A través de obras de teatro
y juegos, despiertan risas y placer en los chicos.
Neuquén>
En el segundo piso de Pediatría del Hospital Castro Rendón
funciona desde hace treinta años un servicio público
de Educación Primaria orientado a la pedagogía lúdica
para niños con distintos grados de complejidad médica.
Las persianas estaban cerradas, los chicos descansaban sobre sus camas,
acompañados por algún familiar o amigo. En ese momento,
ingresaron en la sala Ana Maria Viñuela y Yolanda Oser, dos
maestras hospitalarias. Pronunciaron algunas palabras graciosas e
inmediatamente levantaron las persianas. El aire cortante que se percibía
al ingresar a la sala, rápidamente se modificó, cuando
las maestras sacaron una cantidad de títeres, suficiente para
que cada persona presente se apropiara de uno. Los niños, las
maestras y demás personas comenzaron a interactuar a través
de los pequeños muñequitos. La sala se convirtió
en un lugar distinto, lleno de sonrisas y repleto de colores. “Con
muy poco podemos hacer mucho”, dijeron.
De forma similar a cualquier escuela común, las maestras desempeñan
sus tareas de lunes a viernes, de 13.30 a 17.30. Aunque, en un contexto
diferente; el aula es un hospital; las banquetas son camas y las señoritas
se desgarran por crear, a cada momento, un clima de alegría,
propicio para la pronta recuperación de los pequeños
pacientes. Mujeres fuertes, creativas, alegres y con un toque de locura,
trabajan a diario en este espacio.
Metodología
“Para nosotras la prioridad es siempre el estado de salud del
chico. La pedagogía la manejamos desde el juego. En el caso
de que el niño quiera realizar una tarea especifica, le brindamos
material y le explicamos”, comentó una de las maestras
que viste un delantal colorido.
“Cuando estamos jugando con los chicos, siempre hay un enseñanza,
desde aprender un turno o respetar al otro”, dijo.
“Me había encariñado con un chico que tenía
una enfermedad terminal. Un día, cuando entré en la
sala de internación otro niño me dijo inocentemente
que ese chico había muerto. Salí de la sala, tragué
aire y con una cara renovada y alegre volví a ingresar”,
comentó emocionada Ana Maria Viñuela.
Respeto
En el hospital reina un clima delicado, según comentaron
las maestras. “Es imprescindible que tengamos un sentido perspicaz
desarrollado”, comentaron. Es por eso que, a pesar de que las
maestras contribuyen a generar un estado de ánimo positivo
en los niños, algunos de los padres, prefieren prescindir del
servicio.
“Nosotras respetamos la decisión del encargado del niño
en ese momento. Algunos con enfermedades de alta complejidad prefieren
estar solos”, concluyó Oser.
Falta una sala
Neuquén > A pesar de los treinta años
de antigüedad que tiene el servicio de Educación Primaria,
que se desarrolla en el segundo piso de Pediatría del Hospital
Castro Rendón, las maestras no tienen todavía un espacio
propio.
Las educadoras comentaron que pueden colocar sus elementos en placares
y cajones de otras áreas, gracias a la solidaridad del personal
del hospital, que les facilita espacios, aunque plantearon la necesidad
urgente de tener un lugar propio.
“Lo que sucede es que el plan maestros no esta contemplado en
el presupuesto del hospital”, dijeron.
“Sería ideal tener un espacio al lado de la sala de Pediatría,
y establecer un lugar de interés, donde podamos –en ocasiones-
trasladar a los chicos”, afirmaron.
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