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Ella nació en Yugoslavia.
Él fue hijo de un español y una italiana. Sus destinos
se unieron y formaron parte de la trama social que se inició
en la época territoriana.
Anita Segat llegó a los 10 años de edad desde Yugoslavia.
Su padre, ferroviario, había venido a la Argentina un año
antes de traer a su familia. El primer recuerdo de Anita se engarza
con lo que fue la Colonia Ferroviaria frente a la farmacia «Del
Pueblo» de Javier Salvadó.
Vivían en la casa de una tía. La hermana mayor de Anita,
Rosa de 18 años, preguntó, intrigada ¿dónde
está el pueblo? La respuesta fue muy simple: “Está
aquí”. A lo que Rosa replicó ¡pero, esto
es un establo!
Como tantas otras chicas de aquellos años, Anita que llegó
en 1925, fue alumna de la Escuela Nº 2 Conrado Villegas y desde
aquellos años conserva una gran amistad con su compañera
Ida Visani que vive en Río Colorado.
Los hermanos Rosa, Anita, Marta y Esteban se adaptaron con rapidez
a la nueva vida en el pueblo-capital que los recibió con los
brazos abiertos. “Nos hacían trabajar en la casa. Ayudábamos
a mamá –indica Anita- y ella nos enseñaba a cocinar
y a limpiar.”
Otra historia
Su vecina, Maruja Pena, la invitó a pasar unos días
en Bariloche ya que sus padres eran propietarios del “Hotel
Argentino” en esa localidad turística. Circunstancialmente,
Alfredo Suárez, amigo del hermano taxista de Maruja, paraba
en el mismo hotel. Así, se conocieron y nació el romance.
Pero Alfredo vivía en San Antonio Oeste y, en el tiempo que
estuvieron de novios, visitó sólo en tres oportunidades
la ciudad de Neuquén. La primera visita la hizo para conocer
a la familia de Anita, la segunda para comprometerse con ella y la
tercera para casarse.
-“Sé que tuvo mil novias –indica Anita- pero me
eligió a mí como esposa ¡porque era la mejor!”
El joven matrimonio pasó sus primeros meses en San Antonio
Oeste pero Anita no se adaptó. Una de sus hermanas, Marta,
se había casado en Neuquén con Moisés Rodríguez
y gracias a su intermediación Alfredo consiguió un trabajo
en la capital, donde finalmente se radicaron.
Raza de emprendedores
Alfredo había nacido un 15 de junio de 1916 en San Antonio
Oeste. Su padre, español, Antonio Sánchez Postigo, fue
gerente de un mercado, luego propietario de un cine y más tarde
de un hotel. Alfredo, como su padre, fue un emprendedor nato.
Ya a los 14 años se convirtió en un exitoso viajante
de comercio. Tenía un gran poder de convicción y por
esta razón tuvo la capacidad, el “don” de poder
vender de todo.
En 1940 Alfredo se decidió a dar el gran paso y luego de un
breve noviazgo se casó con Anita. En la Casa de Madera el juez
de paz Adolfo Abelli registró la unión en matrimonio
y en la capilla Nuestra Señora de los Dolores dieron el sí
frente al altar.
Luego de la breve estadía en San Antonio Oeste, el flamante
matrimonio regresó a Neuquén. Alfredo ingresó
a trabajar en la gobernación del territorio como “Jefe
de investigaciones”, tiempo después abrió un almacén
donde hoy se encuentra el “Club 32” en la esquina de Julio
A. Roca y Diagonal Alvear. En forma simultánea hacía
arreglos de equipos de radio e instalaciones eléctricas a domicilio
y continuaba siendo radioaficionado. En la época en que ellos
mismos armaban sus equipos de transmisión, Alfredo se convirtió
en autodidacta de la comunicación. Del área de “investigaciones”
Alfredo pasó a convertirse en Juez de Paz merced al decreto
del 9 de abril de 1948 que lo investía también como
Encargado del Registro Civil.
“Mi marido era un gran trabajador –memora Anita- Por la
mañana en la Casa de Gobierno, por la tarde realizaba instalaciones
eléctricas, por la noche era tenedor de libros de Franzán
y Falleti, entre otros, y a la medianoche arreglaba radios. Con este
ritmo de trabajo, en dos años comenzamos a ampliar nuestra
casa”
Carlos Adolfo y Alicia Irma nacieron en Neuquén, los dos únicos
hijos de don Alfredo, en una casa, que diseñaron Alfredo y
Anita, que aún se conserva, remodelada, sobre la calle Rioja.
Multifacético, Alfredo participó activamente en la federación
de básquet, en la comisión del “Pedal Club”
y del “Aero Club Neuquén” del que fue presidente
a lo largo de catorce años. Todos los domingos, la familia
iba al Aeroclub, y la fiesta era volar en un avión Piper. Don
Alfredo participó además en la comisión Acipan,
(Cámara de Comercio, Industria, producción y afines)
de la que fue presidente. Su interés por el bien común
lo manifestó como integrante de la comisión directiva
de Calf, con el objetivo de que todos los barrios de Neuquén
y Plottier contaran con una red de alumbrado.
Llegó la televisión
En la década del ’60 Jorge Gravier instaló en
la región el primer circuito cerrado de televisión con
la posibilidad de contar con un canal abierto. Gravier, Suárez
junto a Rodolfo Riavitz conformaron una comisión para elaborar
el proyecto de gestión y creación de LU84 TV Canal 7
de Neuquén, primero en la región. El 5 de diciembre
de 1965, luego de algunas emisiones de prueba para ajustar la señal,
salieron por primera vez al aire.
Como integrante del directorio colaboró también con
la instalación de los equipamientos a color ya entrada la década
del ’80 y fue quien realizó la tramitación para
comprar la nueva avanzada tecnológica.
Aptra, en 1978, entregó al canal neuquino el Premio Martín
Fierro y ese mismo año Alfredo Suárez ofició
como moderador de las Jornadas de Teledifusión realizadas en
Neuquén. Pero, sin dudas, su gran hobby fue ser radioaficionado,
su matrícula era LU6YC, y , desde luego, la televisión,
que le debe varios años en el ejercicio de la presidencia del
directorio del canal local.
El gordo de Navidad
Además de multifacético trabajador, Alfredo gracias
a Anita ganó en la década del ’70 el “Gordo
de Navidad de Neuquén” con un billete que compraron en
la agencia de Adelino Bacci, en la Diagonal Alvear. “Hacía
dieciséis años que seguíamos el mismo número,
7046. Y yo no lo quise dejar –aseguró Anita-.”
La crónica de la época resaltó el tema destacando:
“Cuando ya habían salido todos los premios y quedaban
escasas bolillas para la finalización del sorteo, el boy-scout
Gabriel Eduardo Ruan cantó a las 14.13 el “gordo”
de la Nacional, el número 27.046. La grande de la lotería
de Neuquén sumaba 30 millones de pesos y estaba en poder de
la señora Ana Segat de Sánchez, esposa del gerente de
LU84, Canal 7 de Neuquén.”
Don Alfredo Sánchez, fue un ciudadano de Neuquén exitoso
y meritorio por los aportes de colaboración con el crecimiento
de la pujante capital norpatagónica. En breve, de acuerdo a
una resolución del Honorable Concejo Deliberante se designará
con su nombre, Alfredo José Sánchez, la plazoleta identificada
como Espacio Verde 392, ubicada en la Diagonal 9 de Julio, entre las
calles Belgrano y Elordi.
Perfiles
Alicia Irma Suárez fue maestra fundadora de la primera “Escuela
Piloto Provincial Nº1, Hipólito Yrigoyen”, donde
funciona actualmente la Escuela Nº201. Alicia Irma también
fue docente del Colegio Don Bosco y segunda secretaria de Canal 7
de Televisión. A los 17 años se inició en la
docencia, convirtiéndose en la maestra más joven de
la región, recibida en el colegio María Auxiliadora
de Bahía Blanca.
Años más tarde colaboró también en la
empresa constructora de su esposo Luis María Saggio.
Todo en familia
“Mi hermano Carlos Adolfo –indica Alicia Irma- fue el
primer camarógrafo del Canal 7 de Neuquén, cuando tenía
apenas 22 años. Cuando se inauguró el canal sobre la
ruta, en el edificio viejo, fue camarógrafo y luego tuvo su
propia agencia de Publicidad”
Te estamos llamando
Alicia Irma mantiene en su memoria algunos números telefónicos
de la capital neuquina. La familia Edelman tenía el Nº1,
el Dr. Luis Ramón el Nº2, el jefe de la Estación
Neuquén el Nº8 y la tienda Buenos Aires el Nº38.
“Durante quince años –indica Alicia Irma- compartimos
la línea telefónica con la familia de don Italo Funes.
Nuestro número era el “115 bis” y el de Funes solamente
“115”.
La Unión Telefónica estaba en la calle Yrigoyen, el
hotel Imperio, donde ahora está Pami. Pasando por la vereda
se escuchaba a las dos o tres operadoras que preguntaban “Número”.
Una de las operadoras que recuerda Alicia Irma es la señora
de Sabella.
El primer surtidor de combustible
La primera estación de servicio, en la calle San Martín
45, tuvo como estímulo que por allí pasaba la Ruta que
unía Neuquén con Bariloche. Antonio Gula fue el primer
propietario, asociado con Alfredo Zatti. Poco tiempo después
le vendió su parte a Alfredo Sánchez quien junto a Zatti
fundó una nueva sociedad comercial manteniendo el nombre original
“Casa Gula”.
Expendían nafta “La Celina” que luego se llamó
“Isaura” y por último “Texaco”, además
vendían repuestos de autos y cubiertas de las principales marcas,
realizaban servicios de engrase y mecánica en general. Y como
si esto fuera poco, atendían emergencias en el pueblo siempre
y cuando llamaran al teléfono Nª19.
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