El molino permitió a los habitantes
del Norte prescindir de viajar a Chile para obtener las moliendas.
El Cholar > El molino San Francisco de la localidad
de El Cholar cumplió 100 años de su patentamiento, se
estima que en 1904 ya estaba en funcionamiento.
Construido con nobles materiales de la zona, paredes de adobe revocado
con barro, el techo de carrizo, las puertas y ventanas con madera
del lugar, álamo, lenga y ñire. Dos mujeres, Dina Giménez
de 82 años y su cuñada Delfina del Carmen San Martín
viuda de Giménez y la colaboración del hijo de esta
última, que las ayuda en los trabajos más pesados, son
las encargadas de mantener en funcionamiento el centenario molino.
Cómo funciona
El molino San Francisco se encuentra ubicado el la localidad de El
Cholar, en el departamento Ñorquin, su propietario y constructor
fue José Gregorio Giménez. Funciona a través
del impulso del agua, que proviene del arroyo El Cholar, que hace
girar unas paletas de madera que por medio de un eje mueve una enorme
piedra redonda, trabajada artesanalmente, que se encuentra colocada
encima de otra y por medio de la fricción va moliendo el trigo,
maíz y hasta café.
Mientras Dina descansa, su cuñada Delfina, es la encargada
de atender a los turistas y mostrarles y explicarles el funcionamiento
del molino.
En su momento, el molino San francisco, junto a otros montados en
la zona, cumplían un rol muy importante para la comunidad del
Norte neuquino que no tenía medio de movilidad para trasladarse
a las grandes ciudades como Zapala, o al vecino Chile a realizar las
compras, y como era una región además de ganadera, agrícola
se sembraba trigo y maíz y se usaban los molinos para obtener
la harina, el ñaco y el frangollo o chichoca.
“Antes la harina no se compraba nosotros trabajábamos
día y noche moliendo trigo para sacar harina, la gente y los
comerciantes de varias parte traían su trigo, en mulas o carros
nos dejaban su carga y nosotros le avisábamos que día
tenían que volver por la harina”, comenta doña
Delfina.
“No se leer ni escribir, pero la forma de pago por el trabajo
que hacíamos era por cada almud- un cajón de madera
que hacía 7 kilos- cobrábamos una maquila-cajón
más chico que hacía un kilo-, y la harina que nos pagaban
la cambiábamos por otra mercadería no conocíamos
el dinero era trueque, obtener una bolsa de 50 ó 60 kilos de
harina nos llevaba prácticamente un día”, dijo.
“Del molino se obtenía la harina en rama, se pasaba por
un cedazo, se sacaba los restos del trigo que quedaban, y se hacía
pan salvado, se molía trigo para ñaco, también
molíamos maíz para hacer chichoca, y hasta café
pero era más complicado porque nos manchaba la piedra y costaba
limpiarla”, narra Delfina.
A pesar que el molino con los años se dejó de usar,
porque ya no se siembra trigo, y comprar la bolsa sale muy cara el
molino San Francisco de El Cholar se encuentra en perfectas condiciones.
Y es usado como un atractivo turístico.
Aún no se pudo averiguar por qué José Giménez
viajó a Buenos Aires en 1908 a patentarlo.
El nombre se debe a unos curas que lo bautizaron San Francisco.
“Ojalá volviera a funcionar pero el trigo está
tan escaso y caro”, añora Delfina.
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