Cultivos alternativos

La alfalfa como variante productiva

 
 
Disminuir tamañoAumentar tamañoCambiar tamaño  Imprimir Imprimir
 
       
   
   
  Existen varios estudios relacionados al cultivo de este producto. La zona cuenta con excelentes condiciones para su desarrollo.

«La alfalfa y las pasturas con esta leguminosa fueron, por más de un siglo, los forrajes básicos utilizados extensivamente como fuente de nutrientes para el ganado. En la actualidad se mantiene su vigencia en los planteos productivos de carne o leche que requieren producción de pasto en calidad y cantidad». Así lo explica Gustavo Duarte, asesor de Crea América.
La alfalfa sigue siendo en la actualidad, uno de los cultivos utilizados para varios objetivos y entre ellos, dos de vital importancia para cualquier desarrollo agropecuario: el forraje y la preparación o recomposición de suelos para cultivos intensivos.
«La alfalfa es una especie de gran plasticidad, que puede prosperar desde las regiones semiáridas hasta las húmedas (es decir, en un rango óptimo de entre 500 y 1000 milímetros por año) y que requiere suelos bien aireados porque es muy sensible al anegamiento. La fotosíntesis puede quedar más afectada en esas condiciones que en las situaciones de déficit hídrico. Y la magnitud del daño dependerá del estado fisiológico de la planta y de la temperatura ambiental», señaló el ingeniero Duarte en un artículo de fertilizando.com
La alfalfa es capaz de soportar extensos períodos de déficits hídricos ya que sus raíces pueden, a partir del segundo o tercer año de cultivo, extraer agua desde varios de metros de profundidad a través de sus raíces.
Duarte explicó que «los requerimientos nutricionales varían según el nivel de producción y el manejo al que está sometido el cultivo. Por ejemplo, las necesidades son máximas cuando la alfalfa se usa exclusivamente para corte, porque no existe un reciclado de nitrógeno a través de la orina o del potasio y del fósforo mediante la bosta. Estos últimos se pueden reciclar en un 70 u 80 por ciento. El fósforo es necesario para lograr un establecimiento exitoso y un buen desarrollo de las raíces. Además, en condiciones adversas -como suelos fríos o sequías, que reducen la absorción de los nutrientes- ayuda a que continúe el desarrollo radicular y se asegure la supervivencia de la planta».
En forma paralela, la búsqueda de métodos y claves para un mejor desarrollo de este cultivo es parte de los estudios de los técnicos del INTA de la región. El técnico de la sede del INTA del Valle Inferior (Viedma) Raúl Barbarossa publicó un extenso artículo en la última edición de la revista institucional del organismo F&D-Fruticultura y Diversificación titulado Claves para el Logro de un Alfafar de Alta Producción.
Allí y en base a diferentes estudios, Barbarossa explica una serie de aspectos a tener en cuanta a la hora de desarrollar cultivos de alfalfa en la zona.
A continuación, se reproducen algunas de las consideraciones técnicas del especialista.
El primer aspecto abordado por Barbarossa se refiere al suelo, tipo y elección del mismo. Sobre ese tema, explica que «la alfalfa es una especie que se adapta a diversas condiciones de clima y ambiente, pero su máximo potencial productivo lo expresa cuando los suelos son profundos y bien drenados.
Agrega que a diferencia de lo que se hizo en forma histórica, donde los suelos se escogían «a ojo», hoy se puede recurrir a estudios como el análisis de suelos que arrojan una información más adecuada para este tipo de emprendimiento.
El otro punto de importancia abordado por Barbarossa es la denominada «Preparación de la cama de siembra». Para esto, indica que «la alfalfa tiene una semilla pequeña y tiene las reservas necesarias para germinar y emerger a la superficie, en un proceso que normalmente dura entre 5 y 7 días. Para que esto ocurra, es necesario que la semilla depositada encuentre un suelo medianamente refinado, que se desterrone fácilmente, donde no queden muchos espacios de aire y ésta tome humedad del suelo e inicie el proceso de germinación».

Especie

La alfalfa es una especie que germina con temperaturas cuyos rangos van desde los 5 y 35 grados con un nivel óptimo que va desde los 19 a los 25 grados. «Observando estos valores -sostiene Barbarossa- en la zona no habría mayores problemas para elegir el momento de siembra, aunque no es tan simple. Existen algunas diferencias que posicionan mejor a las siembras de otoño si se las compara con las de primavera». Para ello citó diferentes aspectos a tener en cuenta:

Temperatura de los suelos: hacia fines del verano, los suelos tienen la temperatura suficiente como para que el proceso de germinación y emergencia se produzca en 5-7 días, siempre y cuando se le hayan dado las condiciones de humedad (riego pre o post siembra). La fecha ideal y recomendada es la primera quincena de marzo.

Tiempo de oreado: en el otoño, el acortamiento de los días y la menor prevalencia de vientos disminuyen la pérdida de humedad de los primeros centímetros de suelos. Esto es una ventaja comparativa con respecto a las siembras de primavera.

Desarrollo radicular: Con días acortándose y temperaturas ambiente en baja, las primeras hojitas presentan poco crecimiento, pero sí es muy importante el desarrollo radicular que realizan durante el invierno. De esta forma, entran a la
primavera con unos 12 a 15 cm de raíz. Esta condición las posiciona mejor para la competencia con malezas en la captación de agua y nutrientes.

Presencia de malezas: una gran variedad de éstas tiene su mayor actividad a la salida del invierno y durante la primavera. En este sentido, la siembra de otoño ofrece un establecimiento de plántulas durante el invierno con un ambiente de menos competencia, además de abaratar los costos por control químico.

Densidad de siembra: Éste es otro de los temas a tener en cuenta. Antiguamente, era común sembrar 20 kg/hectárea (ha) o más. Hoy se estaría hablando de 22,5 $/kg + 4,83 $ de IVA = 27,33 $ x 20 kg = 546,6 $/ha. «Y sólo hemos considerado uno de los insumos. El objetivo debe ser lograr un alfalfar estabilizado al final del primer ciclo, con
50 plantas/m2, lo que es posible de conseguir con una densidad de 10 kg/ha (500 plantas/m2). Por cada kg/ha sembrado estaremos incorporando 50 plantas/m2. Si asumimos que hay un porcentaje de alrededor del 25% ó 30% de semillas que por diversos motivos no prosperan, igualmente habremos logrado el stand de plantas que nos propusimos. Debemos asegurar las condiciones para que el porcentaje de plantas logradas sea el mejor. «Hoy el concepto que se debe manejar es: buena preparación de suelos, siembra en fecha, humedad asegurada, semilla de calidad, fertilización fosfatada de arranque y control oportuno de malezas. Cumplir estas premisas nos permitirá bajar la densidad de siembra, abaratar costos y lograr un alfalfar de alto rendimiento», señala el artículo.

Profundidad de siembra: debe oscilar entre 1 y 1,5 cm. Las semillas de alfalfa, por su tamaño, tienen la energía germinativa justa como para cumplir rápidamente con el proceso de germinación y emergencia. Cuando la semilla es depositada a mayor profundidad que la indicada, es muy probable que no llegue a la superficie.

Humedad del suelo a la siembra: es el otro punto importante que pasa a ser un factor de decisión del productor; el regar o no regar y agrega que «decididamente este aspecto no debe ser objeto de duda. Para que las semillas germinen deben tener humedad suficiente. En nuestra región, es un recurso que podemos administrar de manera de decidir en qué día y a qué hora aplicamos una lámina de agua. Es el factor determinante del éxito de una buena implantación. Para que el proceso de germinación y emergencia sea rápido, hay que asegurarle humedad a las semillas».

Entre las recomendaciones, el técnico del INTA aconseja el Riego pre-siembra, para lo cual una vez terminada la preparación de los suelos, se deben hacer los retoques de nivelación, bordear y regar para observar posibles defectos de nivelación es lo deseable.
El Riego post-siembra es la herramienta que queda si se sembró en seco. El técnico sostiene que no es ésta posibilidad la más adecuada pero sí necesaria. Lo que no se debe hacer es esperar la lluvia, salvo que se haya sembrado contra pronóstico conocido.
Otro aspecto a tener en cuenta es la elección de la semilla. Sobre este aspecto, el técnico del INTA indica que «la semilla es importante pero mucho tiene que ver el manejo del alfalfar una vez implantado. Cuando nos referimos a elegir una «buena» semilla estamos hablando de un producto certificado, con poder germinativo y porcentaje de pureza conocidos».

Rindes

Según la publicación y tomando en cuenta el rendimiento en diferentes cultivares en la zona del Valle Inferior de Río Negro, para un alfalfar de un año de edad, con cinco cortes se obtuvo un volumen aproximado de 19 toneladas por hectárea por año.
Cabe recodar que todo vegetal tiene un período de crecimiento y otro de reposo o latencia durante el año, es decir que su aprovechamiento depende en gran medida del estado que se encuentre. Las alfalfas tradicionales detienen su crecimiento con los primeros fríos del otoño y entran en reposo o latencia hasta la primavera, o sea, que su aprovechamiento disminuye por falta de crecimiento.
Como conclusión, el artículo sostiene que en la región de los valles irrigados de Río Negro y de Neuquén, la alfalfa con grados de latencia (entre 6 y 9), de última generación (resistentes a enfermedades y plagas) puede ser cultivado.

Fuente: Revista F&D. Fruticultura y Diversificación Número 55 INTA.
O www.inta.gov.ar/altovalle

 

 


La Mañana Neuquen
Redacción Cómo anunciar  |  Webmaster
Neuquen - Fotheringham 445 - Teléfono 449 0400
Copyright © 2002-2004 - La Mañana Neuquen - Todos los derechos reservados
 
 



Min.: 10°c
Máx.:
26°c
Nubosidad variable. Vientos moderados del sudoeste.
 

Energía
Productivo

 


Especiales La Mañana Neuquén

Visite La Mañana Cipolletti

Visite La Mañana Roca
 Transportes Interurbanos
 Guía Profesional
 Teléfonos de urgencia
 Farmacias de turno
 Transporte Aéreo
 Quiniela
 Horóscopo
 
 
 
 
 
 
 

Cine
Teatro
Recitales
Televisión
Videos