Por Vicente Poveda
Roma (DPA) > Su muerte provocó una verdadera
avalancha humana en Roma, dando lugar a una de las mayores peregrinaciones
recordadas en la historia del cristianismo.
Las autoridades italianas calculan en unos cinco millones las personas
que «asaltaron» la Ciudad Eterna hace un año, entre
el fallecimiento del papa Juan Pablo II, el 2 de abril de 2005, y
la elección de Benedicto XVI como su sucesor, 17 días
después.
Los peregrinos tuvieron que hacer colas de más de diez horas
para poder ver durante apenas unos segundos en la Basílica
de San Pedro el cadáver del polaco Karol Wojtyla (1902-2005),
el primer Papa de la era de la globalización y quien protagonizó
uno de los pontificados más largos y más activos en
los más de 2.000 años de existencia de la Iglesia católica.
Sensación
Juan Pablo II, cuya elección el 16 de octubre de 1978 supuso
toda una sensación al provenir del otro lado del Telón
de Acero y romper con una larga sucesión de papas italianos,
generó fuertes discusiones al mantener la postura tradicional
de la Iglesia en torno a la ordenación femenina, el celibato
o los anticonceptivos. Sin embargo, encontró una gran aprobación
popular con su oposición a la guerra de Irak, sus impulsos
al movimiento democrático del Este de Europa o sus críticas
al capitalismo feroz. En los 26 años que se mantuvo en la Sede
de Pedro batió varios récords, al realizar más
de un centenar de viajes fuera de Italia, escribir 14 encíclicas
y declarar tantos beatos y santos como todos sus antecesores juntos.
Además, con su manera de aproximarse a los medios de comunicación
creó una nueva forma de concebir el pontificado, convirtiendo
sus numerosas apariciones públicas en un espectáculo
mundial.
Sus imágenes rezando ante el Muro de los Lamentos en Jerusalén,
abriendo la Puerta Santa del Vaticano con motivo del jubileo del año
2000 o visitando la Mezquita de Damasco dieron la vuelta al globo.
Es lo que altos representantes del Vaticano calificaban como «el
pontificado de los gestos».
Vitalidad
Juan Pablo II mostraba una fuerte vitalidad al comienzo de su pontificado,
tanto que se llegó a calificarlo de «el atleta de Dios».
Sin embargo, necesitó de dichos gestos ante las cámaras
cada vez más conforme se iba acercando el final de su vida,
marcada por la vejez y la enfermedad. El Parkinson y las consecuencias
del atentado que sufrió en 1981 dejaron mella en él.
En sus últimos años, su voz se fue volviendo incomprensible,
su andar cada vez más cansino, hasta acabar en la silla de
ruedas.
De todas maneras, ni siquiera el hecho de que los médicos le
realizaran una traqueotomía dos meses antes de su muerte llevó
al Papa a resignarse ni apartarse de la vida pública. Cuando
abandonó el hospital en Roma después de la operación,
una cámara lo acompañó en el «Papamóvil»,
mostrando cómo saludaba a los fieles al pasar.
Y cuando en su último Viernes Santo no pudo participar en el
Vía Crucis por primera vez en todo su pontificado, se mostró
a través de televisión cómo el Papa seguía
la celebración desde sus aposentos. Pese a sus enfermedades,
Juan Pablo II se negó a renunciar. «Tampoco Jesús
bajó de la cruz», afirmaba a sus allegados cuando le
planteaban la posibilidad de retirarse.
Con todo, el cardenal Joseph Ratzinger, hoy convertido en su sucesor,
aseguraba que detrás de la figura del Papa y de sus esfuerzos
por seguir adelante se ocultaba el «testimonio de anticonformismo»
de alguien que se negaba a ocultar sus signos de vejez frente al «culto
a la juventud» imperante en la sociedad.
Funeral
Su multitudinario funeral en la Plaza de San Pedro congregó
a los principales líderes mundiales. Sobre su sencillo ataúd
de madera colocado en el suelo reposaba una Biblia cuyas páginas
eran movidas por el viento.
Cuando la ceremonia iba tocando a su final y el ataúd se mostró
por última vez al pueblo antes de introducirlo en el interior
de la Basílica de San Pedro, muchos de los presentes rompieron
en gritos de «Santo subito!» («¡Santo ya!»),
exigiendo ver inmediatamente al fallecido como santo en los altares.
La Iglesia católica impone fuertes condiciones a las beatificaciones
y canonizaciones de sus fieles fallecidos, entre ellas que se espere
cinco años después de la muerte del candidato antes
de poder iniciar su proceso de elevación a los altares. Sin
embargo, en medio del clamor popular, Benedicto XVI decidió
poco después de su elección levantar dichas trabas y
acordó el comienzo inmediato del proceso de Juan Pablo II.
En el marco del proceso, que se lleva a cabo paralelamente en Roma
y Cracovia y que promete ser uno de los más rápidos
en la historia de la Iglesia, se recogen las declaraciones de testigos
que vivieron de cerca a Juan Pablo II y se analizarán además
los numerosos escritos del fallecido.
En esta fase del proceso, en la que se pretende averiguar si Juan
Pablo II vivió de manera heroica las virtudes cristianas, jugará
seguramente un papel destacado el que durante décadas fuera
secretario particular del Papa, Stanislaw Dziwisz, quien fue la persona
que más de cerca trató al fallecido.
Sueño
Dziwisz, hoy arzobispo de Cracovia y creado recientemente cardenal,
sueña con que Benedicto XVI se salte todas las normas y beatifique
a Juan Pablo II en mayo, si cumple con sus promesas de visitar Polonia
entonces.
Para la elevación de Juan Pablo II a los altares será
necesario que se le reconozca un milagro atribuido al fallecido, después
de que alguna persona le haya rezado pidiendo su intercesión.
Qué pasa si tuvo una novia
Santiago de Chile (DPA) > El postulador del Vaticano
para la beatificación de Juan Pablo II, el sacerdote polaco
Slawomir Oder, estimó que no se perjudicará la causa
si se descubre en su investigación que el Pontífice
tuvo una novia en su adolescencia, según una entrevista que
ayer publicó «El Mercurio» de Santiago.
Las declaraciones fueron en referencia a una consulta del rotativo
chileno en torno a Halina, la amiga del liceo (secundaria) y compañera
de actuación de Karol Wojtyla.
«Cada santo tiene su humanidad. No sé qué otras
osas descubriremos, pero si lo comprobamos, seguramente será
una cualidad y no un defecto», señaló el religioso
de 46 años y quien tendrá la responsabilidad de redactar
la «positio» o documento principal del proceso de beatificación.
Para ello tendrá que sumergirse en los miles de documentos
que están siendo recopilados por las comisiones de expertos
designadas (una en Roma y otra en Cracovia) y que se refieren a datos
biográficos, escritos inéditos y toda la bibliografía
escrita sobre Juan Pablo II. «Se trata de una causa muy compleja
ya que hay que recopilar una gran cantidad de documentación.
Por eso, aún no podemos decir cuándo va a terminar el
proceso diocesano, aunque la comisión que trabajó en
Cracovia presentará su informe ahora, a un año de la
muerte del Papa», indicó el sacerdote. Oder dijo además
que están llegando miles de mensajes de todo el mundo a la
página web de la oficina de postulación encargada de
organizar la primera parte de la causa.
A la espera de visitar la tumba
Roma (Télam-SNI) > Cientos de personas
formaban ayer cola para visitar la tumba de Juan Pablo II en el Vaticano,
en una Roma invadida por peregrinos llegados de todo el mundo para
los actos de hoy por el primer aniversario de la muerte del Papa.
Al menos media hora de fila era necesaria para llegar hasta la tumba
del fallecido pontífice polaco en las Grutas Vaticanas, en
un peregrinaje que comenzó a las 8 de la mañana hora
local.
«La situación por el momento es bastante tranquila, y
el momento de máximo flujo de personas está previsto
sobre todo mañana (por hoy) y el lunes», dijo un oficial
de policía. «Hay grupos organizados que llegarán
de Polonia, Rusia y Alemania, sobre todo mañana (por hoy) y
pasado mañana» (por el lunes), explicó un empleado
del Vaticano.
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