Por Ángel Castillo
El debate por la seguridad tras el asesinato de un taxista, el malogrado
inicio de las sesiones ordinarias en el Concejo Deliberante capitalino
con bochorno incluido y el pedido de Pedro Salvatori de la inclusión
de once diputados de la lista Blanca en la nómina general de
los legisladores provinciales del MPN fueron los temas que marcaron,
el más que acelerado, ritmo político.
Hacía nueve años que en la provincia no se sufría
la tragedia de un taxista asesinado. Pero lo ocurrido hace casi tres
semanas en Allen con el brutal crimen de José Vázquez
sensibilizó tanto a la sociedad regional que con la muerte
del neuquino Néstor Navarrete la respuesta no se hizo esperar,
fue abrumadora y la condena unánime.
Pero los neuquinos parecen condenados -ante cada situación
conflictiva- a tener que adaptarse al corte del puente carretero o
de las rutas que confluyen en la ciudad y esta vez tampoco fue la
excepción.
El reclamo de los taxistas estuvo dado por el pedido de medidas concretas
de seguridad que pongan fin a la inseguridad con la que afirman «trabajan
diariamente», sumado al esclarecimiento total y la aprehensión
del o los culpables de la muerte de Navarrete.
Durante dos intensas jornadas los neuquinos tuvieron que estar más
atentos a los cortes que a la congoja en sí por lo sucedido.
A esta cadena de sucesos se sumó la irregular comunicación
a la hora de hacer públicos los datos sobre los sospechosos
demorados. Porque mientras el comisarío general jefe de la
policía provincial, Carlos Salazar afirmó que el «caso
está esclarecido» horas más tarde el juez Marcelo
Muñoz ordenó la libertad de los arrestados.
La decisión del magistrado se basó en que no habría
pruebas contundentes para tomar declaraciones indagatorias y a ello
se sumó que dos de los presuntos involucrados en el homicidio
son menores por lo que también están en libertad.
El enojo fue creciendo y los taxistas, nuevamente, cortaron el puente
carretero Neuquén-Cipolletti. Además exigieron una reunión
con el juez y el propio gobernador puesto que no reconocieron como
interlocutor a Salazar y el blanco de las críticas fue la ministra
de Justicia Susana Arévalo que durante la crisis no apareció
para dar explicaciones.
Los trabajadores del transporte sólo se calmaron y ofrecieron
una «tregua» tras escuchar al juez Muñoz y ser
recibidos por el propio gobernador Jorge Sobisch.
Un comienzo fallido
En medio del conflicto que vivía la ciudad el intendente Horacio
Quiroga inició, o mejor dicho intentó iniciar, las sesiones
ordinarias del Concejo Deliberante. Lo que quiso ser su último
discurso de apertura como jefe comunal, aquel que debería haber
sido histórico por el hecho de ser el único en darlo
durante ocho años consecutivos, se transformó en un
bochornoso acto político.
Pero el bochorno fue el cierre de otra cadena de sucesos fallidos.
Horacio Quiroga, a pesar de lo que establezca la carta orgánica
municipal, podría haber suspendido el inicio y seguramente
nadie se lo hubiera reprochado puesto que el clima social no era el
adecuado.
También se podría afirmar que Quiroga se equivocó
al convertir el Concejo en una tribuna política. Lamentablemente
para él, el día no era el más apto para un acto
político, pese a que aunque lo hubiera sido, tampoco era un
acto de campaña sino un acto oficial de gobierno.
Se podría afirmar que Quiroga puso su campaña política
por sobre la gestión y a lo mejor sea así. La respuesta
la tendrán él y sus asesores que por la palabra de su
función no habrían cumplido su trabajo.
Para colmo de males, Quiroga no contaba con que los taxistas irían
al Deliberante a intentar conseguir un lugar que sólo estuvo
reservado para simpatizantes Q.
Pese a todo, Quiroga no escuchó el reclamo, mientras sus simpatizantes
cantaban cual cancha de fútbol y él utilizaba el clásico
saludo peronista de brazos extendidos para «celebrar»
el inicio de sesiones.
La conclusión no podía ser otra, incidentes, piedras,
empujones, atropellos, bancas vacías y un acto que de histórico
no tuvo nada.
Por un lugar en la lista
En tanto, en el MPN esta semana se avizoró lo que puede llegar
a ser la convención partidaria que deberá establecer
los lugares que les correspondan a los diputados blancos en la lista
general que competirá en las próximas elecciones.
La lista Azul, de Jorge Sapag, ganó en todos los circuitos
y por ello considera que los primeros lugares en la lista son azules.
El tema es que justamente esos lugares serán los que tengan
más posibilidades de llegar a lograr las bancas.
Sin embargo, el pedido de Salvatori y su compañero de fórmula
en la interna Claudio Andreani sostienen que la Carta Orgánica
del MPN establece que «las minorías que obtengan más
del 25% de los votos en la interna, tendrán una representación
del 33% en la lista de postulantes a cargos electivos», es decir
once diputados.
Los blancos dieron el primer paso, Sapag y sus azules no respondieron
pero la disputa por los lugares ya comenzó.
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