También presentó “Fingido”
y “Real”, dos espectáculos con los
que viene recorriendo el país.
Cipolletti > Durante
el fin de semana, la escuela de teatro La Caja Mágica fue la
sede en la que Leonel Giacometto dictó un seminario sobre escritura
teatral y presentó sus obras “Fingido” y “Real”,
que son el origen de su técnica de redacción.
El dramaturgo, oriundo de Rosario, es el autor de “Todos los
judíos fuera de Europa”, que se presentó a mediados
de marzo en el Museo de Bellas Artes. Esta obra recibió los
ACE 2006-2007 a Mejor Espectáculo off, Mejor Actor y Revelación
Masculino. También, escribió para teatro «Dolor
de pubis», «Santa Eulalia», «Madagascar»,
«Despropósito» y «Arritmia», que son
representadas en Argentina, España y Venezuela.
Además, Giacometto se ha destacado como narrador; algunos de
sus cuentos fueron publicados en Antologías en Argentina, España,
Costa Rica y México. Junto a Patricia Suárez, ha publicado
el volumen de obras «Trilogía peronista» (Ediciones
Teatro Vivo, 2005). Para chicos ha escrito «Náufragos
y Piratas» (Editorial Homo Sapiens, Rosario, 2005) y el volumen
de obras infantiles «Leones, osos y perdices» (Editorial
Colihue, Buenos Aires, 2006). Fue colaborador de los suplementos de
cultura de «La Capital» (Rosario) y «El Litoral»
(Santa Fe). En una entrevista concedida a este diario, el dramaturgo
comentó los fundamentos de su escritura y cómo ve al
teatro en la actualidad.
¿Cómo llegaste a escribir dramaturgia?
Yo escribo narración, y me dediqué al periodismo cultural,
reseñaba libros y obras de teatro, a la dramaturgia llegué
por una inquietud. Me dediqué a cursar en seminarios -porque
tengo problemas con lo formal-; entre mis profesores está Mauricio
Cartún y después me largué solo. Lo bueno de
hacer seminarios con otras personas es que te muestran un mundo totalmente
diferente y después lo resignificás como quieras.
¿Estudiando de esa manera surgió tu técnica
de escritura?
En realidad, tiene que ver con “Fingido” y con “Real”.
Hace tres años yo empecé a trabajar con Nancy Barbero
y Lucas Cosiniani, a partir de requerimiento de ellos. Yo tenía
muchos problemas personales para meterme en grupos de teatro. Por
lo general, me convocaban para escribir una obra para un grupo con
un director, y no íbamos ni para atrás ni para adelante.
Yo tenía mi visión, el director tenía su visión,
más el ego de los actores, era inviable. Partiendo de esa experiencia,
con Barbero y Cosiniani empezamos a improvisar sin ejes temáticos,
así encontré algo que me gustaba: era ver actores improvisando,
y así surgió la búsqueda como motivadora.
¿Eso es lo que querés transmitir en los seminarios
que dictás?
Lo que yo hago es transmitir ciertas nociones de escrituras teatrales,
veo qué formas de escritura se puede encontrar. Además,
busco vincularme con la producción teatral del lugar y ver
qué problemas surgen, porque no es lo mismo escribir en Cipolletti
que en Rosario.
¿Imponés algún eje temático?
Cada persona tiene su propia poética y propia temática
y yo no me meto ahí, sí hago mucho hincapié en
la estructura pero no sobre lo que se va a escribir. Cada uno relata
lo que quiere y después vemos cómo lo estructuramos.
¿Todo este trabajo que hacés, te enriquece?
Todo lo que yo hago lo veo favorecido para mi escritura, por ejemplo,
yo tengo una obra en Buenos Aires que se llama “Todos los judíos
fuera de Europa”. Es una obra que yo escribí hace tres
o cuatro años, fue modificada a partir del director, que me
pidió permiso. Pero es una estructura diferente a la que tiene
“Fingido” y “Real”; en “Todos los judíos…”
yo manejé una temática como el nazismo y a partir del
material que yo tenía vi qué forma de escritura tenía
para encararla, y así nació ese argumento que es formal
y cerrado.
¿Qué sentís cuando ves representada
una obra tuya?
Yo no me enojo, sinceramente yo tengo en claro que lo que escribo
y lo que todos escriben no es lo que se va a ver en escena. A mí
lo que me pasa es que yo quiero escuchar, si escucho y disfruto lo
que están diciendo -que son las palabras que yo escribí-
hay cosas que puedo dejar de lado, por ejemplo, si no me gusta la
puesta, si no me gustan las actuaciones, eso es lo que me pasa con
“Los judíos…”, por ejemplo.
¿Hay algo que no te gustó en la puesta de esa
obra?
Sí, cosas que tienen que ver con la puesta, pero yo la disfruto
mucho. A mí lo que me gustó de trabajar con Alejandro
Ullúa es que es una persona totalmente diferente a mí
en lo conceptual teatral. Él le da mucha importancia a la actuación
formal, a la búsqueda previa y deja poco espacio para la improvisación
y cierta soltura de energía que pueden tener los actores. A
mí me encantó trabajar con eso, porque dije: “Voy
a ir a ver algo que no me va a gustar”. Pero disfruté
mucho, además, es una puesta muy cerrada donde la música
funciona bien, las actuaciones están muy bien, yo nunca me
hubiera imaginado un profesor como lo hace Salo Pasik.
Incluso, hay partes que me conmovieron y que no las sentía
conmovedoras en la escritura. Eso es lo lindo de que otro represente
tu obra: ver cómo otro ojo, otra cabeza resignifica lo que
vos escribiste, para bien o para mal.
“Todos los judíos fuera de Europa” fue
premiada ¿Cómo recibiste la noticia?
Bien, muy contento, aunque no gané el premio por escritor.
Lo que yo no me había dado cuenta es cómo los porteños
están tan pendientes de los premios. Te calculan todo, ponen
en escena una obra especulando con que pueden concursar por tal o
cual premio.
¿Cuál considerás que es la característica
del teatro actual?
Yo creo que se hace mucho teatro, sobre todo desde el impulso que
da el Instituto Nacional del Teatro, pero lo que veo es que hay poco
rigor. Hay poco empuje, muchos están convencidos que su teatro
es su teatro. Entonces, falta la apertura para aprender de otros.
Por que si yo miro lo que otro hace y el otro mira lo que yo hago,
nos podemos enriquecer. Pero en el teatro independiente hay muchas
disputas, hay muchos bandos encerrados en sí mismos y con poca
intención de aprender.
Por otro lado, está la gente que hace teatro en Buenos Aires
y que no ve más allá de la General Paz, creen que el
interior está vacío. Y en el interior hay algunos que
intentan imitar lo que pasa en Buenos Aires, sin fijarse en el contexto
en el que están, y otros que rechazan totalmente lo que pasa
en la Capital; yo creo que cada uno tiene que buscar su propia identidad
y no estar pendiente de lo que pasa allá.
El escritor explica cómo nacieron “Fingido”
y “Real”
Leonel Giacometto relató cómo surgieron las dos obras
que presentó en Cipolletti: “Nos juntamos con Nancy Barbero
y Lucas Cosiniani, la premisa fue que ellos largaban cosas y yo tenía
que dirigir y escribir. A esta forma de armar una obra se la llama
dramaturgia del actor; al principio me pareció caótico.
Con este método el actor va creando su propia narración
a partir de lo que va largando, con un director que va aportando y
estructurando.
Por mi parte, le propuse a los actores que trabajáramos a partir
de lo que ellos hacían, y que no iba a haber texto escrito,
sino lugares, o acciones a los que ellos van a llegar a partir de
su imaginación; por eso “Fingido” y “Real”
son estructuras en donde hay distintos lugares a los que los actores
tienen que ir llegando con los medios que son improvisaciones. En
cuanto a la temática, las dos obras giran en torno al teatro
como forma de producción, como forma de vida del teatro independiente,
cómo sería la vida de los actores, las disputas de los
egos entre los actores por el tipo de la actuación.
Son interesantes, y a la gente le atrae esta temática.
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