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El Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976
fue un acto planificado por las Fuerzas Armadas con más de
cuatro meses de antelación, quebró a la debilitada democracia
de entonces y dio inicio a la operación de persecución
y aniquilición más sangrienta de la historia argentina.
La Junta Militar que asumió el poder en la madrugada del 24
de marzo de 1976, que no encontró resistencia en su acceso
al Gobierno, desató la represión ante una sociedad ya
golpeada por la violencia de los años setenta.
Con el objetivo concreto de erradicar la «subversión»,
pero a la vez con el concepto ideológico de atacar todo foco
de resistencia militante, sindical y política, las Fuerzas
Armadas utilizaron la herramienta del terrorismo de Estado como método
para alcanzar sus objetivos.
El llamado Proceso de Reorganización Nacional que asumió
el poder tras el derrocamiento de la presidenta María Estela
Martínez de Perón se comenzó a gestar a mediados
de 1975, a partir del vacío de poder y el crecimiento del descontento
popular por la escalada inflacionaria.
El sexto golpe militar del siglo XX no sería una asonada militar
más, de las que ya acostumbraban las Fuerzas Armadas desde
1930, sino que se convirtió en un acto que fijó un antes
y después en la historia argentina.
Si bien no tuvo resistencia popular, y hasta en algunos casos hubo
cierto beneplácito por la llegada de los militares, el plan
orquestado desde la cúpula de las Fuerzas Armadas abrió
la puerta a un túnel que recorrió a partir de la muerte
y la tortura uno de los caminos más siniestros que se recuerden.
Las excusas que esgrimieron los ideólogos del golpe ya estaban
perimidas desde su inicio, ya que desde octubre de 1975 contaban legalmente
-tras la aprobación de una ley por el Congreso- de la facultad
para «perseguir y erradicar la subversión».
Además, desde fines de ese año la debilidad que jaqueaba
al Gobierno de Isabel Perón hacía que cada uno de los
reclamos militares fuera escuchado y hasta cumplido en sus más
mínimos requerimientos.
Sin embargo, desde el discurso que el general Jorge Rafael Videla
dio desde los montes tucumanos en la víspera de Navidad de
1975 dio inicio la cuenta regresiva a uno de los golpes más
anunciados que se recuerden.
El ultimátum fue sólo el aperitivo que los militares
pusieron en una mesa que ya estaba servida y que tuvo durante ese
verano sólo la ejecución de los últimos detalles
de cómo concretarlo y de un trabajo de engaño por parte
de los tres comandantes de las Fuerzas Armadas.
En ese juego macabro de respetar la legalidad constitucional, los
tres comandantes, Videla (Ejército), Emilio Massera (Armada)
y Orlando Ramón Agosti (Fuerza Aérea) montaron una puesta
en escena para dejar correr los días, dilatar la grave situación
y atacar a la «Dama» en un jaque mate totalmente planificado.
El gelatinoso piso de la democracia comenzó a evidenciarse
a partir del 1 de julio de 1974, cuando se produjo el fallecimiento
del presidente Juan Domingo Perón, quien luego de 18 años
de exilio había regresado al país para ganar las elecciones
y asumir por tercera vez en su vida la primera magistratura.
La salud del viejo líder se fue debilitando a menos de nueve
meses de su asunción, y en medio de una batalla declarada entre
la derecha y la izquierda peronista su vida se apagó sin poder
resolver una interna que gestaría un clima de represión
y muerte mucho antes del golpe.
Ese huevo de la serpiente tuvo como protagonistas en primer plano
a la esposa del líder, Isabelita, quien como vicepresidenta
asumió el poder sin experiencia política sobre sus espaldas
y con el sindicalismo y el ala derecha del peronismo como sostén
institucional.
Un cultivo peligroso
El paso a la clandestinidad de la agrupación Montoneros y la
continuidad de las acciones militares de grupos más radicales
de la izquierda como el ERP fue el caldo de cultivo para que los militares,
replegados a sus cuarteles desde mayo de 1973, vieran la oportunidad
de asumir su rol de «salvadores de la patria».
El Gobierno peronista que había ganado las elecciones de septiembre
de 1973 con más del 62 por ciento de los votos, se sumergía
en un espiral de violencia y caos económico que llevó
en 1975 a registrar una inflación de 335 por ciento y devorarse
en 21 meses de gestión de Isabel a 38 ministros (siete de ellos
de Economía).
El plan orquestado por la futura Junta Militar no sólo determinaba
un ataque a las organizaciones políticas y a sus militantes,
sino que se proponía ejecutar «por más de diez
años» un programa económico liberal que tuvo un
claro ejecutor: José Alfredo Martínez de Hoz.
Por ese motivo, a fines de febrero, cuando ya el golpe era un acto
anunciado, el futuro ministro de Economía fue sacado de un
safari que realizaba en Kenia y colocado en una especie de Gabinete
paralelo que ya funcionaba en el Edificio Libertador.
Las horas previas al golpe sólo estuvieron cargadas de escenas
ridículas de idas y venidas con reuniones entre los comandantes
y los ministros del Gobierno con el fin de detener una ejecución
que ya estaba en marcha.
Los diarios del 23 de marzo ya detallaban en sus portadas la inminencia
de la asonada militar que se concretó con la detención
de Isabel a las 0,50 del 24 de marzo, cuando el helicóptero
que la trasladaba a la quinta de Olivos bajó en el sector militar
de Aeroparque.
La captura de la presidenta abrió la compuerta para que cientos
de militares ejecutaran el plan imaginado y ocuparan las áreas
clave del país, en un acto que no tuvo un solo hecho de violencia.
Durante las primeras horas del 24 de marzo de 1976, en la oscuridad
de una noche fría de otoño, la Argentina comenzó
a transitar por el hielo de una dictadura que se extendió por
siete años, con un saldo de heridas lacerantes que aún
la sociedad no logra apaciguar.
«Correrán ríos de sangre cuando el pueblo se entere
de esto y salga a defenderme», disparó Isabel Perón
a los militares que la detuvieron.
La mujer de Perón se equivocó en parte: el pueblo no
la defendió, pero la sangre, definitivamente, fue parte de
la historia que continuó.
Últimas horas de democracia
El 23 de marzo de 1976 se vivía un clima tenso y la
sensación del final
anunciado era innegable.
Las últimas 24 horas del Gobierno de María Estela Martínez
de Perón estuvieron signadas por la intriga y la incertidumbre
del momento exacto en que se iba a realizar el Golpe de Estado pergeñado
por las Fuerzas Armadas.
Por ello se realizaron reuniones entre el ministro de Defensa y los
tres comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, en las cuales los
militares siempre negaron el inminente alzamiento contra el Gobierno
democrático.
En tanto, en la Casa de Gobierno, la presidenta de la Nación,
sus ministros y los funcionarios nacionales sufrían en carne
propia el aislamiento de su administración, mientras la sensación
de un final anunciado se materaliza minuto a minuto.
Éstos son algunos momentos clave de aquel martes 23 de marzo,
en horas finales hacia el Golpe de Estado:
10: la presidenta de la Nación desayuna en
la quinta de Olivos mientras las radios hablan de un inminente Golpe
de Estado.
11: María Estela Martínez de Perón
arriba al helipuerto de la Casa de Gobierno en un helicóptero
de la Fuerza Aérea. Inmediatamente se recluye en su despacho.
11: comienza en el Ministerio de Defensa una reunión
entre el titular de la cartera, Jose Deheza, y los comandantes Jorge
Rafael Videla (Ejército), Eduardo Emilio Massera (Armada) y
Orlando Agosti (Fuerza Aérea). Los militares niegan el golpe
pero recriminan el vacío de poder.
12.30: termina la reunión y los comandantes
acuerdan con Deheza un nuevo encuentro para la tarde.
13: se reúnen en el despacho presidencial
la jefa de Estado y el ministro de Interior, Roberto Ares, con el
fin de buscar una solución a la renuncia del intendente de
la ciudad de Buenos Aires, el general retirado José Embrioni.
13.30: el titular del Partido Federal, Francisco
Manrique, un ex militar, declara por radio Rivadavia: «Se acaba
una historia nefasta para el país».
15: llegan a la Casa de Gobierno el secretario general
de las 62 Organizaciones, Lorenzo Miguel, y el vicepresidente del
PJ, Deolindo Felipe Bittell, quienes niegan ante la prensa la posibilidad
de un golpe militar.
17: desde el despacho de Isabelita se realizan innumerables
llamados para consultar sobre los movimientos militares.
17.30: la edición quinta del diario La Razón
titula en su portada «Inminente Final».
18: se reúnen la presidenta de la Nación
y el ministro de Defensa. Acuerdan llevar a los comandantes un nuevo
mensaje: «Adelantar las elecciones» previstas para diciembre
de 1976.
19: nueva reunión del ministro Deheza con
los tres comandantes. Les hace llegar la nueva propuesta. Invita a
formar un Gabinete nuevo con inclusión de militares. Los tres
jefes de las Fuerzas Armadas se muestran intransigentes.
19: En Campo de Mayo y en el Regimiento de Palermo
se hacen aprestos para asaltar la Casa de Gobierno o la quinta de
Olivos para detener a Isabel.
19.45: en un departamento de Rivadavia al 600 se
reúnen el titular de la UCR, Ricardo Balbín, y algunos
allegados. Le solicitan el llamado a la Multipartidaria que venía
funcionando desde hace algunas semanas, pero el «Chino»
es lapidario en su respuesta: «La suerte está echada»,
dice.
20: los pasillos del Congreso están completamente
vacíos, sólo permanecen los titulares de las bancadas
oficialistas. En todo el día hubo movimiento de mudanzas.
20.30: el titular del Partido Intransigente, Oscar
Alende, hace uso de la cadena nacional -un sistema que el Gobierno
ofreció para que los partidos políticos apoyen el sistema
democrático- y desde allí ataca a la corrupción
del PJ y repudia la posibilidad del golpe.
21: se convoca a una reunión de Gabinete.
22: se levanta la reunión en el Ministerio
de Defensa luego de tres horas, sin novedades. El aliciente de Deheza
es que el general Videla acuerda una nueva entrevista para la mañana
siguiente (24 de marzo) en el Edificio Libertador.
22.30: el secretario de Prensa, Osvaldo Papaleo,
aporta un cable de NA a la reunión de Gabinete, donde se anticipan
los nombres de quienes detendrán a Isabel dos horas después.
La presidenta desestima el dato.
22.45: «Si mañana hay una reunión,
hoy no hay golpe», dice Deheza. Deciden levantar el encuentro
del Gabinete e ir a descansar.
23: un llamado del Palacio Pizzurno, sede del Ministerio
de Educación , alerta al titular de la cartera, Pedro Arrighi.
Fuerzas militares ingresan en cantidad al lugar. «Es por una
amenaza de ataque terrorista», le contestan desde el Ministerio.
23.15: hay un llamado de la presidenta a Videla y
la pregunta es directa: «¿Hay golpe?». El general
niega terminantemente y le desea «feliz descanso».
23.45: se levanta la reunión de Gabinete.
Ante los periodistas de la Casa de Gobierno, Lorenzo Miguel y Bitell
desestiman el golpe y se dirigen al Ministerio de Trabajo, a 400 metros
de la Casa de Gobierno.
0.30: la presidenta desoye el pedido de que se quede
a dormir en la Casa Rosada y decide partir a Olivos en el helicóptero.
0.40: el jefe de la Casa Militar despide en la terraza
a la nave. Adentro van Isabel, su secretario Julio González
y dos custodios: el personal, Rafael Luisi, y el policía Mariano
Troncoso. También el edecán, el capitán de navío
José María Fernández. Abajo, sobre la explanada
de la avenida Rivadavia, un grupo de 30 mujeres conducidas por Norma
Kennedy la despiden con la marcha peronista.
0.50: el helicóptero se desvía hacia
el Aeroparque y su piloto aduce problemas técnicos.
0.55: la presidenta es detenida por tres integrantes
de las Fuerzas Armadas y se le anuncia el Golpe de Estado.
1.05: son tomadas la Casa de Gobierno y otras reparticiones
públicas en una tarea de estrategia militar previamente organizada.
Comienzan las detenciones masivas. El golpe se ha consumado.
1.45: el Tango 01 parte de Aeroparque hacia San Carlos
de Bariloche con una sola pasajera, María Estela Martínez
de Perón. El destino: la residencia del gobernador de Neuquén,
El Mesidor, donde cumplirá la primera parte de su detención,
por casi un año.
2: Todos los canales de TV y radio entran en Cadena
Nacional.
3.40: se escucha el comunicado número 1 de
la Junta.
4: Isabel Perón llega a su destino, Villa
La Angostura.
10: el proceso está en marcha; se escucha
el comunicado 25.
15.30: asume en el Edificio Libertador la Junta Militar
de Gobierno, encabezada por Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y
Orlando Agosti.
Isabel: «Este general no existe»
Los medios de comunicación tuvieron hace 30 años un
rol protagónico, y en la vorágine de las horas más
tensas de aquel momento histórico Noticias Argentinas se destacó
en la difusión de los hechos estuvo presente en uno de los
momentos culminantes de esa fatídica noche. En la última
reunión de Gabinete del Gobierno de Isabel Perón, que
se realizó en Casa de Gobierno ante los rumores de un inminente
golpe de Estado.
Cerca de las 22.45 del 23 de marzo, mientras la presidenta y su Gabinete
escuchaban el relato del ministro de Defensa, José Deheza,
sobre la entrevista que habían mantenido minutos antes los
comandantes de las Fuerzas Armadas, un cable de NA generó un
grado de incertidumbre. El secretario de Prensa de Gobierno peronista,
Osvaldo Papaleo, ingresó a la reunión con un cable que
señalaba los nombres de los tres militares que tenían
la tarea de detener esa misma noche a Isabel Perón. La nota
periodística nombraba al general José Villarreal, al
almirante Pedro Santamaría y al brigadier Basilio Lami Dozo,
quienes según la información eran los designados por
los comandantes para apresar durante las próximas horas a la
presidenta de la Nación. «Este general Villarreal no
existe», dijo en voz alta Isabelita cuando leyó el cable,
repasando la lista de los generales en actividad, por lo que desestimó
la noticia. La presidenta no sabía en ese momento que Villarreal
había sido un coronel que fue ascendido por Videla al cargo
superior en los últimos días, sin que ella fuese notificada.
Posteriormente sería uno de los que la detuvo en Aeroparque.
«Nunca Más»: una inolvidable
experiencia
Por Magdalena
Ruiz GuiñazÚ
La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas
(Conadep) se constituyó en diciembre de 1983, pocos días
después de la asunción del primer gobierno democrático
que siguió a la dictadura.
Creo que no exagero si recuerdo que fue para todos sus integrantes
la línea que marcó un antes y un después. Nadie
queda indemne después de tomar contacto con el horror y las
zonas más oscuras del alma humana. Tan es así que, cuando
en un primer momento, se llamó a funcionarios del Ministerio
del Interior para que recibieran los testimonios de los sobrevivientes
de la dictadura, fue tal el impacto emocional que no pudieron resistirlo.
Fue menester, entonces, acudir a voluntarios de los organismos de
Derechos Humanos que cumplieron allí una magnífica labor.
Si bien no había cargos específicos decidimos que la
presidencia de la Conadep fuera ejercida por Ernesto Sábato
que imprimió un fuerte ritmo de trabajo a toda la investigación
que luego se corporizó en el informe «Nunca Más»
para la Justicia. Se formaron subsecretarías y la tarea
de reconstruir el horror y la verdadera significación del término
«desaparecidos» constituyó un testimonio que se
ha ido completando con el tiempo.
En un primer momento el miedo impidió (aún en democracia)
que algunos se acercaran a testimoniar y otros, lo hicieron desde
el exterior.
Ocupábamos todo un piso del Centro Cultural Gral. San Martín
sobre la calle Sarmiento y puedo decir que se trabajó
allí en un clima de emoción y respeto. En nuestras interminables
reuniones se pedía el uso de la palabra por riguroso orden
e incluso Sábato como presidente se sometía a la espera
de llegar a su turno.
Como todos manteníamos nuestras tareas laborales (el trabajo
de los diez miembros titulares de la Comisión era absolutamente
ad honorem) solíamos llevarnos trabajo a nuestras casas con
lo cual creo que durante aquellos nueve meses no pudimos pensar en
nada más.
Personalmente una de las cosas que más me impresionó
fue ver, en el legajo de los torturadores, cómo esas personas
que no titubeaban en aplicar los peores tormentos a otros seres humanos,
tenían en lo formal una vida común. Aparecían,
junto a los testimonios de las víctimas, fotografiados con
sus familias, frente a sus casas, sentados en su jardín. Personas
absolutamente comunes en su aspecto y que imagino (sino no hubieran
podido llevar a cabo esa tarea) se habían acostumbrado a usar
el tormento como un medio de información y sometimiento.
Incluso, algunos acompañaban sus declaraciones con la palabra
«trabajito» como forma de identificar sus procedimientos.
Entre las experiencias más impactantes que vivimos en la Conadep
recuerdo la visita a la Esma. Junto con Graciela Fernández
Meijide, el Dr. Albor Ungaro, el arquitecto Ocampo y el Diputado Lopez
fuimos el primer grupo de civiles que entró allí. Los
sobrevivientes que nos acompañaron se dirigieron inmediatamente
al casino de oficiales en el que, básicamente, funcionó
el campo de detención ilegal. De allí también
salían, cada miércoles, los helicópteros que
epilogaban en los vuelos de la muerte.
Contrariamente a lo que yo suponía los prisioneros no eran
ubicados en el sótano sino en dos altillos: Capucha y Capuchita
desde los cuales se escuchaba, amortiguado, el tránsito de
la Avenida del Libertador. Como una tremenda ironía, aún
hoy en el pino ubicado a la izquierda del edificio se colocan luces
de colores para las fiestas navideñas. Resultaba entonces difícil
imaginar, durante la dictadura, que allí más de 5.000
personas iban rumbo a la muerte.
También, tras los muros de la Esma, nacieron muchos de los
niños que fueron robados a sus madres. Jugando a Dios, las
Fuerzas Armadas de Argentina decidieron cambiar el destino de cada
uno de ellos. Un crimen de lesa humanidad cuya triste autoría
no nos ha disputado ningún otro país.
Sí, fue imborrable el informe «Nunca Más».
Los que fuimos convocados para elaborarlo pensamos que nuestra mayor
esperanza es su permanencia en el tiempo y en el alma de los ciudadanos
de este país.
Jaime, siempre presente con el dolor de las
Madres
El padre
Magín Páez llegó desde Rosario en 1977. Era diácono
y sus
votos sacerdotales los hizo con don Jaime. Periodista, creó
el «Centro
de capacitación laboral y organización solidaria».
Guarda recuerdos y
testimonios del obispo De Nevares.
Fue testigo de la actividad de don Jaime De Nevares a lo largo de
varias décadas. En la sede de Radio Comunidad trabaja a diario,
a la vez que edita la revista del mismo nombre.
Con aire pausado, reflexivo y envuelto en una profunda emotividad,
nos relató detalles de la actividad del obispo neuquino en
los años de la última dictadura militar.
«Llegué a la Catedral el 7 de junio de 1977, el Día
del Periodista. El Golpe de Estado hacía un año que
funcionaba a pleno. Yo ya había palpado cómo era la
situación estando en Rosario, en los barrios. Conocí
a don Jaime y dos años después decidí venirme
al Sur. En Rosario, lo conocí a Angelleri y estuve a punto
de irme a La Rioja, pero antes de hacer las valijas, lo mataron.»
Amenazas y persecuciones
«En el ‘75 hubo amenazas y persecuciones a sacerdotes
y grupos juveniles en distintos barrios de Neuquén. Atacaron
la escuelita de Pampa del Malleo, donde fueron secuestrados curas
y algunos docentes.
Apenas el obispo se enteró, aunque estaba en Buenos Aires en
una reunión de obispos, dejó todo y se vino urgente.
Pidió audiencia con el comandante, en ese momento el general
Guaso, y al estrecharle la mano, tal como expresó su secretario,
Juan San Sebastián, don Jaime ni llegó a saludarlo y
le dijo: ¡Usted me dice dónde está el padre Antonio!
Y el general le contestó: Está en la «U9»,
a lo que don Jaime respondió: ¡Inmediatamente me lo entrega!
Así fue como logró visitarlo, hablar con él y
con otros detenidos. Supo cómo fueron los hechos y no duró
mucho esta situación. A Guaso lo retiraron y al padre Antonio
y otros detenidos los dejaron libres. Todo esto sucedió antes
del Golpe. Después del Golpe, hubo hechos más cruentos
como tiroteos en la puerta de la Catedral, cuando se reunía
la APDH, de la que don Jaime fue fundador en diciembre del ‘75.
También entre el ‘76 y el ‘78 tirotearon la parroquia
del San Lorenzo. Hubo frecuentes amenazas, persecuciones. Con algún
sacerdote vecino, como Capitanio, nos pasábamos los datos de
los autos que nos estaban vigilando y a don Jaime también.
Pensamos que a partir de lo que sucedió con el general Guaso
hubo cierta precaución de meterse con la Iglesia. También
porque Neuquén tenía, frente a las otras provincias,
grandes diferencias. Nunca estuvo gobernada por el peronismo; los
cambios políticos fueron siempre de la cabeza; los otros cargos
quedaban intactos y mucha gente venía acá desde otras
provincias. La región siempre tuvo un aire de poder respirar
y poder hablar con un poco más de libertad, sobre todo en la
Iglesia, donde don Jaime dio testimonio.»
Cartas desesperadas
«Mientras viví en el Obispado, ayudaba en las tareas
de administración. Un día, se acercó don Jaime
a la oficina, hasta la bandeja donde se ponía toda la correspondencia
de los familiares de desaparecidos. Todos los días, y cada
día llegaban más cartas. Tantas, que se imprimió
en mimeógrafo una respuesta formal para todos. Les pedía
datos de la persona, dónde fue, cómo fue. Y siempre
de su puño y letra agregaba algo más. Un día
me dijo «leélas, no hay ningún problema».
Así fue que el tema de los familiares lo conocí directamente.
Uno de los casos que leí era de una familia de Bahía
Blanca. Al hijo lo había conocido en La Plata. Era universitario,
estudiaba Filosofía, era un excelente chico.
Con Jaime había una confianza plena. En el comedor, en el pasillo,
en cualquier lado, o en el despacho, de acuerdo a las características
de cada tema, se podía conversar todo con él y con entera
libertad. A los quince días de haber llegado me sentía
como en mi casa. Algunos lo sufrieron por cierto carácter,
porque les estaba encima. A otros los ignoraba. Yo me sentí
muy bien, muy cómodo, muy respetado,
Cierta vez, ya estaba dirigiendo la revista «Comunidad»,
y había un artículo que hablaba de los salesianos. Él
pensó que a algunos curas no les iba a gustar. Y me sugirió
que era mejor prevenir ; yo le dije que renunciaba. Si él quería,
que lo pusiera. Fue la única vez. Nunca me lo hubiera imaginado
de censor.»
Las madres, los pedidos
«Inés era catequista y de trabajo permanente en la parroquia
Rayito de Sol. Lolín y varias de ellas acudieron a él
ante la de-sesperación por la desaparición de sus hijos.
Cierta vez fuimos a la Gobernación unas veinte personas a presentar
el primer petitorio con las madres y padres, y el obispo. También
éramos doce sacerdotes, laicos y militantes de aquellos tiempos.
Eso fue a fines del ‘77. Luego vinieron situaciones donde en
cada reunión o misa se nos sentaba gente de pelo cortito, de
bigotes, de a dos; eran de “los servicios.”
Cuando Jaime cumplió los 25 años de sacerdote, en el
‘81, se realizaron unos cuantos encuentros con los distintos
sectores sociales: periodismo, obreros, docentes y jóvenes.
De ahí, por ejemplo, surgió Aten. Con los jóvenes
hicimos varias charlas sobre temas religiosos. El documento de Puebla
había salido hacía poquito. Algunas charlas las dio
Jaime y otras un cura que era vicario de Hesayne en Río Negro,
el vasco Bengoechea. Después de esta charla me estuvieron buscando
tres tipos en un Renault rojo. Cuando me encuentran me piden la grabación
de las charlas. Les dije que no les podía dar nada; que hablaran
con el obispo. Cuando vi que iban al obispado, me adelanté
por otra calle y al llegar encuentro al padre Juan San Sebastián
y le cuento qué pasaba. Juan los atendió sabiendo quiénes
eran y a qué venían. Los agarró para «la
joda» y los mandó a pasear.»
Amigos
«Si recuerdo a alguien muy amigo de Jaime, tengo que recordar
también al padre Carlos Mugica. Jaime lo conocía de
mucho antes; lo quería y lo admiraba muchísimo. Tenemos
grabaciones y escritos que los publicamos en la revista «Comunidad»,
con el aniversario de Mugica. Casi siempre se visitaban en Buenos
Aires. Jaime iba a las reuniones de obispos, se quedaba una semana,
se veían con Carlos, tenían mucha confianza.
Don Jaime no entró en la formalidad del movimiento del Tercer
Mundo si bien compartía casi todos los puntos. Carlos estuvo
mucho más expuesto. Estuvo en los orígenes de los grupos
juveniles que comenzaron a misionar en zonas indígenas del
Norte y después se ideologizaron. Esto derivó en los
grupos que conocemos y que está documentado en todos lados.
Y Carlos fue como que se abrió de ellos, pero ya era tarde.
Él era uno de los sacerdotes del Tercer Mundo de mayor peso.
Coincidía con don Jaime por su origen en familias «muy
bien», del Barrio Norte de Buenos Aires.»
Gran compromiso
«Yo no sé si lo consultaron. Sé que aceptó
y le puso todas las pilas. De entrada hubo gente de la militancia
de derechos humanos muy importante en Neuquén que decía
que no tenía que meterse porque iba a ser todo un fracaso Me
acuerdo de una persona que me llamó, me invitó a tomar
un café para decirme que no podía ser. Pero Jaime se
metió igual. Laburó. Se iba todos los domingos a Buenos
Aires, el lunes volvía, se reunía con la comisión
y dejaban el trabajo para seguir.
Esta misma persona que me llamó para decirme que no tenía
que ir fue el que más participó y trabajó a la
par de todos. Esto fue después de la asunción de Alfonsín.
Jaime renunció a la APDH porque estaba representada por delegados
partidarios que después iban a disputar espacios políticos.
Él presentó la renuncia precisamente por eso.
Años más tarde durante la Asamblea Constituyente también
dimitió porque todo se hacía votando por paquete de
leyes sin discutir punto por punto cada una de ellas. En la provincia
del Neuquén había sacado más del 70% de los votos.
En aquél entonces se empezaba a formar el «Frente Grande»,
que luego derivó en la «Alianza».
En todo el Valle hasta Cutral Co, creo, hubo unos 60 casos de desaparecidos.
Don Jaime vivió profundamente todo lo que se vivía en
el país. En el obispado se levantaba con el café y el
diario. Los dos diarios regionales se los leía de punta a punta.
Después, a la hora de la siesta, leía La Nación
y el Buenos Aires Herald, sobre todo las editoriales de James Neilson.
Don Jaime estuvo un poco al margen de lo que hacían sus compañeros
obispos. Él cabalgaba sobre los mismos hechos. La historia
fue tomando rumbos en los que él tuvo encrucijadas. Tuvo que
optar por comprometerse y asumir determinadas posturas.
Sabemos que sufría la marginación y la incomprensión
de los obispos. Él junto a cinco o seis más del país
tuvieron una postura frontal: Hesayne, Angelleri, Devoto en Goya,
Brasca en Rafaela, Ponce de León en San Nicolás y Zaspe,
después del primer tiempo, en Santa Fe. Porque Zaspe primero
apoyó «el Golpe», pero después, se enfrentó
totalmente. De su muerte se presume que fue un “accidente”
provocado. Pero por mucho tiempo no se supo nada. El accidente fue
más alevoso que el de Angelleri. Con el tiempo algunos se silenciaron,
a otros los silenciaron. Los pocos que siguieron hablando y nunca
callaron nada fueron Jaime y Hesayne. Brasca murió también
en esos años. A Devoto le llevaban mucha gente y silenció.
Debe haber recibido un reto de sus superiores o del Vaticano. Recuerdo
que cuando Juan Pablo II vino a Viedma lo recibieron Jaime y Hesayne.
Sé que en una de las visitas que hacen los obispos cada cinco
años, Jaime llevó toda la documentación que pudo
y con el Papa, que todavía era Pablo VI, habló del problema
de los desaparecidos. Pero Pablo VI estaba en sus últimos años,
viejo y decaído. Hay un dicho famoso en la Iglesia que dice:
«De Roma viene lo que a Roma va». Esto es que el Papa
recibe los informes de los obispos y actúa en función
de eso.
De hecho, la mayoría del episcopado, las cabezas más
altas, estaban todas complacientes con «el Golpe» y con
lo que los militares hacían. Todos miraban para otro lado.
En ese entonces creo que ni a Jaime se le hubiera ocurrido que Aramburu
estaba negociando una isla y que la Marina la estaba usando para “tapar”a
los detenidos. La isla era del episcopado o del arzobispado de Buenos
Aires. Jaime seguía, pero como quien camina medio solo. Entre
sus hermanos no tenía mucho apoyo. Más bien, lo criticaban.
La Conadep lo puso en foco, asumió y laburó con todo.
Pero había empezado con sus dolencias. Se iba los domingos
a Buenos Aires y volvía el lunes por la noche. Todas las semanas
igual. Yo creo que nunca faltó a una reunión de comisión.
Y si lo hizo fue porque estaba en un pre o post operatorio».
La Conadep
El presidente electo en democracia, Raúl Alfonsín,
llamó a determinados ciudadanos con la misión de llevar
adelante la investigación sobre la desaparición de personas
de manera independiente y ad honorem. Así se formó la
Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas) integrada por Ricardo Colombres, Dr. René Favarolo,
Hilario Fernández Long, Carlos T. Gattinoni, Dr. Gregorio Klimovsky,
rabino Marshall T. Meyer, monseñor Jaime F. de Nevares, Eduardo
Rabossi, periodista Magdalena Ruiz Guiñazú y el escritor
Ernesto Sábato (presidente). Formaron parte, además,
Santiago Marcelino López, Hugo Diógenes Piucill y Horacio
Hugo Huarte, nombrados por la Cámara de Diputados de la Nación.
La comisión creada por el primer presidente democrático
después de la dictadura militar tuvo cinco secretarías
a cargo de Graciela Fernández Meijide, Daniel Salvador, Raúl
Aragón, Alberto Mansur y Leopoldo Silgueira.
Testimonios del horror
“La ausencia de Oscarcito nos obligó a entrar en un
período de nuestra vida nunca imaginado, donde empezamos a
utilizar otros elementos con un objetivo claro: que todos los que
actuaron en apoyo de ese gobierno genocida paguen con justicia terrenal
todos sus desmanes”, Oscar Ragni (Padre de Oscar Ragni,
desaparecido el 23 de diciembre de 1976).
“Nuestros hijos viven en vos, en un obrero, en un estudiante;
nuestros hijos viven en todos los que caminan por la calle. Los años
pasan, pero no hay olvido”, Inés Ragni (Mamá
de Oscar Ragni, desaparecido el 23 de diciembre de 1976).
“La madre de desaparecidos es aquella que está padeciendo
un dolor igual que el nuestro, pero no es Madre de Plaza de Mayo.
Serlo significa asumir el compromiso de nuestros hijos, seguir levantando
sus banderas y ser fieles a nuestras consignas, intransigentes, pero
primordiales para analizar la historia de 29 años de lucha
que tenemos todas la Madres”, Lolin Rigoni, Madre activa
de Plaza de Mayo.
“Mi lucha no tendrá fin hasta el día que exista
justicia; eso es lo único que me dejará tranquila. Quiero
una justicia formal que encarcele a todos los responsables y otra
condena social, porque es fundamental para que la democracia siga
creciendo”, Adriana Metz (Hija de Graciela Romero y
Raúl Metz, desaparecidos. Y busca a su hermano que nació
en cautiverio).
“A partir de ese momento uno empezó a darse cuenta que
existía otro mundo: el infierno. Es traspasar una puerta y
encontrarse con otro mundo en el que uno empieza a darse cuenta de
la mentira, de los manoseos y de la bicicleteadas que nos hizo la
fuerza de seguridad”, Susana Brescia (Esposa de Rodolfo
Marinoni, desaparecido el 29 de setiembre de 1977).
“La dictadura no sólo destruyó la vida de las
personas en su cuerpo, sino que destruyó las ideologías,
los pensamientos y las redes solidarias. Hoy vemos que el no meterse
es un proceso puramente del argentino. Éste es el país
con dictaduras y consecuencias nefatas”. Noemí Alemani
(vicepresidenta de la AProDH).
“No bajaremos la consigna hasta que exista justicia, de lo
contrario la llevaremos a nuestra tumbas”, Inés
Ragni, Madre activa de Plaza de Mayo.
“Había que juntar todas las fortalezas del mundo para
superar situaciones límites que uno nunca se imaginó
tener que enfrentarlas. Incertidumbre, angustia y el temor por saber
dónde y cómo terminaría mi vida”, Oscar
Radonich (detenido en ‘La Escuelita’ desde el
13 al 19 de enero de 1977).
“Después de la desaparición de mi esposo sentí
que vivía prestada y de regalo, sólo para cuidar a los
chicos. Mi vida se partió en dos y no la concebía sin
él, porque era un presente ausente permanente. Estaba al lado
mío, pero a la vez sentía un dolor inmenso por su ausencia.
De todas maneras no quería morirme sino vivir, cuidar y acompañar
a mis hijos en su crecimiento”, Serena Gutiérrez (Esposa
de Rodolfo Teberna desaparecido el 16 de abril de 1977).
“Comencé a vivir con mucho temor y debí alejarme
de Neuquén ocultándome en casa de compañeros
y amigos solidarios. En medio de este clima me fui enterando diariamente
de la muerte, detención y desaparición de compañeros,
lo cual es algo que la sociedad nunca perdonará”, René
Chávez (exiliada en México durante el Proceso).
“Mi exilio significó salir de las manos de la dictadura
militar y encontrarme con un pueblo muy solidario”, Jorge Ruiz
(Detenido desde junio del ‘77 hasta el 1 de junio de
1978, cuando se fue exiliado a México hasta el ‘86).
“El estar detenido genera climas inoportunos, sentimientos
profundos y, sobre todo, momentos de soledad absoluta. Son momentos
en que se ponen en juego las cosas más profundas de nosotros
y donde el deseo de vivir es cada día más fuerte en
busca de reafirmar nuestras convicciones y lograr una sociedad más
justa”, David Lugones (secuestrado desde el 28 de marzo
al 30 de diciembre de 1976).
“Como Hijos tenemos 10 años de lucha, pero son 30 de
vida. Por eso nosotros miramos a las madres y las aplaudimos, porque
ellas transitan desde hace 30 años por las calles en busca
de la verdad, verdad robada de la manera más cruel”,
Gervasio Díaz (Agrupación Hijos de Neuquén
y Alto Valle).
“No existe un basta hasta que no hallemos la justicia. Inclusive,
con justicia y habiendo logrado que los genocidas paguen en la cárcel
hay que seguir porque hay mucho por hacer dentro de una sociedad en
la que muchos no conocen su verdad, y otros hemos crecidos bajo el
miedo y el silencio”, Paola Panizza (Agrupación
Hijos de Neuquén y Alto Valle).
“Nunca pensé que llegaría a recordar los 30 años
del Golpe en vida. Es recordar todo lo que nos pasó, pero también
es celebrar todo lo que se luchó. Hoy en día no existen
posibilidades de un nuevo Golpe, porque la lucha de muchos lo pudo
y la mayoría del pueblo eligió el camino de la vida
y no el de la muerte”. Rubén Capitanio (sacerdote
amigo de Don Jaime de Nevares).
“Hablar del 24 de marzo es hacer referencia al parto de Juan
Sebastián. A él lo parí con cinco tipos apuntándome
con ametralladoras. Por un lado, me aferraba al pibe, que era sinónimo
de vida y, por el otro, era estar rodeada de la muerte. Es recordar
la impunidad y el estar a merced de estos locos de mierda que jugaron
con nuestra vida y reafirmar que nunca más suceda un Golpe
como el que sufrimos todos”, Alicia Luna (detenida desde
el 9 de setiembre del ’75 hasta el 25 de enero de 1981).
“Para mis padres fue muy duro vivir y sobrellevar todo este
proceso. Porque no sólo tenían un hijo desaparecido,
sino que otro estaba exiliado”, Ricardo Fonseca (hermano
de Juan Fonseca, desaparecido en el ‘78).
“Nunca más los militares van a volver, porque saben de
la voluntad que hay del otro lado. Ellos hicieron desastres y mataron
a cuantos se les cruzaron, pero hoy están donde deben estar”,
Edgardo “Chicato” Caso (detenido el 18 de diciembre
de 1975 y liberado el 18 de diciembre de 1981).
“Son 30 años los que se cumplen del Golpe de Estado
de 1976. Son 30 años que aún hoy no son fáciles
de llevar, porque cuando me ha tocado vivir situaciones difíciles
me he preguntado: ‘¿Viejo, dónde estás?’,
o también me ha tocado tirar una frase al aire diciendo: ‘Vieja,
te quiero mucho’. Siempre es así, no logro acostumbrarme
y despegar de mi conciencia la pregunta ‘¿por qué?’;
porque mis viejos están desaparecidos”, Pablo Marcelo
Hodola (hijo de Oscar Hodola y Sirena Acuña desaparecidos
el 12 de
mayo de 1977).
“Son 30 años los que se cumplen del Golpe de Estado
de 1976. Son 30 años que aún hoy no son fáciles
de llevar, porque cuando me ha tocado vivir situaciones difíciles
me he preguntado: ‘¿Viejo, dónde estás?’,
o también me ha tocado tirar una frase al aire diciendo: ‘Vieja,
te quiero mucho’. Siempre es así, no logro acostumbrarme
y despegar de mi conciencia la pregunta ‘¿por qué?’;
porque mis viejos están desaparecidos”, Pablo Marcelo
Hodola (hijo de Oscar Hodola y Sirena Acuña desaparecidos
el 12 de
mayo de 1977).
“María Paz fue la prolongación de mi vida; entonces,
tener a mi hija en brazos era sinónimo de esperanzas, de que
no todo estaba perdido y que tenía otro motivo por el cual
estar bien, sana y seguir la lucha a pesar de la tortura psicológica”,
Amalia Jara (detenida desde el 9 de marzo de 1976 hasta el
7 de enero de 1981).
“Uno permaneció con la esperanza de ver a mis padres
siempre unidos. Fueron años de espera a que llegase el circo
con ellos como partícipes, pero la realidad me los entregó
por separado”, María Paz Caso (nació en
la cárcel de Olmos, La Plata, el 28 de julio de 1976).
Viaje al más allá
Sin dudas fueron todas personas que entregaron testimonios fuertes.
Duros. Testimonios que sirven para conocer de cerca una parte de la
historia argentina que, para algunos, hasta ahora se resumían
en comentarios o lectura de algún documento.
Hurgar en los testimos fue una experiencia increíble. Desde
observar un documental o un relato, una parte de la historia se abrió
ante la sola inquietud de realizar una pregunta. Todos los interrogantes
fueron cubiertos sin necesidad de mirar para todos lados, por pensar
que alguien los observaba, como sí ocurría por aquellos
años oscuros.
Los testimonios recopilados confesaron los sufrimientos de los diversos
episodios del horror. Sufrimiento que, en muchos casos, salió
a la luz después de 30 años de una dolorosa quietud.
Para la mayoría, fue llorar en presencia de recuerdos imborrables
de una película que va en pleno retroceso.
Las décadas pasan y la justicia no llega. Los años van
y vienen y los culpables siguen sueltos o encarcelados en sus propias
viviendas.
Los entrevistados balbucearon, lagrimearon e instalaron su memoria
en el más allá. Todos dejaron por varios instantes de
mirar a los ojos sabiendo que la historia de su pasado más
oscuro durante la última dictadura militar fue triste, pero
interesante a la vez. Es que ellos viajaron en el tiempo y permanecieron,
delante de ojos indagadores, atados y encapuchados. Sentían
las repetidas descargas eléctricas, la falta de apetito, la
mala higienización y por su mente no paraban de deambular las
torturas psicológicas. También hubo quienes mientras
contaron su historia se instalaron en las arduas caminatas por las
comisarías y los más de 390 Centros Clandestinos de
Detención en busca de un hijo, esposo, amigo o familiar que,
entre el 24 de marzo de 1976 y diciembre de 1983, fueron víctimas
de los “años de plomo”; víctimas de la historia
más sangrienta de nuestro país.
Los años pasaron. Las respuestas no llegan. Las luchas no cesan.
Las causas siguen estancadas. Los familiares piden por el esclarecimiento.
Y los detenidos, secuestrados, hijos nacidos en cautiverio y familiares
que sufrieron algún atraco indirecto continúan observando
la misma película desde hace años sin ver la palabra
crucial: FIN.
Todos ellos dejaron una enseñanza: lo peor del horror tocó
en carne propia a los seres humanos; pero también que, de aquella
época en adelante, nada malo puede entrar a nuestro mundo sin
pedir permiso.
Pablo Truffa
Entre poesías y chicos
Presos políticos, desaparecidos e hijos escribieron
sobre el Proceso militar. Los jóvenes se sumaron y dibujaron
sobre lo que saben de aquellos años.
Madres-Coraje
A punto estuvo Dios de darse vuelta
para ver el horror y, más, para mirar la gesta
de las madres-coraje de la Plaza de Mayo.
Pero Dios, asido a su cayado,
prosiguió distraído por el espacio-tiempo.
Y es además sabido que mirar hacia abajo le molesta.
Sin embargo, las madres por su cuenta
enfrentando a los fríos asesinos,
prosiguieron con instinto divino
luchando, por la vida predispuestas.
A punto estuvo Dios… pero en la cuesta
de una galaxia a otra un viento repentino
lo habrá empujado fuera del camino
que, tal vez, lo acercaba a este planeta.
Las madres, cada día más alertas
al amor que a todo lo sufrido,
con sus pañuelos blancos adheridos
vencieron a la hora más siniestra.
A punto estuvo Dios…¿o estarías de fiesta?
Y no sintió los gritos, conmovidos.
Ricardo Fonseca (exiliado en México desde el ‘78
hasta 1984).
El reflejo de las palabras
Por Natacha Donadio
San Martín de los Andes > “De eso
acá mucho no se habla, viste”. Aunque parezca mentira,
estas palabras fueron pronunciadas por un joven en la ciudad de San
Martín de los Andes, sólo unas semanas atrás.
No fue hace 30 años, fue hoy. El joven se mostró sorprendido
porque había leído en «Revista La Grieta»
del mes de enero un recuadro donde se recordaba los 58 años
que hubiera cumplido el 21 de ese mes Rodolfo Mario Teberna, nacido
y criado en San Martín de los Andes, desaparecido en La Plata
el día 16 de abril de 1977. Pocas palabras las de ese joven,
pero que tanto dicen. Sí, pocas palabras, pero que alcanzan
para pintar los rasgos de una sociedad –la que habita esta llamada
aldea de montaña- regida sólo por los avatares superficiales
y artificiales que inundan la vida diaria.
San Martín no es sólo turismo, lagos, nieve, asfalto
y puentes. Los habitantes de este lugar deberían sentirse orgullosos
no sólo por la limpieza de sus calles sino también porque
entre su gente –hace no tantos años- surgió un
hombre digno de ser recordado, tanto porque hoy forma parte de los
30.000 desaparecidos, como por su historia de vida, por los valores
que defendía, por los objetivos por los que luchaba, por las
acciones que realizaba en consecuencia con sus ideas.
Pensar, decir y hacer, con altruismo y humanidad, eso era «Fito»
Teberna. La ausencia de información y de conocimiento sobre
nuestro pasado reciente conlleva la involución de las personas;
de eso dan cuenta palabras como las que abren esta reflexión.
1976, año del dragón
Va a nacer un dragón,
póngale cadenas a la madre.
Va a nacer un dragón,
maten al padre.
Va a nacer un dragón,
róbenselo.
Va a nacer un dragón.
«De cenizas entre cenizas de ceniza»
Juan Sebastián Villarreal, 2004.
La cárcel late
La cárcel late
el arte decora los muros de nuestra prisión
la cultura que nace de la tierra está proscripta
por métodos delicados como el desprecio
la cultura que no nace de la tierra
sirve contra nosotros
por ella los muros de nuestra prisión no parecen paredes
está prohibido que la tierra dé cultura
en la mente alien de la cultura que no nace de la tierra
la cárcel late en tu mente alien
y la cultura que no nace de la tierra no te dio corazón.
Juan Sebastián Villarreal, 2004.
«El cristiano»
Para el cristiano no hay cosas grandes
o cosas chicas.
Para el cristiano todas las cosas son grandes.
Pues para el cristiano no existen
cosas chicas o cosas grandes.
Sino hombres grandes y
hombres chicos.
«La fe»
La Fe: es aquello que me permite
seguir buscando
lo que no encuentro.
La Fe: es un ver cara a cara
en medio de una gran
oscuridad.
Fe: Capacidad de soportar las
dudas.
La Fe: No es tener luz plena, sino
tener la «luz necesaria» para
soportar la oscuridad.
(Escritos de Oscar Hodola, desaparecido en 1977)
Una semana de memoria
El recorrido
comienza a las 20 desde el Monumento a San Martín.
Durante toda la semana, las diferentes organizaciones en defensa
de los Derechos Humanos de Neuquén capital y el Alto Valle
realizaron actividades recordando los 30 años del último
Golpe militar iniciado el 24 de marzo de 1976.
Los eventos tuvieron lugar en toda la provincia, centrándose
en esta ciudad. El inicio fue el domingo pasado con el evento artístico
cultural desarrollado en el Monumento a San Martín, y continuó
día a día con conferencias, charlas con testimonios
personales, la visita de las Madres Activas de Plaza de Mayo por ciudades
vecinas de la provincia y un recorrido por las instituciones escolares.
El cierre será hoy a las 20 cuando dé comienzo la tradicional
marcha convocada por los organismos de Derechos Humanos y organizaciones
sociales y que estará encabezada por el lema: “A 30 años
del Golpe genocida: por siempre juicio y castigo a los culpables”.
La concentración será en el Monumento a San Martín,
para desde ahí dirigirse hasta a la Monumento a la Madre, pasar
por el Comando del Ejército (Avenida Argentina entre Sargento
Cabral y Antártica Argentina) y regresar al Monumento al general
San Martín. Por último, ahí se realizará
un acto en el que hablará un orador por cada grupo organizador.
“La convocatoria es solamente en recordación del 24 de
marzo, en repudio al Golpe y al terrorismo de Estado implementado
entonces y reivindicando a nuestros treinta mil desaparecidos y todas
las victimas de aquel terrorismo”, expresó Oscar Ragni,
integrante de la Corriente de Militantes por los Derechos Humanos.
“Los organismos reafirmamos que no hay otra movilización
más que ésta y que cualquier columna que se desprenda
de este recorrido, lo hará por su exclusiva cuenta y responsabilidad”,
agregó.
Un día de actividades
La jornada de hoy estará centrada en los actos que servirán
de recordatorio por los 30 años del Golpe. En toda la provincia
se llevarán a cabo actividades de distintas índole.
Temprano habrá un acto en la localidad de Centenario, donde
en la biblioteca popular Jorge Fonseca se recordarán aquellos
“años de plomo”. También se realizarán
actividades en Cutral Co y Plaza Huincul.
A media mañana, la movilización tendrá lugar
en Cipolletti. El evento dará comienzo a las 11 y la concentración
se dará en el lugar donde está el recordatorio a las
víctimas del Golpe.
Descubriendo la historia del pasado
Neuquén
> Las instituciones educativas de la capital neuquina
trabajaron en la busca de la historia. «Son los chicos quienes
tienen que descubrir lo que pasó en el país»,
dijo un docente. Esta labor, motorizó a los chicos quienes
se interiorizaron por conocer más de cerca «la historia
más negra de la Argentina», haciendo mención a
los siete años del proceso militar.
Una de las actividades consistió en observar el documental
«Historias cotidianas». Se trata de la película
dirigida por Andrés Habegger y editada en 2001. La cinta cuenta
la historia de seis hijos de personas desaparecidas durante la última
dictadura militar de Argentina. Sus vivencias, recuerdos y sensaciones
son relatadas desde el presente mientras el directorplantea un escenario
humano atrapante.
Cutral Co espera su acto en la plaza central
Cutral
Co - Plaza Huincul > El aniversario de los 30 años
del golpe militar que tomara por la fuerza el poder en 1976, será
recordado hoy en un acto central promovido por ambos municipios, que
se llevará a cabo en lo que será la plaza de la Memoria,
frente al hospital Complejidad VI a partir de las 10.30.
Ayer se realizaron actividades relacionadas con la conmemoración
de la fecha. La Casa de la Cultura fue el lugar de encuentro para
adolescentes que se sumaron al debate sobre el valor de la democracia;
escucharon testimonios sobre los «años de plomo»
y participaron de un recital de músicos locales, además
de observar material fotográfico y bibliográfico sobre
el periodo militar.
En el Concejo Deliberante de Plaza Huincul se realizó un emotivo
homenaje al concejal Pedro Maidana, quien sufrió la detención
por parte de los militares por su vinculación política.
“Nosotros los detenidos, los hijos y familiares de los desaparecidos
hemos realizado charlas para mantener viva la memoria, relatamos hechos
que nos han hecho sufrir y que asumimos como un sacrificio necesario
e importante en esa etapa para poder dar lugar a la reciente democracia,
hoy a 23 años con sus falencias y problemas se sigue manteniendo”,
dijo Maidana al agradecer el homenaje.
Por su parte el edil por la UCR, Julio Tolosa, aseguró que
se debe “reivindicar esa actitud de memoria de todo el pueblo
argentino, comprometido para seguir manteniéndola” y
agregó que “en el reconocimiento a usted, concejal, agradezco
a todos los que se sacrificaron para que tengamos la democracia de
hoy”.
El presidente del Concejo, Carlos Miguel, dijo: “Quiero pedir
un homenaje y un reconocimiento, porque si revisamos la historia vamos
a ver que había gente con una luminosidad intelectual que nos
va a llevar mucho tiempo recuperar”, reflexionó.
Vecinos relataron sus vivencias
San Martín
de los Andes > Como parte de las actividades en recuerdo
de los 30 años del Golpe militar del 24 de marzo de 1976, se
realizó en esta ciudad un panel de debate conformado por varios
vecinos que expusieron sus experiencias durante los años del
Proceso de Reorganización Nacional.
Bajo la denominación “Todo está clavado en la
memoria, espina de la vida y de la historia”, y ante casi un
centenar de personas que se dieron cita a la sala de la Biblioteca
Popular 9 de Julio; se revivieron momentos muy duros y a la vez se
compartieron historias vividas en la época de la dictadura
militar.
El panel estaba integrado por la escritora Delia Boucau, quien contó
los días en que fue detenida junto a un cura y dos maestras
mientras trabajaba en la Escuela Albergue “Mamá Margarita”,
ubicada en la zona de Pampa del Malleo a unos 30 kilómetros
de Junín de los Andes. También hicieron lo propio Graciela
Vicente, Stella Maris Solanas y Carlos Pérez, que en varias
oportunidades fueron alojados durante varios días en los calabozos
de Gendarmería, lo mismo que el matrimonio conformado por María
Luján Gómez y Eduardo Ubaldini., quienes ante la imposibilidad
de poder trabajar debieron emigrar a México con sus hijos;
y que después de 25 años retornaron a San Martín
de los Andes. Más trade fue el turno de Eduardo Buamscha, que
en esa época era diputado provincial por el peronismo, y contó
su odisea que incluyó detenciones en Bahía Blanca y
en la cárcel de Rawson, Chubut, hasta su liberación
y posterior exilio en México.
Por su parte, el doctor Tomás Rodríguez hizo pública
una nota presentada al Concejo Deliberante solicitando que se coloque
el nombre de Rodolfo Teberna a una calle o lugar de la ciudad; como
homenaje al único sanmartinense desaparecido durante la dictadura
militar.
En cuanto a las actividades, hoy desde las 11 está prevista
la proyección en el salón de usos múltiples del
Barrio El Arenal del video “La última marcha” de
las Madres de Plaza de Mayo, y el panel de debate “Tiempos de
dictadura en la vida cotidiana”. Ambas actividades se reiterarán
a las 19. El cierre será a partir de las 20 cuando actúen
grupos locales en homenaje a los desaparecidos, y se leerán
poemas y adhesiones.
El triunfo de la persistencia
El rock
argentino era considerado como un acto colectivo que debía
ser censurado. A pesar de las prohibiciones, la mayoría de
los cantantes logró sobrevivir al Proceso.
Siempre se dijo que cuando el mundo se acabe, los artistas están
destinados a salvarlo, porque el arte persiste a lo largo de los años.
La razón puede encontrarse en cada una de sus formas que permiten
expresar los sentimientos del hombre o eternizar un hecho histórico,
una figura, próceres, lugares y escenas de la naturaleza, entre
otras tantas opciones.
Pero hay una de todas estas posibilidades que siempre se vio vulnerada
y perseguida por quienes detentan el poder: la canalización
del derecho a la libertad de expresión. Por lo general, quienes
tomaban este derecho como una herramienta de trabajo eran censurados
o criticados desde ciertos sectores, que impiden que alguien manifieste
su forma de concebir el mundo, que denuncie hechos que permanecen
ocultos o que critique situaciones de la sociedad.
Algo similar sucedió en la década de los ‘70 y
que se profundizó cuando la Junta Militar dio su trágico
Golpe de Estado el 24 de marzo de 1976. La música, corporizada
en su manifestación más rebelde hasta ese momento que
era el rock, y cada uno de sus intérpretes sufrieron varios
intentos de silenciamiento en los que la prohibición y el exilio
eran cada vez más frecuentes. Y aun así, a pesar de
las persecuciones, tanto los que se quedaron como los que se vieron
obligados a viajar a otro país, seguían luchando a través
de las letras de sus composiciones. Y fue, por esta valentía
de no callarse, que muchos de ellos se mantienen en vigencia.
Crecimiento
A medida que se fue acentuando el clima de lucha social y que las
Fuerzas Armadas comenzaban a ganar una mayor presencia al comienzo
de los años 70, algunos compositores comenzaron a incorporar
en sus repertorios canciones con connotaciones políticas de
carácter testimonial, a las que se llamó «canciones
de protesta». El trabajador, el idealista, el que no quería
quedarse con la historia que le contaban y el que se oponía
al sistema eran figuras predominantes. Apuntaban a demostrar al mundo
que existía un grupo que sentía que las cosas debían
cambiar y que no era una mera ilusión de una minoría.
Pero toda forma de reunión colectiva era peligrosa y, por lo
tanto, debía ser controlada. El rock, en los peores momentos
del régimen, no tardó en ser víctima de la represión.
No sólo se prohibieron los grandes recitales, sino también
las actuaciones por la televisión y la radio que, al igual
que la industria discográfica, fueron cuidadosamente censuradas,
debido a la «búsqueda de pruebas de subversión».
De esta manera, los músicos debieron movilizarse de forma cautelosa
y a apelar a recursos de la poesía para que sus mensajes en
sus letras pasen para los censores desapercibidos, por decirlo de
alguna manera.
Pero la música no dejaba de escucharse. La cantidad de las
pequeñas salas en míticos bares, e incluso las que existían
en las casas de los propios artistas, aumentaba con el transcurso
del tiempo. Cada vez tenían más público y aparecían
más agrupaciones, que tomaban la posta que habían dejado
las precursoras del género.
Medidas
¿Cómo se podía apaciguar semejante crecimiento?
Una forma fue la tristemente habitual represión y encarcelamiento,
con la que desaparecieron muchos de los que exteriorizaron sus ideales
y con la que otros debieron exiliarse. Pero había un método
mucho más eficaz, que vino de la mano del cine y que enaltecía
la figura del muchacho correcto, familiero y que no andaba en cosas
raras. Este nuevo ser era el eje de las comedias familiares y las
de acción, donde las fuerzas del orden eran representadas como
alguien que estaba para el bien de la sociedad, dispuesta a ayudar
al ciudadano.
Las canciones solían cantarle al amor per se. No había
críticas sociales y todo apuntaba al rescate de los valores
sociales que «parecían» haberse perdido. Y, al
igual que sucedía en la gran pantalla, si la persona era un
buen samaritano si había algún problema, éste
tenía una rápida solución.
El clima reinante no era propicio y eran pocos los medios que se animaban
a darles voz a los «muchachos de pelo largo». Todavía
impactado por el fenómeno de The Beatles, Juan Alberto Badía,
desde su «Imagínate» le dio espacio al rock y a
todas las nuevas corrientes del tango y el folklore. Pero no era el
único, y muchos otros, con más o menos compromiso, se
iban sumando a la ola que estaba en contra de la censura de cualquier
tipo.
Aún así, la Junta de Comandantes Generales reprimía
con la pena de reclusión por tiempo indeterminado «…al
que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados
o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas
o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas
o al terrorismo».
Triunfos
Luego del Mundial de Fútbol, la Argentina musical se llamó
al silencio. Los pequeños espacios se habían quedado
en eso y la «Fiebre del sábado a la noche» y lo
disco inundó las tiendas discográficas. La discoteca
reemplaza al recital. El baile sustituyó al canto y el inglés,
al castellano. Los rockeros habían perdido la batalla.
Los años pasaban y el agobio del pueblo, paradójicamente,
iba in crescendo. Una situación que se hizo explícita
cuando en una contradictoria pero masiva convocatoria en Plaza de
Mayo anunciaba que el país entraba en guerra.
La toma de Malvinas significó para el rock nacional la posibilidad
de su difusión masiva en los medios audiovisuales que hasta
entonces le habían negado sus espacios. Ante la decisión
de las autoridades de no transmitir más música en inglés,
las radios debieron apelar a la música que desde hacía
años esperaba ser reconocida.
Muchas figuras recuperaron sus lugares. Los conciertos habían
vuelto y los artistas se convirtieron en virtuales aspirinas para
tantos dolores de cabeza. Y por ello, su presencia fue fundamental
cuando la democracia recuperó su lugar, tras seis años
de estar ocultada.
“Los dinosaurios”
(Charly García)
Los amigos del barrio pueden desaparecer,
los cantores de radio pueden desaparecer.
Los que están en los diarios pueden desaparecer,
la persona que amas puede desaparecer.
Los que están en el aire
pueden desaparecer en el aire.
Los que están en la calle pueden desaparecer en la calle (...).
“Retrato”
(Mercedes Sosa)
De amplia miel
Era su corazón en agraz
Y su boca locuaz
Como un viento fluvial
La corriente total
De su sangre en acción
La arrastraba en turbiòn
Convencido y caudal
No fue extraña al telar
Por la usina pasó
A la greda volvió
Regresó de la mar
Y a mi lado durmió (...).
“Inconsciente colectivo”
(Charly García)
(...) Mamá la libertad, siempre la llevarás
dentro del corazón
te pueden corromper, te puedes olvidar
pero ella siempre está.
Ayer soñé con los hambrientos, los locos,
los que se fueron, los que están en prisión
hoy desperté cantando esta canción
que ya fue escrita hace un tiempo atrás.
Es necesario cantar de nuevo,
una vez más.
“Como la cigarra”
(María Elena Walsh)
Tantas veces me borraron, tantas desaparecí, a mi propio entierro
fui, solo y llorando.
Hice un nudo del pañuelo, pero me olvidé después
que no era la única vez y seguí cantando.
Cantando al sol, como la cigarra, después de un año
bajo la tierra, igual que sobreviviente que vuelve de la guerra (...)
“La historia ésta”
(León Gieco)
Alguna vez sentiste mucha gente
tener quebradas sus fuerzas
O alzar del suelo un poema
que guardaba en un rincón
de su inocencia (...)
“Todavía cantamos”
(Víctor Heredia)
Todavía cantamos, todavía pedimos,
todavía soñamos, todavía esperamos;
por un día distinto,
sin apremios ni ayuno,
sin temor y sin llanto,
porque vuelvan al nido
nuestros seres queridos.
Todavía cantamos, todavía pedimos,
Todavía soñamos, todavía esperamos (...)
“Ayer nomás”
(Moris)
Ayer nomás
Mis familiares me decían
Que hay que tener
Dinero para ser feliz.
Hoy desperté,
Miré la calle y vi la gente.
Y es todo gris y sin sentido
La gente vive sin creer (...)
Engañados por la redonda
El Mundial
‘78 fue la mejor pantalla que usaron los militares para matar,
mientras millones de argentinos estábamos «idiotizados»
con la Selección de Menotti.
Por Silvio ricci
Aquel 1 de junio de 1978 quedó grabado en la memoria de cada
uno de nosotros como «la mejor fiesta de inauguración
de un Mundial». Y obviamente que para los que en esa época
éramos chicos (10 años en mi caso) todos esos comentarios
fascinantes que salían de nuestras bocas al otro día
en el cole eran metidos en nuestras cabecitas por la propaganda gubernamental
de aquella época, que nos bombardeaba con cortos publicitarios
alusivos a esa «fiesta» del fútbol del cual éramos
anfitriones por primera vez en la historia, el Mundial de 1978. ¿Y
quién no recuerda la pegadiza «25 millones de argentinos
jugaremos el Mundial...»?
Una Copa del Mundo que se ganó -¿en buena o mala ley?-
a esta altura del partido ya no importa, hay cosas mucho más
importantes que rescatar de aquellos años tortuosos para nuestro
país.
Y ahora, 30 años después de esos oscuros momentos, y
uno se hace cargo, muchos nos damos cuenta o descubrimos lo que fue
aquella farsa futbolística. Da vergüenza, ¿no?
Desborde popular
¿Qué pasaba por la cabeza de los argentinos en aquella
época? Sin dudas, por la mayoría y sobretodo de los
más chicos, lo único que existían eran los goles
de Kempes, las atajadas de Fillol, los cabezazos de Passarella. Todo
era fútbol para el «pueblo futbolero argentino».
¿Todo era fútbol?
Desgraciadamente, varios años después pudimos ver que
no. Que la fiesta era de los «milicos» que asesinaban
y torturaban a miles de compatriotas a escasos metros del «Monumental,
remodelado por la trilogía Videla-Massera-Agosti».
Se le ganó la final a Holanda y todos a la calle, locos de
contentos. Y pensar que más de uno habremos pasado por la casa
de alguna familia destrozada y ni nos dimos cuenta. Éramos
corderitos hipnotizados. Los más chicos, y no es excusa, no
sabíamos nada, y nuestros padres, ignorantes del tema o temerosos
de hablar, jamás nos contaron la verdadera historia. Pase de
factura.
La perversa inteligencia de los militares fue casi perfecta ¿?,
y sí, si tuvieron a millones de personas embobadas durante
casi un mes (y sólo refiriéndome al Mundial) con una
pelotita.
La memoria de aquellos años no se nos borra, como tampoco,
de ahora en más no se nos deben olvidar las caras de los «milicos
que vendieron y mataron a la Nación».
Los 26 deportistas desaparecidos
durante la dictadura militar
Miguel Sánchez (atletismo)
Daniel Schapira (tenis)
Carlos Alberto Rivada (fútbol)
Santiago Sánchez Viamonte (rugby)
Otilio Pascua (rugby)
Pablo Balut (rugby)
Mariano Montequín (rugby)
Hernán Roca (rugby)
Jorge Moura (rugby)
Rodolfo Jorge Axat (rugby)
Alfredo Reboredo (rugby)
Luis Munitis (rugby)
Marcelo Bettini (rugby)
Abel Vigo (rugby)
Eduardo Vavajas (rugby)
Mario Mercader (rugby)
Pablo Del Rivero (rugby)
Enrique Shorton Sierra (rugby)
Hugo Lavalle (rugby)
Julio Álvarez (rugby)
Ricardo Posse (rugby)
Negro Cordero (rugby)
Ricardo Dakuyaku (rugby)
Ricardo Omar Lois Navarro (rugby)
Carlos Williams (rugby)
Daniel Eliabe (rugby
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