Por Darío Soto
A pesar de las expectativas positivas que despertaba una relación
madura, como la que parecían tener el gobierno de la provincia
y el gremio de los docentes (Unter), el ciclo lectivo 2007 comenzará
(o no comenzará) con paro. Como si fuera un lugar de inevitable
visita, un marzo conflictivo aparece siempre en el horizonte de los
argentinos y obviamente, por comprensión, también en
el de los rionegrinos.
El anuncio del ministro de educación de unificar el salario
inicial de bolsillo de los docentes argentinos no mereció una
calurosa recepción entre los docentes rionegrinos habida cuenta
que solo significa una modificación de treinta y dos pesos,
a todas luces una cifra insignificante frente a las expectativas que
se tenía ante la supuesta continuidad de la discusión
paritaria.
Pero el anuncio de Filmus le vino como anillo al dedo al gobierno
en su pretensión de amortiguar cualquier pretensión
de incremento en los salarios estatales. Con una frase poco feliz
el propio gobernador ratificó este sentimiento al ser consultado
por la prensa: «al fin y al cabo no eran tan malos los salarios
de los docentes rionegrinos» palabras más palabras menos
habría expresado Saiz, en su visita de campaña en Cipolletti.
Seguramente esto no le agregó ni le quitó condimento
al congreso de la Unter que decidió parar por 24 horas al inicio
del ciclo lectivo, pero tampoco despeja el camino para disponer de
un lugar de debate que permita soluciones inmediatas que no perjudique
a los estudiantes como sucede inevitablemente siempre.
¿La responsabilidad de esta nueva situación conflictiva
es solo del gremio docente como pretende el gobierno; o hay responsabilidades
concurrentes?
Las negociaciones paritarias, mantenidas durante el año pasado
acunaban la esperanza que en los meses previos al inicio del ciclo
lectivo se establecieran parámetros que permitieran evitar
el conflicto. Si así no fue, la responsabilidad les cabe a
ambos, y así debieran reconocerlo frente a una comunidad que
los juzga frente a un hecho real y concreto, el lunes no hay clases,
y el futuro se observa borrascoso.
Es cierto que es muy difícil de creer que el gobierno, en el
marco de un año electoral, caprichosamente niegue mejoras salariales
sobre todo si se tiene presente que su titular busca su reelección.
Pero así tampoco es de fácil asimilación que
el paro del lunes tenga connotaciones políticas orientadas
a posicionar al titular de la Unter como postulante a una banca en
la legislatura provincial.
Pero más allá de todo ello, la comunidad educativa y
la sociedad toda de la provincia, tiene argumentos para albergar la
esperanza que en esta oportunidad la sangre no llegue al río,
y que los vasos comunicantes que se establecieron en el ciclo anterior,
que permitieron por ejemplo avanzar con éxito en el proyecto
de jornada extendida, trabajar con mucho compromiso y mancomunadamente
en la reforma del nivel medio, en definitiva que la apertura del gobierno
y la predisposición del gremio de profundizar el debate de
políticas educativas, los siente nuevamente en la mesa paritaria
para lograr el acuerdo necesario para que los ciento ochenta días
de clase sean por fin una realidad para beneficio de todos.
Se debiera actuar sabiendo, al decir de Juan Carlos Tudesco: «que
la educación sola no alcanza para garantizar inclusión
y cohesión social, pero sin la educación esos objetivos
son imposibles».
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