Experto en antropología forense,
trabajó en la identificación de restos óseos de
desaparecidos durante la dictadura argentina y de otros países
latinoamericanos, y fue quien exhumó los restos del Che Guevara
en Bolivia.
Neuquén> “Los
prohombres de uniforme del 76 al 83 no iniciaron la apropiación
de menores, en rigor, es algo que nuestra sociedad hacía antes
y siguió haciendo después”, dice Alejandro Inchaurregui,
experto en antropología forense y director del registro de
Personas Desaparecidas de la Provincia de Buenos Aires. Este organismo,
que pretende implementarse en Neuquén, funciona como un canalizador
de denuncias sobre paradero de personas y ha resuelto casos inéditos,
como el reencuentro de una madre con su hija después de 50
años.
En esta entrevista con La Mañana de Neuquén, Inchaurregui
narra, además, su experiencia como cofundador del Equipo Argentino
de Antropología Forense - mediante el cual se lograron identificar
alrededor de 300 cuerpos de desaparecidos durante la última
dictadura militar en Argentina, - y la realización de tareas
similares en otros países de Latinoamérica. Lo más
resonante: la exhumación de los restos de Ernesto Che Guevara
en Bolivia.
¿Cómo funciona este organismo creado en la
provincia de Buenos Aires?
El objetivo de esta dirección es registrar personas que son
denunciadas como desaparecidas y que, a medida que transcurre el tiempo
y que esos casos no son resueltos, se pueda mantener latente la búsqueda
y una ficha autorizada con los datos físicos, personales y
autoridades judiciales que intervengan. Todo tipo de elemento que
perpetúe en el tiempo la posibilidad de establecer la identidad
de una persona viva o fallecida. Paralelamente, llevamos un registro
de personas NN fallecidas o vivas (que por razones de salud mental,
o porque están en coma por un accidente momentáneamente
se encuentran en esa condición). Es una cosa sucedánea
del registro de personas desaparecidas.
Por eso los llaman desaparecidos en democracia…
Precisamente, es algo que nos debemos como sociedad luego de lo que
sucedió entre el 76 y el 83, con la desaparición sistemática
y forzada de personas. La gente desaparece no ya por los motivos políticos
de lo que sucedió en ese período, sino accidentalmente,
víctima de un delito o por voluntad propia. La puerta de entrada
es que está desaparecida y los denominamos en democracia para
diferenciar lo que fue la práctica forzada en la dictadura.
¿Cómo trabajan operativamente?
Como nosotros dependemos del Ministerio de Seguridad tenemos acceso
a registros de casos policiales, como el hallazgo de un cadáver
o fuga de hogar. Se trata de cruzar información y tender a
esclarecer hechos. De lo contrario, quedan en la base de datos como
personas desaparecidas.
Hay muchos casos de gente que fue adoptada o apropiada que siempre
supo que no era hija biológica de sus padres y que en algún
momento desea conocer su origen. Tenemos 800 denuncias en el ámbito
de la provincia de Buenos Aires, y algunos casos del interior al tener
un 0800 nacional, de las cuales pudimos abordar 300 y resolver 150.
¿Cómo se resuelven?
En general porque el denunciante provee algunos datos de gente que
pueda tener información, otros que esperan que sus padres adoptivos
mueran. El 85 por ciento de esos 800 son apropiados y el 15 adoptados.
El 95 por ciento son hijos o hijas que buscan a su madre. Esto tiene
que ver con una práctica de anotar un chico como propio cuando
no lo es. Un tráfico de niños que nuestra sociedad no
condena. Por el contrario, muchas veces se habla de padres benefactores
que le dieron a un niño un hogar. En general, son entregas
que no son del todo voluntarias.
¿No está relacionado con el trabajo de abuelas
de Plaza de Mayo
en busca de sus nietos?
No, esos casos se dieron en un contexto de genocidio. Estos son casos
endémicos, de alguna manera naturalizados en nuestra sociedad
que, quizás, catalizados por la problemática del genocidio,
también fueron impulsados a buscar sus orígenes.
¿Qué se hace una vez que se encontró
a la persona que se busca? ¿Se establece un encuentro con aquella
que la está buscando?
Se va pautando de acuerdo a las circunstancias. Un ejemplo: un día
llama una señora que acababa de llegar de Alicante, España,
que había conocido una argentina que tenía 51 años
y que había sido llevada a ese país por su papá
cuando tenía 2 años. El papá le hablaba muy mal
de la mamá y le negaba quien era. Esta persona nos vino a ver,
tenía la fecha de nacimiento y el lugar de esa persona que
51 años después no sabía el nombre de su madre.
Averiguamos en los registros, esta madre vivía en La Plata.
La fuimos a ver y nos dijo que hacía 51 años que buscaba
a su hija. Las contactamos, a la semana la hija de Alicante estaba
en La Plata con el marido. La madre de Argentina había ido
al programa “Gente que busca gente” y no le habían
atendido el caso, y lo mismo había hecho su hija en España
en un programa similar. Y luego de ese hallazgo, en una semana, volvieron
a ser madre e hija después de 50 años.
De estos, tenemos 150 casos resueltos, algunos son muy duros, producto
de violaciones o incestos, y otros en donde no se puede creer hasta
que punto puede llegar la crueldad humana.
¿Actuaron en el caso de Julio López?
Yo fui particularmente porque me lo pidieron cuando se halló
un cuerpo. Fue una semana después de su desaparición,
en el camino que une Villa Elisa con Punta Lara. Se trataba de un
cadáver calcinado, de una persona mucho más joven que
López que no se pudo identificar a raíz del estado en
que estaba. A López todavía se lo sigue buscando.
Los problemas con el gobierno de Alfonsín para identificar
cuerpos de víctimas de la dictadura.
Usted fue uno de los cofundadores del Equipo de Antropología
Forense que identificó cuerpos de desaparecidos durante la
última dictadura en Argentina. ¿Cómo se inició
ese trabajo?
Comenzó en 1984 con la creación de la CONADEP, que invitó
a una comisión de científicos extranjeros para que asesoren.
En el marco de la antropología forense vino el padre de esta
disciplina que es Clide Snow, quien propuso formar un equipo de gente
para trabajar el tema. Le dijeron que sí, volvió con
apoyo de la fundación Ford y luego le comunicaron que ese trabajo
no iba a continuar. Entonces un grupo de estudiantes que quería
trabajar en el tema comenzó a hacerlo con él, realizando
las primeras pericias. Hubo una situación muy tensa, trabajamos
en bares y en la morgue, casi sin recursos. Él siempre decía
que nos enseñó sobre antropología forense y que
nosotros le enseñamos política. Después consiguió
nuevamente apoyo de la fundación Ford y se formó la
ONG que fue el Equipo Argentino de Antropología Forense. Despegamos
al tener financiación propia, al margen del Estado donde el
ámbito natural era la Secretaría de Derechos Humanos,
que claramente no quería avanzar con este tema.
Me refiero a Eduardo Rabosi, subsecretario de DDHH y al ministro del
Interior, Antonio Brócoli. El grupo de antropología
forense identificó hasta el momento alrededor de 300 NN.
También estuvo en otros países de Latinoamérica,
determinando la
identidad de cuerpos de gente víctima de sistemas dictatoriales.
¿Cuál
fue la experiencia que más los marcó?
El caso que más me impactó fue en Bolivia, en Santa
Cruz de la Sierra, que le precedió al trabajo que hicimos con
los restos del Che (ver recuadro) y que tiene que ver con la Granja
de Espejos, en 1989. En ese país hasta el año 90 existía
una Ley de Vagos y Malentretenidos, que le permitía a la policía
detener y encarcelar a menores hasta un año sin necesidad de
una orden judicial. Los mandaban a cuatro granjas. Una era ésta.
Funcionaba como campo de concentración a cargo del coronel
Camacho y 30 guardias - que eran policías sancionados - con
120 a 130 chicos detenidos en condiciones de esclavitud. Fuimos y
nos hicimos pasar por abogados que estábamos visitando establecimientos
penitenciarios y que nos habían hablado maravillas de ese lugar.
Ahí descubrimos muertes y entierros, y que aplicaban ley de
fuga. Relevamos el terreno y al día siguiente llegamos con
el gobernador, un juez, Amnistía Internacional y legisladores
y con la ropa de antropólogos para excavar. Lo llamamos al
doctor Snow, relevamos 53 tumbas, exhumamos 5 y se determinó
que todos habían muerto por causas violentas. Hubo una intervención
inmediata y condenaron a Camacho a 17 años de prisión.
La granja se cerró y la ley se abolió.
El Che, los restos de un mito
¿Cómo
fue la experiencia de haber participado en la recuperación
de los restos del Che Guevara en Bolivia?
Todas son experiencias fuertes, esa fue muy interesante por el contexto
en que se daba con la autoridades bolivianas y los problemas que se
presentaron.
¿Con qué inconveniente se encontraron?
El problema fue básicamente a partir de los funcionarios del
Gobierno boliviano. En un principio, en noviembre del 95, fue todo
fácil porque había autoridades del Ministerio del Interior
comprometidas con el tema de la recuperación de los restos,
pero luego las autoridades cambiaron y se produjo cierta carrera contra
reloj porque había ganado Banzer en el mayo del 97. Éste
asumió en agosto y las autoridades salientes nos pusieron un
término. Fue complicado. Pero hubo mucho compromiso de parte
de los cubanos que participaron.
Había otro tema, relacionado a que los habitantes de Valle
Grande no querían que se llevaran los restos porque decían
que les pertenecían, en el mejor sentido de afecto. Allí,
diariamente, deben existir cinco pedidos de misa por el Che. La gente
le pide a San Ernesto de la Higuera por la cosecha, por un hijo enfermo.
Lo sienten como propio.
Un registro propio
Neuquén>
La provincia ya cuenta con un servicio de toma de muestras de sangre
que es destinado al Banco de Datos Genéticos, en el marco del
programa nacional para la identificación de restos de desaparecidos
durante la dictadura.
Ricardo Riva, subsecretario de Justicia y Derechos Humanos, informó
que ahora lo que se pretende es desarrollar un organismo similar a
la experiencia iniciada por Inchaurregui. “Vamos a trabajar
en forma coordinada para instrumentarlo. En nuestra región
tenemos preocupaciones como la trata de personas, tanto en referencia
a la explotación sexual, como laboral”, dijo Riva.
|