Historias que nunca se verán

 
 

A lo largo de una semana, el Festival Internacional de Cine de
Mar del Plata permitió dar a conocer en sus secciones competitivas, varias producciones provenientes de distintas
partes del mundo. A pesar de la gran repercusión entre el público asistente y una buena aceptación por parte de la crítica, la mayoría de estas cintas no serán proyectadas en ninguna otra sala de la Argentina. Estas son tan sólo alguna de ellas.


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Sensaciones de una lucha

Mar del Plata > La imagen del rostro del presidente uruguayo Tabaré Vazquez ocupa casi toda la superficie de la enorme pantalla del cine Ambassador. “Son piqueteros”, se escucha sobre el final de la frase que pronuncia el mandatario. Al ritmo que intenta pararse con alguna dificultad, Elsa le responde gritando a la pantalla: “No somos piqueteros”. “Historia de dos orillas” (Eduardo Cartoy Díaz) y “¡Que viva Gualeguaychú!” (Miguel Mirra) son sendos documentales argentinos que se proyectan conjuntamente en el 22° Festival Internacional de Mar del Plata en la sección “Memoria en movimiento”.
De manera diversa y por caminos técnicos opuestos, los dos trabajos de realizadores argentinos tienen entradas agotadas desde su estreno el pasado fin de semana. Mientras Miguel Mirra trabaja con un formato clásico de documental (aquel que reinó antes de la llegada de Michael Moore), Eduardo Cartoy Díaz apela a una cantidad enorme de recursos que consiguen otorgarle al documental un agregado extra en cuanto a su impacto visual.
Con mayor despliegue de recursos y testimonios, Cartoy Díaz se despega con “Historia de dos orillas” por sobre el trabajo de Mirra.
La película plantea el debate sobre el impacto ambiental que significa la instalación de las pasteras, sus implicancias sobre el estilo de vida de las personas y los posibles perjuicios o beneficios para las comunidades involucradas.

Distribución
Eduardo Cartoy Díaz es productor y realizador de televisión. Es director de TEA Imagen y Radio TEA, fundador del Festival Latinoamericano de Video de Rosario y miembro de la Comisión de Educación y Comunicación de la Fundación El Libro. Participó en numerosas realizaciones como Maradona, una historia de amores y odios, Las patas de la mentira I y II y Protección al mayor. Gran parte del público marplatense confundió esta obra de Cartoy Díaz con la polémica “No a los cortes”, de Eduardo Montes Bradley. Esta película –que en realidad es un documento ensayo- ataca a los cortes de ruta y a los asambleístas de Gualeguaychú y se estrenó solamente en Uruguay ya que no encontró distribución en nuestro país.

Experiencias en primera persona

Mar del Plata > Las historias argentinas que no llegan a los circuitos comerciales, tanto de ficción como documental, se repitieron incesantemente durante el Festival. Una de las que causó mayor impacto fue “M”, un documental en el que su director es también el protagonista de la historia.
El director es Nicolás Prividera, quien está muy cerca de cumplir la misma edad que tenía su madre cuando fue secuestrada (es el hijo de una trabajadora del Inta desaparecida en 1976). Inicia una causa penal que involucra a Jorge Zorreguieta, padre de la princesa de Holanda. La repercusión pública hace que reciba el llamado de una vieja amiga de su madre, y el encuentro con ella dispara en él la necesidad de ahondar en la historia (de su madre, de esos años primordiales) para conocer y entender las causas de su desaparición. Comienza entonces una intensa investigación que incluye desde el recorrido de diversos organismos oficiales y no oficiales hasta el encuentro con viejos compañeros de trabajo y militancia de su madre. Durante 140 minutos, el realizador argentino relata con emoción y honestamente su búsqueda.

Historia
Nicolás Prividera nació en la ciudad de Buenos Aires, el 25 de mayo de 1970. Unos días después fue el secuestro de Aramburu y la presentación en sociedad de ‘Montoneros’. Ingresó a la escuela primaria en marzo de 1976, y salió de ella en 1982 (cuando aún resonaban los ecos de la guerra de Malvinas). Entró al colegio en 1983 y egresó en 1987. A pesar de todo, durante la década del ‘90 se recibió de Licenciado en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires (UBA) -con una tesis sobre Rodolfo Walsh- y egresó del Centro de Experimentación y Realización Cinematográfica, dependiente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). También estudió Letras y realizó numerosos cursos de dramaturgia.

La danza del retiro en 35 mm

Mar del Plata > El lenguaje audiovisual suele estar ligado, muchas veces hasta desde la inconsciencia, al documental o a la ficción. Sin embargo, hay cuestiones en las que el cine se dedica casi como un homenaje o un instrumento potenciador de otras artes. Julio Bocca empezó a despedirse lentamente de los escenarios del mundo a través de una de sus giras. De a poco van a ir quedando atrás las giras, los aviones y los fanáticos.
Nacido en Israel pero radicado en Buenos Aires desde los cinco años, el documentalista Ariel Ludin se dedica en “8 escalas” a retratar la vorágine de las giras de Julio Bocca.
“¿Qué vas a extrañar de las giras?”, le pregunta una voz anónima y detrás de la exposición de la cámara al bailarín. “Nada”, responde Bocca casi como un acto reflejo a su hartazgo de los aviones.
Durante los noventa minutos del documental, Ludin plantea un viaje al mundo interno no sólo de Julio Bocca sino al de una gira artística. Los conflictos entre lo económico y lo artístico, las diferencias entre las producciones europeas y latinoamericanas y hasta los enormes paisajes visuales de las ocho escalas (Ludin es fotógrafo) conforman un retrato honesto y atractivo del mundo Bocca.

Búsqueda
El mundo detrás del telón se confunde en la posibilidad para el espectador de apreciar el talento de Bocca, aunque más no sea a través de una pantalla grande.
La reacción es rara e instantánea. Así como muchos espectadores se acercaron a ver la cinta como cinéfilos, otros tantos lo hicieron con el deseo de ver la danza de Bocca en la pantalla. En cada escala, Ludin propone un cierre que combina una de las piezas presentadas para la ocasión con un juego entre el ensayo y la presentación oficial. El público se levantaba y aplaudía de pie, como si Bocca estuviera saludando en vivo y en directo. Un detalle que se transforma en un síntoma del buen trabajo del guionista y fotógrafo (que en los próximos días publicará un libro de fotos sobre las giras de Julio Bocca).

Momentos
La idea inicial de coquetear con una cámara y la decisión inamovible de dejar los escenarios a los cuarenta (que acaba de cumplir el 6 de marzo) se combinaron para que Bocca aceptara ser el protagonista. El documental 8 escalas se presentó en la sección Vitrina Argentina y Bocca dice, un poco en broma y otro no tanto, que en realidad aceptó hacer el documental por insistencia. “Y además, para que me quedara un buen recuerdo de las giras. En principio no me lo puse a pensar en relación con mi idea de retiro, pero está bueno que quede algo registrado.”
El centro del mundo. Bocca camina por una Maniatan alocada y otoñal y relata, mirando a la cámara de costado: “Un día me llama Barychnikov para entrar al American Ballet Theatre. Yo tenía diecinueve años. Me acuerdo que viajé en setiembre por primera vez a Nueva York. Me esperaba una limousine que me llevó a un departamento en la 57 y la Primera Avenida. Después hice la audición y al día siguiente firmaba contrato como primera figura”. Momentos de un documental bien hecho y sensible.


El argentino que compitió con otros colores

Mar del Plata > Hay muchas historias que reflejan la actualidad del cine argentino y sus visiones de la actualidad del país. Sin embargo, el Festival reservó un lugar destacado para otro argentino que compite oficialmente, pero con otros colores.
Santiago Amigorena nació en Buenos Aires pero hace años que está radicado en Europa. En este Festival compitió en la Sección Oficial con su ópera prima: “Aquellos días de septiembre”.
Amigorena escribió guiones para más de 30 películas francesas y es autor de cuatro novelas. Con su compañía Le Films du Rat, produjo y coprodujo cortometrajes y documentales, entre ellos “Ma Camera et moi”, “Le Silence de Irak” y “Orlando Vargas”.
Su salto a la dirección llega de la mano de este thriller político protagonizado por Juliette Binoche, John Turturro y Nick Nolte, entre otros.
La historia se centra en el mundo del espionaje cuyo personaje central (omnipresente durante todo el film) es Elliot, un agente de la CIA que se sospecha que posee información secreta sobre acontecimientos que podrían cambiar al mundo en un futuro cercano. Allí, la desaparición de Elliot sólo puede develarse a través de Irene (Binoche), una ex agente francesa que es la única que tiene contacto con el hombre de la CIA. Con este eje y con una historia de amor que se desarrolla en paralelo con el thriller político (entre hermanastros protagonizados por Tom Riley y Sara Forestier), Amigorena plantea un escenario que termina con el atentado a las Torres Gemelas en la pantalla de un televisor de un sórdido bar de Venecia.
“Al momento de hacer la película me parecía grosero y hasta pornográfico mostrar la caída de las Torres Gemelas. Ahora, en cambio, me parece muy discreto el tratamiento que hice después de las películas norteamericanas que aludieron al tema. No creí que hicieran cintas sobre los atentados”, asegura el canoso director. Más allá de la historia de amor dentro de la pantalla, Amigorena vivió la propia fuera del rodaje ya que actualmente es la pareja de Juliette Binoche, a quien conoció en esta película.
Sin embargo, lejos de los personajes clásicos de Binoche, Amigorena la hace lucir desprolija e inclusive poco femenina. Una composición que sorprende al cinéfilo. Una composición distinta a la que acostumbra entregar la actriz francesa de “Chocolate”.

Estrellas
Pese a ser su ópera prima, Amigorena pudo contar con un elenco no sólo talentoso sino también internacional. Además de Binoche, John Turturro (El buen pastor) compone un delicioso personaje acerca de un asesino a sueldo con algunos conflictos psicológicos.
El personaje de Elliot no era sencillo. La película se centra en él pero lo mantiene omnipresente todo el filme y son sólo cinco minutos los que aparece en escena. Amigorena tenía todo arreglado con el actor de “Cabo de miedo”, pero a último momento se complicó todo y Nolte quería cancelar. “La última semana de filmación llamó para decir que no iba a participar porque le dolía mucho la rodilla. Empezamos a pensar en un reemplazo. Pero Juliette (Binoche) se enojó mucho. Lo llamó para decirle que si se había comprometido tenía que ir (N. De la R: Binoche no lo conocía a Nolte). Llegó con bastón, de hecho lo filmamos con un bastón y a los pocos días lo operaron”, cuenta el director. Nolte leyó el guión en el avión por lo que el director temía que no pudiera recordar lo que tenía que decir. Originalmente tenía diez líneas y el actor de “Northfork” le agregó treinta más.

 

 


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