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Por Juan Manuel Garzón (*)
Neuquén > El Departamento de Agricultura
de Estados Unidos, en su último informe sobre proyecciones
mundiales de mercado (febrero de 2007), hace referencia a las buenas
perspectivas en materia de inserción internacional de un amplio
abanico de commodities que produce la Argentina, con una única
excepción, la de la carne vacuna.
La razón de esta proyección pesimista tiene que ver
con el efecto desaliento que han sufrido las exportaciones de este
producto a partir de una serie de medidas públicas, ya suficientemente
difundidas y conocidas por todos.
El deterioro de las exportaciones, al menos en términos comparados
con lo que se espera para otros países vecinos, es sólo
un efecto de la política ganadera del gobierno y probablemente
no el más importante. El tema es que lo que debe evaluarse
es el efecto sobre la producción, que en definitiva, es lo
que permitirá abastecer a futuro, tanto al consumo interno,
como en caso que sea permitido a la demanda externa.
Más aún, lo que debe evaluarse es el efecto sobre los
incentivos a producir carne, a mantener el rodeo animal, que vienen
dados, en gran medida, por el precio que recibe un productor, el primer
eslabón de la cadena de la carne y sobre el que recaen principalmente
los costos de las interferencias, por cada kilo que produce.
¿Cuánto debería valer la carne en Argentina a
nivel del productor, si el mercado operase libremente? O, en otras
palabras, qué tan desfasado está el precio de la carne
observado en relación al que debería prevalecer.
Retenciones
En principio, el precio interno de la carne se encuentra disminuido
en el porcentaje con que se aplica el derecho de exportación
que pesa sobre este producto. En efecto, en un mercado de exportación
que opera en competencia y por ende, con arbitraje, el precio interno
se determina a partir del precio de exportación neto de los
costos de exportación, entre ellos, los impuestos que deben
pagarse. Como en la actualidad rige un derecho de exportación
del 15% (desde de noviembre del 2005 para determinados cortes y desde
marzo del 2006 para toda la carne bovina), sería de esperar
que el precio interno de la carne esté disminuido, al menos,
en ese porcentaje.
Ahora bien, si la exportación opera con pocos grados de libertad,
como sucede en el mercado de la carne desde marzo de 2006, el precio
de exportación deja de ser una referencia determinante, deja
de cumplir el rol de formador del precio interno.
El mecanismo de arbitraje se deteriora: la exportación puede
ofrecer a los productores domésticos un precio que los consumidores
externos están dispuestos a pagar pero sólo por aquel
volumen que le dejan vender, no por todo el volumen que podría
colocar en el mercado externo, que por definición (sino no
tendría sentido la interferencia pública), es mayor
al permitido; lo que paga el mercado interno por esos excedentes no
exportados termina siendo el precio de mercado.
El impacto
No debería sorprender entonces que el descuento sobre el precio
interno de la carne sea mayor al 15% que indicaría el derecho
de exportación. Cuánto menos es lo difícil de
cuantificar. No resulta sencillo medir el efecto de las restricciones
a la exportación en forma directa, pero se puede acudir a un
mecanismo indirecto, comparando con lo que vale hoy la carne en mercados
productores, parecidos a los nuestros, caso de Brasil y Uruguay.
Tomando como referencia el precio del novillo en los tres países,
haciendo la conversión a $ por kilo vivo (para Brasil y Uruguay),
y comparando para el período enero 2005 – julio 2007,
se encuentra lo siguiente:
• En el período enero 2005-marzo 2006, el kilo vivo de
novillo cotizaba en Argentina un 10% por debajo de lo que valía
en Uruguay y un 10% por encima de lo que valía en Brasil. Esta
diferencia puede explicarse por varios motivos, la calidad de la carne,
mejor en Uruguay y Argentina que en Brasil, los derechos de exportación,
vigentes en Argentina y no en los otros dos países, problemas
sanitarios más graves en algún país respecto
de otro (caso de Brasil con el brote de aftosa detectado en septiembre
de 2005), etc. Podrían haber incidido también otros
factores, tales como la eficiencia con la que opera la cadena cárnica
en cada uno de los países, en función de que mientras
más eficiente sea la cadena, menores los costos de industrialización,
transporte y comercialización y por ende, mejor precio recibe
el productor de carne (por el animal en pie).
• En el período abril 2006 – julio 2007, hay un
deterioro claro en las relaciones de precios, en contra de la Argentina.
En efecto, el precio del novillo argentino se encuentra en promedio
un 23% por debajo del uruguayo (13 puntos porcentuales más
que en el período anterior), y también se deteriora
respecto al de Brasil, de estar arriba, pasa a cotizar un 9% por debajo
(promedio).
¿Cambios?
No hay muchos factores que permitan explicar este deterioro relativo
del precio de la carne en Argentina. Veamos.
En primer lugar, como se trata de un período corto, no sería
razonable suponer que se pueden haber producido grandes cambios en
los factores estructurales del mercado (productivos, tales como cambios
de calidad, mayor eficiencia de la cadena, etc.), que hagan encarecer/abaratar
la carne de un país respecto de otro, de la forma en que se
manifiesta en las estadísticas disponibles.
En segundo lugar, se encuentran los problemas sanitarios que, efectivamente,
tanto Argentina como Brasil tuvieron en estos últimos dos años,
como candidatos a explicar diferencias. En el caso de Brasil, se detectó
un brote de aftosa en el mes de septiembre de 2005, que fue resuelto
recién en marzo de este año, de acuerdo a la Organización
Mundial de Sanidad Animal.
En el caso de Argentina, se produjo un brote de aftosa en febrero
del 2006, que fue controlado en forma mucho más rápida
que en el país vecino, y resuelto en sólo 3 meses (abril
2006), de acuerdo a la misma fuente antes citada. Ahora, es interesante
notar que la relación de precios entre estos dos países,
para los meses relevantes, no se muestra sensible a estos problemas
sanitarios.
Por caso, cuando se produjo el brote de aftosa en Brasil no se deterioró
el precio relativo de la carne en este mercado, ni tampoco sucedió
lo contrario cuando se resolvió el problema. Tampoco aparecen
secuelas en los precios de la reaparición de la aftosa en Corrientes
el año pasado. Quedan entonces las restricciones a la exportación
que se iniciaron justamente a partir de marzo de 2006 (además
de la suba de derechos para algunos cortes), como factor explicativo,
suficientemente capaz de dañar precios relativos.
El porcentaje
En síntesis, el precio de la carne a nivel del productor se
encuentra entre 20% y 25% por debajo de lo que debería valer,
según la calidad de la carne argentina y tomando como referencia
el valor que tiene este producto en mercados vecinos. Hay 15 puntos
porcentuales de este deterioro que se explicarían, según
la teoría, por los derechos de exportación, mientras
que los puntos restantes deben su origen a las interferencias que
ha sufrido la exportación desde el tercer mes del año
2006.
En otras palabras, dejando afuera el efecto retenciones, el hecho
de no dejar funcionar libremente a la exportación le cuesta
al productor entre un 5% y un 10% del valor de su producción.
Si se liberase completamente el mercado, no caben dudas que la carne
se encarecería a nivel del consumidor interno, que es justamente
lo que el gobierno no desea, en función que la demanda local
se muestra muy poco sensible a cambios en los precios, lo cuál
sería aprovechado por los distintos eslabones de la cadena
para no perder márgenes. Una propuesta que ha sido ya enunciada
por distintos actores de la cadena es segmentar los cortes, de forma
tal de mantener relativamente inalterados aquellos cortes de mayor
consumo interno, para sí ajustar aquellos que tienen un mayor
destino de exportación. Esta propuesta implicaría exportar
al resto del mundo el costo del ajuste, que debiera ser mayor a los
guarismos referidos en el párrafo anterior para los cortes
caros, en función de que éstos deberían compensar
la disponibilidad de cortes baratos en el mercado interno, y hacer
que el productor de carne recupere ese 20% o 25% que viene cediendo
desde hace poco más de un año.
(*)jgarzon@ieral.org. Revista Novedades. Instituto de Estudios
de la Realidad Argentina y Latinoamericana de la Fundación
Mediterránea. |
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