Con manos propias

 
 


Rica experiencia. Los vecinos destacaron que estar al frente de la obra les sirvió como aprendizaje de vida. Hoy, alejados de los baldíos, disfrutan de sus viviendas en el barrio Cuenca XV.

El sector 20 de septiembre, ubicado en el barrio Cuenca XV de esta ciudad, fue construido por vecinos que integraban una toma. La obra estuvo comandada por varias mujeres, quienes sienten orgullo por lo que lograron hace 13 meses.


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“La vida nos cambió a todos. Dudamos y sufrimos, pero es por el futuro de nuestros hijos”, dijeron.

Neuquén > Las cortinas se abrieron y los vecinos comenzaron a apoderarse de las ventanas empañando los vidrios. Un grupo de chicos miraban atónitos desde dentro de una placita, mientras otros corrían por las angostas calles de tierra rocosas detrás de una pelota despintada y con poca forma. De apoco, el barrio que fue levantado con el pudor de los propios vecinos va tomando forma.
La felicidad reina en el barrio 20 de septiembre del sector Cuenca XV. No es para menos, ya que hasta fines de 2004 estas familias vivían asentadas en terrenos fiscales y hoy, a base de esfuerzo, trabajo y decenas de trasnoches, tienen sus propias viviendas.
“Con el corazón masculino sólo no se puede”, expresó una integrante de las 45 familias que habita el lugar. Por eso hizo falta que mujeres tomaran la pala, se interiorizaran por los secretos de la albañilería y se colocaran al frente de las obras. Obra que hoy luce por su presencia.
“Nuestro orgullo fue dejar de ser una toma para pasar a ser un barrio”, dijo Natalia “la flaca” Brizuela, una de las principales progenitoras de este sueño hecho realidad.
“Siempre confiamos que con el tiempo estaríamos habitando un lugar digno y hoy eso es una realidad. Todos los que conformábamos la toma tenemos mucho orgullo, porque además de tener nuestro hogar, hemos aprendido a construir, hacer mezcla, trabajar con una pala, levantar paredes, pintar y arreglar las losas”, agregó.
La organización fue la base del fruto. Divididos en cinco grupos (cuatro de diez y uno de siete), con un líder por conjunto, levantaron las viviendas de cada titular. Y así, todos hicieron un poquito es pos de sus propios beneficios.

Una rica experiencia
El cambio de vida fue todo un desafío. Vivir bajo un techo no fue fácil. Adaptarse llevó su tiempo. “Es raro y todavía nos cuesta acostumbrarnos a que nos golpean la puerta”, remarcó sonriente Natalia, quien agregó que “por eso, quienes nos conocemos seguimos optando por el golpe de manos”.
Afuera de su casa, una de las más grandes, sus hijos disfrutan de la “placita”, inaugurada hace poco, en compañía de vecinos.
Para ellos, la adaptación también fue difícil. “Uno a los chicos debe enseñarles teniendo paciencia. Si les transmitís las cosas con paciencia, a cansancio le ganas”, explicó.
Y entre sus recuerdos está el hecho de que al principio arrojaban toscazos para arriba y los costados, saltaban, rompían lo que se iba construyendo, pero el aprendizaje le sirvió para que hoy cuiden como nadie lo que tienen.
De pronto, su voz se fue complementando con la de otros vecinos que colaboraron en el armado de la historia.
Para la mayoría, lo raro pasó por ver a las mujeres comandando los grupos de obra. “Fue raro, divertido y un emprendimiento de mucha responsabilidad, donde tuvimos que enfrentarnos a las bajas temperaturas, pasar noches sin dormir y nos comimos una nevada. Fueron tiempos en que pasamos hambre y sufrimos el frío, pero la experiencia sirvió para unirnos y conocernos con mayor proximidad”, definió Quena.

Cambio de vida
Todos coinciden en que el cambio en la calidad de vida fue grande e importante. Esto lo notan en las pequeñas cosas, como la ropa de los chicos, el baño, el gas (algunos empezaron a ponerlo), etc.
“Al principio fue difícil. Era pasar de vivir en una toma a vivir bajo techo, con pisos, baño, inodoro, agua, y demás; algo complicado pero un desafío hermoso”, dijo uno de los vecinos. “Fue difícil decirle a los pibes que ahora había una casa para ir al baño y no tenían que ir detrás de una barrita para hacer sus necesidades”, agregó la Flaca Brizuela.
Natalia sabe, como pocos, el significado de lucha y sacrificio. “Pasé por todas. Me moví por todos lados y conseguí lo que queríamos”, dijo. En medio de la lucha, la Flaca perdió un embarazo y tuvo que optar por dejar uno de sus hijos en manos de un hogar.
“Todo llega con su tiempo. Me parece que las demás tomas deberían entender que peleándola y con paciencia como la tuvimos nosotros, a todos les llega el momento. Nosotros tuvimos la constancia de nunca quemar una goma ni hacer quilombos. Pero vos debes esforzarte y demostrar que intentas dar el paso adelante, sin desmanes ni soberbia. Uno debe demostrar interés por superarse en todo momento”, aconsejó con firmeza.
El silencio ya no es el mismo. La tranquilidad y paciencia por estar alejados de la ciudad tampoco. Hoy existen otras responsabilidades. Pero no se arrepienten de haber vivido en una toma, lo llevan como un orgullo porque les dejó una enseñanza. “Dejar las casillas fue duro y nos costó muchas lágrimas. También tuvimos miedo al avance, pero después festejamos porque acá está enmarcado el futuro de nuestros hijos”, coincidieron los vecinos.
El mundo en ese sector de la capital neuquina es un mundo diferente, pero sencillo y puro como muchos.

Todo llevó su tiempo

Los vecinos disponen de una caja de ahorro donde mes a mes pagan una cuota que esta valuada según los metros cuadrados.

Neuquén > Las obras se iniciaron a principios de 2005 a través del programa del gobierno de la provincia denominado “Plan hogar y trabajo”, el cual incorpora temas como mejoramientos en el ámbito deportivo, carencias y capacitaciones en diferentes ámbitos.
El programa solidario consistió en habilitar una caja de ahorro a cada uno donde se les depositó para que paguen los lotes y elijan a un proveedor (por medio de una compulsa) para el abastecimiento del material, se compraron las herramientas, y la mano de obra, etc.
Se trabajó en círculo de 10 personas donde se establecía un líder y junto a su oficial líder se establecía el trabajo. Se dividió en tres etapas y desde el estado se los cubría con un equipo técnico, arquitectos y grupo social para acompañar la obra. También ayudaron 15 chicos del Cpen Nº 18, en una búsqueda de interactura la teoría con la práctica.
El compromiso, la solidaridad y la dignidad vivida durante los nueve meses que demandó la obra fueron, según los vecinos, únicos. Fue ver crecer a un hijo propio desde el comienzo, remarcaron.
Los dueños de las casas pagaron todo de contado, a través de créditos otorgados por el Gobierno, y según los metros cuadrados, ahora abonan una pequeña cuota que va de los 20 a los 40 pesos para cancelar dicho préstamo.

Exigen eliminación de un basurero

Los vecinos piden que el municipio colabore en pos de eliminar un basural que linda con en el barrio.

Neuquén > Los cambios dentro del barrio 20 de Septiembre del sector Cuenca XV han sido notables. La experiencia de habitar un barrio es una experiencia nueva para muchas de las familias que están radicados ahí. De todas maneras, no se quedan con lo hermoso que es vivir bajo un techo y exigen que el municipio se comprometa en instalar contenedores para erradicar parte del basural que convive, desde un principio, con las viviendas.
Los pedidos vienen desde tiempo. Los reclamos son constantes y se intensifican con el paso de los días. Aunque las soluciones son parte de la espera.
“Es feo trabajar para tener todo a la perfección y no poder lograrlo por falta de apoyo de los funcionarios municipales”, remarcó un vecino, a lo que otro agregó: “Dejamos de vivir en un asentamiento, pero aunque parezca confuso, tenemos un basurero que es parte del barrio”.
Las quejas se suman a medida que uno habla con ellos. “Estamos cansados de pedir por contenedores o para que pase el basurero, pero no nos quieren escuchar”, comentó Natalia Brizuela, una de las impulsoras del programa de viviendas, a lo que sumó que “nuestro pedido es en pos de una mejor vida para todos”.
Los vecinos relatan que el intendente no mira el Oeste de la ciudad. De todas maneras, son concientes y saben que muchas veces la limpieza pasa por la toma de conciencia de los propios habitantes. Pero en este caso, al no tener un lugar dónde arrojar los desperdicios, todo va a parar al borde del barrio.
“Una cosa es saber que no debemos tirar la basura en cualquier lugar o que hay que sacarla en cierto horario, pero otra muy distinta es no contar con los elementos necesarios para hacerlo”, expresaron. “Hicimos el esfuerzo de levantar el barrio a fuerza de pulmón sin pedirle un ladrillo al intendente, y éste no es capaz de darnos lo mínimo e indispensable”, se quejaron. A esto le sumaron el miedo que persiste porque la mayoría de los chicos juegan constantemente en el lugar.

 

 


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