Por angel castillo
La formalización de los candidatos del Movimiento Popular
Neuquino, en un lugar que lleva su sello como es el Ruca Che, y las
disputas interminables entre los partidos que integran la flamante
Concertación K fueron los temas que dominaron la última
semana del 2006 en Neuquén.
El presidente del partido y gobernador de la provincia, Jorge Sobisch,
fue quien cerró la lista de oradores en el acto que el miércoles
tuvo el marco de simpatizantes necesarios para el folclore emepenista.
Se había montado un pequeño palco en medio del estadio.
Sobisch dijo que que iba a dar un paso al costado para permitir que
Jorge Sapag, Ana Pechén y José Brillo, candidatos a
gobernador, vicegobernadora e intendente, sean sus sucesores.
La metáfora la transformó en un gesto físico.
Cuando los candidatos se subieron a la tarima, Sobisch se bajó,
originando un cerrado aplauso de los asistentes.
Antes de los candidatos habló el senador Pedro Salvatori quien
compitió en la interna con Jorge Sapag. Fue el botón
de muestra de una lección que aprendió el partido provincial
cuando puso en riesgo la tan mentada unidad.
No por nada la campaña previa al 26 de noviembre se caracterizó
por una gran limpieza entre los precandidatos, casi inusual en una
interna donde el competidor está de las puertas para adentro.
Sapag prometió que incorporará a su plataforma las propuestas
que había llevado la lista Blanca, de Salvatori, con el fin
de enriquecerla. Hizo hincapié en recuperar los municipios
que están en manos de otros partidos como el radicalismo y
el justicialismo, en referencia a Neuquén, Cutral Co, Zapala,
San Martín de los Andes, Villa La Angostura y Chos Malal.
La definición del partido que más afiliados tiene en
el sur del país, un año antes de las elecciones, obligó
a la oposición a acelerar los tiempos. «El que pega primero
pega dos veces», dice el adagio popular y la dirigencia política
sabe lo que eso significa en términos de votos.
Opositores
El que lanzó segundo en la carrera fue el gremialista Julio
Fuentes quien junto a Osvaldo Pellín protagonizaron a principios
de diciembre un acto en La Caldera. El ex secretario General de la
Asociación Trabajadores del Estado de Neuquén fue claro
desde que expuso su intención de competir por la gobernación,
no se sumó al frente de Horacio Quiroga.
En el resto del arco político se desató una fiebre similiar
a la del oro, el siglo pasado en Andacollo, pero el tesoro más
preciado es el sello con la letra K. El intendente de Neuquén,
el más activo constructor y revitalizador del Frente Cívico,
convenció a Eduardo Benítez y obtuvo un guiño
de ojo en la Casa Rosada. Llamó a los gobernadores radicales
K y montó un escenario en el Parque Central, con el himno a
Neuquén como telón de fondo.
Después selló un acuerdo con el flamante presidente
del Partido Justicialista y se animó a entrar a la Unidad Básica
de la calle Roca, a metros de la Casa de Gobierno, para mostrarse
junto a un afiche de Eva Perón.
Pero esta semana el intendente de Zapala, Raúl Podestá,
se desperezó y soltó que no será de la partida
de su par de Neuquén porque hubiera preferido ser convocado
antes de que se resolvieran las candidaturas.
Así como una tarde de domingo de 1987 Oscar Massei resolvió
dejar las filas del peronismo para formar el partido Justicia, Democracia
y Participación, y atomizó la oposición al MPN,
parece que la historia que no se asume se repite, como decía
Nicolás Avellaneda. Ahora es el PJ el que reclama hacer elecciones
internas abiertas en la Concertación, una jugada política
que rechaza de plano el ya lanzado candidato a gobernador.
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