En la voz de sus amigos

 
 

La partida Luis Ordoñez, inmortalizado por el apodo de “Muñeco”, golpeó con fuerza el alma de quienes tuvieron la oportunidad de compartir un escenario, una charla o unos largos y buenos mates. Muchos quedaron con las ganas de verlo cantar una vez más “A mi manera”, su tema emblemático, su razón de vivir, dirán otros. Y nadie tuvo la osadía de guardarle rencor. La pasión con la que vivía el respeto por sus amigos fue su constante. Y ni siquiera se olvidó de ello cuando se despidió de ese mundo en la gris tarde del 6 de julio. Su recuerdo quedará en la memoria de sus compañeros de vida y, sobre todo, en la voz de sus amigos.

Disminuir tamañoAumentar tamañoCambiar tamaño  Imprimir Imprimir

 
       
   
   
 

“El muñeco que uno no podrá olvidar”

Yo estoy muy en tristecido, en realidad diría que desolado, porque éramos muy amigos. Prácticamente vinimos juntos de Córdoba hace muchos años, el vino primero. Fue un gran amigo, un gran cantante y yo estaba en constante comunicación y contacto permanente con él. Supe de su enfermedad, yo lo había visto hace 2 años y estaba bastante bien. Es una gran pérdida para quienes lo conocimos y pudimos disfrutar de su amistad.
Nosotros cuando teníamos veintipico de años, el nació y vivió toda su vida en Córdoba hasta que se vino a Buenos Aires, habíamos formado una orquesta de jazz y él era el cantante.
Todo el mundo conocía en Córdoba a Luis Ordóñez que era un cantante muy cotizado allá y formamos una orquesta que se llamó Montecarlo Jazz. Compartí con él las noches de muchos bailes y presentaciones que hacíamos con esta orquesta que sonaba muy bien, estaba compuesta por buenos músicos y él era la figura. Siempre le gustó la parte romántica, era un gran cantante de boleros. Trabajábamos juntos en lugares fijos como en una confitería que se llamaba Casablanca y disfrutábamos mucho ir ahí todos los sábados.
Siempre el Muñeco fue una figura hasta que después un día me dijo que se iba a Buenos Aires, fue la época en que se vino también Roberto Yanés.
Acá trabajó muchos años. Después cuando se instaló en Neuquén yo supe que fue muy querido ahí, la gente, incluso también por gente del ambiente de la radio. Que lindo que él pudo dejar ese recuerdo tan grato allí. Siempre cuando venía para Buenos Aires me llamaba, me preguntaba si tenía algún tema nuevo, siempre estaba con la idea de grabar y de cantar.
Tenía una cosa que en muy pocos cantantes yo vi: la voz naturalmente impostada, por decirlo de alguna manera, sin haber tenido gran estudio. El podía acostarse a las 5 de la mañana, éramos pibes en es momento, y al otro día, mientras nosotros estábamos muertos, el podía ir a la radio y cantar como si nada, tenía la voz fresca, la tuvo siempre, naturalmente fresca y con mucha polenta.
He visto pocos tipos así. Uno de ellos es el negro Raúl Lavié. No recuerdo al negro haber cantado afónico alguna vez y con el Muñeco pasaba los mismo, una voz hermosa y con mucha fuerza.
Hicimos un par de cosas juntos en Buenos Aires, pero ahí fue más que nada disfrutar de la amistad y la compañía y encontrarnos con amigos comunes. Hicimos una cosa por un amigo que fue socio mío, éramos “Los Novarros” y fue el Muñeco, yo y otro de Córdoba.
Los tres fuimos a hacer un beneficio para un amigo que no la estaba pasando bien. Y fue muy lindo encontrarnos, pero eso fue hace tres años, ahí estaba bien, y después sobrevino su enfermedad.
El Muñeco es alguien que uno no podrá olvidar nunca en la vida y que me ha dejado cosas realmente lindas.

Daniel Sánchez

“El manual de lo que hay que hacer”

Yo lo conocí cuando había reabierto un boliche acá en Cipolletti, el hacía las
veces de presentador de números que traían de Buenos Aires, en esa época estaba “Grandes Valores del Tango” hacía las veces de presentador porque los conocía a todos. En esa oportunidad junto a Miguel Barcos acompañábamos a todos los cantantes que venían: Enrique Dumas, el Polaco Goyeneche, Jorge Valdéz, Argentino Ledesma, un montón de figuras que venían a la zona, nosotros los acompañábamos y el Muñeco era el presentador. Al ser amigos de todos ellos, las noches eran riquísimas de historias y cosas de Buenos Aires. Yo que no las viví escuchar todas esas historias era nutrirme de un montón de cosas que tienen que ver con la historia de la música popular argentina. Era un manual estar en esas charlas.
Ahí lo conocí y después de eso lo empecé a acompañar también en otras cosas. Con sus alumnos, con la Orquesta Sinfónica, después nos hicimos amigos arriba y abajo del escenario.
Mi mayor recuerdo, más allá de lo enorme que fue como cantante, para mi pasa por lo personal, por la amistad enorme que teníamos.
En realidad tengo dos recuerdos. Uno fue la primera vez que lo conocí, tenía 16, 17 años, yo era un estudiante de música y el vino a cantar a la zona. Yo quería ir a escucharlo porque tenía las partituras con su foto, así eran antes, estaba en las partituras porque él cantaba esas canciones. Mi primer contacto con el fue ir a escucharlo en un recital que se hizo donde hoy es Kimika. Fue todo un impacto por ese entonces escuchar cantar a un artista como el.
Después de vino a vivir a la zona y lo conocí personalmente. A nivel escenario, las cosas más fuertes seguramente tienen que ver con lo que hicimos con la Orquesta Sinfónica de Neuquén donde el cerraba la noche después de los cantantes populares, le ponía el broche de oro a esos conciertos y la gente terminaba aplaudiendo de pié porque pese a que ya tenía setenta y pico de años seguía demostrando que arriba del escenario era un maestro y, fundamentalmente, el dueño del escenario. Eso lo consiguen muy pocos, y el Muñeco subía el escenario y era el dueño, sin nada, con la presencia, con su voz, con sus gestos, le transmitía a la gente lo que tanto les cuesta a otros cantantes.
Yo siempre le decía a los cantantes jóvenes: “mírenlo y escúchenlo cuando está arriba del escenario porque ahí está el manual, ese el manual de lo que hay que hacer”. Más allá de los años, la voz es algo que se desgasta, pero el con la enorme riqueza de sus vivencias personales las ponía en cada canción y era un placer escucharlo.
Fue un tipo al que yo no le conocí enemigos, donde estaba desparramaba alegría y optimismo. No se podía estar mal con el Muñeco, era una de esas personas que enseguida iluminaba el lugar y cambiaban el aire, con lo cual seguro que hay un montón de amigos que van a querer expresar eso.

Chico Novarro

A la manera de “Muñeco”

En el año 1963, en los festejos por el día de Neuquén, el Departamento de Teatro de Bellas Artes que dirigía la Sra. Alicia Fernández Rego preparó algunos cuadros alusivos a la fecha, sus alumnos éramos adolescentes que compartíamos el teatro, la música, el canto, la danza, la plástica, etc., todos conducidos por el inefable Emilio Saraco. En esa oportunidad llegaron de Buenos Aires artistas “nacionales” como le dicen comúnmente (a mi entender todos los del país son nacionales) al espectáculo que se brindaba en el mítico cine-teatro Español. Quedé impactado por uno de ellos: Luis “Muñeco” Ordóñez, su voz, su afinación, su modo de expresar el texto de la canción, una dicción impecable, en síntesis un gran artista; hizo del pasillo “sombras” una versión que nos emocionó a quienes mirábamos desde atrás del telón. Nunca lo olvidé, luego cuando me instalé en Buenos Aires lo traté ya cotidianamente, y en 1986 se radicó entre nosotros y lo pudimos disfrutar hasta que partió definitivamente. Nunca le escuché hablar mal ni descalificar a nadie, repartía un optimismo generoso que producía un cálido contagio; se fortalecía con su religión budista y acrecentaba un camino interior que seguramente pasaba por fuertes luchas y tormentas pero no las destilaba a su entorno, como el poeta Machado “… vivía en paz con los hombres y en guerra con sus entrañas.” Aquí quedamos Muñeco con tu recuerdo, tu imagen y tu sabia manera de mirar el mundo, y así viviste: a tu manera…

Naldo Labrín

“Fue un regalo de la vida”

Recuerdo al Muñeco Ordóñez des de hace muchos años cuando era chica, en oportunidad de haberlo visto cantar en televisión en una oportunidad que calculo que era para el día del padre. La canción se llamaba “Oh, papá”, cantaba él con su hija, una imagen que tengo muy grabada, un Muñeco mucho más joven con la misma cabellera abundante pero oscura. Era una canción muy tierna, donde la nena le cantaba con una voz melodiosa y fantástica al padre.
Después crecí en la adolescencia pero de todas maneras el bolero siempre fue algo que se escuchó mucho en mi casa y de grande se profundizó más ese gusto por este género. Cuando conozco personalmente al el Muñeco, allá por el año 1995, me enganché con todo lo que sabía, con toda su historia, con esa serie de programas que hacía en la radio.
Ahí empecé a charlar mucho con él, fue un hombre que vivió muy intensamente, con los errores y los aciertos que tenemos todos los seres humanos. Creo que lo que tuvo fue la enorme sabiduría de saber apreciar las diferencias entre lo bueno y lo malo. El Muñeco llegó al Valle ya mayor con un gran bagaje, con la experiencia de haber compartido escenario con grandes como Chico Novarro y tantos otros. De haber recorrido el mundo, de haber conocido la fama, la popularidad, y cuando llega lo hace lejos de todo eso que había vivido pero con la misma fuerza y amor por la música y el canto que fue algo que lo acompaño toda su vida hasta su muerte.
Cuando yo lo conocí daba clases de canto, además de sus programas de radio, pasábamos horas charlando de todo, de la vida, creo que rescato eso, una persona que vivió intensamente y que supo afrontar lo bueno y lo malo, lo dulce y lo amargo de la vida con una gran entereza.
Lo recuerdo compartiendo un asado y tomando vino hasta altas horas de la madrugada, haciendo chistes porque tenía un sentido del humor impresionante, con ese pasito tan particular y su carcajada. “A mi manera” es la historia de su vida, nadie mejor que él la cantaba y la sentía.
Después compartimos espacios de radio en “Viva la mañana”, en LU5, y también espacios de radio a la tarde. No éramos amigos íntimos pero cuando nos encontrábamos parecía que nos habíamos visto ayer y salíamos charlando como si nada.
Después enterarnos por boca de él su enfermedad y ver como lo hizo frente con una fortaleza formidable, él decía que le iba a ganar, que iba a poder, y nosotros le decíamos que por supuesto lo iba a logra conociendo su fuerza. A parte desde hace algunos años se había acercado al budismo y eso le dio una fuerza extra, mayor. Lo vimos luchar, no entregarse, hasta que finalmente pudo más la enfermedad que él.
Yo creo que aquella persona que haya conocido al Muñeco y haya compartido momentos con él, tiene que pensar que fue un regalo de la vida. Uno de esas personas aprende, tiene la obligación de aprender porque nadie pasa al lado de alguien porque sí. Por algo el Muñeco se fue cruzando con las personas que se cruzó y a cada una de ellas le dejó algo. Eso es lo importante, aún y pese a su muerte. Era un gran tipo, no había asado, salida que se perdiera, estaba en todos lados, con gente de su edad, más chicos, más grandes, se adaptaba a todo.

Carmen San Martín

 

 


La Mañana Neuquen
Redacción Cómo anunciar  |  Webmaster
Neuquen - Fotheringham 445 - Teléfono 449 0400
Copyright © 2002-2004 - La Mañana Neuquen - Todos los derechos reservados
 
 
 
 
 



Min.: 7°c
Máx.:
23°c
Cielo parcialmente nublado. Vientos leves del sector este.
 
 

Energía
Productivo

 


Especiales La Mañana Neuquén

Visite La Mañana Cipolletti

Visite La Mañana Roca
 Transportes Interurbanos
 Guía Profesional
 Teléfonos de urgencia
 Farmacias de turno
 Transporte Aéreo
 Quiniela
 Horóscopo
 
 
 
 
 
 

Cine
Teatro
Recitales
Televisión
Videos

 
 

Revista Caras