Por Laura E. Rotundo
Una lamentable moda se impone entre los adolescentes argentinos,
desde hace por lo menos cinco años: consiste en salir con amigos
y emborracharse. Ya no se trata de estar ansioso por conocer a un
chico o una chica, divertirse bailando en grupo o ir a desayunar a
la salida del boliche. Gastarse toda la plata en cerveza, vino y tragos
es lo que se usa, sin importar en qué condiciones se termine
al amanecer.
Claro que los menores desconocen los efectos del alcohol: En principio,
el consumo excesivo crea dependencia. En el cerebro, éste actúa
como un sedante en el sistema nervioso central, por lo que reduce
las células nerviosas. En los pulmones, las grandes cantidades
disminuyen la resistencia a las infecciones o pueden ocasionar que
se interrumpa la respiración.
En el corazón, el alcohol debilita la capacidad de los músculos
para bombear sangre, lo que da lugar a un ritmo cardíaco irregular
y un movimiento similar del órgano. Se inhibe la producción
de glóbulos rojos y blancos.
En el hígado, beber demasiado y con regularidad, puede ocasionar
hepatitis alcohólica (que se manifiesta con la inflamación
y la destrucción de las células hepáticas) y
posteriormente cirrosis (lesiones, cicatrices y destrucción
irreversible de las células hepáticas).
Los efectos que produce en el estómago tienen que ver con la
irritación, lo que puede ocasionar úlceras pépticas,
lesiones hemorrágicas y cáncer.
En los intestinos y el páncreas, bloquea la absorción
y descomposición de los nutrientes al dañar las células
que revisten el tracto del intestino y el colon. El páncreas
puede inflamarse y liberar enzimas digestivas que lo atacan.
Por último, en los huesos y los músculos, el alcohol
interfiere con la capacidad del cuerpo de absorber el calcio, lo que
provoca que los huesos sean débiles, blandos, quebradizos y
más delgados, generando osteoporosis, y debilitando los músculos.
Causas
Los profesionales indican que las causas del consumo de alcohol entre
los menores de edad son variadas, ya que se ven implicados -al igual
que sucede con los mayores- factores de todo tipo: genéticos,
fisiológicos, psicológicos y sociales.
En algunos casos predominan los rasgos psicológicos, como la
impulsividad, la baja autoestima o la necesidad de aprobación.
Hay quien busca la desinhibición que provoca el alcohol, sobre
todo si tienen problemas para relacionarse con los demás.
Otras personas beben con el objetivo de olvidar ocasionalmente sus
problemas emocionales o huir de ellos.
La presión social también juega un papel importante,
sobre todo entre los adolescentes, que pueden volverse «amantes
del alcohol» porque se ven presionados por amigos o para no
ser diferentes al resto del grupo. En caso de ser víctimas
de abusos físicos o sexuales también se incrementan
las probabilidades de abuso de alcohol y de otras sustancias, como
se indicaba al inicio de esta nota.
Cuando una persona empieza a beber en exceso por cualquier motivo,
ocurren cambios fisiológicos que los inducen a tomar más
para evitar el malestar que esas alteraciones provocan.
Cifras
Según un informe difundido en diciembre de 2007, en Argentina
se observan dos particularidades en el aumento del consumo de alcohol:
Existe un alto registro de recién nacidos afectados por la
ingesta de bebidas de las mamás durante el embarazo y, por
otro lado, se destaca un incremento considerable de adolescentes mujeres
-de entre apenas 12 y 16 años- que beben en exceso.
Anteriormente, la proporción del consumo de alcohol era de
tres hombres por cada mujer que bebía, y ahora es de dos hombres
por cada persona de sexo femenino.
Las clases sociales influyen por cierto en la causa por la que cada
adolescente se vuelca a esta adicción. En los estratos más
carenciados de la sociedad, se sufre la falta de recursos económicos,
la ausencia de un hogar apto para desarrollarse felizmente y tener
su privacidad y obviamente, la privación de asistir a una escuela
para educarse y no para comer.
Sin embargo, los adolescentes de segmentos ABC1 sufren la ausencia
de los padres y la pérdida de motivación para hacer
cosas, ya que acceden a todo lo que desean y desconocen el sacrificio.
A tal grado llega este flagelo que, según este mismo informe,
una franja de chicos de entre 8 y 11 años consume alcohol y
hasta alguna vez probaron inhalantes como pegamentos y solventes.
Cómo mejorar
Según los centros médicos especializados en esta adicción,
el tratamiento consta de 3 fases.
La primera es la denominada de «Evaluación». Durante
esta etapa, se realizan varias pruebas que van desde lo físico
y lo mental hasta lo emocional, pasando también por lo espiritual.
Se hace una desintoxicación y todo tipo de chequeos para definir
un perfil psicométrico, elaborar un plan nutricional y uno
individual de tratamiento.
Por otra parte, la familia del adicto recibirá una charla introductoria,
en la que indagarán sobre antecedentes del entorno para analizar
si existen factores que pudieron contribuir a terminar en el alcoholismo.
El diagnóstico familiar sirve para saber cómo manejarse
con la persona afectada.
La segunda fase es la del tratamiento primario y durante esta etapa
se lleva adelante una terapia individual y otra de grupo, con conversaciones
educativas, médicas y psicológicas.
Al participar en dinámicas grupales, se debate sobre las técnicas
de manejo del estrés y la ansiedad que ocasionará la
abstinencia y se arma una rutina de actividades físicas, además
de continuar con un plan nutricional balanceado. La familia también
recibe asesoramiento sobre autoayuda.
Por último, la fase final consiste en el tratamiento continuo.
Durante un largo período se hacen evaluaciones psicofísicas
y un seguimiento individual del adicto, además de participar
en terapias grupales y grupos de prevención de recaídas.
El entorno del enfermo, que juega un rol fundamental en la busca de
la cura, será sometida a evaluaciones y se le hará un
seguimiento individual y participará en terapias grupales.
Según una investigación realizada por la Universidad
Nacional del Nordeste, los síntomas de aviso del abuso de alcohol
pueden incluir una baja en el rendimiento escolar, un cambio en los
grupos de amigos, algún comportamiento delictivo y el deterioro
en las relaciones familiares.
Además, se pueden registrar cambios físicos, tales como
ojos enrojecidos, tos persistente y alteraciones en los hábitos
de comer o dormir.
Además que la dependencia del alcohol puede incluir lagunas
mentales (blackouts), síntomas físicos al dejar de usar
alcohol, retraimiento y otros problemas del funcionamiento en el hogar,
en la escuela y en el trabajo.
Este informe destaca que las conversaciones entre padres e hijos sobre
la bebida pueden ayudar a los adolescentes a evitar el consumo del
alcohol antes de alcanzar la edad apropiada y que la supervisión
de un adulto es un factor clave para los menores de edad.
Fuentes: Sedronar - Universidad Nacional del Nordeste –
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