Opinión: La Semana en Neuquén

Una muerte que no tiene explicaciones

 
  La falta de diálogo y la soberbia de algunos protagonistas fueron las claves en el desarrollo y la evolución del conflicto docente.


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Por angel castillo

¿La muerte de Carlos Fuentealba era necesaria, era necesario que un conflicto docente alcanzara la máxima tensión, que la sociedad fuera un polvorín, que se vieran perjudicados comerciantes, empresarios del sector turístico y los turistas?
Seguramente todas las respuestas son negativas, pero no se hizo nada por evitarlo o lo que se hizo, se hizo mal y ocurrió lo peor.
El fatal desenlace del corte de ruta del miércoles en Arroyito fue consecuencia de un conflicto en el que los culpables son innumerables, pero la víctima una sola: Carlos Fuentealba.
La absurda muerte del profesor, fue el final de una sucesión de incomprensiones, de falta de diálogo y de egoísmos políticos.
La provincia vivió el miércoles, jueves y viernes, tres arduas jornadas, con especulaciones, miedos y hasta augurios (para algunos deseados) de una violencia social descontrolada.
Por el contrario y dejando de lado los tiempos políticos que indefectiblemente se viven a menos de dos meses de las elecciones, la sociedad neuquina reaccionó en paz y la congoja fue el sinónimo común en las calles. Dos marchas multitudinarias sin incidentes son el signo que, a lo mejor, se llegó al final y “la soga no se puede tensar más”.
El gobernador Jorge Sobisch tendrá que tomar medidas muy duras y seguramente estos tres días serán un antes y un después en su gobierno. El gremio también tendrá que hacer un mea culpa y sus dirigentes con Marcelo Guagliardo a la cabeza, deberán analizar cuanta responsabilidad le cabe a Aten; y la sociedad neuquina en conjunto deberá repensar con madurez los modos y métodos de protesta, porque la muerte de Carlos Fuentealba no debe ser una más.

El origen de la protesta
Pero el inicio de la tragedia podría comenzar a escribirse desde el mismo momento en que por una decisión política y de campaña, el ministro de Educación de la Nacion Daniel Filmus, otorgo unilateralmente, un aumento del salario mínimo docente para ingresar favorablemente en la carrera como candidato a jefe de la Ciudad de Buenos Aires.
Con esa medida electoralista de un ministro de educación “sin escuelas”, comenzó la sucesión y escalada de un conflicto que fue creciendo día a día y generó incertidumbre sobre cuándo y cómo terminaría. Neuquén no fue el único caso en el que esta controvertida decisión nacional provoco conflictos, lo mismo ocurrió en varias provincias argentinas, incluida la del presidente, Santa Cruz.
Pero en Neuquén lamentablemente finalizó de la peor manera y aún no se resolvió el conflicto de fondo: el aumento salarial.
Lo incomprensible es que una provincia como Neuquén, que invierte aproximadamente el 29 por ciento de su presupuesto en educación, que se ubica entre las que paga mayores salarios y que utiliza $ 600 millones en sueldos docentes (de acuerdo con un informe difundido por la Fundación Mediterránea) sufra la triste consecuencia de la muerte de un profesor secundario.
En este caso, nuevamente quedó claro que la falta de diálogo y la soberbia de algunos protagonistas fue clave en el desarrollo y evolución del conflicto.
Durante el inicio de la semana se había insinuado un creciente malestar entre los maestros agremiados en Aten y el resto de la sociedad.
Los signos de ese malestar eran evidentes: la protesta de lo ciudadanos por los cortes, el enojo del sector turístico por las pérdidas que ocasionarían esos cortes durante la semana santa y el temor por una pelea que podía ocasionar la muerte de trabajadores, lo que finalmente ocurrió, aunque sin pelea de por medio, sino que con la agresión descontrolada de un policía.
Las negociaciones habían sido arduas, intensas y acaloradas, pero todas tenían el mismo fin, evitar males mayores y que la provincia viviera su Semana Santa de la mejor forma posible. Pero nada de eso ocurrió y una muerte convirtió a Neuquén en el centro de las miradas nacionales.
Carlos Fuentealba fue una víctima de la desinteligencia de todos los que toman decisiones, sean de la Nación, de la provincia o de los gremios.
El profesor de química Carlos Fuentealba se convirtió en el segundo muerto en una protesta social durante el gobierno de Kirchner. Y una triste coincidencia lo relaciona con el primero, Jorge Sayago un trabajador petrolero, ambos eran patagónicos, Fuentealba de Neuquén y Sayago, de Santa Cruz.

 

 


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