Por ANGEL CASTILLO
A la fruticultura se le sacan 4 centavos de dólar
por cada kilo y el subsidio que llega a los chacareros apenas alcanza
a menos de un centavo de dólar. A los hidrocarburos se le aplica
un 45% de retención cuando se exporta.
El gobierno nacional recurrió a la receta de aumentar las
retenciones a las exportaciones con el objetivo de volcar recursos
a actividades económicas que tienen mayor impacto en la medición
del costo de vida para poder tener bajo control la tan temida inflación.
Esta vez lo hizo con la soja, incrementando del 23,5% al 27,5%, una
actitud que ya había aplicado con el petróleo y el gas
con fuerte impacto en las provincias productoras como Neuquén.
El gobernador Jorge Sobisch recordó esta semana que para apuntalar
el cambio de la matriz produtiva se están utilizando los recursos
que ingresan por la explotación de los hidrocarburos, que representan
la mitad del presupuesto provincial.
“De esa mitad podríamos disponer de muchísimos
más recursos si no tuviéramos la intervención
del gobierno nacional que se queda con el 45 por ciento de esos recursos
de los neuquinos vía retenciones y que los utiliza para subsidiar
a los transportes en la Capital Federal y obras en distintos lugares
de la Argentina, menos en Neuquén”, lamentó.
Es un hecho que la aplicación de subsidios cruzados termina
en el fracaso por la intermediación de la burocracia nacional.
La fruticultura es un ejemplo.
Sin interesar si la actividad es rentable se le está sacando
4 centavos de dólar en promedio por cada kilo de fruta exportado.
El subsidio a las tareas culturales –poda y raleo- que otorgó
la Nación equivale a 15 millones de dólares que no representan
ni medio centavo de los 4 que se están sacando por cada kilo.
Encima el subsidio llega tarde.
“Tenemos un gran debate y una fuerte lucha para que nuestros
recursos vuelvan a nuestra provincia porque son no renovables”,
sostuvo el gobernador y pidió a toda la comunidad que “acompañe
en estos reclamos porque se están llevando dinero de nuestros
hijos y de los hijos de nuestros hijos”.
Recién en el mes de marzo Bolivia y Brasil van a sentarse a
negociar el precio del gas que el país de Evo Morales ya negoció
con Néstor Kirchner. Bolivia produce 30 millones de metros
cúbicos de gas, 26 de los cuales vende a Brasil y 3 a la Argentina,
el resto es para el escaso consumo interno. ¿Qué ocurre?.
Desde 1999, Bolivia exporta en promedio 26 millones de metros cúbicos
de gas diarios a Brasil, a un precio de 4,3 dólares el millón
de BTU, mientras que a Cuiabá –donde funciona una central
térmica- se envía cerca de 1,5 millones de metros cúbicos
a 1,09 de dólar por millón de BTU. Es decir que Brasil
le está pagando mucho menos que lo que se le paga a Neuquén
por el gas en el mercado interno. A la Argentina, Bolivia le está
cobrando 5 dólares el millón de BTU. Kirchner resolvió
trasladar ese mayor costo a los vecinos chilenos con retenciones de
hasta el 45% del precio.
Las retenciones fueron establecidas en plena crisis para elaborar
planes sociales que mitiguen el desempleo a través de los conocidos
planes de asistencia a jefes de hogar, pero en los primeros días
de este mes el gobierno resolvió promulgar una ley que permite
continuar cobrando las retenciones durante 5 años más.
Lo que se recauda no se coparticipa. De hecho los subsidios que tienen
los transportes en el conurbano bonaerense se llevan buena parte de
esta recaudación, con lo que se cumple el federalismo al revés,
los recursos del interior se vuelcan a la gran capital.
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