Los sueños del genial topógrafo
militar al decidir que la capital del territorio tendría su
sede en Campana Mahuida hicieron que obtuviera de la Nación
el personal administrativo de gobierno, correos y telégrafos
y maestros.
La historia neuquina siempre depara sorpresas. Seguramente es por
esa razón que cada día hay más estudiosos que
rescatan detalles desconocidos, insospechados o de escasa difusión.
Ya desde los años de las primeras incursiones de las oleadas
civilizadoras detrás de las avanzadas de la Campaña
al Desierto, muchos son los sucesos relevantes que fueron conformando
el aquilatado perfil de la provincia.
Son historias que merecen ser contadas, porque entrelazan la realidad
con los sueños de los primeros hombres que descubrieron las
bellezas y la riqueza del territorio del Neuquén. Sueños
que no siempre se cumplieron, como el de la escuelita de Trocomán
o el de la primera capital del territorio. Fueron la avanzada de dos
situaciones “virtuales” ya que existían en los
papeles, pero nunca se concretaron en la realidad.
Cuando el general Manuel José de Olascoaga designó Campana
Mahuida como capital del Territorio Nacional del Neuquén no
pensó que este deseo nunca se convertiría en realidad.
El viaje de Olascoaga y su comitiva se había iniciado en Patagones.
Y fue en primavera cuando decidió instalar la capital del territorio
en el lugar que él mismo había elegido. Su paso fue
seguido por la instalación del telégrafo en cada uno
de los campamentos con los que avanzaba sobre el rico e inhóspito
territorio.
Según relato de uno de sus biógrafos, a lo largo de
su travesía iba organizando las dependencias que se emplazarían
en Campana Mahuida. Olascoaga había decidido fundar la primera
escuela del Neuquén en Trocomán, y también había
decidido que el primer preceptor de esa escuela mixta sería
don Severo Crosa que recibiría un pago de setenta y tres pesos
mensuales por su trabajo.
Según apuntes del historiador Juan Mario Raone, en la escuela
que fundó Olascoaga no se dictaron clases. De acuerdo a los
datos aportados, Olascoaga pidió al gobierno nacional que enviara
maestros, pero en virtud de lo azaroso del viaje desde Buenos Aires
hasta la región norte del Neuquén, los maestros llegaron
a Patagones y desde allí volvieron al lugar de origen, sin
siquiera conocer el lugar de su destino.
Esta anecdótica instancia demuestra qué aislada se encontraba
la región de norpatagonia en los finales del siglo XIX. La
impronta civilizadora que soñó Olascoaga, como primer
gobernador del Neuquén, se topaba con la maraña del
desierto salvaje y de la región cordillerana aún por
terminar de descubrir.
Olascoaga continuaba armando el perfil de Campana Mahuida como capital
del territorio donde, según pensó, se asentaría
como gobernador. En 1886 puso en posesión de la administración
de Correos al señor Florencio Olivera y propuso para igual
cargo en Ñorquin a don Vicente Bono. Ñorquin era guarnición
militar desde 1881, lugar donde se encontraba la comandancia de las
fuerzas del ejército.
Otro de los avances de Olascoaga para dotar de fluidez a las comunicaciones
de la capital fue solicitar a la administración de Correos
y Telégrafos un envío directo entre Roca y Campana Mahuida,
siguiendo la línea de fortines a lo largo de noventa leguas.
En su primer año de gobierno, el coronel Olascoaga propuso
la división del territorio en cinco departamentos, y el primer
elenco de empleados administrativos fueron trasladados desde Buenos
Aires a su nuevo destino. Partieron desde el puerto en barco hasta
Carmen de Patagones con la intención de continuar el viaje
en vaporcitos fluviales hasta el pueblo de General Roca, surcando
el río Negro. Sin embargo, la segunda parte del trayecto no
se pudo realizar ya que el río había sufrido una muy
importante bajante.
Ante la imposibilidad de llegar a Campana Mahuida, Olascoaga se encontró
con el problema de tener que solicitar más recursos económicos
para comprar carros y bueyes para realizar una travesía luego
de la penosa estadía en Patagones.
Finalmente, un año después, el misterio del Interior
le gira casi veintitrés mil pesos y comienza la segunda parte
de la odisea, viajando en carretas tiradas por bueyes por lugares
inhóspitos y desconocidos. En su mayoría, los empleados
de la administración gubernamental del Neuquén, viajaban
con sus familias hasta un lugar ubicado en plena cordillera. Las crudas
condiciones climáticas se hicieron sentir y los viajeros se
encontraban, en algunos casos, en un penoso estado.
La decisión de Olascoaga no tardó en darse a conocer,
informando a la superioridad que el contingente se quedaría
en forma provisoria en Codihue donde recibieron la hospitalidad del
jefe del fortín, sargento mayor Eusebio Garaita. Meses después
marcha la caravana hacia Ñorquin, primer paso antes de continuar
hacia Campana Mahuida.
Evaluando los acontecimientos y la imposibilidad del asentamiento
poblacional en Campana Mahuida, Olascoaga decide declarar a Ñorquin
“capital provisoria” del Neuquén.
Para el Dr. Gregorio Álvarez, uno de los grandes biógrafos
de Olascoaga, en Ñorquin toman contacto dos grandes “corrientes
argentinas” que ingresan al territorio neuquino para colonizar
y civilizar. Álvarez menciona preponderantemente a la corriente
mendocina y a la corriente bonaerense sumadas a las de la araucanía
trascordillerana.
Par Olascoaga, haber elegido Campana Mahuida como sede del gobierno
fue un fracaso. El año que permaneció en Ñorquin,
la capital provisoria, lo dedicó también para recorrer
con su personal permanente todo el territorio aledaño buscando
un sitio totalmente adecuado para instalar la sede definitiva de su
gobierno.
Traslado
Finalmente, un 25 de julio de 1887 Olascoaga envía desde Ñorquin
un comunicado al jefe de la Segunda Brigada de la división
de Río Negro. Textualmente, Olascoaga escribe: «Con la
mayoría de los empleados a mis órdenes, esta gobernación
emprende marcha en dirección a la costa norte del Río
Neuquén, entre el antiguo «Fuerte IV División»
con el propósito de practicar sobre el terreno los trabajos
necesarios para la fundación de un nuevo pueblo. La traslación
tiene el objeto de abrir un camino carretero directo a Ñorquin.»
Olascoaga solicita además una fuerza de escolta, con un piquete
de por lo menos veinte hombres de tropa al mando de un oficial.
Y como corolario de la gran expedición, Olascoaga funda a orillas
de los ríos Neuquén y Curileuvú la capital que
creyó definitiva, a la que le dio el nombre autóctono
de Chos Malal que en lengua araucana significa “corral de ríos
amarillos”.
Historias desconocidas
Estrategia sanmartiniana
Los pehuenches, primeros habitantes del sur de Mendoza y
de la región cordillerana neuquina, parlamentaron con el general
San Martín.
Según afirma el Dr. Gregorio Álvarez en sus volúmenes
sobre la historia del Neuquén, los indios pehuenches fueron
los dueños de las cordilleras del sur mendocino y del Neuquén
hasta el río Lonquimay.
Con ellos se topó, en los años de la liberación
de América, el general don José de San Martín.
El también llamado «Santo de la Espada», tenía
importantes intenciones de culminar con éxito la liberación
de Chile, y para esto necesitaba granjearse la simpatía de
estos aborígenes.
Con anterioridad, tanto en Mendoza como en Chile, los gobiernos habían
conseguido, merced a acuerdos amistosos y regalos, ganarse la confianza
de los pehuenches que llegaron a constituir un muro humano que se
oponía a las incursiones de los huilliches e indios chilenos
en las pampas del sur de Buenos Aires.
Luego de la Revolución de Mayo, la población indígena
se había sublevado contra las fuerzas criollas por considerarlos
infieles a su rey. Durante los primeros años de la conquista
española en tierras americanas, más aún durante
la colonia, el concepto de obediencia al rey de España caló
hondo en el alma de estos pueblos que se consideraban súbditos.
Planes del capitán
En 1916, luego de la declaración de la Independencia Argentina,
San Martín tenía bien planificada y preparada su expedición.
También sabía con certeza cuáles eran los pasos
cordillleranos por los que debía transitar su ejército.
Así solicitó una reunión con el cacique Ñeicún,
jefe de los pehuenches, para pedirle que predispusiera a su gente
a favor de la libertad propiciada por la Revolución de Mayo.
El parlamento tuvo lugar, según últimas investigaciones,
en el fuerte de San Carlos.
Estado Mayor
San Martín fue acompañado con su estado mayor y el cacique
Ñeicún con sus caciques subordinados. Ofició
como intérprete un huilliche, fray Francisco de Inalicán.
Luego de exponer San Martín, los pehuenches deliberaron hasta
que Ñeicún hizo conocer la decisión: aceptar
la propuesta.
Por esta razón los pehuenches permitían al general San
Martín que su ejército pasara a Chile por el paso de
El Planchón. Además, los pehuenches se comprometían
a guardar en secreto los resultados del acuerdo.
Según los biógrafos, San Martín sabía
que, por su idiosincrasia, los indios iban a cumplir con el pacto,
pero a medias.
El gobernador de Chile, Marcó del Pont, fue advertido acerca
delas conversaciones entre San Martín y Ñeicún.
Esto hizo que distrajera sus tropas hacia el sur para detener el paso
del ejército libertador por el paso de El Planchón .
Y fue así que San Martín descomprimió la resistencia
realista en los pasos de Los Patos y Uspallata por donde logró
ingresar a territorio chileno y liberar al hermano país del
dominio de la Corona Española.
Perfil de su personalidad
“Revolucionario, idealista”, así califica el Dr.
Álvarez,en su faz de historiador, al coronel Manuel José
de Olascoaga. “Combatió contra las causas que ponían
en peligro el prestigio de la Nación, inclinándose siempre
por el orden, la verdad y la justicia, aunque tuviese a veces que
luchar contra sus más íntimos amigos. Ingeniero topógrafo,
fue inapreciable su colaboración para la Campaña al
Desierto encabezada por el general Roca que lo contó en sus
filas como secretario”.
Citado por el Dr. Álvarez, el estudioso mendocino Juan Draghi
Lucero, definió con crudeza la realidad de Olascoaga: “Sembró
mucho, cosechó poco. Debió morir como general y murió
siendo coronel; debió morir rico y terminó sus días
siendo pobre; debió ser elegido para la primera magistratura
pero tuvo que contentarse con ver el arribo de los mediocres (...)”.
Homenaje chosmalense
En honor al fundador de la que se pensó capital definitiva
del Neuquén, el Torreón donde funcionó el Fuerte
IV División está dedicado a la memoria de Olascoaga.
El Museo Histórico está ubicado en el histórico
Cerro donde está el Torreón en el cual funcionó
el Fuerte IV División, construido por el Coronel Olascoaga
en 1887. En el frente los escudos diseñados por quien fuera
fundador de la ciudad. El interior del sitio histórico está
dividido en tres salas. En la sala principal se observan objetos personales,
fotografías de familias y varias litografías del Coronel
Olascoaga. En la segunda sala se exhibe la primera imprenta del territorio
que comenzó a funcionar en 1888, editando el primer periódico
del entonces territorio nacional del Neuquén. Este perfil periodístico
poco conocido de Olascoaga lo llevó a escribir en «La
estrella de Chos Malal», al igual que su yerno Francis Albert,
a la sazón corresponsal de diarios porteños. En la última
sala se exponen trabajos indígenas: hachas, jarrones, puntas
de flechas y también algunas muestras de minerales del lugar,
fósiles y armas donadas por viejas familias de la ciudad.
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