Por FRANCISCO CARNESE
El columnista del diario la Nación sostuvo que en
el periodismo actual la escritura se deterioró junto con el
uso del idioma.
Neuquén> De visita en esta ciudad, donde
brindó una conferencia dirigida a profesionales de los medios
de comunicación, el periodista y docente, Pablo Mendelevich*,
se refirió a la situación actual del periodismo argentino
y su relación traumática con el gobierno de Néstor
Kirchner. También explicó los alcances que tendrá
el flamante Código de Ética Periodística creado
por Foro de Periodismo Argentino (Fopea), organismo que reúne
a colegas de todo el país y del que Mendelevich forma parte.
¿Cómo analiza el nivel que muestra el periodismo
en Argentina hoy?
Desde ya que siempre fue muy bueno en términos comparativos
a nivel de Latinoamérica, y a la vez creo que las variables
que hacen a un buen periodismo se reacomodaron en los últimos
años. Unas subieron y otras bajaron. Subió la calidad
de la investigación periodística. En los ‘90 la
prensa funcionó como un contrapoder y en el siglo XXI eso volvió
a bajar. Lo que a mi me interesa como especialidad personal, que es
la escritura, se deterioró muchísimo, junto con el uso
del idioma en todo el periodismo.
¿El hecho de que muchos periodistas de las nuevas
generaciones entren directamente a trabajar en radio o tv, sin una
formación en gráfica, puede haber influido en esto?
Es un factor, sin duda. Hay una clara diferencia en los elencos profesionales
de radio y televisión con respecto a los de los diarios. Estos
últimos siguen siendo más profesionales, más
formados y con mayor oficio y mejor manejo del idioma. Aventajan a
los otros. Primero en número, dado que una redacción
supera varias veces el equipo de un programa de radio o tv, y también
cualitativamente. Con respecto a internet, lo mismo; la calidad y
profundidad de los periodistas que trabajan allí quedó
alineada del lado de los medios electrónicos, más cerca
de lo efímero que de lo profundo.
¿Cómo observa el vínculo del periodismo
argentino con el gobierno? ¿Se está viviendo, como sostienen
algunos, la peor relación con la prensa desde que volvió
la democracia?
La verdad que no creo que sea la peor, a cada relación hay
que juzgarla en su época y contexto. Hay una evolución,
los tiempos no son los mismos, lo que hace difícil hacer una
comparación con otros gobiernos. Las variables cambiaron, son
muy distintas. La forma en la que (Carlos) Menem podía afectar
la libertad de prensa no es la misma en la que puede afectarla el
matrimonio Kirchner.
¿En qué sentido?
Que Menem buscaba leyes mordaza, con una legislación que apretara
y persiguiera al periodismo. Se valía también con herramientas
jurídicas como los juicios que él mismo hizo a muchos
medios. Los Kirchner no, ellos directamente desconocen a la prensa,
la puentean, no la atienden. Son distintos mecanismos que no se cual
es peor o más grave.
De todos modos, lo que sucede con los Kirchner es bien difícil
de entender porque sus políticas contra la prensa no son estables,
son más bien confusas, ciclotímicas. Ellos maltratan
a un determinado periodista, no lo atienden y alguna vez sí
lo hacen. Desorientan.
¿Y cómo analiza la relación desde la
otra parte, es decir, desde el periodismo para con la clase política?
Hay muchos malentendidos. En primer lugar, los periodistas no pueden
ser amigos de las fuentes de información y eso depende del
periodista. La fuente va a tratar de cooptarlo y el profesional debe
tener claro que tiene que buscar otros amigos para ir al cine, no
una fuente. El vínculo debe ser muy limpio porque forma parte
de su tarea profesional, y si existiera un juramento hipocrático
como el de los médicos, el periodista debería jurar
que no tiene otra relación con la fuente que no sea lo informativo.
Hay una enorme confusión, muchos periodistas no citan fuentes
cuando escriben, hay abusos de off de record, hay traición
a ese recurso. Todo esto, sumado a una corrupción larvada en
algunos casos y brutal en otros, contribuye a que los periodistas
debamos revisar nuestros comportamientos y preguntarnos cómo
podemos hacer para que las cosas funcionen sin que nos persigamos
unos a otros.
*Pablo Mendelevich es director de la Carrera de periodismo
de la Universidad de Palermo,
columnista del diario La Nación.
Fue editor de tapa de Clarín y columnista político de
La Razón y
del prestigioso diario La Opinión, dirigido por Jacobo Timerman.
Un Código de Ética en Argentina
Cómo se logró conformar este Código
de Ética Periodística que elaboró Fopea?
Yo hice un estudio mundial de códigos de ética periodística
desde una óptica argentina, con eso se trabajó durante
un año debatiendo en el foro, se hicieron unos retoques y quedó
el código más o menos discutido entre todos, con algunas
situaciones más o menos conflictivas que la comisión
redactora las resolvió.
¿Está basado en el código internacional?
Esencialmente los códigos dicen todos lo mismo. El problema
fue con algunos artículos que están en todo los códigos
mundiales y que aplicados en Argentina a rajatabla creaban una situación
difícil. Uno es el que se refiere al doble empleo, el tema
de los que trabajan de uno y otro lado del mostrador, o sea, como
prensa de un organismo público o privado y como periodistas.
En una ciudad como Buenos Aires no estaría mal aplicarlo porque
hay más opciones laborales. Pero en una provincia o pueblo
chico un código muy estricto en ese sentido significaba poner
en dificultades a muchos periodistas que se ganan la vida trabajando
en ambos lugares. El espíritu de Fopea no es juzgar a los demás,
sino corregir los defectos de la profesión a partir de pensar
correcciones entre todos y mejorar las cosas sin hacer la revolución
periodística.
¿Cree que esto va traer algún beneficio para
la profesión?
Teniendo en cuenta que las cuestiones vinculadas con la ética
tienen mucho que ver con comportamientos individuales, a la vez debe
haber algo escrito que sirva de referencia. La idea es propender hacia
lo ideal
¿El tema de la colegiación estuvo también
en discusión?
Dentro de Fopea había una minoría importante que volvió
con esta idea porque parece muy eficiente, pero cuando uno empieza
a analizarla y ve todas las contraindicaciones que tiene, produce
el efecto contrario al que se quiere, donde hay un grupo termina teniendo
el poder de decir quién es periodista y quién no. Eso
pasa en los países donde hay colegiación y el problema
es quién se arroga ese derecho. Desde el punto de vista político
no va a haber gobernante que no se tiente con la idea de controlar
a ese grupo de periodistas. Esto es lo que pasó en los países
donde funcionaba, convirtiéndose en un arma de doble filo. |