrar alguien dispuesto
a dar pelea por el sillón municipal, hoy son varios los que
ven con cierto cariño ese traje y estarían dispuestos
a probárselo. También hay algunos que hablan de un As
en la manga (de esos que se pegan en la frente), que genera mucha
expectativa sobre todo en los barrios del norte de la ciudad, aunque
por el momento todo esté nada más que en el terreno
de las especulaciones.
El amigo Alberto
Cipolletti ofrece también una lectura particular.
El gran perdedor de las pasadas elecciones fue Julio Arriaga y no
rozó al jefe comunal Alberto Weretilnek que se muestra sólido
con una gestión ordenada y pensando la ciudad de los próximos
años, con la seguridad del hombre que sabe que baraja las cartas
mientras que los demás deben sentarse a su mesa si quieren
participar del juego. Así parecen comprenderlo también
los radicales que comenzaron a enviar mensajes, que si bien no serían
correspondidos en este tiempo abonan el terreno para futuros acuerdos,
y obviamente uno en particular una convergencia entre el Frente Grande,
que lidera el jefe comunal y la Concertación que renovó
pergaminos con una excelente elección en Cipolletti.
Pagar Deudas
Los acuerdos preelectorales asumidos por la UCR generaron deudas que
deben comenzar a pagarse. Ese pareciera ser el caso de la renovación
de la banca de diputado que hoy ocupa Fernando Chironi. Obviamente
el legislador, jefe de la bancada Radical en el Congreso de la Nación
y crítico de la gestión presidencial, no tiene posibilidades
de pretender renovar, ese lugar estaría reservado para un «peronista»
cuya selección le habría sido concedida a la CGT, aunque
–dicen- no necesariamente recaería en un sindicalista.
Son varios los peronistas que hace rato están en la órbita
del gobierno provincial y que pueden tener el derecho a ser nominados.
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