Por Adriano Calalesina
El discurso de la emergencia económica -y los lamentos de
una pesada deuda generada por la anterior gestión de gobierno-
pierden peso específico a medida que transcurren los días
en la gestión del intendente Javier Bertoldi.
Hacia fuera, el Gobierno ha dado muestras ambivalentes de austeridad:
por un lado cortó la asistencia de planes sociales –con
fin más político que económico- y quitó
oxígeno a grupos considerados «desestabilizadores».
Pero por otro, era de esperar que engrosara la planta política
y los contratados con «compromisos de campaña»,
que hoy la oposición –encarnada en el movimiento Popular
Neuquino (MPN) y otros- se encargan de enrostrarle a diario.
A pesar de que la ecuación puede ser equilibrada, todo indica
(y así se asegura en voz baja dentro del Gabinete) que a partir
de junio próximo la comuna tendrá suficiente oxígeno
financiero como para revertir el déficit.
Al 10 de diciembre pasado, la nueva gestión recibió
un pasivo de 5.211.835 pesos, más otros 438.876 de pagos que
no habían sido computados, aunque sólo 2,7 millones
de pesos eran con proveedores, considerada «deuda fuerte».
Hoy, casi 100 días después, los hombres cercanos al
jefe comunal aseguran que la deuda se bajó a casi 1 millón
de pesos a través de recortes de gastos considerados «innecesarios»;
a ese ritmo de austeridad –a pesar de los nuevos contratos,
y horas extras que se pagan- podría haber «déficit
cero» en menos de tres meses, y a seis de haber comenzado la
gestión.
Pero la difusión de estos datos –que no son más
que números- puede traer consecuencias para el pedido de más
fondos frescos, necesarios para la concreción de un plan de
obra pública que saque a flote al letargo que padece Centenario.
«Parece que conviene que no digamos que estamos revirtiendo
la deuda, porque sino, no nos dan más dinero desde la provincia»,
aseguró un hombre cercano al intendente. La confesión
fue más política que técnica, pero muestra a
las claras que las prioridades del gobierno provincial podrían
centrarse en las comunas más afectadas desde lo financiero.
Se sabe que la gestión aún no dio muestras claras del
inicio de un plan de obra pública, aunque sí corrigió
la demanda de servicios como el agua, y las necesidades mínimas
que vecinos que estaban desatendidas.
Para concretar un plan de obras se necesitan al menos 10 millones
de pesos, cifra que la comuna no puede afrontar con fondos genuinos,
por más que logre reducir su deuda. Y desde el seno del Gabinete
se teme que mostrar a un municipio «no crítico»
atenta directamente contra el envío de fondos externos. ¿Hasta
cuánto puede el gobierno municipal estirar el discurso de la
emergencia económica, sin evitar la avanzada de sus opositores
que le señalarán esta contradicción?
Hasta ahora, lo único claro es que en este proceso de transición
donde después de 25 años hoy se hace cargo de la comuna
un gobierno distinto al MPN -Concertación Neuquina- es el retorno
de la «autoridad» a la institución, que para la
oposición hay una delgada línea que lo divide con el
autoritarismo.
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