Las pocas almas que habitaron la
región, antes y durante los primeros años de capitalidad,
regaron también con sus lágrimas la árida y hostil
naturaleza.
En el año 1902, un informe del director de Censos y Territorios
Nacionales llegaba a las manos del ministro de Gobierno de la Nación,
don Joaquín V. González. Se trataba de una evaluación
relacionada con las condiciones de vida de los primeros vecinos del
triángulo neuquino.
Entre otras consideraciones, Joaquín V. González (quien
años más tarde asistiría a la fundación
de la nueva capital), se encontró con un panorama decididamente
desalentador.
Grandes distancias y dificultades en las comunicaciones hacían
que el territorio necesitara reglas diferentes a las ordinarias de
la administración pública que, con facilidad, se cumplían
tanto en Buenos Aires como en La Plata.
De acuerdo al informe, Neuquén era, en comparación al
resto del país, el que se encontraba en peores condiciones
de viabilidad. Tanto su extensión como su situación
geográfica surcada por accidentes topográficos inexplorados
sumada a la escasísima densidad de población convertían
a esta región en un preocupante polo de aislamiento. Aislamiento
en relación al resto de la República, lo que contribuiría
a detener, peligrosamente, su progreso.
Investigación
En el ámbito de la Universidad Nacional del Comahue, una tesis
presentada ante la Cátedra de Historia muestra una interesante
investigación acerca de los avatares en la vida de los primeros
pobladores. Con el fin de rescatar un Registro de Defunciones que
abarca el período 1915-1944, se realizó una transcripción
del mismo para preservar datos inherentes a los primeros 40 años
de funciones del antiguo Cementerio ubicado en el corazón mismo
de la capital.
En el análisis del Registro, el estudio deja en claro que contiene
anotaciones administrativas tales como la numeración de los
recibos de pago, las renovaciones y traslado de lugar de los restos
de quienes en vida caminaron por las arenosas calles de la ciudad.
Pero quienes realizaron el relevamiento transcribieron especialmente
datos que tienen un carácter netamente histórico como
nombre y apellido del difunto, causas de su deceso, edad y lugar donde
se produjo el fallecimiento.
Datos
Entre 1915 y 1938 hubo 3113 muertes, con sólo un médico
–según afirman los memoriosos, el Dr. Pellagatti- y un
precario dispensario donde atendían a los enfermos como podían
y con lo que tenían. Algunas de las anécdotas de aquellos
años recuerdan a una madre con su hijo en brazos ardiendo de
fiebre cruzando de a pie por el puente ferroviario para llegar a Cipolletti
en busca de un pediatra. En más de una ocasión el niño
moría en el trayecto.
Las principales causas de muerte en el período citado se debieron
a enfermedades que afectaron el aparato respiratorio. Enfermedades
como tuberculosis, neumonía, pulmonía, bronconeumonía
para las que se contaba con muy pocas armas para combatirlas, causaron
estragos entre los primeros pobladores. La desnutrición y males
congénitos de nacimiento fueron también causa del incremento
sostenido de la mortalidad infantil hasta la década del ’40
inclusive.
En menor medida heridas por arma de fuego, asfixia por inmersión,
heridas por arma blanca y accidentes ferroviarios causaron el deceso
de legendarios pioneros.
En el Registro de Defunciones aparecen nombres y situaciones relatadas
en la historia de la región.
Tragedias
En folios del año 1917 figuran los datos de Abel Chaneton,
fallecido el 18 de enero a la edad de 40 años. Dejan constancia
como causa del deceso: heridas de bala
Recordemos que Chaneton fue presidente del Honorable Concejo Municipal
en los años 1908, 1910 y 1913. En una anotación marginal
consta que, por resolución del Honorable Concejo, el sitio
donde descansa es “a perpetuidad”
Una mujer notable de aquellos primeros años, doña Carmen
M. de Mango, encabeza la nómina correspondiente al mes de febrero
de 1921. El día 7 falleció en Buenos Aires víctima
de miocarditis, a los 37 años de edad. Sus restos descansan
en el panteón de la familia (que fue declarado “Monumento
Histórico Municipal”), junto a los de su esposo Miguel
Mango, uno de los primeros presidentes del Honorable Concejo Municipal
de la capital neuquina.
El problema de la mortalidad infantil no fue ajeno a don Amaranto
Suárez quien fue presidente del Honorable Concejo Municipal
en varios períodos. Su hijo, del mismo nombre, falleció
por causas no consignadas el 7 de mayo de 1930.
Según el libro de inhumaciones, sus restos fueron cremados
el 29 de mayo de 1991.
Otro caso de un pionero destacado fue el de Rafael E. Castilla, director
de la Cárcel en el año 1910, quien el 26 de mayo de
1936, a los 58 años murió como consecuencia de una hemiplejia.
Al año siguiente, 1937, el 22 de junio, luego de un síncope
cardíaco, contando con 59 años de edad, falleció
don Manuel Linares Díaz, español de origen, radicado
en Neuquén en el año 1902 e integrante del Concejo Municipal
de 1914 a 1917.
Epílogo
Neuquén creció y se erigió con la pujanza y el
esfuerzo de los que hoy descansan tras los muros del antiguo Cementerio.
La historia, hasta la de la muerte misma, escribe un capítulo
donde las carencias de aquellos héroes conocidos y las de los
héroes anónimos, engrandecen aún más la
legendaria estampa de los que lucharon contra la adversidad, detrás
de un sueño posible.
Alta mortalidad infantil
En detalle, los años supeditados al incremento o disminución
en el fallecimiento de menores de 10 años. Entre las causas
principales figura la desnutrición.
Año
1915
El mayor número de muertes se ha producido por enfermedades
de las vías respiratorias. La edad promedio de los fallecidos
no supera los 50 años.
Año
1916 a 1921
Considerable cantidad de muertes de personas entre los primeros meses
de vida y que no superan los diez años de edad. Las principales
causas de muerte se deben a desnutrición y atrofias congénitas.
Año
1922
La mortandad infantil encabeza el total de decesos. Noviembre fue
un mes trágico por epidemias de escarlatina y difteria.
Año
1923
Más del 50 % de los fallecidos fueron menores de 10 años.
Casos de gastroenteritis y enteritis provocaron la mayoría
de los decesos. El promedio de vida de los adultos no alcanza los
50 años. Mueren más hombres que mujeres.
.
Año
1924
Se registra un caso inusual de longevidad, el de doña María
Petrona Chanes, quien dejó de existir a los 99 años.
1925
a 1928
La mortandad infantil alcanza cifras superiores al 50%. Principales
causas: muerte fetal, toxicosis, bronconeumonía.
1929
Se incrementó la tasa de mortandad infantil tocando el 70%.
Las principales causas son enfermedades como la toxicosis (desnutrición),
atrepsia (atrofia de recién nacidos), afecciones del aparato
respiratorio y muerte fetal.
1930-1931
Mortandad infantil superior al 50%
1932
Mortandad infantil superior al 70 %
1933
Incremento en la mortandad general. Mortalidad infantil bajó
al 30%.
1934
a 1937
Más del 50% de los fallecidos, no lograron alcanzar los 10
años de edad. Bronconeumonía, pulmonía y debilidad
congénita fueron las principales causas de muerte.
1938
La mortalidad infantil no supera el 50%.
1939
a 1944
En los registros no hay constancia de la fecha de los decesos, edad
y causas de los mismos.
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