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Por Gustavo Franco
General Roca > El consultor español en
turismo, Josep Andreu Casanovas se encuentra realizando una serie
de seminarios sobre el desarrollo argentino del turismo enológico
o Rutas del Vino. La iniciativa se enmarca en el programa que lleva
adelante Bodegas de Argentina y que, en esta etapa, se denomina «Oferta
Enoturística de Argentina: Diagnóstico y Propuestas
de Actuación».
Días atrás, Casanovas estuvo de paso por la región
y expuso ante referentes del sector vitivinícola regional y
del turismo en el Museo Patagónico de Ciencias Naturales de
esta ciudad.
En diálogo con este diario, el consultor contó algunas
experiencias similares en España y Europa y las debilidades,
fortalezas y oportunidades de este producto turístico.
Por sobre todas las cosas, Casanovas resumió la posibilidad
que plantea el turismo enológico como es la de «vender
sensaciones».
«El turismo enológico es aprovechable como recurso capaz
de generar un nuevo negocio de explotación turística.
Y como negocio, hay algo que se debe vender pero en este caso, lo
que se debe vender son sensaciones», resumió el experto,
al referirse a las ventajas que plantea el desarrollo de un producto
turístico como es el circuito del vino.
Indicó que en la primera etapa de este programa que desarrolla
la entidad Bodegas de Argentina, se recorrieron las principales zonas
vitivinícolas del país, oportunidad en que se hizo un
diagnóstico en todas las provincias. Agregó que en este
nivel, lo que se busca es ampliar ese diagnóstico y a partir
de allí, comenzar a sentar algunas directrices para la promoción
de los circuitos denominados Rutas del Vino. Es así que a partir
del diagnóstico inicial, hay que comenzar a estudiar el aprovechamiento
particular en cada región.
«El Enoturismo, como producto turístico, es muy reciente,
a pesar que siempre existieron los visitantes de las bodegas; sucede
que ahora existe un mayor empuje hacia la actividad y es sobre lo
que hay que trabajar», indicó Casanovas.
Contó –como antecedente- que en España se ha desarrollado
la Ruta del Vino pero aclaró que en su país la producción
vitivinícola es por Denominación de Origen, a diferencia
de otros países como por caso Argentina, en el que cada región
vitivinícola tiene uno o varios cepajes emblemáticos.
«Al contar con Denominaciones de Origen, ya no tiene que ver
tanto el cepaje o producto sino el resultado o marca de cada región»,
indicó el consultor.
Clusters
«Todo tiene que funcionar como un Cluster, en el que deben interactuar
bodegas, productores, transportistas, restaurantes, agencias de turismo,
hoteles, y a eso hay que agregarle un nuevo concepto, los centros
de interpretación, que permitan que, en el caso de contingentes,
estos sepan de antemano qué van a conocer», explicó.
Al referirse a la figura de los Clusters (grupo o asociación
de compañías interconectadas, con cercanía geográfica
y de desarrollo en un área similar o relacionada que se unen
por una serie de características comunes), Casanovas reiteró
que es importante que el Enoturismo o Ruta del Vino no sea vista sólo
desde la óptica de una bodega, sino que puede y debe involucrar
a otros actores que se beneficiarán del motivo de vinculación,
en este caso, el desarrollo del turismo del vino.
«En todas las zonas, en cualquier parte del mundo, hay una historia,
hay productos, hay algo que mostrar y eso debe ser explicado y comentado
a los turistas», sostuvo.
Perfil
Otro de los aspectos abordados por Casanovas tuvo que ver con algo
tan vital para el turismo como es «el perfil del turista».
En este aspecto, diferenció a los turistas para lo cual enumeró
a los que están a media distancia y que pueden recorrer distancias
relativamente cortas para aprovechar la visita a las bodegas.
Prosiguió con otro grupo de visitantes como es el caso de los
«turistas de larga distancia», quienes deciden y emprenden
un viaje largo a determinada zona. Para citar un ejemplo, Casanovas
se remitió al caso de un turista del norte del país
o de Buenos Aires que viaja a la Patagonia.
El tercer segmento es al que llamó «extranjeros».
«Estos son los que, luego de cruzar el charco (en obvia alusión
al Océano Atlántico), llegan a esta tierra conocida
mundialmente como Patagonia. Se debe tener en cuenta que en este grupo
de turistas y por todo lo que han recorrido para llegar a destino,
las distancias no constituyen un inconveniente», explicó
y prosiguió «En todos los perfiles de turistas citados
pero principalmente en los extranjeros, el turista quiere –en
una zona vitivinícola- visitar una bodega, recorrer otros sitios
pero, por sobre todas las cosas, probar un vino».
Iconos
Siguiendo con ese planteo, Casanovas fue más lejos en su explicación
y no encontró mejor ejemplo que el de destacar los cepajes
de cada region. «En el caso de esta zona (Neuquén y Río
Negro), donde existen productos de gran calidad, se puede identificar
y potenciar la imagen del Pinot Noir», agregó al referirse
al valor agregado que puede generar un cepaje ícono o emblemático
al circuito del vino de una zona determinada.
Como se sabe, tanto el Polo Vitivinícola del Neuquén,
que abarca a San Patricio del Chañar y Añelo, como la
zona del Alto Valle de Río Negro son áreas en las que
muchas uvas han mostrado una cualidad particular y diferenciada del
resto del país, pero ha sido el Pinot Noir el cepaje que, a
diferencia de otras regiones donde se ha implantado, parece haber
encontrado su terruño en estas latitudes
«En el caso de Patagonia, la región constituye a nivel
mundial una marca muy fuerte y eso debe ser aprovechado. Una de las
posibilidades es asociar detrás del nombre Patagonia, los productos
que se buscan vender y esa es una manera de introducir los vinos.
Patagonia es una marca de mucho prestigio y de fuerza y se debe aprovechar
esa marca para definir los productos a vender», explicó
el consultor, quien finalizó «son los destinos los que
tienen que definir qué vender».
Enoturismo
El Plan de Consolidación del Turismo del Vino que lleva adelante
Bodegas de Argentina comprende diferentes etapas vinculadas con el
desarrollo del modelo; el despliegue de rutas piloto y productos asociados;
la calidad; y la comunicación y comercialización. En
total, el programa está planteado a un plazo de ejecución
de 4 años.
Los últimos diagnósticos del Fondo Vitivinícola
Mendoza y de Bodegas de Argentina sostienen que el turismo del vino
es una actividad en pleno crecimiento, pero aún en vías
de consolidación. Se indicó que hace menos de una década
el rubro era casi nulo y en la actualidad, existen entre 85 y 100
establecimientos abiertos al público. También, mientras
que en 2004 los turistas bodegueros fueron más de 358.200,
se estima que en 2007 alcanzaron 1.000.000. |
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