Una pesadilla del cine hecha realidad

 
 

La experiencia diseñada por Spielberg se convierte en real en el Aquarium de Mar del Plata. El visitante se puede sumergir junto a tres tiburones.

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Por HERNAN GIL

El visitante desciende a través de una jaula que baja hasta el nivel del suelo. La hembra pesa 300 kilos y mide tres metros y medio.

Mar del Plata > Cincuenta centímetros parece ser una distancia inexistente. Lo es. Especialmente cuando tan sólo ese espacio separa a una vista exaltada que se encuentra debajo del agua compartiendo el hábitat de un tiburón de 3 metros de largo y 300 kilos.
El escalandrum se llama Catalina, pero el nombre es lo que menos registra la mente cuando muestra sus dientes casi perfectos para una publicidad de una pasta dental. El tamaño de su mandíbula supera por mucho el de la máscara que permite observar el enorme ejemplar. Ella se pasea delante de la vista del visitante sin quitar su ojo izquierdo de sus movimientos. Controlando. Mientras, el corazón y la mente batallan para manejar la sensación de estar a 50 centímetros de la pesadilla de Steven Spielberg luchando contra una indomable máscara de oxígeno. Todo esto dando por descontado que los barrotes cubiertos de musgos no permitirán que la historia termine como una de las pobres víctimas del famoso «Tiburón» del director estadounidense.

Historia
La experiencia no pertenece a una aventura por algún recóndito lugar de Asia ni es una ficción que ofrece a los visitantes un estudio de Hollywood. Desde su reapertura, la posibilidad de sumergirse con tiburones se ha convertido en una de las grandes atracciones del Aquarium de Mar del Plata. Dentro del parque, el visitante puede optar (previo pago de un costo determinado) entre bucear entre peces y tortugas o sumergirse en un enorme piletón redondo de casi cinco metros de profundidad en el que habitan tres tiburones.
La pileta está cubierta de arena, musgos marinos y los restos de las palometas que los tiburones comen día por medio. El pescado en base a palometa se coloca en la punta de un palo enclavado en la pileta, para que el depredador marino no pierda su hábito e instinto de caza. Datos que resultan muy interesantes, salvo que sólo segundos falten para que el visitante ingrese con ellos al enorme piletón.
Lázaro y Catalina son dos escalandrum que llevan seis años juntos, pero no se han reproducido. «No tienen onda», cuenta una de las auxiliares de la actividad. El proceso de gestación no es sencillo. Dura un año y al animal se le hace complicada su supervivencia. Catalina mide 3 metros y medio y pesa 300 kilos mientras que Lázaro mide 2 metros y 20 centímetros y pesa 250 kilos. El restante es un moteado chico –todavía no tiene nombre- pero cuando sea adulto medirá y pesará más que sus compañeros de estanque.

Preparación
No sólo hay que dominar los miedos y entregarse a la experiencia para sumergirse en el piletón donde habitan tres tiburones. Lo primero es lidiar con un caprichoso traje doble de neoprene que genera risas para familiares y amigos del arriesgado ya que deja en evidencia irrespestuosamente la falta de ejercicio.
Cumplida la etapa, el que aparece es el buzo ucraniano Vladimir Tkatchuk, el responsable de supervisar la actividad. El hombre no sólo genera respeto por su gran porte sino también por haber sido el responsable de cazar en la costa atlántica argentina a los tiburones que se está a minutos de conocer.
Con un perfecto castellano, no sólo es capaz de lidiar con estos depredadores mano a mano sino que logra calmar al visitante más nervioso. «El 80 por ciento de la gente cree que el tiburón es un asesino. Spielberg no le hizo bien a los tiburones», asegura. Demasiado tarde para una mente que tiene marcada a fuego los primeros planos del director estadounidense de la fina y temible dentadura del tiburón.
Lo peor que le puede pasar al visitante es ser curioso. Las preguntas pueden derivar en información que termina de demoler un alma en alerta. «El agua aumenta 25 por ciento la visión», asegura Vladimir. No sólo ya es impactante tener a un escalandrum de casi cuatro metros y medio a 50 centímetros sino que encima abajo del agua sus dientes se verán un 25 por ciento más grandes de lo que son (gracias Zeus por mi miopía).

Caminos
En la etapa final de información (preferentemente evitable para aquel más temeroso), Vladimir cuenta que para adormecer el instinto de caza de los tiburones, el agua está en 17 grados, ya que con agua más cálida el escualo tiene más hambre.
El cuerpo ya está en la plataforma ubicada por encima de la superficie del piletón. Es el camino previo a introducirse en la jaula que está enclavada en el piso de la pileta. Con tan sólo girar apenas la cabeza hacia un costado, se observa el inmenso ejemplar que se está a punto de conocer. Hasta para el más aventurero, es ese el momento en que el miedo escénico se hace presente para comprobar la importancia de la experiencia.
¿Algo más se puede agregar en ese momento donde el corazón late al ritmo de una locomotora? Lamentablemente si. Los oídos le trasladan a la mente una información que detona para siempre el poco control de los nervios que existía hasta el momento.
«El tiburón es junto a la ballena orca, el más grande depredador marino con la diferencia que el escualo es un ‘killer’, mata por placer, no sólo por hambre y con sus filosos dientes desgarra a sus presas». La explosión interna se acababa de llevarse la poca calma restante en el cuerpo.

Abajo
La cintura soporta un cinturón de unos cuantos kilos que evita que el cuerpo tienda a subir debido al traje de neoprene. El cuerpo comienza a conducirse a la escalera que permitirá el descenso hasta el fondo del piletón. En el paso previo, Vladimir logra practicar un curso de buceo rápido en menos de cinco minutos. Extremadamente eficaz. Su experiencia se traslada casi por ósmosis a un ávido visitante. «A veces hay gente que no logra acostumbrarse a la respiración y se les complica un poco la actividad», cuenta.
Respirar a través de la máscara de oxígeno no es tan sencillo cómo se puede creer desde el sillón del living observando Discovery Channel. El aire hay que succionarlo con mucha firmeza y las respiraciones cortas no existen. Mientras tanto, la boca lucha contra el instinto de respirar a través de una nariz que, en este caso, está tapada e inutilizada.
En la lucha por dominar la técnica, los sonidos de la realidad se alejan mientras la vista comienza a apreciar el nuevo ambiente con una mezcla de asombro y temor. Quizás, el momento más impactante es encontrar visualmente al primer tiburón. Es que el piletón es grande y suelen nadar por el fondo y alejados de la jaula.
El final de la escalera marca la necesidad de ir en busca visualmente de uno de ellos. Y el impacto se convierte en doble cuando el cuerpo gira en dirección contraria a la escalera y se encuentra con la inmensidad de Catalina y su ojo izquierdo fijado en el visitante. Increible.
Los sentidos y sensaciones parecen mezclarse en ese momento para generar una pócima difícil de describir. Tanto que la mente no logra discernir entre si domina la emoción del momento o el alerta por la situación atípica.
Con Catalina pegada a la reja girando una y otra vez sobre el visitante, se hace difícil ir en busca de los otros dos ejemplares. Sus dientes impactan demasiado y, una vez sobrepasado el primer momento, la magia del instante convierte a los minutos en segundos. Tan sólo ella y el visitante. No hay palabras. Sólo las sensaciones que genera la vista y que detonan una por una en el alma y la mente. Claro, la inconsciencia suele llevar a poner las manos sobre los barrotes, como ofreciendolos en sacrificio. Pero Catalina rechaza esa invitación.
Allí abajo, todo es distinto. Lo que parecen segundos, se convierten en largos minutos. Afuera, también es distinto. El celular se llena de mensajes y llamadas perdidas temiendo que la pesadilla de Spielberg se torne real en Mar del Plata.

Un paseo por la naturaleza

Mar del Plata > Fue inaugurado el 9 de julio de 1993 pero un colapso económico lo llevó a cerrar sus puertas en 2004. En septiembre del año pasado, volvió a abrir el Aquarium de esta ciudad, con 400 empleados y un predio de 12 hectáreas ubicado muy cerca del histórico faro.
Fue visitado por 120 mil personas durante el verano y permanece abierto durante todo el año. Además, cuenta con la promesa de contar el próximo verano con una beluga (una especie de ballena blanca), la cual había formado de parte del parque desde su llegada 1998.
Tres shows son los que se roban la atención de los visitantes. Uno de ellos y el más convocante es el de los delfines. Saltos, interacción con sus entrenadores y la belleza de estos animales es la atracción más elegida sus visitantes. El show de lobos marinos ofrece la característica de estos animales, que son los que mayor adaptación tienen al entorno y a sus entrenadores. El tercero de los shows tiene que ver con la acrobacia y el teatro. El show del lago está enamrcado en un contexto geográfico imperdible. Es que el estadio del lago está ubicado a metros del mar y ofrece una vista imperdible mientras los aldeanos de Madagor ofrecen un show de acrobacias acuáticas sin igual.

Búsqueda
La atracción de los shows se complementan con otras visitas muy especiales. Como la del tortugario, un recinto que simula una gruta tropical, donde se mantiene constantemente la temperatura ótpima, tanto del aire como la del agua, para el mantenimiento de tortugas de agua dulce, las cuales fueron donadas por el gobierno mexicano.
Muy cerquita de allí se encuentra un recinto de pinguiños que alberga tres especiales diferentes. Los pinguiños saltarines, los magallánicos y los reyes. La particularidad del recinto es que está preparado para que puedan reproducirse, con lo cual año tras año se producen exitosos nacimientos. Pero si las tortugas, delfines y pinguiños generan una sonrisa en los más pequeños, distinto es el caso de los yacaré. En un habitat preparado especialmente, se pueden apreciar varios yacaré negro, una especie típica de mesopotamia que despiertan el terror de los más pequeños. Y no sólo de ellos.

Datos que asustan

Cantidad de tiburones: Tres.
Profundidad del piletón: 4 metros y medio.
Especies: Dos escalandrum (tres metros y medio) y un moteado(es pequeño -1,80 metros- pero llegará a ser más grande que sus compañeros de pileta).
Condiciones para sumergirse: tener entre 10 y 90 años.
Temperatura del agua: 20 grados (son tiburones de aguas cálidas)
Precio de la actividad: 50 pesos (más la entrada al parque)
Modo de alimentación: pescado en base a palometa.

 

 


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