Santo Tomás: un oasis en la meseta neuquina

Agua de las piedras

 
  El pequeño pueblo, ubicado a unos 20 kilómetros de Piedra del Águila, está rodeado de vertientes de agua
de manantial.


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Por Guadalupe Maqueda fotos: Sebastián Fariña

A pesar de las riquezas naturales, los lugareños padecen las deficiencias de un servicio de red colapsado.

Santo Tomás > Lejos del vértigo de la ciudad, la tranquilidad abruma tanto como las virtudes naturales que encierra la Patagonia. A poco de llegar a la localidad de Piedra del Águila, existe un desvío que conduce a una suerte de oasis. Santo Tomás llaman al pueblo donde el agua surge pura, de manantial y a borbotones.
Dicen que el petróleo anida en sus entrañas, pero lo cierto para sus lugareños es que no menos de diez vertientes surcan la meseta neuquina contigua a la comunidad. Sobre la barda avanzan como diamantes en bruto, oxigenando la tierra, sembrando quimeras.
Su pueblo, de no más de 360 personas, convive con ellas desde que fuera fundado el 19 de noviembre de 1975. Saben a conciencia que no es un recurso menor el que reside en sus inmediaciones. Prueba de ello es la embotelladora que aprovecha este elemento desde el año 1988. (Ver recuadro)
De las vertientes que existen en la zona, sólo una sirve a la empresa con fines comerciales mientras que dos lo hacen para asistir la necesidad de sus habitantes, quienes tienen la dicha de contar con agua de manantial incluso para riego.
Entre Santo Tomás y la capital neuquina existen contrastes. El agua no sólo no es mineral sino que a veces pierde incluso sus propiedades fundamentales. En la localidad de Picún Leufú, a la que asiste con bidones, el agua fluye turbia cuando fluye, habida cuenta de la bajante que registra el embalse El Chocón y las deficiencias que persisten en la planta potabilizadora.
Sin embargo, también encuentran similitudes. En plena crisis hídrica, Santo Tomás se aviene al reclamo de no menos de cinco localidades que sufren una falta de inversión desde hace años.

Falencias
El agua de vertiente que toma la gente del pueblo es potabilizada y su servicio pertenece a la Comisión. “Agua hay y de sobra. Pero en verano hay sectores que se quedan sin agua porque la red de distribución es obsoleta, no abastece a toda la población”, comentó el presidente de la Comisión de Fomento, Andrés Vázquez.
Advirtió, además, que en el pueblo sobreviene el derroche. Aquellos que no disponen de este recurso para riego, lo hacen con agua potable. En tanto, solicitó al Ministerio de Desarrollo Territorial los fondos para cambiar la cañería por otra de mayor diámetro. La inversión no superaría los 30.000 pesos, según afirmó.
Indicó que la situación fuera del pueblo es más compleja. De la Comisión dependen los parajes El Sauce, Ojo de Agua, La Picaza, Mallín de Las Yeguas y Cerro Negro. El más cercano está a 20 kilómetros y el más lejano a 130. No hay caminos directos. Las vertientes están lejos. Y la mayoría se abastece de pozos que se quedan sin agua cuando en época estival baja la napa.
Sin embargo, cuando en otros lugares la falta de lo que resulta imprescindible podría conducir al caos, en pueblos como Santo Tomás los habitantes conservan, por lo general, la calma. Es otro el modo. Es otro el tiempo.
Con las puertas abiertas de par en par saludan al foráneo como al vecino de toda la vida y prestan su hospitalidad sin favores a cambio. No hacen falta los cerrojos, ni las llaves. “Nuestros serenos son los perros”, dijo un vecino, con la vista puesta en un horizonte de viñedos.
Los niños juegan sobre las calles de tierra, mientras un paisano a caballo agacha la cabeza y pasa. Desde el patio de un vecino se asoman unos choiques muy cerca de la Comisión de Fomento que preside Vásquez, el primer presidente elegido por el pueblo.
Y el tiempo parece congelar las postales de un lugar que tiene todo para ser grande.

Un emprendimiento que comenzó hace 20 años

Santo Tomás > La Embotelladora Neuquén, antes conocida como Santo Tomás, aprovecha el caudal de una de las vertientes para envasar agua mineral y comercializar el producto en las provincias de Neuquén y Río Negro.
Con este objetivo se asentó en el año 1988. En sus comienzos fue propiciada por el gobierno provincial y ahora reside en manos privadas, con la expectativa de incrementar su potencial.
De seis trabajadores pasó a tener el año pasado 18; hace poco tiempo finalizó la ampliación del galpón donde funciona; tiene previsto comprar otra máquina para soplar los envases y en lo sucesivo, abrirse al mercado internacional. “No damos abasto”, comentaron sus trabajadores.
“Por día producimos alrededor de 18.000 litros de agua mineral”, precisó el encargado de la embotelladora, Carlos Méndez, quién agregó: “al agua no se le agrega ni se le quita nada. Solamente se la hace pasar por HUV y ozono para matar cualquier bacteria”.
De la vertiente, un caño de 2.500 metros de distancia conduce el agua hasta la planta de envasado a 10 grados centígrados constantes. “Esta es agua mineral, natural y de manantial”, sintetizó.

Por un recurso para todos
La iniciativa es bienvenida por el conjunto de los habitantes por cuanto supone fuentes laborales en un pueblo ávido de trabajo. No obstante, de la explotación de este recurso, la comunidad no recibe nada, según manifestó el presidente de la comisión de fomento, Andrés Vázquez. “La empresa solo paga un canon ínfimo en Recursos Hídricos de la Provincia. Plantemos que se regularice esta situación porque entendemos que algo debería quedar en el pueblo”, sostuvo.

El futuro en sus propias manos

Santo Tomás > “Tiene todo para despegar pero no lo hace”, reconocieron algunos habitantes. Las vertientes no sólo constituyen un tesoro por si mismo para la zona sino que además favorecen el cultivo de la tierra y la proyección de iniciativas turísticas y otras postergadas como aquella que patrocinara la gestión del ex gobernador Jorge Sobisch para criar alevinos.
Siendo alrededor de 360 pobladores, disponen de todos los servicios. Agua no les falta, tampoco gas, luz ni red de cloacas; aunque les falta trabajo. Algunos crían chivos, cultivan la tierra o trabajan en la embotelladora. Pero la mayoría vive del Estado y afecta sus esfuerzos en la Comisión de Fomento. Aquella que en ocasión de conocer el pueblo soportaba la primera protesta social, procurando la reincorporación de seis empleados y el pago de haberes de diciembre. Su presidente alegó que la comisión no tenía fondos suficientes para soportar el pase a planta permanente de estos trabajadores. “De 65.000 pesos que aporta la provincia, 54.000 se van en sueldos”, precisó.
Además, dijo que su incorporación fue determinada por una resolución que no contó con el aval del Ejecutivo Provincial.
Para los vecinos la decisión fue arbitraria. Son 6 familias que trabajaban en la comisión y ahora se quedan en la calle. “No hay otras fuentes laborales”, según manifestaron.

 

 


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