Por Ramiro Morales
El pacto de adhesión del gobernador Jorge Sapag a la Concertación
Plural, proyecto que impulsa el kirchnerismo, generó en algunos
cierto asombro y para muchos fue algo que fue gestándose desde
la campaña.
Claramente, Jorge Sapag parece haber cerrado un compromiso que se
funda principalmente en la conveniencia y en la necesidad, base elemental
de los acuerdos que hoy imperan en la política. “Un pacto
de objetivos y no electoral”, dijeron. Este acercamiento seguramente
le permitirá a la Provincia lograr una mejor posición
a la hora de reclamar favores concretos como, por ejemplo, la obtención
de planes sociales, fondos para el desarrollo de obra pública,
el financiamiento para cubrir el déficit en las finanzas y
la agilización de las propuestas que lleve Neuquén a
la Casa Rosada. Quizás, este acuerdo en potencia fue lo que
permitió contar con recursos y “relaciones” e hicieron
posible acordar con los gremios. Por su parte, se debe destacar que
este acuerdo se cierra en medio de un conflicto (con el campo por
las retenciones) que no logra licuarse y que ha desgastado en más
de 20 puntos la imagen positiva de la gestión presidencial
dilapidando su caudal político. Ahora, ¿cuánto
le beneficia a la Presidenta el apoyo de Sapag?, ¿en cuánto
podría aumentar la popularidad del kirchnerismo neuquino?,
¿cuál será el comportamiento de los diputados
nacionales y senadores neuquinos ante las propuestas del Ejecutivo
Nacional?
A la hora de pensar el “¿por qué ahora?”,
es cierto que siempre se dice que “las acciones se deben comprar
cuando están en baja”. La oficialización de la
buena relación que ya venía de tiempos anteriores poco
le resta a Jorge Sapag en cuanto a su capital político y claramente
parece brindarle importantes chances de lograr acuerdos. Este cuadro
de conveniencia, necesidad e intereses parece ser uno de los caminos
posibles para la provincia de salir adelante en su economía.
Un contexto de este tipo abre la incógnita sobre cómo
hizo Sobisch para estar ocho años enfrentado con el Gobierno
Nacional.
La decisión de Sapag generó reacciones dispares en la
Concertación y en el Movimiento Popular Neuquino.
Las reacciones
Dentro del kirchnerismo, algunos lo tomaron con agrado y otros hasta
hicieron una salutación con ironía. Los legisladores
K argumentaron que su proyecto político está en la vereda
opuesta al del oficialismo neuquino, a pesar de esta adhesión
nacional. Aseguraron que la situación no modificará
el panorama regional.
Otra de las incógnitas es cómo se verán afectadas
las pretensiones de Pechi Quiroga, quien semanas atrás ratificó
que irá por la gobernación en el 2011. El ex intendente
capitalino hasta el momento era, junto a Oscar Parrilli, la figura
fuerte que tenía el kirchnerismo neuquino. Cuál será
su rumbo político es una respuesta que hoy no se puede avizorar.
De parte de los diputados provinciales emepenistas fueron todas rosas
y compromiso para respaldar esta política de alianza estratégica.
También muchos de los intendentes y presidentes de comisiones
de fomento que tiene el partido provincial le dieron su respaldo a
Sapag por esta decisión, esgrimiendo que los problemas de la
gente “no tienen color partidario”.
Donde sí hubo rechazo a la adhesión a la Concertación
fue en los sectores cercanos al sobischismo, aunque fueron muy pocos
los hombres ligados al ex gobernador que salieron a manifestar su
malestar por este anuncio, que se encuentra en el extremo opuesto
de lo que fue la relación Provincia-Nación en el período
2003-2007. Incluso aparecieron pintadas en el centro capitalino con
la leyenda “el MPN no es K”. Muchos de los que critican
este acuerdo fueron los que edificaron una fuerte relación
de reciprocidad y dependencia con el menemismo.
Que el MPN no es “K” no parece estar en duda para nadie,
incluso, seguramente, ni para el mismísimo Jorge Sapag. Lo
que sí muestra la historia del partido provincial es la permanente
vocación por construir alianzas. Este perfil negociador hace
a su más intrínseca identidad.
Para los críticos, rápido de reflejos, Sapag dijo que
él deja la política para los tiempos electorales. “A
los que quieran hacer política ahora, que la hagan y si la
hacen escondidos desde alguna guarida o si lo hacen sin dar la cara,
calificándome e insultándome a través de paredones
porque no se atreven a dar la cara, que lo sigan haciendo”.
Con esa dureza, aunque sin perder la calma en su permanente perfil
conciliador, les contestó a quienes cuestionaron desde el partido
provincial su adhesión a la Concertación. Los calificó
de “una minoría” que prioriza a los dirigentes
por sobre la Provincia y la Patria, contrariando los preceptos básicos
del MPN.
Para Jorge Sapag, el frente interno asume hoy su mayor preponderancia
aunque probablemente esto tienda a ceder en la medida que los dirigentes
del partido se vayan disciplinando tal como fue el recambio entre
el felipismo y el sobischismo.
Habrá que ver cuál es el resultado de esta puja dentro
de las filas de la fuerza que gobierna la provincia desde hace casi
medio siglo.
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