Un futuro de sequías
extremas y altas temperaturas

 
 


«La lista Blanca representa la renovación y la continuidad», sostuvo Pedro Salvatori.
«Hay que implementar políticas
de inclusión social», sostuvo
Claudio Andreani.

La actividad que más sufrirá este deterioro climático será la agricultura ya que se estima que la reducción en la cantidad de agua sería del 50%.

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Por Ulrike Koltermann

Nairobi (dpa) > Durante está semana se realizó en Nairobi una importante conferencia sobre el cambio climático como parte del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), cuyo jefe es, desde junio, Achim Steiner.
Sequías, altas temperaturas, derretimiento de los hielos, la emisión de dióxido de carbono (CO2), el aumento del nivel del mar son sólo algunas de las consecuencias que el planeta deberá enfrentar en los próximos años, afirmó el jefe del programa.

¿Siguen existiendo en la actualidad científicos que no se toman en serio el cambio climático?
La discusión sobre si existe o no el cambio climático está terminada. En todo caso, todavía hay algunos rezagados a los que les cuesta modificar la estrategia de negación de los últimos años. Tampoco en Estados Unidos se duda ya en el fondo de la evidencia científica. El debate público ya no gira en torno a la pregunta de ¿debemos reaccionar? sino más bien a ¿cómo vamos a reaccionar? Eso significa por un lado, reducir las emisiones de CO2 y, por el otro, desarrollar estrategias de adaptación.

¿Puede mencionar ejemplos de cuáles pueden ser las consecuencias
del cambio climático?

Por ejemplo, la agricultura. Las variaciones cada vez más fuertes en las precipitaciones determinarán dónde se puede seguir practicando la agricultura. O los diques de contención, que están planificados en base a los análisis a largo de plazo de las lluvias. Lógicamente, siempre hubo ciclos de sequía, pero ahora se vuelven más extremos. En Uganda, las represas este año estaban tan vacías, que el país sufrió una crisis de energía. Esos extremos deberán tenerse en cuenta en las planificaciones de infraestructura en el futuro.
Otro ejemplo son las altas temperaturas en verano en Europa. Varias centrales atómicas tuvieron que ser apagadas, porque el agua para refrigerar estaba demasiado tibia. Otro ejemplo: ¿Qué pasa en los mares del mundo cuando se derritan las capas de hielo? ¿Qué tanto se verá afectada la utilización de nuestras costas? El aumento del nivel del mar amenaza las casas en la playa, los puertos, la pesca.
También hay que hacerse otra pregunta: ¿Cuánto van a contribuir los cambios climáticos a que aparezcan enfermedades en zonas en las que hasta ahora no existían? ¿Llegará por ejemplo la malaria a Europa? Esas son preguntas que deben tenerse en cuenta en la planificación de una estrategia sanitaria nacional.

¿Quién puede garantizar que en el futuro se tome más en cuenta el cambio climático en las inversiones en infraestructura? ¿Qué papel juega el PNUMA?
Trabajamos con muchos países. Durante la conferencia sobre cambio climático, presentaremos iniciativas sobre cómo el PNUMA apoya a los países para desarrollar estrategias de adaptación. En Dinamarca, por ejemplo, ya se está analizando toda la administración y se toman en cuenta los potenciales peligros de los diversos escenarios.

¿Qué probabilidad hay de que se den esos escenarios?
El problema es que el cambio climático no es lineal. En los últimos años, tuvimos que revisar varias veces nuestros escenarios. Las consecuencias ecológicas de un cambio en la temperatura son difíciles de predecir. No sabemos si la agricultura tiene que contar con un 20 o un 50% menos de agua. Tenemos que invertir más en la investigación.

¿La comunidad internacional tiene la elección entre la reducción de las emisiones de CO2 y el desarrollo de estrategias de adaptación?
Hace algunos años aún eran alternativas. Hoy ambas cosas son necesarias. Y tenemos que tener en cuenta cómo vinculamos ecología y economía. Tenemos que conseguir que los mecanismos de mercado y los flujos de inversiones reduzcan, por un lado, radicalmente las emisiones de CO2 y, por el otro, que se incluya una garantía climática en el desarrollo de infraestructura.

¿Qué papel juega en eso la cooperación internacional?
Lo que hoy nos paraliza muchas veces son sobre todo intereses económicos y temores a desventajas en la competencia. Sólo avanzaremos si conducimos a la comunidad internacional a un proceder conjunto. Si todos los países actúan económicamente bajo las mismas condiciones, podrán administrar los costos de una economía sostenible.
¿Y quién puede convencer a Estados Unidos, que se sigue negando a ratificar el Protocolo de Kyoto?
Lo harán por sí mismos. Ya demostraron varias veces que a veces van un poco rezagados, pero al final actúan rápida y radicalmente. En Estados Unidos ya hay más de 250 ciudades, varios estados y el gobernador republicano Arnold Schwarzenegger que llevan adelante una política climática activa.

Otro caso problemático son países como la India o China, que a medida que con su veloz desarrollo económico producen cada vez más CO2. ¿Cómo se puede comprometer a esos países?
China será en los próximos uno o dos años el tercer país más grande del mundo en lo que a emisiones de CO2 se refiere. Pero China no carga con la responsabilidad de los últimos cien años, y los gases quedan en la atmósfera 200 años. Ese es un asunto de solidaridad internacional. En un principio, tenemos que aclarar qué responsabilidad histórica tienen los países industrializados en el cambio climático. Y tenemos que desarrollar estrategias de transformación económica y políticamente defendibles. Los países industrializados deben aceptar su responsabilidad, para que sea posible un proceder conjunto. Países como China y Sudáfrica están dispuestos a enfrentar el cambio climático ofensivamente. Pero tiene que haber un juego limpio.

¿Cree que el sistema de la ONU debe ser reformado?
Se subestima lo mucho que realmente hace Naciones Unidas. La ONU hace de bombero en cientos de lugares del mundo. Me sorprendió lo altamente motivados y altamenta calificados que están algunos expertos del PNUMA.
Pero lógicamente la ONU es un aparato de funcionarios, que necesita una reforma estructural. Eso lo noté en mis primeras semanas en el cargo. Puede demorar nueve meses para que se ocupe un puesto. La ineficiencia con la que se llevan adelante esos procesos es muy frustrante. O la implemetación de tecnología de comunicación moderna. Justo la ONU, que trabaja a nivel global, debería estar al día, pero nuestros sistemas de información, la infraestructura de hardware y software, están retrasados unos 15 años.

El Kilimanjaro se quedára sin su cima nevada

Los hielos retrocedieron un 82% desde su primera medición en 1912.

El deshielo de los glaciares del Monte Kenya y el Kilimanjaro representa un signo de alarma del efecto del aumento de la temperatura global, trascendió en la duodécima Conferencia sobre Cambio Climático (COP12).
La montaña de 5.199 metros de altura da nombre al país que acoge la magna reunión sobre el clima, pero su casquete nevado que asombra por estar ubicado en pleno Ecuador, sufrió un retroceso alarmante en la última centuria.
El pueblo kikuyu, grupo tribal más grande de Kenya, llama a la elevación Kirinyaga (cosa blanca). Sin embargo, si el retroceso de los hielos continúa y desaparecen en el próximo siglo, ese nombre quedaría obsoleto.
Lo mismo ocurre con el Kilimanjaro, en la vecina Tanzania, cuya belleza ponderó el escritor estadounidense Ernest Hemingway en una de sus obras imperecederas.
Los hielos de esa elevación de 5.895 metros de altura sobre el nivel del mar, retrocedieron en un 82% desde que en 1912 se midiera por primera vez.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), está preocupado por esa situación, pues constituye una evidencia de los efectos del calentamiento del planeta.
«Esos son indicadores visibles del cambio climático», dijo Christian Lambrechts, funcionario de ese programa de la ONU.
Justo por encontrarse debajo de la línea del Ecuador, la presencia de glaciares en Africa ha maravillado y desbordado la imaginación de cuantos los ven.
El impacto del aumento de la temperatura global en ese continente, el más vulnerable a aumento de la temperatura global- según datos difundidos en Nairobi- se convirtió en un tema recurrente.
La situación de esos glaciares hizo que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) se preguntara si algunos sitios Patrimonios de la Humanidad desaparecerían de la lista por el cambio climático.
Para que un lugar sea considerado patrimonio universal debe tener cierto valor común, para la ciencia o la tecnología. Pero si ese principio deja de ser efectivo, entonces el sitio es borrado de la lista patrimonial.
«El derretimiento del glaciar es obviamente una señal visible de que el cambio climático está teniendo un efecto negativo en nuestro patrimonio mundial», indicó un funcionario.

 

 


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