Se trata de dos propuestas lúdicas
que permiten a los enófilos conocer
más sobre esta bebida.
Mendoza > En septiembre pasado, desde
el Fondo Vitivínicola de Mendoza publicó una nota en
la que anunciaba: «La vida es un sueño» sentenciaba
Calderón de la Barca para referirse a la irrealidad cotidiana
que vivimos. «La vida es un juego, se podría parafrasear,
y seguiríamos en el mismo concepto, porque en definitiva, los
ámbitos que transitamos no son más que meros ejercicios
lúdicos de la vida” se indicó en aquel artículo.
De esa manera, agrega el artículo, se busca como parte de un
divertimento, conocer algo más de un producto tan noble y distintivo
del país como es el vino. El vino es la marca cultural que
tiene Mendoza y también Argentina. Por eso, el desarrollo de
los juegos de mesa que se centran en la industria vitivinícola
no son sólo estrategias de marketing o una oportunidad de negocio,
sino consecuencias naturales de un fenómeno que crece en todo
el mundo, fundamentalmente en estas latitudes, donde el desarrollo
creciente de la industria empieza a desbordar su contexto inmediato
y a formar parte de otros ámbitos; desde la gastronomía,
hasta el turismo, pasando también ahora por los juegos de mesa
que buscan nuevos horizontes al vincularse a la industria madre de
la provincia.
El juego de la copa
Los mundialmente famosos como Monopoly y TEG, o telúricos como
El Estanciero, la mayoría de los juegos de mesa combinan diversión
con didáctica, y forman parte de nuestro entretenimiento cultural.
En este contexto era sólo cuestión de tiempo para que
el vino se volviera también un juego en el que, por ejemplo,
fantaseamos con ser un bodeguero, elaboramos nuestro propio varietal,
o desarrollamos estrategias para ganar espacio en los siempre competitivos
mercados internacionales.
Con ese espíritu nació Winemakers, el primer juego oficial
del vino y un entretenimiento de estrategia y azar que permite a los
jugadores recorrer todo el proceso de producción, incluyendo
la compra de fincas, el implante de cepas, la elaboración del
vino, su fraccionamiento o embotellado y la comercialización
del producto final.
La otra característica fundamental de Winemakers es que se
juega con una botella real y presente; se sirven copas como acuerdos
o premios por alguna buena acción desarrollada, una excusa
ideal para disfrutar de un buen tinto o blanco mientras se juega.
La interactividad de lo lúdico con el producto es la parte
más original, como asimismo la importancia de poder darle al
vino un nuevo estatus y una nueva forma de promoción. El creador
del juego se llama Gonzalo Pagés, publicista reconocido de
Mendoza, que en una noche de insomnio tuvo la idea de armar un juego
didáctico del vino.
Una vez entusiasmado con la idea consiguió como socio desarrollador
a Mario Tobelem, creador de Carrera de Mente y experto en juegos de
mesa. Entre ambos pulieron el juego y le dieron la forma que hoy tiene
y que se comercializa desde hace un año. Ahora los planes son
hacer las versiones locales de otras regiones vitivinícolas,
y ya están interesados en el producto Brasil y Colombia.
“Me gusta el vino, amo a Mendoza y me divertí mucho desarrollando
este juego. Nunca pensé que iba a despertar tanto interés;
estamos muy conformes con los resultados. El juego, más allá
del granito de arena que puede aportar al sector vitivinícola,
es muy divertido”, comenta Pagés.
Vino al azar
«Mi socia y yo éramos estudiantes de sommelier y mientras
preparábamos el examen final se nos ocurrió armar un
juego que nos ayudara a estudiar, sobre todo a recordar cosas importantes»,
explica Silvia Ramos, una de las creadoras de Lotería Vitivinícola,
un juego de preguntas y respuestas sobre el vino y su industria.
La idea, que irónicamente nació como un juego, les llevo
dos años de desarrollo y recién hoy se está lanzando
como producto a la venta. La dinámica de la propuesta consiste
en responder preguntas sobre maridajes, cepas, industria y zonas,
entre otras alternativas.
«Decidimos hacerlo sin saber nada de juegos ni mirar otros modelos,
surgió de la nada», agrega Silvia. Y señala que
la segunda parte del plan es ofrecer este tipo de productos a las
bodegas, como una herramienta más de marketing que contribuya
a potenciar su identidad y posicionamiento.
Para participar del juego no es necesario tener conocimientos previos.
Según sus creadoras, cada vez que se juega a la Lotería
Vitivinícola se sabe un poco más y aseguran que en cuatro
o cinco veces quien juega ya posee un conocimiento básico sobre
el vino y su elaboración.
Lo que cuesta, vale
Salir al ruedo en el mercado vitivinícola es apostar
fuerte, e ingresar al mundo de los juegos de mesa a partir de esa
temática, parece una empresa temeraria. Pero no imposible,
dado que actualmente estos juegos de industria nacional están
a la venta con el nivel de calidad exigido y el rango de entretenimiento
que les permite ser atractivos y despertar el interés tanto
en los amantes del vino como en el público en general.
Lotería Vitivinícola tiene un costo de $ 88 y se consigue
en algunos mercados de vinos de Buenos Aires. Winemakers es un poco
más caro ($ 190), y está disponible en wine bars, bodegas
y hoteles de alto nivel.
Aunque uno busque la popularidad y el otro la excelencia, ambos apuntan
a mostrar a la industria del vino como una actividad fácil
de comprender y cercana a todos; una manera válida y original
de conocer el mundo del vino.
Fuente: Fondo Vitivinícola de Mendoza
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