Los daños en el oído
pueden ser irreversibles. La falta de prevención preocupa a
los profesionales de la salud.
Neuquén > La tecnología ofrece
hoy, en materia de herramientas musicales, aparatos cada vez más
prácticos para poder ser utilizados en diversos momentos del
día. Los reproductores de mp3 son un ejemplo de esto.
La inmensa capacidad de almacenamiento de temas, así como su
reducido tamaño, que lo hacen imperceptible para llevar cómodamente
en cualquier momento y lugar, son algunas de las ventajas que ofrecen
los mp3, sucesores del walkman y del discman.
Sin embargo, las posibilidades que ofrece día a día
la tecnología no siempre se traducen, en beneficios para la
salud.
María Amelia Espinoza, especialista en salud auditiva e integrante
del gabinete Integral Fonoaudiológico de Neuquén, explicó
que dos factores son determinantes a la hora de medir el grado de
lesión en el oído, cuando se utilizan los mp3. «En
primer lugar el tiempo de exposición y en segundo lugar el
nivel de intensidad en el que se escucha», dijo.
Debido a la reciente innovación del mp3, aún no existen
en la región estudios específicos, que den cuenta de
la cantidad de personas afectadas auditivamente por esta tecnología.
Jóvenes afectados
Espinoza indicó que pese a la inexistencia de estos registros,
en su consultorio recibe cada vez más jóvenes con “traumas
acústicos”, lesiones generadas en el oído interno,
tras la exposición a sonidos que sobrepasan los 80 db (decibelios,
medida establecida para medir la intensidad).
El oído humano puede tolerar cierta cantidad de decibelios
para no verse afectado. “Hasta hace unos años la Organización
Mundial de la Salud (OMS), aconsejaba escuchar música a un
nivel no mayor a los 85 db, pero este índice descendió
a 80 db en los últimos años”, ejemplificó.
Teniendo en cuenta esta norma se pueden inducir por lógica,
los daños ocasionados tras la exposición prolongada
a los mp3, cuyo sonido suele superar los 90 db.
Riesgos en miniatura
Los inconvenientes con esta nueva tecnología también
se generan por la manera en que los diminutos auriculares se introducen
en la oreja, tomando contacto directo con el nervio auditivo, sin
ningún tipo de amortiguación.
“Antes existían fundas que impedían el impacto
directo con el oído interno o bien eran mucho más grandes
y se colocaban sobre la oreja, sin incrustarse en el órgano
auditivo”, enfatizó Espinoza.
Además, los ruidos propios del ambiente hacen que se levante
más de lo aconsejable el volumen del mp3, para escuchar la
infinidad de temas que se ofrecen sin ninguna molestia del exterior.
“Cuando la persona que está al lado de quien utiliza
un reproductor, puede escuchar y diferenciar la canción que
éste está escuchando o si el oyente grita cuando habla,
es probable que el sonido esté superando los 85 o 90 db”,
informó Espinoza.
“El hecho de que hoy vengan a verme chicos, desde los 21 años
en adelante es preocupante porque esto significa que ya poseen un
grado avanzado de pérdida auditiva. Hace tiempo atrás
detectábamos este problema en personas que sobrepasaban los
40 años, en donde de alguna manera es “normal”,
el desgaste ocurrido en las células o cilios del oído”,
dijo la profesional.
Una gran parte de los adolescentes acude al fonoaudiólogo,
preocupado por cuadros de “pérdidas súbitas de
audición”, que se manifiestan a través de zumbidos
o “tinnitus”. “Generalmente esta especie de silbidos
dentro del oído, suceden después de haber estado en
boliches o en recitales escuchando música a una gran intensidad”,
comentó Espinoza.
La merma momentánea de la audición, se restablece a
lo largo de los días, mientras el paciente está en silencio.
Peligro silencioso
“La mayoría de los jóvenes se atienden cuando
tienen este síntoma, pero la pérdida de audición
generalmente se da de manera asintomático. El paciente no se
da cuenta del daño que se está provocando porque no
le duele y esto es lo preocupante”, precisó.
A diferencia de la pérdida de la visión, en la que uno
mismo puede detectar el problema, porque no ve, la pérdida
de audición generalmente es detectada por la familia o el entorno
del paciente. “Le hablan y no escucha o directamente no entiende
o porque levanta demasiado el tono de voz sin darse cuenta”,
relató Espinoza.
La ininteligibilidad de la palabra hablada es una de las consecuencias
más comunes entre las personas que sufren el trauma ya que
la persona escucha lo que se le está diciendo, «pero
no entiende, o bien lo entiende mal». «Esto es producto
del deterioro de las células o cilios que no permite enviar
al cerebro la señal correcta para la decodificación
del mensaje”, comunicó la fonoaudióloga.
«Lo único que se puede hacer son campañas de prevención,
para que la gente tome conciencia. Pero es difícil y costoso
competir contra el mercado que lanza este tipo de tecnología»,
concluyó.
Recomendación
Tiempos sugeridos de exposición a los sonidos que superen los
85 db.
(De acuerdo a la Resolución SRT 295/2003 de la OMS)
Sonido
a 85 db: 8 horas
Sonido
a 88 db: 4 horas
Sonidos
a 91 db: 2 horas
Sonidos
a 100 db: 15 minutos
Consecuencias
Alteraciones
en el sistema nervioso.
Alteraciones
en el ritmo cardíaco.
Dolores
de cabeza.
Dificultad
para dormir.
Cansancio
crónico.
Afecta
el rendimiento escolar o profesional.
Zumbido
o tinnitus en el oído por la excitación de las células
internas o cilios. Esta exaltación con el tiempo va deteriorando
la pared interna del aparato auditivo.
No se desarrolla
la máxima capacidad auditiva. El oído se termina acostumbrando
al ambiente sonoro y le cuesta identificar ciertas frecuencias.
Ininteligibilidad
o falta de discriminación del lenguaje. Es decir la persona
escucha pero no entiende, o entiende mal, porque el deterioro de las
células o cilios no permite la conexión necesaria con
el cerebro para descifrar correctamente el mensaje.
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