|
El padre Enrico Dal Cóvolo,
postulador de la causa de Ceferino en Roma,
informó que desde el punto de vista clínico, la curación
sometida a su juicio
científico, era inexplicable.
Chimpay > Con la noticia de la aceptación
del último milagro presentado por la iglesia argentina para
la beatificación de Ceferino Namuncurá, se está
más cerca del reconocimiento como santo, por parte de la Iglesia
Católica.
Ceferino es un santo mapuche para los miles de fieles que creen en
su intercesión para la concesión de gracias de Dios,
pero aún no está reconocido oficialmente, aunque esto
no impide que miles de peregrinos de todo el país y de Latinoamérica
se den cita en Chimpay todos los años, en el lugar donde Ceferino
nació a orillas del río Negro, en el seno de una comunidad
indígena.
El milagro que se aceptó como tal, es el caso de una mujer
de Córdoba, que tenía 24 años y que se curó
en forma instantánea e íntegramente de un cáncer
de útero, y hasta pudo concebir nuevamente. Este hecho para
la ciencia es absolutamente inexplicable y esto fue corroborado con
estudios médicos anteriores y posteriores de la mujer, que
acreditan la desaparición de la enfermedad.
Este milagro atribuido a Ceferino se produjo en el año 2000,
año del Jubileo y comienzo del Tercer Milenio Cristiano. La
familia de esta joven con cáncer de útero pidió
intensamente la intercesión de Ceferino ante Dios para salvarle
la vida. Y la mujer se curó.
La causa llegó a Roma desde Córdoba, donde durante cuatro
años se estudió y altas fuentes de la iglesia indicaron
que fue bastante rápido el tratamiento del caso.
El padre Enrico Dal Cóvolo, postulador de la causa de Ceferino
en Roma, informó que «el lunes pasado, la consulta médica
de la Congregación para la Causa de los Santos dictaminó
que, desde el punto de vista clínico, la curación sometida
a su juicio científico, era inexplicable».
Los pasos que deben seguirse ahora para la beatificación son,
en primer lugar, se debe reunir la consulta de peritos teológicos
de la Congregación que deben considerar si fue correcto el
pedido de intercesión al Venerable -título que recibió
Ceferino Namuncurá cuando el Papa dictó que había
vivido su fe con «virtudes heroicas»-. También
se evalúa si esas manifestaciones de veneración fueron
correctas.
Una vez que esto se aprueba se realiza una reunión plenaria
en fecha a establecer, de la Congregación para los Santos,
que dan su último pronunciamiento sobre el milagro. Luego el
Papa debe aprobar el decreto del milagro y anunciar la fecha de beatificación.
La ceremonia de beatificación se hará en algún
lugar propuesto por la Conferencia Episcopal Argentina.
Se estima que la beatificación de Ceferino podría tener
lugar «en la primavera boreal», es decir entre abril y
junio del año próximo.
El milagro es imprescindible para la decisión del Papa de proclamarlo
beato, el primero de los dos escalones en la subida al altar del «lirio
de la Patagonia», como se lo conoce a Ceferino Namuncurá.
El segundo es la canonización, que exige otro proceso y un
nuevo milagro. Al ser proclamado santo, el culto del beato, que es
restringido, se extiende obligatorio para toda la Iglesia Católica.
Las manifestaciones de fe hacia Ceferino Namuncurá son una
constante entre los fieles cristianos argentinos y popularmente se
conocen distintos milagros o gracias concedidas a través de
este santo mapuche, pero la iglesia para proclamarlo como tal debe
seguir una serie de pasos preestablecidos y que deben tener rigor
científico, por ello en las últimas celebraciones religiosas
realizadas en su santuario en Chimpay, los sacerdotes pedían
a la gente que acercaran sus experiencias con documentación
que las acredite para acelerar los trámites para lograr su
santificación. Muchas veces es complicado reunir todas las
pruebas que acrediten la existencia del milagro y la Iglesia Católica
es sumamente cuidadosa en estos aspectos, así como en la emisión
de juicios en relación a los presuntos milagros presentados.
Chimpay y Ceferino
La localidad que se gestó a orilla del río Negro, donde
durante años vivió la tribu Namuncurá tiene una
identificación plena con «el santo mapuche», como
le llaman en su pueblo a Ceferino. Además los vecinos están
convencidos que Ceferino los ayuda constantemente y que el arribo
de peregrinos y el trabajo de la tierra son medios de vida que les
da para que puedan vivir.
«Es una enorme alegría saber que se están cumpliendo
los pasos para que la Iglesia oficialmente reconozca a Ceferino como
un santo que es y que la gente lo siente como tal porque los peregrinos
que año a año pasan por su santuario en nuestro pueblo
son la mejor demostración de lo que origina su figura»,
aseguró ayer el intendente de la ciudad Hugo Funes.
En Chimpay se encuentra el Parque Ceferiniano, donde hay un santuario
erigido en el lugar que se cree que estaba instalada la toldería
del cacique Namuncurá, donde nació Ceferino, hay un
gran polideportivo, donde se celebran misas y otras actividades religiosas
relacionadas con su figura y ahora se está terminando una capilla
para que los peregrinos puedan rezar. El día del natalicio
de Ceferino, más de 40 mil fieles se dan cita y todos los obispos
de la Patagonia se congregan para atenderlos y dar crédito
a tal demostración de fe cristiana.
¿Quién fue Ceferino Namuncurá?
Ceferino nació en Chimpay el 26 de agosto de 1886, hijo del
cacique Manuel Namuncurá y de la cautiva chilena Rosario Burgos,
fue el sexto de doce hermanos.
A los dos años de edad, Ceferino fue bautizado por el sacerdote
Domingo Milanesio, el 24 de diciembre de 1888.
Ceferino se crió en el marco de de las costumbres y modo de
vida del pueblo mapuche. Aprendió desde niño a hablar
su lengua, andar a caballo, hacer leña, participar en cacerías
para poder comer.
Según los relatos aportados por familiares de Ceferino en la
causa de su beatificación, él mismo le pide a su padre
que lo mande a Buenos Aires a estudiar, para poder serle útil
a su gente. En septiembre de 1897 ingresó al Colegio Pío
IX, perteneciente a la Congregación Salesiana, allí
fue compañero de Carlos Gardel y ambos integraron el coro del
colegio. Allí descubre la cultura blanca y también el
catecismo, y lo seduce la posibilidad de dar a conocer a Dios y de
servir a los demás, ya en 1899 manifiesta su deseo de ser sacerdote
a sus asesores espirituales.
A fines de 1901 aparecen los primeros síntomas de la tuberculosis,
sus superiores lo envían unos meses al campo, en Uribelarrea
y luego a Viedma, allí se instala en el Colegio San Francisco
de Sales, donde es atendido por el enfermero Artémides Zatti
– ya declarado beato-, continuando con sus estudios y su recuperación.
En julio de 1904 parte a Italia junto a Monseñor Cagliero.
El viaje a Italia será otro motivo de esperanza para curarse
y poder seguir los estudios eclesiásticos. Primero llega a
Génova, luego va a Turín. En Valdocco, Ceferino conoce
al sucesor de Don Bosco, Don Miguel Rúa, y luego viaja a Roma,
donde es recibido por el Papa Pío X. Después recorre
varias ciudades de Italia y regresa a Turín para proseguir
sus estudios, pero por su debilitada salud debe ser trasladado a Roma,
buscando un clima más benévolo.
En marzo de 1905 es internado en el hospital Fatebenefratelli, en
la Isla Tiberina, atendido por los hermanos de San Juan de Dios, donde
falleció el 11 de mayo. Sus restos fueron llevados a Campo
Verano, un cementerio de Roma, y los funerales se hicieron en la Basílica
del Sagrado Corazón, con participación de la comunidad
salesiana y de fieles en general.
En 1924, sus restos fueron traídos desde Roma y depositados
en una capilla en Fortín Mercedes, y en 1991, por razones de
seguridad, fueron depositados en una sala contigua al santuario de
María Auxiliadora en Pedro Luro. Sus familiares mapuches reclaman
que sus restos sean llevados a la reserva de San Ignacio en Neuquén,
donde residen.
|
|