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Por LAURA E. ROTUNDO
Eduardo Fidanza es consultor político y analista de opinión
pública.
El escenario político actual es el eje del diálogo que
el socio de Catterberg & Asociados mantuvo con “La Mañana
de Neuquén”.
La interna entre el Gobierno, el duhaldismo y el resto de los partidos
opositores fue detallada en este reportaje, que describe el complicado
panorama político de un año electoral, que se definirá
en pocos meses.
En primer lugar, me gustaría saber ¿cómo
observa el escenario político actual argentino?
La política argentina está signada en este momento,
como corresponde a un año electoral, por los aprestos de los
competidores para llegar de la mejor manera al día de las elecciones.
Si tuviera que señalar una peculiaridad de estos comicios,
me centraría en dos cuestiones: Primero, en el carácter
de plebiscito que el gobierno -y en particular el Presidente- le ha
otorgado a una elección legislativa, lo que es extraño
e innovador por cuanto generalmente el formato “plebiscito”
es más compatible con una competencia presidencial, provincial
o local, cuando están en juego cargos ejecutivos. Éste
no es el caso: (Néstor) Kirchner quiere ser plebiscitado pero
él no participa como candidato.
En segundo término, marcaría la evidente transformación
de la competencia entre pocos partidos o coaliciones (básicamente
el PJ, la UCR y los tradicionales partidos provinciales), como estábamos
acostumbrados, en una compleja puja entre “sellos” de
reciente creación, partidos históricos, fracciones de
partidos, alianzas, coaliciones, etcétera.
Allí caben las más diversas y extravagantes combinaciones.
Ello hará muy difícil discernir un ganador nacional
a nivel de partidos, aunque tal vez pueda facilitar el resultado plebiscitario
buscado por el gobierno. Allí será decisiva, me parece,
la lectura de los resultados que hagan los medios de comunicación
“el día después”.
Y, precisamente, con vistas a las próximas elecciones
legislativas... ¿cómo ve al gobierno y a la oposición?
Por lo que le explicaba antes, creo que cuando hablamos de “gobierno”
y “oposición” debemos hacer algunas distinciones.
Por un lado, el “gobierno” es Kirchner, más todavía
cuando hay una explícita intención plebiscitaria. Quiero
decir: habrá candidatos, surgidos del propio gobierno, expresamente
avalados y alineados con el Presidente. Si ellos ganan, habrá
ganado el “sí”. Serán meros mediadores de
la voluntad plebiscitaria. Pero, por otro lado, existen sectores en
el Justicialismo que están enfrentados con el Presidente o
no aparecen espontáneamente alineados con él y que para
estarlo quieren parte en el botín de una eventual victoria.
Aquí hay casos de beligerancia, como el PJ duhaldista de Buenos
Aires, pero también los hay de alianzas, como la establecida
entre Kirchner y (José Manuel) De la Sota en Córdoba.
Por otra parte, ello también indica que hoy cuando hablamos
de “oposición” tenemos que contemplar en el análisis
lo que sucede cuando un partido o movimiento es prácticamente
hegemónico: muchas veces la lucha política significativa
es intra partido y no entre partidos. El ejemplo más claro
es el enfrentamiento entre Kirchner y (Eduardo) Duhalde, que hace
palidecer cualquier otro conflicto.
Ahora, yendo a la oposición no justicialista, diría
que atraviesa un momento de “debilidad estructural”, si
me permite el término. Este es uno de los efectos del colapso
de fines de 2001. Se trata de una crisis de constitución y
de identidad a la vez. Por ello, en parte, esta oposición aparecerá
enfrentando en algunos distritos al peronismo como bloque (esto es:
al Gobierno más el PJ), en otros podría aliarse con
él, mientras que en otros se unirá al kirchnerismo para
competir contra el Justicialismo.
Es compleja la situación de la oposición no peronista
y merecería un tratamiento más pormenorizado, y por
distritos, que no puede realizarse aquí...
Pero cree que los partidos opositores no son lo suficientemente
sólidos -tanto de centro derecha como de centro izquierda-,
que se presentan como alternativas al oficialismo como para poder
competir con éste...
En parte, está contestado en la respuesta anterior. Sólo
agregaría esto: en algunos distritos (básicamente Capital
Federal y Santa Fe) no sé si las fuerzas opositoras son sólidas,
pero están en condiciones, de acuerdo a las encuestas, de vencer
al bloque justicialista, o al Presidente, lo que, eventualmente, tendría
efectos severos para el proyecto plebiscitario.
En la Capital, el posible candidato del gobierno -me refiero al canciller
(Rafael) Bielsa- marcha tercero a bastante distancia de (Elisa) Carrió
y (Mauricio) Macri. Y otros eventuales candidatos que se han medido
no mejoran demasiado esta performance. En Santa Fe, Hermes Binner
está primero con clara ventaja.
Los dos distritos son críticos para el Presidente. Pero todavía
falta mucho y un gobierno tiene recursos suficientes como para emparejar
o inclinar a su favor una elección que tres o cuatro meses
antes aparece como adversa.
¿Cree que la alianza entre Macri y López Murphy
o el partido de Carrió podrán incomodar al oficialismo
en los próximos comicios?
En teoría, mientras la oposición no peronista permanezca
sin unificarse parece destinada a perder elecciones con el PJ, siempre
que éste no se disgregue. Pero la hipótesis vale más
para la elección presidencial de 2007. Este año, la
oposición aún fragmentada puede asestarle golpes duros
al Presidente y su proyecto plebiscitario al menos, como dijimos,
en dos distritos claves: Capital Federal y Santa Fe.
¿A qué referente político ve con más
proyección a nivel nacional?
Honestamente pienso que el único referente político
hoy por hoy en la Argentina es el Presidente Kirchner. Luego ubicaría
a su mujer, Cristina (Fernández). Y no se trata de una apreciación
valorativa o partidista, sino de un juicio fundado en la observación
de los hechos.
En la oposición existen, como sabemos, cuatro dirigentes que
aspiran a la presidencia en 2007: Carrió, (Jorge) Sobisch,
(Ricardo) López Murphy y Macri. Pero ellos, todavía
están lejos de poseer una imagen comparable a la del Presidente.
Tienen proyección nacional, lo que es una base importante,
pero en este momento perderían una elección presidencial
con Kirchner.
¿Cuáles son los actores políticos con
mejor imagen hoy por hoy y cuáles son las figuras más
despreciadas por la sociedad?
Los de mejor imagen son Kirchner, su mujer Cristina, y el ministro
de Economía, (Roberto) Lavagna. Entre los más cuestionados,
el caso paradigmático es el matrimonio Duhalde...
De acuerdo a las encuestas que se realizan en su consultora
(Catterberg & Asociados), ¿cuáles son hoy las principales
demandas que le hacen los argentinos al gobierno?
Como primer punto, aparece crear más fuentes de trabajo. En
segundo lugar, combatir la corrupción. En un tercer escalón,
renovar y mejorar la dirigencia política. Y en un cuarto y
quinto, mejorar la economía y disminuir los delitos y la inseguridad,
respectivamente.
Hace un año, el problema de la inseguridad aparecía
en tercer lugar, pero actualmente ha retrocedido relativamente entre
las demandas al gobierno.
Vale agregar que la falta de trabajo y la corrupción son dos
“clásicos” en la medición de problemas en
la Argentina durante los últimos veinte años. Ello habla
a las claras de las asignaturas pendientes que la democracia argentina
tiene con sus ciudadanos.
Durante los últimos días se originaron muchas
declaraciones cruzadas entre el gobierno, el duhaldismo y la oposición
en general... ¿cómo influyen estos enfrentamientos lingüísticos
en la sociedad? ¿aportan más al descreimiento popular
hacia los líderes partidarios?
La gente, por lo general, repudia las internas y las peleas entre
los políticos. La opinión pública quiere que
trabajen para solucionar los problemas, no para dirimir espacios de
poder entre ellos.
Las internas, vale sin embargo aclararlo, no son, en principio, algo
pernicioso, sino una parte constitutiva de la competencia democrática
y por ello son normales en todas las sociedades democráticas
del mundo.
Lo que creo que sucede en la Argentina es una exacerbación
de este tipo de disputa, con comportamientos y discursos agresivos,
mientras ocurre un déficit de consenso para aplicarse a la
solución duradera de los problemas que demanda la sociedad.
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