“Duro de matar 4.0”

 
 
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Muchas veces se dice de algunas profesiones que son “un apostolado”. En ese sentido bien podría afirmarse que lo de Bruce Willis anda más o menos por ahí. A partir de 1988, el tipo quedó soldado a su personaje de John McClane, el asperísimo policía de “Duro de matar” que inevitablemente se encontraba siempre en el lugar correcto pero en el momento equivocado. Luego de tres películas de la serie, en la que cada una debía superar el nivel de peligro de la anterior (así funcionan las películas de acción), Willis decidió cambiar de aire y probarse en papeles diferentes. Así hizo entre otras películas “12 monos” (Terry Gilliam, 1995, en la que además descubrimos que Brad Pitt realmente podía actuar) y “Sexto sentido” (M. Night Shyamalan, 1999), pero su mayor éxito en este período fue “Mi vecino el asesino” (Jonathan Lynn, 2000), en la que jugó a reirse de sus propios papeles de hombre rudo.
Tal vez en ese momento haya aceptado que su imagen ya está indefectiblemente ligada al héroe de acción. Y, en vez de resignarse a ello, decidió tirarse a la pileta haciendo un nuevo episodio de la franquicia “Duro de matar”.
Como dijimos, una de las consignas de las películas de acción es subir la apuesta en cuanto a la amenaza que el protagonista debe superar. En el primer filme de la serie, los terroristas tomaban un edificio. En el segundo, un aeropuerto. En la tercera entrega ya era una ciudad entera que corría peligro. Para “Duro de matar 4.0”, el ya abiertamente calvo Willis tuvo que velar por el destino de todo un país.
Esta vez, el detective McClane recibe una orden que parece de rutina: debe detener a un joven hácker y llevarlo para que lo interrogue el FBI. Pero, por suerte para los espectadores y la cuenta bancaria de Willis, aquí lo corriente se vuelve extraordinario.
Con la ayuda del joven, McClane comienza lentamente a atar cabos sueltos: se está llevando a cabo un ataque a la vulnerable infraestructura informática de los Estados Unidos lo que, de concretarse, sumiría al país en un caos. Por supuesto, el personaje que está detrás de la conspiración va varios pasos delante del policía, y mientras pone en práctica sus planes intentará detener y silenciar al agente del orden.
Así, entre persecusiones, derrumbres y explosiones, McClane demostrará que es casi a prueba de balas, y por el mismo precio salvará a los Estados Unidos.

 

 


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