Por Laura Rotundo
La cifra de accidentes de tránsito en la República
Argentina es cada vez más alta. “Es muy difícil
cambiar los comportamientos de los conductores y peatones de nuestro
país”, asegura en este diálogo con La Mañana
de Neuquén Eduardo Bertotti, director del Instituto de Seguridad
y Educación Vial (Isev). “Se trata de un panorama conflictivo
que no parece preocupar demasiado al Estado, ya que no hay medidas
que indiquen lo contrario”.
¿Cómo observa el panorama de la seguridad vial
en nuestro país?
Desde el punto de vista de magnitud, hoy el problema es tan o más
grave que de costumbre. Es decir que Argentina no enfrenta el tema,
desde una perspectiva de enfermedad social.
De alguna manera y en términos generales, el administrador
-puede ser nacional, provincial o municipal- soslaya esta problemática
como una política de Estado... lamentablemente, trayendo tantos
perjuicios a la sociedad argentina, creo que no puede ser soslayado.
Como en otros casos, de otras “enfermedades sociales”,
se requiere una voluntad política, fuera del contexto de ideas
partidarias, como fue el caso de la poliomelitis en la década
del ’60.
Desde el punto de vista de nosotros, que somos parte de la sociedad
-los “administrados”-, me preocupa mucho es el buscar
siempre un “chivo expiatorio”, lo cual se refleja muchas
veces en los medios de comunicación. En la desesperación
del ignorante, suele afirmarse que la culpa la tienen los motoqueros,
los ciclistas, los camioneros, etcétera. Lo erróneo
es pensar que si se solucionan los problemas de tal o cual sector,
terminan todos.
Este comportamiento es terrible porque pareciera que la mayoría
de la población admite de este modo, la naturaleza del problema.
¿Cuáles son las propuestas para revertir esta
situación?
Para buscar soluciones es lógico que no hay que mirar ni Suecia
ni Alemania en 2006, sino pensar en estas dos naciones en la década
del ’60, que ya tenían un problema igual o superior al
que hoy enfrentamos nosotros y se plantearon cómo revertir
esa situación y lograr que actualmente sean líderes
en la materia de seguridad y educación vial.
Yo creo que existen cuatro premisas que deben darse en forma simultánea
para que se produzca un cambio sustentable... en primer lugar, la
asunción del tema como política de Estado; en segundo
término, tiene que existir una autoridad nacional en seguridad
vial, ya que en el Ejecutivo ésta no existe, sí a nivel
federal; un tercer punto se vincula en generar un programa a varios
años, que pueda ser evaluado para saber si lo desarrollamos
bien o mal y por último -que es lo que brilla por su ausencia
en este tema- sería destinar economía para desarrollar
un plan.
Es inconcebible que el presupuesto general de la Nación no
tenga destinado ni un centavo en la materia... esto demuestra cuál
es la preocupación que existe desde el Estado.
¿Cuánto influye la falta de infraestructura
en cuanto a rutas, autopistas, etcétera en la existencia de
este problema?
Lo cierto es que aún en los contextos más hostiles,
hay conductores que chocan y otros que nunca lo hacen. Con esto quiero
decir que muchas veces se busca una excusa, justamente en la infraestructura,
para tapar las razones profundas de este inconveniente que produce
miles de muerte al año en nuestro país. Nunca falta
algún titular mediático que indica “un hombre
chocó por culpa de un semáforo”...
El factor humano se adapta a las condiciones que tiene que adaptarse
para “hacer” una conducción segura. Es evidente
que falta mucho sentido común y mucha cultura de prevención
en los usuarios de la vía pública. Esto se observa al
mirar cómo los conductores cruzan la calle, cómo faltan
el respeto y cómo nadie piensa en que el peatón o el
ciclista puede llegar a vivir la misma circunstancia que un pariente
suyo. Nadie cuida al otro y esto se da porque hay una falta de educación
muy importante. El tránsito es otro de los comportamientos
sociales, que trae consecuencias que son verdaderamente nefastas.
¿Cree que la educación en este punto debe darse desde
la escuela?
Absolutamente debería ser así.
Cuando hoy uno observa sociedades que ven el cruce de una luz roja
o la violación de un cartel “PARE” como delitos
es también porque han incorporado a la escuela el tema de la
seguridad y la educación vial como una asignatura más.
Pero cuando hablamos de esto no significa solamente el enseñar
las señales de tránsito, sino de formación de
valores, que es algo más complejo de llevar adelante pero también
más efectivo.
¿Qué opina de las multas? ¿Son pocas
o no se realizan?
En el caso de los peatones, éstos nunca son multados, ni aquí
ni en ningún lugar del mundo. Al peatón se lo cambia
desde la educación.
La realidad es que con los conductores, no solamente falla el control
en nuestro país sino que también -al suceder esto- falla
la sanción. Por eso, en reiteradas ocasiones, se utilizan las
multas como un factor de politiquería, con el que tal vez se
anuncia que las sanciones serán reducidas un cincuenta por
ciento...
Desde su desempeño como director del Isev, ¿observa
que se avanza en este tema?
Han habido algunos avances esporádicos. Lo que ocurre es que
al no existir un programa armado del problema, lamentablemente todo
queda en buenas intenciones.
En nuestro país no hay mala voluntad de la población...
lo que hay es ignorancia por parte del administrador y el administrado.
Obviamente que la obligación de cambiar esto la tiene el primero,
el Estado porque si éste se queda en la torpeza del administrado...
¿para qué lo eligieron?
Lo que se debe intentar es mejorar a nuestra sociedad en este aspecto.
Nosotros siempre hemos tenido próceres como Alemania y Suecia
que son las pioneras en ocuparse de este drama que produce a diario
pérdidas irrecuperables.
Son temas muy complejos, que ya han llegado a un nivel real de datos
que revelan una realidad espantosa. Tanto es así que desde
2004, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) interviene
en la materia.
¿Cuál es la cifra más reciente que tienen
en el Isev, respecto de los muertos por accidentes de tránsito
que se provocan en Argentina?
La última es la que corresponde al año 2005, que alcanzó
los 10.351 fallecidos en todo el país. Y en 2004 había
sido menor... sí es cierto que año tras año,
desde la reactivación económica, crece el parque automotor
y también se incrementa el número de muertos.
¿Se registran muchas diferencias entre las distintas
provincias sobre cómo trabajan para lograr la seguridad vial?
Sí, lógicamente existen cuando hablamos de las jurisdicciones
de un país federal, en el que hay muchas provincias donde los
municipios gozan de una autonomía “muy federal”,
se dan ejemplos de comunidades que han encarado con éxito algunas
acciones.
De cualquier manera, no se pueden evitar los perjuicios de los tránsitos
pasantes... igualmente, lo que necesitamos es un contexto general
como sociedad porque que tengamos focos aislados de seguridad vial,
no sirve para que surja el cambio definitivo.
A nivel nacional, estamos en una situación muy crítica
y es visible que nos encontramos lejos de encontrar o por lo menos
buscar las soluciones.
¿Qué medidas de prevención cree que
serían efectivas?
Yo creo, ya que lamentablemente es una cuestión de voluntarismo
individual, a lo único que podemos apelar es al sentido común...
por ejemplo, si estoy por cruzar una calle con mi hijo en el cochecito,
pensar que debo aguardar con éste arriba la calzada y no por
el contrario. Son cosas simples pero pueden hacerse correcta o incorrectamente...
sucede que como son malos hábitos los adquiridos, en definitiva
lo que pensamos es que los accidentes de tránsito se producen
porque es un hecho del destino o de Dios.
Con lo único que podemos transformar este panorama es con la
educación.
¿Cree que es una buena propuesta la de eliminar los
pasos a nivel para evitar muchos de los accidentes que se provocan?
Desde ya. Los pasos a nivel son parte de una obra de ingeniería
básica en cuanto a prevención, pero muchas veces el
tema de los costos económicos inclina la balanza hacia la decisión
de no encarar las obras necesarias.
Lógicamente, lograr el paso a ‘desnivel’ sería
lo ideal.
¿Tuvieron la oportunidad desde el Isev de tener algún
contacto con la Secretaría de Transporte?
Tenemos contacto con distintas áreas del Gobierno, si bien
no son íntimos o de que podamos llevar la preocupación
al funcionario... no es así. Ya hemos pasado muchas administraciones
e historias al respecto y lo único que se demuestra es que
el administrador es igual de inculto al administrado.
¿Cuáles fueron los mayores logros?
Dentro del sector privado, en lo que se ha avanzado mucho en nuestro
país es en desarrollar muchas normas, como la Iram 3810 que
es privada y única en toda Latinoamérica, para que una
empresa de transporte de pasajeros certifique en nivel de seguridad
con el que realiza los procedimientos. Esto es algo que se dictó
el propio sector porque vio que necesitaba la norma, que también
somete a terceros a que verifiquen si está cumpliendo o no.
La aspiración del Isev, con esta norma, es que en un futuro
cuando se licite una línea de servicio público, la empresa
tenga que presentar un certificado en la materia.
Actualmente, estamos abocados en infinidad de proyectos, pero destacamos
el de brindar una fuerte capacitación a los conductores. Por
ejemplo, en 2005 capacitamos a 20.000 personas en todo el país,
tanto de transportes de materiales peligrosos como de pasajeros.
Pero lo cierto es que si no interviene el Estado, vamos a seguir teniendo
el ambiente agresivo que hay en las calles y por más buenos
conductores que tengamos, las cosas no van a cambiar.
¿A este Gobierno en particular lo ve con intenciones
de hacerlo?
Hasta ahora no he escuchado ninguna declaración pública
respecto de este tema. En los últimos encuentros internacionales,
donde se reúnen técnicos y profesionales que se dedican
a tratar la materia, Argentina -desde el punto de vista público-
no estaba presente, sólo a través de entes privados.
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