Por Daniel Ramazzotti
Como en la antigua y tradicional canción infantil “La
farolera”, a los empresarios vinculados con la actividad turística
y en especial hotelera, “todas las cuentas le salieron mal”,
ya que si bien “dos y dos son cuatro; cuatro y dos son seis”
ni la canción ni la yapa de una Semana Santa de cinco días,
ayudaron para que los resultados de la pasada temporada estival y
mucho menos del feriado largo, alcanzaran los guarismos del año
pasado.
Si bien el ingreso de divisas fue mayor, ya que los turistas gastaron
casi un 28 por ciento más durante este verano,-porcentaje incluso
superior a la inflación real del país que según
algunos economistas fue del 20 por ciento- respecto al 2007, dejando
unos $ 43,5 millones en las arcas locales; los cuadros analíticos
muestran no sólo que la ocupación hotelera fue menor,
sino que también los días de estadía en la ciudad
continúan en caída libre, tendencia que viene repitiéndose
desde el 2003 en adelante.
A esto se debe sumar que durante el extenso fin de semana pasado,
llegaron a la ciudad un 6,5 por ciento menos de turistas que en el
2007 y que la ocupación cayó un 7,2 por ciento, llegando
a tan solo el 52,1 por ciento respecto al 59,3, -cifra récord,
es verdad- del mismo período del año pasado.
Turismo gasolero
A la hora de buscar una respuesta a la situación planteada
tanto en verano como en Semana Santa, el menú de hipótesis
que se pone en juego es tan grande como las ganas de los empresarios
de que las cosas mejoren sustancialmente.
Así, están quienes opinan que la baja en la ocupación
estuvo directamente vinculada a que la Semana Santa “cayó
muy cerca del fin de las vacaciones de verano”, y que los números
dan mejor “cuando la celebración religiosa recae sobre
mediados de abril”.
Por otro lado están quienes afirman que con el correr de los
años el turismo que llega en verano a esta ciudad es cada vez
más «gasolero» y por otro quienes entienden que
para evitar este cúmulo de situaciones, es necesario orientar
la inversión que en materia de alojamiento turístico
se lleva adelante en la localidad.
Fomentar nuevas inversiones
Quienes impulsan esta idea sostienen que tanto el Concejo Deliberante
como el Ejecutivo municipal y los integrantes de las distintas cámaras
empresariales, con los hoteleros a la cabeza, deben sentarse y comenzar
a discutir en forma inmediata y con un plazo establecido, qué
acciones tomar para fomentar el desarrollo de nuevas inversiones destinadas
a atraer a los segmentos de la población de de mayores recursos,
léase, complejos hoteleros cinco estrellas, mejores servicios
y demás cuestiones que habitualmente demandan quienes integran
el denominado sector ABC1 y que la ciudad ya no estaría ofreciendo.
Además se afirma que se debe estudiar también qué
otras acciones se pueden generar para en todo caso desalentar la continua
construcción de complejos de cabañas de dos estrellas
como los que ya existen en la ciudad o las de cabañas que comienzan
como un proyecto de inversión y luego terminan compitiendo
con el sector turístico al transformase en viviendas de alquiler
semanal o diario durante la temporada de invierno o verano.
Más allá de los distintos puntos de vista los cierto
es que los guarismos vinculados con los resultados de la temporada
turística estival no fueron los esperados y si bien, no son
alarmantes, si encienden por enésima vez una luz roja que indica
que es necesario hacer un alto en el camino, otear el horizonte y
de ser necesario cambiar el rumbo de modo tal de evitar un nuevo tropiezo
y que además todas las cuentas, vuelvan a salir mal.
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