Fernando De Tomaso se enteró que Miguel
Angel Micó había tomado la decisión de dejar su
cargo y se subió de inmediato a un avión y se fue a Salta.
Llegó al hotel donde se hospeda Racing y mantuvo una reunión
durante tres horas con el entrenador y lo convenció para que
se quede.
Ayer al mediodía un Micó deprimido, con la voz apagada,
declaró que sigue «molesto» y que está «golpeado».
«Es cierto, estoy golpeado, porque una pérdida le duele
a cualquiera. Pero queremos volver. Sucedieron muchas cosas y esperemos
seguir adelante. Los jugadores me van a contagiar de nuevo para tener
el buen estado de ánimo de siempre. A medida que uno va analizando
va sacando cosas positivas y va recuperando el estado de ánimo»,
dijo Micó. Cuando Romagnoli agarró los bolsos y se fue,
se convirtió en el séptimo jugador de La Academia en abandonar
el equipo en plena pretemporada. Y el técnico, ante el éxodo
masivo, quiso seguir los pasos del volante.
Pero ahí llegó De Tomaso para mantener el barco a flote.
«Lo que buscábamos era arreglar esto personalmente con
Fernando. Vino ayer (por el domingo) y aclaramos algunos temas que eran
esenciales para resolver el tema. Yo tengo la palabra de que no se va
nadie más y que van a llegar los dos refuerzos que faltan»,
dijo Micó aunque no con mucho optimismo.
Sin embargo, Micó luego mostró que seguirá firme
en el cargo de entrenador, al menos por ahora: «El compromiso
que tengo yo es mañana ante Boca. Que además sirve para
que vean que estoy con ellos. Después la vuelta a Buenos Aires,
esperar a que se confirmen esos dos refuerzos que faltan, y después
ir a Mendoza a dirigir ante Independiente», concluyó.