Por Laura E. Rotundo
Jorge Halperín se inició en el periodismo en 1967 y
ha integrado las redacciones de los diarios La Razón, El Cronista
y Clarín. Además, trabajo para las editoriales Atlántida
y Julio Korn.
Este periodista de reconocida trayectoria dialogó con La Mañana
de Neuquén porque acaba de estrenar nuevo libro para interpretar
qué vínculo existe hoy entre el poder político
y el periodismo que lo corteja y lo ataca y qué tipo de relación
establecen los políticos y quienes asumen el compromiso de
informar a sus lectores, oyentes o televidentes.
«Noticias del poder» ingresa en los oscuros vericuetos
de ese contexto para mostrar cómo se construye la información,
cómo se «instala» una agenda, cómo son las
operaciones de prensa a las que el poder recurre para sostenerse.
Halperín, autor de «Lo mejor de la siesta inolvidable»
y «La entrevista periodística», entre otros títulos,
dilucida en este libro el complejo nexo que existe entre los medios
de comunicación y la política, y entrevista a figuras
de ganado prestigio.
Actualmente conduce los programas «La siesta inolvidable»
-diariamente por Radio Mitre- y «Dinero» -que se emite
por la señal de cable porteña Ciudad Abierta-.
¿Qué lo motivó a editar este libro,
que le llevó dos años de trabajo?
Siempre me parece oportuno pensar en lo que hacemos. Habitualmente,
a los periodistas nos cuesta mucho poder pensar porqué actuamos
de tal o cual forma… lo mismo me motivó hace doce años
cuando escribí mi primer libro que fue «La entrevista
periodística», para reflexionar sobre un género
tan importante para nosotros, ya que los reportajes son una herramienta
central en nuestra profesión.
Particularmente en el caso de este libro, me planteé que el
gran desafío que tenemos los periodistas no es contar la verdad…
porque la verdad no sabemos cuál es y nosotros no podemos ordenar
allanamientos para investigar qué hay de cierto en alguna sospecha
o denuncia ni podemos hacer interrogatorios forzosos como sí
pueden hacerlo la Justicia y la Policía.
Se me planteó la idea de cuán difícil es conseguir
información confiable, verdaderamente relevante y contarla
en forma rigurosa cuando el objeto de nuestra información es
el poder.
Yo creo que es una obsesión para todos el tema el poder y de
saber cómo se manejan las cosas en tal contexto… ahí
surgió mi interrogante sobre cuántos riesgos enfrentan
los periodistas que trabajan con persona de ese ámbito, que
a mi juicio son muchísimos más que los que deben resistir
los colegas de otras especialidades periodísticas.
El poder actúa de mil modos para manipular la información
que se da sobre él porque sabe que ningún poder puede
gobernar solamente con la fuerza, necesita construir consenso y los
medios son importantes para alcanzarlo.
Sin embargo el periodista, no sólo se enfrenta al poder político
sino al de su propio medio, ya que a veces éstos hacen alianzas
que pasan por encima del periodista y en otras oportunidades, hacen
tareas para desestabilizar al poder.
Mi descripción de todo ese mundo, que a veces está lleno
de cosas muy raras, se da para contar la complejidad del periodismo
político, de cómo cuesta producir buena información
sobre el poder.
¿Y cómo logran influir estas buenas y malas
artes del periodismo político en la sociedad, tal vez en la
formación de la opinión pública?
El periodismo político tiene una tarea muy delicada en la sociedad,
que es servir como un contralor más del ejercicio del poder
-desde luego que están las instituciones del poder mismo, como
lo son la Justicia y el Parlamento-. Cuando el periodismo trabaja
bien sirve para analizar si el poder hace una buena o mala gestión
o si comete irregularidades o no.
Por otro lado, cuando ese papel se cumple mal, nos hace menos ciudadanos.
Además para respetar la ley y hacerla respetar e incluso para
constituir segmentos de opinión para presionar en direcciones
democráticas de la sociedad, orientadas hacia la tolerancia
y la transparencia, los ciudadanos necesitamos conocer lo que acontece
es la esfera pública.
Si los medios no nos dicen lo que verdaderamente pasa, si lo ocultan,
lo esconden o lo «deforman», nuestra calidad de ciudadanos
es más débil y eso es lo que se ve en la Argentina de
hoy. En general, los medios no están cumpliendo cabalmente
con la función de contralor del poder, no investigan demasiado
y trabajan más de una vez con una única fuente, que
es la forma más fácil de ser manipulados.
Obviamente esto es consecuencia de una serie de deficiencias, que
incluso a veces esto tiene la complicidad del público. La gente
se saturó bastante de las investigaciones de los años
’90 que, en la mayoría de los casos no eran acompañadas
por una justicia que sancionara la inocencia verdadera o culpabilidad
de los implicados y entonces la sociedad se hartó y hoy eso
se nota porque no hay éxitos editoriales sobre hechos de corrupción.
En el prólogo de «noticias del poder»,
Usted resume brevemente los objetivos de su libro y hace mucho hincapié
en que sólo muy de vez en cuando se cumple la especialidad
periodística de servir como herramienta de control ciudadano
al ejercicio del poder…
Es que es así… hoy estamos ante una época mediocre
del periodismo y lo dicen los propios colegas, ya que este libro está
basado en conversaciones con los que se dedican al periodismo político
e incluso con dirigentes.
Hoy se recoge esa impresión: se trabaja mal, se escribe mal
y además aparece el fenómeno del «periodista PYME»
que surge de aquel que trabaja en una gran diario y tiene su programa
porque muchos anunciantes le ponen plata para que lo tenga…
lo que naturalmente acarrea que ese periodista no pueda actuar con
toda libertad cuando tiene que informar sobre esos mismos poderosos
clientes que tiene en el cable.
Hay muchas formas de abrazar al periodista para que éste no
cumpla con su función y en muchos casos, hay profesionales
que se prestan a eso.
En su libro, Jorge Lanata opina que el noventa por ciento
de los medios está alineado con el gobierno. ¿Cree efectivamente
que es así?
Yo no sé si el noventa por ciento… sé que al gobierno
le han tenido mucha condescendencia. Incluso medios que supuestamente
están en la vereda de enfrente como Radio 10 y Canal 9 han
estado muy complacientes con el oficialismo y sólo a ellos
les han dado entrevistas exclusivas, ya que el presidente Néstor
Kirchner no da reportajes a otros colegas.
Yo creo sinceramente que este gobierno tiene algunos aspectos muy
positivos y que ha hecho una tarea muy importante de reconstrucción
después del desmantelamiento social y económico que
provocó el menemismo, completado luego por Fernando de la Rúa.
Pero también pienso, aunque creo que no tiene para nada la
escala de corrupción que se vivió en los ’90,
que no es cierto que aquí sean todos inocentes.
Sin embargo no se los ha investigado mucho y recién este año
se están atreviendo más, seguramente porque hay intereses
contrapuestos que hacen jugar para tomar distancia o no.
En general ha habido mucha complacencia respecto de este gobierno,
de parte de los medios que son empresas pero creo que esto también
se dio porque el público ha tenido una actitud benévola
hacia éste.
Indudablemente, el kirchnerismo consolidó el alivio económico
después de la crisis -que ya había empezado en el tercer
trimestre de la gestión de Eduardo Duhalde-, creó mucho
empleo, le da importancia al mercado interno y tiene varias ideas
muy opuestas a las que puso en marcha Carlos Menem.
Sí creo que Kirchner se ha manejado muy mal con los medios,
muy autoritariamente y así y todo ha gozado de bastante indulgencia
de parte ellos.
¿Cuáles fueron los elementos que le llamaron
más la atención o le sorprendieron más mientras
escribía su libro?
Lo que resulta más impresionante es escuchar los testimonios
de los periodistas especializados en el tema de las relaciones con
el poder.
Por ejemplo, descubrir que cuando empezaron a investigar en la revista
Noticias el caso de José Luis Cabezas apareció el ex
Comisario Naldi, de la policía bonaerense, ofreciendo toda
clase de recursos para investigar, incluso helicópteros, para
torcer la investigación hacia el lado que les convenía.
Es sorprendente ver cómo se opera sobre los medios o llama
la atención que el propio ex ministro del Interior, Carlos
Corach cuente que él no se llevaba tan mal con los periodistas.
La prueba de esto, es que un grupo de periodistas políticos
lo despidieron de su función con una fiesta con mariachis y
con putas.
Todos los testimonios son impresionantes y vale la pena destacar que
yo no coloco a mis colegas del lado de los inocentes…
¿Se quedó sin respuestas sobre algún
punto en particular mientras
escribía el libro?
No. En general, creo que en el libro están todos los elementos
que llevan a entender cómo funciona esa relación tan
particular entre el periodismo y el poder.
Por otro lado, también creo que he podido reconstruir la idea
de cómo se trabaja bien y cómo se trabaja mal en el
periodismo político.
Estoy muy conforme con el resultado porque realmente se pudo recoger
material muy rico.
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