Por Daniel Ramazzotti
Uno de los temas que signó la agenda política de la
semana en San Martín de los Andes fue la decisión del
Ejecutivo local, a cargo de Luz Sapag, de cobrar una obra de asfalto
ejecutada hace más de seis años, en una época
en la que el país atravesaba una de las peores crisis económicas
de su historia.
En este caso, las voces a favor o en contra de la medida están
a la orden del día y para ello esgrimen argumentos de los más
elocuentes que van desde el hecho de que hay que pagar por solidaridad
y porque jamás se pagó la obra, hasta quienes entienden,
con el apoyo de una concejal, que el plazo para que el municipio reclame
el pago, prescribió sin más.
En medio están los frentistas que –en algunos casos y
aunque suene increíble- quieren pagar y ven azorados como los
$ 1.600 que debían abonar hace seis años, ase transformaron
en $ 4.500, eso si, con un plazo de hasta ocho años para abonarlos.
Tan complicado es el tema que los ediles, más allá de
su postura política, anunciaron que están dispuestos
a contratar a un abogado tributarista para que analice el tema, dé
un veredicto y evite así que lluevan juicios contra la municipalidad
en caso de que quienes propician la prescripción tengan razón.
Quienes analizaron el tema con la ley en la mano, afirman que la decisión
de la jefe comunal Luz Sapag no es descabellada ya que la obra nunca
se cobró y que cierta razón hay en la embestida oficial,
más allá de la posibilidad de sumar unos pesos a las
alicaídas arcas comunales; lo que si objetan es el cálculo
realizado para actualizar dicha deuda.
Órbita municipal
Por su parte, se conoció el sábado pasado la
decisión del gobierno provincial de avanzar en la búsqueda
de una solución definitiva para el hotel Sol de los Andes que
por estas horas se ha convertido en el centro de todas las críticas
y hasta de sospechas de posibles actos non sanctos.
Tras la decisión del gobernador Jorge Sapag de tomar el toro
por las astas o mejor dicho el hotel por los cimientos, la municipalidad
local empezó a terciar para lograr una plena injerencia sobre
el futuro de esa mole de cemento de más de 10 mil metros cuadrados
cubiertos.
En este contexto, en breve la comuna tendrá la custodia del
edificio para evitar por caso posibles usurpaciones y por qué
no hasta nuevos incendios que dañen por completo su estructura
o lo que queda de ella, según dicen aquellos que aseguran que
el hotel está destruido.
Pero además el Ejecutivo municipal tendrá la posibilidad
de participar de lleno en el futuro del hotel que, según la
campana que se escuche, es un “emblema de la ciudad o una cachetada
al buen gusto”.
Claro está que no todo será color de rosa, ya que antes
de pensar en esto, las autoridades deberán definir la situación
de quienes viven en cercanías del hotel, en muchos casos en
terrenos usurpados y en precarias viviendas.
El tiempo dirá si el viejo hotel vuelve a conocer tiempos de
esplendor o se convierte en el monumento a la desidia.
|