“El aborto no mata, lo que mata es la clandestinidad y su carácter de inseguro”

 
 
“Hay que pensar y debatir sobre qué perspectiva educar en sexualidad, porque si la única es la que se asienta en la cadena de significantes: sexualidad-adicciones-droga-anorexia-bulimia, la sexualidad aparece pegada al peligro”.
“Según estimaciones del Ministerio de Salud, a pesar de la prohibición legal, se producen cada año entre 450.000 y 500.000 abortos clandestinos”.

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Por LAURA ROTUNDO

Hablar del aborto siempre causa polémica. El 28 de mayo último fue presentado un nuevo proyecto sobre el tema de ley al Congreso de la Nación que contó con relevantes adhesiones, como la de la propia titular del INADI, María José Lubertino.
Ruth Zurbriggen es integrante de la Colectiva Feminista neuquina “La Revuelta” e integrante de la Comisión de Articulación de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
La posición de la Iglesia, las nefastas e inseguras condiciones en las que se realizan algunos abortos clandestinos y la falta de educación sexual en las escuelas son algunos de los puntos en los que ahonda Zurbriggen en este imperdible diálogo, que invita a la reflexión de dirigentes y ciudadanos.

¿Cuándo y cómo surge la iniciativa de esta campaña?
Al hablar de la Campaña Nacional por el aborto legal, destacaría que esta lucha tiene una acumulación histórica con acciones y exigencias desarrolladas en especial por agrupamientos y mujeres del campo del feminismo; quienes entre otras cosas llevamos la pelea por este derecho a los Encuentros Nacionales de Mujeres, en los que año a año se fue articulando este reclamo y que se hizo sentir en las conclusiones de los mismos y en las multitudinarias marchas de cierre.
La Campaña como tal surge en 2005, a partir de una reunión de características nacionales que realizamos en Córdoba. Allí, quienes participamos acordamos el eslogan: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir” y como acción unificadora, la recolección de firmas en todos los lugares con un petitorio donde se exige la despenalización y legalización del aborto.
Sin dudas, ésta surge en el convencimiento de concretar acciones unificadas y articuladas de mayor alcance y repercusión nacional, a sabiendas que para que este Estado garantice derechos nos tenemos que organizar y exigirlos. También en la madurez política de que había muchas condiciones que hacían posible una campaña de este tipo, entendiendo que ya no alcanzaba con acciones poco articuladas –si se quiere- en distintos lugares del país, en especial para las fechas en que las feministas ponemos en debate público y en calle nuestros reclamos, como podían ser el 8 de marzo, el 28 de septiembre, el 25 de noviembre, etc. Es indudable que ese convencimiento se fue construyendo a partir de lograr que otros movimientos sumaran este reclamo en sus agendas, por ejemplo en corrientes de desocupados y en centrales sindicales como la CTA.

¿Cuáles son los objetivos concretos del proyecto?
Las metas del proyecto de ley que acabamos de presentar en el Congreso de la Nación, como herramienta de este tercer año de campaña, es lograr la despenalización y legalización del aborto en las primeras doce semanas de gestación por exclusiva decisión de la mujer que así lo decida. Y que este tiempo se amplíe en los casos de mujeres que han sido víctimas de violación, ante el riesgo de la salud o la vida de la gestante o si existieran malformaciones fetales graves. Pretendemos que los servicios de salud pública garanticen el acceso de manera gratuita y que los sistemas privados lo incorporen entre sus coberturas médicas. Que el aborto sea penalizado sólo cuando se realizara en contra de la voluntad de la mujer.

¿Por quién fue recibida la propuesta en el Congreso Nacional el 28 de mayo último y cuándo se estima que sea tratada?
El proyecto se entregó a través de mujeres y grupos de la Campaña Nacional, como Martha Rosenberg, Marta Alanis, Dora Colodesky, Silvia Borselino, Estela Díaz, y un largo etcétera, acompañadas por María José Lubertino -titular del INADI-; la diputada nacional del Frente para la Victoria, Graciela Rosso, las ex legisladoras nacionales Patricia Walsh y María Elena Barbagelatta, entre otras dirigentes.
Nuestro objetivo es que tome estado parlamentario cuanto antes, eso no quiere decir que efectivamente se realice con la celeridad que las vidas -y las muertes- de las mujeres lo requieren. Lamentablemente el Parlamento tiene tiempos que en general no son los que la sociedad tiene y necesita para que sus derechos sean reconocidos y plasmados en garantías legales. Sabemos que estamos en un año electoral, que hay muchos intereses de por medio, sectores de poder a los que nos les interesa “hacer campaña” con estos temas; que estas preocupaciones como el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, la salud de las mujeres y de los grupos minorizados como travestis -por dar un ejemplo- no son temas de las agendas y discursos con los que candidatos hacen campaña. Pero nosotras creemos que el proyecto de ley y su presentación es una excelente herramienta para seguir instalando este tema y para que se expidan por acción u omisión quienes ocupan cargos legislativos. En estos sentidos es que utilizaremos el proyecto de ley, y entonces es posible que las diferentes formas y estrategias de exigencia que nos vayamos dando para su tratamiento tengan mayor impacto y posibiliten su concreción.

¿Qué daños puede producir un aborto en condiciones de clandestinidad?
Más que daños me parece conveniente hablar de consecuencias del aborto clandestino. Las condiciones de clandestinidad a las que toda mujer que decide realizarse un aborto llega, no son iguales. En este país, siempre hay clandestinidad porque está penalizado -excepto las causas contempladas en el código penal, en su artículo 86- pero esa clandestinidad puede ser segura o insegura. En el primer caso, es porque se cuenta con el dinero suficiente para pagarle a un profesional y entonces la práctica se realiza en condiciones de asepsia sin riesgos para la vida o salud de la mujer.
En el segundo caso, cuando es inseguro, es porque no se cuenta con el dinero y entonces se recurre a métodos caseros y para nada fiables. Por ejemplo, en nuestro país todavía se acude a la utilización del tallo del perejil, hierbas, cuando no elementos como agujas de tejer o a personas que no tienen los conocimientos ni las herramientas necesarias para que se den garantías de seguridad. Obviamente las mujeres que corren estos riesgos son empobrecidas económicamente, a quienes ya otros derechos les han sido negados.
Las estadísticas del INDEC dan cuenta de que en Argentina el 37 por ciento de los embarazos registrados en el país terminan en aborto y ésta es la causa principal de muerte de mujeres gestantes. De ellos, el 15 por ciento corresponde a adolescentes menores de 20 años.
En el año 2006, el Ministerio de Salud Nacional reconoció que muere una mujer cada 18 horas por prácticas de aborto sin asepsia ni control médico. El aborto no mata ni provoca consecuencias físicas posteriores como suele creerse -infertilidad por ejemplo- lo que mata es la clandestinidad y su carácter de inseguro. Y las que mueren son mujeres pobres, vidas que parecen no ser dignas de ser vividas.

¿Qué costos se manejan para hacer un aborto?
En la región de Neuquén-Alto Valle según con qué método se realicen suele hablarse de entre 1500 y 2000 pesos. También hay mujeres que acuden al uso de la llamada pastilla abortiva, que es una pastilla que en su prospecto indica que no debe ser utilizada en caso de estar embarazada porque provoca contracciones y su consecuente hemorragia.
Quizás sería bueno, vuelvo a repetir, hacer una encuesta anónima acerca de los costos; porque no hace falta preguntar muy lejos; en general toda persona tiene cerca alguien que pasó por esta situación, lo que ocurre es que la hipocresía hace que esto no se diga o se diga poco, en voz baja… entre otras cosas, por miedo a las consecuencias de denuncias lógicamente.

¿Existe alguna cifra aproximada de cuántos abortos se hacen anualmente?
Según estimaciones del Ministerio de Salud, a pesar de la prohibición legal, se producen cada año entre 450.000 y 500.000 abortos clandestinos.

¿La situación varía según las provincias?
En verdad, la situación varía por infinidad de razones, una muy importante es la que refiere a las pautas culturales donde las tradiciones conservadoras siguen haciendo estragos y promoviendo que el único destino de las mujeres -o cuanto menos el principal- es la maternidad o que la sexualidad está al servicio de la reproducción exclusivamente, que placer y deseos son palabras y sensaciones prohibidas. Entonces el acceso y uso de métodos anticonceptivos no sólo no se promueve sino que se desalienta.
Por otro lado, el acceso y las condiciones de la atención de los servicios de salud pública, en general en algunas regiones -como en el norte de nuestro país- las leyes de Salud Reproductiva o el Programa Nacional de Procreación Responsable existen pero se hace oídos sordos a su implementación.
En otro extremo, como es Tierra del Fuego, tenemos por ejemplo que desde la Justicia se dá lugar a amparos contra la pastilla de anticoncepción de emergencia, contra todas las argumentaciones científicas de la OMS que dicen que no son abortivas y que en la práctica demuestra que su uso previene la realización de abortos.
Pero también aquí, en Neuquén, una provincia pionera en la sanción de leyes en materia de salud reproductiva, el acceso efectivo es conflictivo. Hace muy pocos días un joven homosexual, estudiante universitario me contó que cuando fue al Hospital Heller a buscar preservativos le preguntaron por su historia clínica, e interpusieron miles de objeciones para entregárselos. Y, en realidad, se los entregaron porque él insistió en que era un derecho que le asiste solicitarlos. ¿Cuántos lo hacen? ¿Cuántos adolescentes con todos los prejuicios que alrededor de estos temas circulan, van a buscar preservativos al hospital? ¿No es acaso que para evitar la historia clínica de muchas hay que hacer la entrega de manera más rápida y menos burocrática? ¿Cuántas mujeres para obtener un turno en el ginecólogo se tienen que levantar a las 5 de la mañana para hacer la cola y cuando llegan a la ventanilla se acabaron los turnos?

¿Cómo observa el accionar del Ministro de Salud de la Nación en
relación con este tema?

En mi opinión, el Ministro de Salud, Ginés González García ha tenido una política muy destacable en cuanto a estos temas y recordemos que le valió la fascista idea del obispo castrense, Antonio Basseotto de tirarlo al mar por repartir preservativos.
En su gestión se ha avanzado mucho en cuanto a temáticas de salud sexual y reproductiva (más reproductiva que sexual a decir verdad); y se ha manifestado públicamente a favor de legalizar esta práctica.
En su condición de Ministro de Salud y como funcionario público tiene que hacer algo con las mujeres que se le mueren en las manos por los abortos inseguros, pero hasta aquí su postura concreta con el tema del aborto ha sido hacer declaraciones en la prensa. Esto, que es muy importante, sin dudas no alcanza. No alcanza si pensamos que desde el Ministerio se podría estar impulsando el debate en el Parlamento, porque no seamos ingenuos… González García tiene acceso directo a los diputados del Kirchnerismo y al propio presidente.

¿Cree que existe una tarea pendiente en cuanto a este punto por parte
del sistema educativo?

La falta de educación sexual es un problema, y aquí quiero remarcar que la sexualidad no es un problema, en todo caso como sugieren algunas pedagogas, la sexualidad es el lugar al cual todos los problemas se adhieren. Mirarla como un problema obedece a ciertas perspectivas que se alejan de un debate donde se reconozca que tanto docentes como alumnas/os somos sujetos sexuadas/os y que hacernos cargo de este tema es una necesidad.
Pero la escuela no puede todo -aunque muchas veces suponga que sí- y en este tema y pensando en la normativización y el disciplinamiento o el deseo de disciplinamiento que circula en la escuela, hacerse cargo de la educación sexual resulta una especie de cornisa en la que no se sabe bien para qué lado te caes, digo esto desde el lugar de maestra, investigadora y profesora que durante años desarrolló talleres con sus estudiantes y convencida que hay que seguir haciéndolos.
Pero, no a costa de cualquier cosa; no llevando el video de los grupos Pro-Vida donde hacen hacer lo imposible: que un feto hable para mostrar el “crimen” que una mujer que aborta estaría cometiendo; no para educar en la obediencia y la castidad; no para seguir Eduardo en que la heterosexualidad es lo normal y que otras identidades sexuales son enfermedades. Hay que pensar y debatir sobre qué perspectiva educar en sexualidad, porque si la única es la que se asienta en la cadena de significantes: sexualidad-adicciones-droga-anorexia-bulimia, la sexualidad aparece pegada al peligro.
En general, a la escuela le cuesta ligar la sexualidad a un discurso hermanado con el placer y la construcción de identidades libres y autónomas; le cuesta reconocer que aunque no haya talleres específicos, educación sexual hay todo el tiempo, incluso omitiendo hablar de ello se habla.

 

 


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