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Detalles poco conocidos de la calidad
de liderazgo ejercida por don José de San Martín, que
motivó al cuerpo de Granaderos a seguir en la lucha por la
libertad, en el relato del historiador Juan Mario Raone.
La Asociación Cultural Sanmartiniana del Neuquén entronizará
hoy un busto del Libertador general José de San Martín
en el paso internacional con Chile Cardenal Samoré (ex Puyehue),
al que asistirán delegaciones de Neuquén, San Martín
de los Andes, Bariloche y Villa La Angostura. La Asociación,
presidida por Camilo Raffy, cuenta con el Dr. Guillermo Labate como
vicepresidente y Susana Aguado como secretaria.
El busto fue realizado por el artista Carlos Quinteros en instalaciones
del Museo Nacional de Bellas Artes. Además de la plana mayor
de gobierno, participarán en el evento efectivos de Gendarmería,
Ejército, Subprefectura general Marítima, Centro de
Veteranos de Malvinas, entre otras delegaciones y asociaciones civiles.
En ocasión del bicentenario de la oficialización del
paso Internacional (Argentino - Chileno) Pichachén la Asociación
Sanmartiniana inauguró también un busto del Libertador
General José de San Martín, donado por la empresa Repsol
YPF. En esa ocasión se trató de la sexta imagen que
la petrolera otorgó a la mencionada institución para
ser colocada en diferentes monumentos que honran al héroe de
los Andes.
Reconocimiento
“Cuando evocamos al héroe, surge de inmediato el reconocimiento
a su magna tarea de libertador de pueblos, que deja escondida una
cualidad innata que lo llevara a lograr eso mismo que lo hace Padre
de Naciones: la de formar hombres que con espíritu de lucha
e instrucción estuvieran capacitados para lograr precisamente
aquel objetivo tan deseado.
Recuerdo que, revisando antecedentes en el Archivo del Ejército
para mis investigaciones, vi la foja de servicios del Teniente Coronel
Francisco Olmos y no pude menos que pedir fotocopia de ella. Hoy lo
traigo como ejemplo y como muestra quiero asociar a otro joven: el
misionero Miguel Chepoya, uno de los seis que con Olmos cruzaron la
cordillera y liberaron a Chile y Perú, combatiendo también
en Colombia y Ecuador y fueran de los 78 granaderos que regresaron,
cubiertos de heridas y medallas, después de haber combatido
para obtener la libertad de esos pueblos hermanos. Y lo hago con la
misma emoción que al ir leyendo la fría foja de servicios,
en un viejo papel grueso del siglo XIX, coloreado de verde, me iba
haciendo la reconstrucción de la historia de ese niño
de 15 años, que ingresado al nuevo Regimiento de Granaderos
a Caballo, se iba a consustanciar con las premisas impuestas por su
fundador, e iba a recorrer media América desenvainando su espada
para combatir por la libertad de sus hermanos. Y no podemos menos
que ir desgranando algunos de esos memorables combates en que las
armas argentinas lucharon por la independencia de los pueblos y que
lo tuvieran de actor en primera fila.
Su bautismo de fuego fue en el memorable combate de San Lorenzo, luego
en junio de 1814 asiste a la toma de Montevideo, para después
regresar al país y emprender la marcha a Mendoza, donde se
prepararía para la gran hazaña: cruzar los Andes, y
allí luchar en Las Coimas al mando de Mariano Necochea, para
seguir luego en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú a las órdenes
directas del Gral. San Martín, con quien sigue en la campaña
al Perú, asistiendo –entre otros- a los memorables combates
de Chancay, Río Bamba, sitio y toma de El Callao, Pichincha,
Junín, Matana y Ayacucho, habiendo actuado en ellos a las órdenes
de otros héroes como Brandsen, Las Heras, Santa Cruz, Sucre,
Necochea y Bolívar.
Queridos compañeros
Cumplida su misión, regresó desde el Perú a la
Argentina con sus queridos compañeros los Granaderos a Caballo.
Pero solamente lo acompañaban otros 77 que quedaban del histórico
Regimiento, entre ellos venía Miguel Chepoya, quien era uno
de los misioneros que se alistaron en el Regimiento cuando lo formó
el entonces Coronel, quien había solicitado la incorporación
como soldados, de nativos de la tierra de las antiguas Misiones, donde
su padre el Capitán Juan de San Martín cumpliera sus
tareas cuando él nació, y allí donde pasara su
infancia.
Aquí, a poco de regresar, el Regimiento fue disuelto y su personal
de Jefes, Oficiales y soldados transferidos a nuevas unidades. Y es
así como Olmos pasa a revistar en las tropas del general Alvear
que continúa la campaña de liberación del Uruguay,
combatiendo en Ituzaingó, el Ombú, el Merval y Camacuá,
así como en las sorpresas a la Estancia del Padre Filiberto
y de las Cañas, a órdenes de Alvear, Mansilla, Lavalle,
Lavalleja y Laguna, respectivamente.
El refrán que dice: ”Para muestra basta un botón”
podemos aplicarlo en este caso. Olmos era un de los tantos soldados
a los que el general San Martín insufló ese vehemente
deseo de liberar no solamente nuestra patria sino toda América.
Del viejo Regimiento disuelto habría de decir tiempo después
el general Bartolomé Mitre: “Concurrió a todas
las grandes batallas de la independencia, dio a la América
diecinueve generales, más de doscientos jefes y oficiales en
el transcurso de la revolución y, después de derramar
su sangre y sembrar sus huesos, desde el Plata hasta Pichincha, regresó
en esqueleto a sus hogares, trayendo su viejo estandarte bajo el mando
de uno de sus últimos soldados, ascendido a coronel en el espacio
de trece años de campañas”.
El propio San Martín, parco y cerrado para los elogios si no
correspondían, dijo de ellos: “De lo que mis granaderos
son capaces, sólo yo sé, quien los iguales habrá,
pero quien los exceda, no”.
He ahí un formidable “formador de hombres” que
dio pruebas de haber cumplido cabalmente con su cometido: los resultados
hablan por él.
Un jefe militar se distingue porque arrastra a sus hombres a la lucha.
San Martín hizo más ”formó los hombres
para esa lucha”, de allí que los granaderos y las otras
tropas lo siguieran sin hesitar a donde los llevaba, aunque, como
en este caso, los hiciera cruzar la cordillera más alta de
América en una travesía que aún hoy deslumbra.
El regreso
Voy a detenerme un poco en apuntar detalles poco conocidos, ya que
para la mayoría de los argentinos la Patria le rindió
honores dignos a su hazaña y sacrificios, desde que se conocieron
las victorias de Chacabuco y Maipú, así como al declararse
la libertad del Perú. Pero notamos que pocos conocen los padecimientos
posteriores.
Es generalmente desconocido el hecho, por poco tratado, de que al
iniciar la campaña de liberación del Perú, la
caótica situación que presentaba la política
argentina con la caída de Pueyrredón, Belgrano y Rondeau
obligó a San Martín a renunciar a su cargo de Comandante
de las tropas argentinas y como no recibiera contestación lo
puso en conocimiento de sus jefes y oficiales, quienes lo eligieron
nuevamente para que continuara con sus planes y propósitos,
que ellos apoyaban con su propio esfuerzo. Cuando San Martín,
después de conseguir la independencia del Perú, y realizada
la entrevista de Guayaquil comprende que debe hacer un paso al costado,
para permitir que Bolívar, con mayores tropas, continúe
la campaña de liberación del Alto Perú, regresa
enfermo a su residencia de Mendoza. Pocos saben que ningún
gobernante puso su influencia para que se reintegrara a las filas
de nuestro Ejército, del que al producirse en 1822 la ley de
Reforma Militar quedó separado y por esa razón, desde
1824 oficialmente sólo era “el señor San Martín”
ya que no estaba incluido en ningún escalafón (Permanente
o de Reserva).
Producida su muerte cesó toda duda de un posible regreso, y
son Justo José de Urquiza y Bartolomé Mitre quienes
saldrán a recordar al pueblo las glorias del Santo de la Espada.
Y ya el 5 de abril de 1877 será el Presidente Nicolás
Avellaneda quién exaltará su figura y solicitará
en notable Proclama a que la ciudadanía se reuniese en asociaciones
patrióticas, recogiera fondos y promoviera la repatriación
de sus restos, para depositarlos en un monumento nacional dentro de
las bóvedas de la Catedral de Buenos Aires.
Allí pronunció aquella sentencia que advierte con permanencia
de siglos: “Los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden
la conciencia de sus destinos, y los que se apoyan sobre sus tumbas
gloriosas, son los que mejor preparan el porvenir”, juicio que
por compartir hemos repetido muchas veces y que los argentinos habrán
escuchado o visto centenares de veces.
Buenos Aires
San Martín no había pedido ningún tipo de funerales,
pero en su testamento dejó apuntado taxativamente: “Desearía
que mi corazón fuese depositado en el cementerio de Buenos
Aires.”
De allí que Avellaneda promoviera la repatriación de
los restos “de nuestro Gran Capitán”, a quien consideraba:
“el primer patriota de América”, obteniendo –como
esperaba- exitosa gestión, pues logró reunir cien mil
pesos fuertes, suficientes para la repatriación y la construcción
del monumento en la Catedral. La inauguración de su estatua
ecuestre en el llamado Campo de Marte, antiguo solar donde funcionara
el legendario Regimiento de Granaderos a Caballo, cercano a la estación
Retiro, dio lugar a un memorable discurso de quien fuera su biógrafo:
el general Bartolomé Mitre, que para ello contara con la valiosa
documentación personal que le entregara su hija Mercedes Tomasa
de San Martín y Escalada, junto a su esposo Mariano Antonio
Severo Balcarce y Buchardo.
Ya en marcha tales proyectos, el 14 de enero de 1878, por decreto
establece feriado el día 25 de febrero. La Municipalidad de
Buenos Aires apoyó los festejos disponiendo fiestas populares
y oficiales, iluminaciones, recepciones y confección de medallas
conmemorativas”.
(Fotos Museo Mitre, Archivo histórico Nacional, Telam).
Misión
La Asociación Sanmartiniana tiene su sede en la calle Alderete
285 de Neuquén Capital. Entre sus objetivos, la inauguración
de un busto del General San Martín en cada pueblo de la provincia
ocupa un lugar primordial. Además, para difundir los valores
sanmartinianos realizan anualmente concursos juveniles de literatura
relacionada con la vida del ilustre ciudadano. Todos los años,
un día como hoy, la Asociación se hace presente en los
hospitales de la capital con la donación de un ajuar completo
para agasajar al niño o niña que nace ese día.
No morirá tu nombre
Las fiestas del Centenario del nacimiento del prócer duraron
cuatro días. En la noche del 24 se realizó una velada
literaria en el Teatro Colón. Allí tres insignes y prestigiosos
poetas: José María Gutiérrez, Olegario Víctor
Andrade y Encinas, le cantaron en sentidas estrofas al Libertador
de tres naciones, mientras que los célebres escritores, el
chileno Benjamín Vicuña Mackena y nuestro Bartolomé
Mitre, pusieron luz sobre diversos rasgos del prócer. Andrade
terminó su poema de diez cantos con aquello de: ¡Milagros
de la gloria! ¡Tu espada, San Martín, hizo el prodigio!
¡Ella es el lazo que une, Los extremos de un siglo ante la historia!
¡No morirá tu nombre! / Ni dejará de resonar un
día tu grito de batalla, / Mientras haya en los Andes una roca
/ Y un cóndor en su cúspide bravía. / ¡Está
escrito en la cima y en la playa, / En el monte, en el valle, por
doquiera, / Y alcanza de Misiones al Estrecho / La sombra colosal
de tu bandera! “.
Peldaños de su vida
José Francisco de San Martín nació en Yapeyú,
Corrientes, a la vera del caudaloso río Uruguay, el 25 de febrero
de 1778.
Su padre, don Juan de San Martín, era gobernador de las misiones
jesuíticas y su madre doña Gregoria Matorras, era sobrina
de un conquistador del Chaco.
1786. se
traslada a España con su familia. Estudia en el Seminario de
Nobles de Madrid.
1789. inicia
su carrera militar en el regimiento de Murcia. Sirve en las filas
de España durante las guerras contra los franceses.
1808. combate
en Bailén contra los ejércitos de Napoleón invasores
de España. En Cádiz se enrola en las logias que promovían
la independencia americana.
1811. renuncia
a su carrera militar en España y se embarca desde Inglaterra
hacia el Río de la Plata en la fragata George Canning.
Llega al
puerto de Buenos Aires el 9 de marzo de 1812 acompañado por
otros patriotas. El gobierno reconoce su grado de teniente coronel
y le encarga crear un cuerpo de combate. Contrae enlace con Remedios
de Escalada, hija de un acaudalado comerciante. Crea la logia Lautaro
con el objetivo de liberar América del Sur.
El 3 de
febrero de 1813 el cuerpo de combate que creó, los Granaderos
a Caballo vencen en las barrancas de San Lorenzo, a las fuerzas de
desembarco realista que arribaron desde el puerto de Montevideo.
1814. toma
el mando del ejército del Norte. Manuel Belgrano regresaba
derrotado desde el Alto Perú. Se reúnen en la Posta
de Yatasto.
Una enfermedad
lo obliga a pedir licencia y consigue que lo nombren Gobernador de
Cuyo, y parte para Mendoza, al pie de la cordillera de los Andes.
Allí se repone y comienza a preparar un ejército para
cruzar la cordillera.
1816. envía
delegados al Congreso que se reunía en Tucumán. La declaración
de la independencia se proclamó el 9 de julio.
Todo el
pueblo mendocino colabora con el Ejército que prepara San Martín
para cruzar la cordillera.
1817. Con
4 mil hombres comienza el cruce del ejército con provisiones
para un mes. Vencen a los realistas en la batalla de Chacabuco y el
Libertador entra en la ciudad de Santiago. Renuncia al cargo de Director
supremo a favor de Bernardo de O’Higgine.
1818. Se
forma el ejército chileno-argentino que derrota definitivamente
a los realistas en la batalla de Maipú. Con algunos barcos
capturados y otros comprados a Inglaterra se crea la marina chilena
al mando de Blanco Encalada y luego del almirante Lord Cochrane.
1820. Parte
el ejército expedicionario argentino-chileno del puerto de
Valparaíso hacia el Perú.
1821. San
Martín entra triunfante a Lima, proclama la independencia,
es designado Protector del Perú y ejerce el gobierno.
1822. San
Martín se entrevista con Simón Bolívar en la
ciudad de Guayaquil, hoy Ecuador. Conferencian en secreto por más
de cuatro horas. San Martín regresa a Lima .
1824. luego
de la muerte de Remedios, disgustado por las guerras civiles en las
Provincias Unidas del Río de la Plata, se embarca hacia Francia
con su hija Mercedes. Reside en Europa hasta su muerte el 17 de agosto
de 1850 en la ciudad de Boulogne Sur Mer.
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