“El psicoanálisis no tiene buena prensa”

 
 
Alejandro Daumas, miembro
de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, expuso en la
capital provincial.
El especialista Alejandro Daumas expuso en Neuquén capital sobre las diferencias y avances de los usos de la terapia respecto de años atrás.


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  Dijo que, pese a no estar bien visto, «el psicoanálisis siempre ha hecho las cosas bien como para poder prosperar y perdurar a lo largo de los siglos».

Neuquén > El psicoanalista Alejandro Daumas, miembro de la Asociación Mundial del Psicoanálisis, visitó esta ciudad para brindar disertaciones en las que abordó las diferencias y avances de los usos de la terapia con respecto a años atrás.
En una entrevista con La Mañana de Neuquén, indicó que aunque el psicoanálisis nunca estuvo bien visto, hoy nadie es considerado “loco” por hacer terapia. Una práctica que, pese a lo que sostienen algunos, Daumas entiende que va en “contra de la moda”.

Para plantear el psicoanálisis en el debate de hoy ¿Se podría decir que está “mejor visto” que tiempo atrás?
Por suerte el psicoanálisis nunca estuvo bien visto. Cuando Sigmund Freud lo lleva a Estados Unidos dicen que trae la peste, o sea, que hay algo alrededor del psicoanálisis como estructura de pensamiento que siempre tiene algo de escandaloso. Digo de escandaloso en tanto desde el nacimiento mismo del psicoanálisis que conmueve lo que son los ideales de la época de Freud, con relación a la cuestión de sexualidad y del ideal respecto del descentramiento del sujeto con un yo que podía dominar el mundo.
El psicoanálisis nunca tuvo muy buena prensa pero siempre ha hecho las cosas bien como para poder prosperar y perdurar a lo largo de los siglos. Me parece que lo que pasa hoy es que es una opción al malestar en la cultura, que si bien lo era en la época de Freud, ahora es una alternativa distinta en tanto ofrece una manera de pensar el sufrimiento, la subjetividad, uno por uno y eso la hace una práctica distinta. Hay otras prácticas que se ponen en juego en relación a la escucha, pero el psicoanálisis hace de la escucha algo diferente y tiene una utilidad social.

De un tiempo a esta parte era más habitual escuchar la frase “si vas al psicólogo estás loco”. ¿Hoy ya no es tan así?
Hay una idea de que ya ir al psicólogo, al analista, no es estar loco. El psicoanálisis introduce en la vida lo vivo del deseo y me parece que hace diez años lo vivo del deseo estaba ligado a la enfermedad, el que se analizaba estaba loco, el que concurría a una terapia estaba tocado por algo del orden del malestar. Podemos decir que hoy el psicoanálisis está en combate, y no en debate, con aquellas prácticas que lo que hacen es estandarizar a los sujetos.

¿Qué prácticas?
Terapias cognitivas, comportamentales, farmacológicas y hasta genéticas, por ejemplo. Son prácticas que si bien también (salvo la genética) toman en cuenta la dimensión de la escucha, lo que hacen es dejar un poco de lado esa singularidad más propia que es como a cada uno le tocó el deseo en la vida. Y me parece que ahí hay algo para discutir.
El psicoanálisis no se trata únicamente de una práctica que toca la cuestión intelectual, sino que toca el cuerpo, las formas que el sujeto tiene de pensar el propio, de hacer lazo al otro, las formas de ver que esos lazos perduren, por más de que ellos puedan ir extendiéndose cada vez más.

¿Hay una lectura de que el psicoanálisis está de moda?
El psicoanálisis va contra la moda. ¿Qué es la moda? Es nada más que lo que envuelve un cuerpo, es siempre un semblante. Y cambia, hay siempre un empuje a lo retro en la moda, una idea de que da brillo a la persona que está sujeto en ella. Y el psicoanálisis de alguna manera es contrario a la moda pero hace bien llevarlo.

¿Cómo se explica la necesidad de que cada vez más gente hace terapia?
Ahí tenemos algunas dificultades que encontramos en la teoría. Porque hay algo que da cuenta de que el psicoanálisis es pensable si hay articulado una demanda. No de conocerse o de ser más feliz, sino una demanda que es del orden del malestar o del sufrimiento. Hay sujetos que sufren desde el malestar en la pareja y hay otros que tienen sufrimientos más graves que implican el cuerpo. La idea de acercarse al análisis es tener la posibilidad de anclar el destino singular de cada uno, de otra manera. No creer que hay un destino final, sino que el psicoanálisis le ofrece la forma de pensar un anti destino, que no es posible pensarlo fuera de un análisis.

Abordar una sola problemática

¿Cuáles son las críticas más frecuentes que se le hacen al psicoanálisis?
Y la crítica más fuerte que se le hace es de que ya está, de que es antiguo, perimido, de que es una práctica fundada por Freud y que desconoce los resortes científicos que lo fundan. Una crítica relativa porque la podemos poner entre las cuerdas y demostrar que en el psicoanálisis hay cierto horizonte de una práctica que toma un real y que puede ser demostrada.
La otra crítica que se le hace es la cuestión del tiempo. Un psicoanálisis dura mucho tiempo, que también podemos refutarla. Podemos relativizar esta cuestión, porque hoy estamos tratando de pensar de qué manera intervenir en un tiempo más breve, más corto. Lo que podemos llamar terapias de ciclos determinados de la vida. Hay una experiencia que se hace en Barcelona que demuestra que el psicoanálisis puede durar un poco menos que aquel mito de la duración eterna de los análisis.
Esa es una crítica respecto de la cuestión del tiempo.

¿Y estas terapias serían abordando una sola problemática del sujeto?
Sí. Podemos decir que sería abordando algo que permite a la persona que se acerca a demandar algo y que sólo con eso que aborda se puede decir que ha sido tocado por el psicoanálisis. Por ahí es pensado como una teoría de los ciclos.
Yo tengo cierta experiencia en adolescentes y niños, y ahí es más claro que a veces los análisis duran un ciclo, duran una retracción sintomática, un acomodamiento del deseo.
Y está bien decirle al sujeto: marcha, vete en otras aventuras y cuando tengas ganas retoma ésta.

¿Se puede realmente empezar a hacer un psicoanálisis para abordar un problema?
El psicoanálisis no empieza con una focalización. Hay una dirección, partimos de una entrada y hay una salida, no vamos a focalizar las cosas. Pero es el sujeto mismo que quiere aventurarse en algunas significaciones, y sabe que en algún momento quiere decir “me marcho y volveré”.
Pero no está puesto el acento en la focalización, que es más del orden de otras prácticas.

 

 


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