Por Marcia Cide
La semana había comenzado con un tibio y ya lejano lunes 24
de marzo (feriado negro), por la tarde cayó un granizo histórico
en Roca, al otro día hacía calor de nuevo y luego algo
fresco. Al día siguiente empezó el desabastecimiento
en las principales ciudades del país. Después murió
un señor adentro de una ambulancia que no dejaban pasar en
un piquete “del campo”. Ya levantan los piquetes, ya los
vuelven a poner.
Marzo termina en Río Negro con un clima que refleja el del
país. Después de discutir la propuesta del gobierno,
que se acerca en tiempo y dinero a lo pedido por los docentes, finalmente
deciden ir a un paro de 72 horas. Dividido en dos: uno de 24 y uno
de 48.
Pareciera que ronda el fantasma de la incomunicación y de las
interpretaciones desacertadas. Como cuando la presidenta Cristina
Fernández anunció el aumento de las retenciones a las
exportaciones y se olvidó de aclarar que también era
para frenar la “sojización” de extensiones cada
vez mayores de campo, además de pagar los sueldos de empleados
públicos que trabajan para toda la población, incluidos
los que viven en el campo o trabajan en él, algo que nadie
mencionó todavía, tal vez por parecer demasiado obvio.
Sí mencionaron los productores el uso de esos recursos para
hacer política.
La intensidad de los reclamos sectoriales pone de manifiesto una rareza:
se puede estar mal estando bien. No porque quienes reclaman estén
bien, pero el país atraviesa una época de relativa bonanza
que podría tranquilizar las aguas.
Pero, siempre hay un pero, el contexto de aumento permanente de los
precios pone en guardia al trabajador, como el aumento de las retenciones
al productor.
Tal vez sea así hasta que algún gobierno pueda, con
el famoso superávit de la balanza comercial, dar vuelta la
historia y tener una estructura impositiva suficientemente justa y
sólida como para sostener en el tiempo al país y su
gente.
En Río Negro es más difícil pensar soluciones
estructurales. La provincia está muy endeudada, y requeriría
antes sanear sus cuentas, un proceso largo y que puede tener costos
políticos altos.
No obstante, para salir del brete (metáfora rural), nuestro
vicegobernador Bautista Mendioroz fijó posición impecable
frente al problema nacional, equidistante del gobierno nacional y
de los productores rurales. Con tanta prolijidad que terminó
haciendo foco en un problema más estructural que la distribución
de la renta como problema general: la distribución misma del
negocio rural, que tiene eslabones débiles, más afectados
por la pérdida de rentabilidad que implicaría por ejemplo,
el nuevo esquema de retenciones. También aclaró que
en Río Negro, eso está encaminado a través del
Plan Integral Frutícola, que redistribuye la mitad de las retenciones
a la fruta, entre lo que llama “eslabones débiles de
la cadena”.
Desde nuestra provincia atendemos a la discusión nacional.
Para nosotros no es nuevo ver posiciones duramente enfrentadas, pero
ahora nos marca una sombra que nada tiene que ver con los temas en
discusión y que nadie quisiera ver por aquí: la intransigencia,
la incapacidad de diálogo, las expresiones de descalificación,
etc, etc, etc.
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