Por laura rotundo
El ritmo de vida actual influye también en la manera de alimentarnos.
Sin embargo, este es un fenómeno que atraviesa la mayoría
de los países y que acarrea serios trastornos de salud sino
se controlan a tiempo.
La licenciada en nutrición, Cristina Cesareo dialogó
con La Mañana de Neuquén y detalló cuáles
son los riesgos de esta tendencia existente hacia el consumo excesivo
de comidas rápidas y alimentos congelados.
En primer lugar, me gustaría saber cuál es
su opinión respecto del modo de alimentarnos en la actualidad.
Como sabemos, el modo de vida actual es muy diferente al de la época
de nuestros abuelos e inclusive al de nuestros padres, por lo tanto
el modo de alimentarnos también se ve afectado, debido a la
reducción del tiempo que se le dedica tanto a la preparación
de los alimentos como el tiempo que empleamos para ingerirlos, ya
sea por cuestiones laborales, actividades diarias, etcétera.
Esto nos lleva, muchas veces, a preparar platos sencillos, rápidos
y muchas veces carentes de los nutrientes esenciales como por ejemplo
de vitaminas y minerales, que resultan tan importantes para nuestra
salud.
¿Qué factores nutricionales convierten en negativa
esta gran tendencia de consumir fast-food o muchos productos procesados?
Estas comidas, en general contienen una gran cantidad de calorías
aportadas en mayor medida por las grasas (especialmente grasas saturadas
y colesterol), además contienen gran contenido de sal, conservantes,
colorantes y son carentes de vitaminas y minerales, lo que las hace
que no sean recomendables en el marco de una alimentación saludable,
especialmente para la población infantil y adolescente.
¿Cuáles son los riesgos que corre un niño
de temprana edad -a corto, mediano o largo plazo-, si ingiere una
cantidad considerable de estos alimentos?
Estos “alimentos” -consumidos en gran medida- predisponen
a padecer ciertas enfermedades relacionadas con los malos hábitos
alimentarios como ser: dislipemias (es decir, un aumento de lípidos
en la sangre, provocando un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares,
accidentes cerebro vasculares o hemorragias cerebrales), diabetes
(que es la alteración del metabolismo de los azúcares),
hipertensión arterial (debido al gran consumo de sal) y obesidad
(por el gran contenido de calorías de este tipo de comidas).
También, a estas enfermedades hay que sumarle el aumento del
sedentarismo, que provoca -junto a los malos hábitos alimentarios-
una mayor velocidad en la aparición de estas patologías.
Es por esto que la alimentación durante la infancia es la base
no sólo del adecuado crecimiento y desarrollo de los niños,
sino que también es fundamental para la salud en la vida adulta.
Así como una buena nutrición desde la niñez resulta
excelente para prevenir el desarrollo de enfermedades que habitualmente,
con los años, afectan a las personas.
¿Cree que en la actualidad, la comida chatarra triunfa
sobre la comida sana?
Lamentablemente sí, ya sea por la comodidad que significa recurrir
a este tipo de comidas por la falta de tiempo como le detallaba al
principio, pero también por la gran oferta que encontramos
en el mercado, como los locales destinados exclusivamente a su venta,
en puestos ambulantes, en estaciones de combustibles, en supermercados,
en los mismos buffet de escuelas, maxikioscos, etcétera. Y
muchas veces, estos ocurre por la falta de información o información
errónea que tiene la población en general.
¿Cómo cree que podría revertirse o reducirse
esta inclinación
por la comida rápida?
El camino sería mejorar el perfil nutricional de este tipo
de comidas.
Una de las herramientas que tenemos y que debemos usar los profesionales
de la salud, es la Educación Alimentaria y Nutricional, a través
de las cuales se promuevan estilos de vida saludables.
Debemos alentar también, al consumo de alimentos variados y
a cambiar o corregir malos hábitos alimentarios, teniendo en
cuenta en todo momento los gustos personales, las costumbres familiares
y las creencias individuales.
Por otro lado, los consumidores deben exigir que se disminuya el contenido
de grasa y sal en estas preparaciones. También se podrían
elegir las variantes que este tipo de locales ofrece como ser las
ensaladas, el pan integral, agua mineral, postres a base de frutas
o sencillamente optar por la versión simple de la hamburguesa
en lugar de la doble o extra grande.
Las autoridades y padres de las escuelas también deberían
reclamar que en los kioscos o buffets a los cuales tienen acceso sus
hijos, que se comercialicen alimentos con mayor valor nutritivo, como
por ejemplo jugos naturales, barras de cereal, frutas, sandwiches
con verduras y queso, yogures, etcétera.
¿Qué porcentaje de esta forma de alimentarse
influye en que en todo el mundo, la obesidad sea una enfermedad en
aumento?
La obesidad y el sobrepeso son una epidemia que está avanzando
a pasos agigantados. En Estados Unidos, un tercio de la población
total es obesa o tiene sobrepeso. En nuestro país, los hábitos
alimentarios norteamericanos están siendo cada vez mayores,
por lo tanto seguimos el mismo camino.
La mayor parte de las personas obesas en el mundo desarrollan una
muy mala alimentación y además, poseen un estilo de
vida excesivamente sedentario.
¿Cuáles son los consejos que habitualmente
se le da a un paciente que acude a un profesional por no poder controlar
estos inconvenientes?
Generalmente, los consejos son elegir alimentos naturales y evitar
los manufacturados; aumentar el consumo de frutas y vegetales; preferir
los lácteos descremados en vez de los enteros; consumir pescado
dos veces por semana y elegir cortes de carne roja magros como cuadril,
nalga, paleta o peceto; evitar las comidas rápidas, el delivery
y los sándwiches, además de elegir legumbres y cereales
integrales. También es muy importante tomar agua potable y
evitar las gaseosas y jugos concentrados.
Últimamente se polemiza mucho acerca de los “trans”...
¿qué son exactamente?
Los “trans” son un tipo de ácidos grasos que se
forman cuando se somete a los aceites vegetales líquidos a
un proceso llamado Hidrogenación que los trasforma en grasa
sólida. Estos se encuentran normalmente en alimentos procesados
con aceites vegetales parcialmente hidrogenados, margarinas, galletitas,
caramelos, alimentos fritos, etc.
Hay que aclarar que una gran cantidad de alimentos llevan en su rótulo
la leyenda 0% colesterol y esto es así porque están
elaborados con productos vegetales y estos no contienen colesterol,
pero sin embargo -entre sus ingredientes- aparece el aceite vegetal
hidrogenado que no lo hace un alimento saludable y por eso hay que
reemplazarlo. Por tal motivo, a partir de agosto de este año
una reglamentación obligará a toda la industria alimentaria
a declarar en su rótulo el contenido de grasas (en particular
de las “trans”) y quedará totalmente a cargo del
consumidor si ingiere o no este tipo de alimentos.
¿Cómo afectan puntualmente nuestra salud?
Distintos estudios científicos han demostrado que los ácidos
grasos “trans” sí son perjudiciales para la salud
porque no sólo provocan el incremento del Colesterol “Malo”
(LDL) -lo cual produce el aumento de riesgo de enfermedades cardiovasculares-,
sino que también disminuye el Colesterol “Bueno”
(HDL), que es la fracción de colesterol que protege a nuestras
arterias. De esta manera, estos ácidos grasos tienen mayor
poder aterogénico, es decir que forman en el interior de nuestras
arterias placas de grasa que producen el taponamiento de las arterias.
¿Considera que desde el Gobierno Nacional y desde organizaciones
médicas reconocidas y con capacidades económicas, deberían
impulsarse campañas publicitarias, orientadas a concientizar
a la sociedad sobre la importancia de alimentarse con una dieta equilibrada?
Totalmente y no sólo a través de campañas publicitarias,
sino que debería ser el Gobierno el encargado de monitorear
la composición de los alimentos que se elaboran en el país,
exigiendo que las empresas elaboren alimentos saludables para su población,
con etiquetas claras. También debería limitar los anuncios
sobre alimentos no saludables (con alto porcentaje de grasas saturadas
y “trans”) e incluso la industria debería disminuir
la elaboración de productos con este tipo de grasa.
Al respecto, varias empresas del país -con el asesoramiento
del Programa de Prevención del Infarto en Argentina (PROPIA)
de la Universidad Nacional de la Plata-, comenzaron a reemplazar estas
grasas “trans” por aceite de girasol alto oleico, que
se produce en el sur de nuestro país, por la Cooperativa Obrera
de Bahía Blanca. Se trata de un aceite con alta cantidad de
ácidos grasos monoinsaturados, muy beneficiosos para la salud
humana y reemplaza perfectamente a los “trans”, sin alterar
la textura ni el sabor de los alimentos.
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